La pregunta es: ¿y si las
emociones positivas tuvieran un efecto para gestionar un conflicto?
Todos los que nos dedicamos a
este noble “arte de mediar”, sabemos que el enfrentamiento, la tozudez ante un
conflicto y la escasa o ninguna comunicación entre las partes, deriva en una
situación difícil de afrontar, ya que las emociones están a flor de piel de una
forma totalmente negativa. Por eso me pregunto, ¿es posible conseguir de
nuestros clientes que tengan experiencias positivas a lo largo del proceso? La respuesta
es: seguro que si. Es nuestra misión, es nuestro valor.
Tenemos que ser conscientes que
cuando mediamos, estamos educando a nuestros clientes en “que hacer” cuando no
sepan que hacer. Tenemos un importante valor educativo y por ello ser
conscientes que "el cerebro necesita emocionarse para aprender"
Hay muchos autores que han
escrito sobre las emociones. Unos dicen que “la emoción se trata de uno de los problemas
más interesantes de la vida humana “. Otros consideran que es “un estado
complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que
predispone a la acción. Por eso, las emociones se generan como respuesta a un
acontecimiento externo o interno “
Sea como fuere debemos conseguir
(está en nuestras manos) con esa frase tan manida de ver una oportunidad donde
ellos ven un problema, que sus emociones negativas, ante situaciones
desfavorables como la ira, la ansiedad o la tristeza por la difícil situación, se
conviertan en emociones positivas, al evaluar de forma favorable el camino que
vamos a recorrer.
Y ojo, no olvidemos que el tránsito
de la negatividad a la positividad, si bien no es fácil, debe incluir la
sorpresa, la esperanza o el perdón.
¿Cómo nos ayudan las emociones y
los pensamientos positivos en una mediación?
A buen seguro, conseguiremos una
mejor atención de las partes que nos permitirá recibir una mayor información y
sobre todo veraz, lo que supondrá estar preparados para manejar las situaciones
complicadas. Para ello os animaría a conseguir de nuestros mediados:
1.- Que ellos mismos apunten lo
que estamos hablando y acordando. Que no lo dejen todo en nosotros, así serán
conscientes de que van avanzando.
2.- Encárgales tareas para cuando
no estén contigo, eso, además de empoderarles, les permitirá pensar y ver desde
distintos ángulos lo ocurrido.
3.- Consigue que confíen en ti,
en el proceso y en la profesión desde el "puemos hacerlo"
4.- Valorar cada logro o
actitudes que fueron cambiando en las sesiones, eso les permitirá reflexionar
sobre la idoneidad de aquello que un buen día te confiaron: su problema.
Las emociones y los pensamientos
positivos son herramientas muy poderosas, que te permitirán alcanzar un acuerdo
y ten en cuenta algo muy importante: “Las emociones no se aprenden en los
manuales, hay que vivirlas ...”
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