Un museo es una institución,
abierta al público y al servicio de la sociedad y de su desarrollo. Los museos
adquieren, conservan, restauran, investigan, comunican y exhiben bienes de
interés cultural.
Pues bien, en el año 2020 tuve
la gran suerte de compartir una actividad académica, auspiciada por ODR
Latinoamérica que se llamó “una noche en el museo”. En ella, pude compartir con
una gran “pintora”, una magnífica “escultora”, una increíble profesional y
“conservadora de museos” como es Alicia Millán. Pero no solo de arte, sino de
emociones, sentimientos y sobre todo MEDIACIÓN con mayúsculas (véase el video
en youtube https://www.youtube.com/watch?v=G8vk3tOZ0gk )
Gracias a aquél evento, pude
recopilar una serie de cuadros, de obras de arte, que reflejan algún aspecto de
la existencia humana o su entorno, pero sobre todo del arte de negociar. Así
conseguí un tipo de colección, siempre valiosa, que nos enseñan con orgullo a
los mediadores y quien quiera “visitarnos” este noble arte de negociar.
Abramos nuestras ventanas de
la imaginación a estas obras de arte. Este museo que os ofrezco debemos exigirle
una dinámica viva, cambiante, renovadora. No valen ya exposiciones que
permanecen inmutables en el tiempo, sino que la sociedad demanda novedades,
tanto expositivas como en lo concerniente al contenido de estas. Ello ha
provocado que aprendamos con esa mirada de quien se acerca a la mediación.
Otro aspecto fundamental que
en la actualidad han ido incorporando los museos es su valor didáctico, la
proyección educativa que se desprende de su visita. Muchos son los
departamentos y gabinetes de didáctica aparecidos con el objetivo de difundir
el contenido de las colecciones. La organización desde el museo de seminarios,
cursos, congresos... es un reflejo de todo ello.
Siempre se dijo que un museo
lleno de visitantes es un museo que goza de buena salud, por eso, ojalá muchas
visitas a este museo que os ofrezco, nos permita estudiar e investigar sobre
mediación.
Y hoy como sevillano que soy,
me vais a permitir “patria” y hablaros de tres pintores sevillanos.
Comencemos con Diego Velázquez, pintor barroco español considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal.
La Rendición de Breda.
Diego de Velázquez inmortalizó
la escena en uno de sus óleos más famosos, La rendición de Breda o Las Lanzas.
La pintura enfatiza la clemencia de Spínola, y por añadidura de la monarquía
española, con el enemigo derrotado.
la ciudad de Breda fue tomada
por los neerlandeses. La tregua de los doce años mantuvo el país en calma entre
1609 y 1621. Cuando el rey de España Felipe IV subió al trono en 1621, la
tregua expiró y la guerra se reanudó. La intención de Felipe IV era recuperar
esa plaza tan importante desde la cual se podría maniobrar para otras
conquistas.
Pero porqué es importante para
la mediación, lo dice el gesto del alto mando español, con el militar
derrotado. Recibir las llaves de la ciudad, pero, aunque existe derrota, con la
mano derecha, tiende su palma para no dejar que se arrodille y reconocer su
valía en la “batalla”. Pensar querido visitante en un símil en un proceso de
mediación: ser asertivo no tiene que ser disonante con reconocer la parte de
razón que tiene el contrario, y sobre todo empatizar con él.
Al fondo el humo de lo
“negociado” (la batalla) y como testigos del momento todos aquellos que
intervinieron en el proceso. Rendirse a tus pretensiones, no te hace débil, al
revés, te otorga esa llave que supone el acuerdo estable.
Las Hilanderas
Este fantástico cuadro no solo
es una de las obras maestras, desde el punto de vista técnico, de Velázquez,
sino que también es una compleja construcción a través de la cual su autor ha
querido hacer alarde de sus capacidades narrativas. Durante mucho tiempo ha
sido descrita como una escena cotidiana en el taller de tapicería de Santa
Isabel de Madrid. Pero algunos estudiosos, sospecharon que tras esa imagen se
escondía una narración mitológica. Sus suposiciones se corroboraron cuando se
descubrió que también se describe la escena como una «Fábula de Aracne», la
hábil artesana a la que Minerva condenó por altiva a convertirse en araña. Es
lo que se representa en el tapiz del fondo: aquella en la que el dios toma la
forma de toro para raptar a Europa. Tenemos, pues, un cuadro que en primer
término nos muestra una escena cotidiana de un taller de tapicería, y que más
al fondo representa el episodio mitológico, que se desarrolla ante un tapiz. La
cantidad de personajes, acciones, objetos o niveles de narración es muy alta, y
eso ha hecho que se haya disparado el número de interpretaciones.
Y bien, porqué escogí esta
obra para hablar de mediación. Lo cotidiano puede ser extraordinario si somos
capaces como en la novela “el alquimista” de Paulo Coelho, de ver más allá, en
el cuadro y en el proceso de gestión de un conflicto, hasta ser conscientes de
que el verdadero tesoro está oculto a los ojos de quien ve o vive el problema.
Solo ellos son capaces de ver más allá, es su intrahistoria, a la que los
mediadores debemos acudir. Se representa muchas veces un iceberg, para ser
conscientes que una cosa es lo que se ve del problema (la punta) y otra muy distinta
lo que lo hizo desencadenar, donde debemos bucear los mediadores. Pues bien,
las Hilanderas, nos muestra “esa fábula” de la búsqueda más allá de lo que se
ve.
Vieja friendo huevos
En apariencia es solamente un
bodegón- cocina, una escena vulgar de una casa sevillana, pero aunque parece
una imagen realista puede tratarse de una reflexión visual sobre los sentidos
del Tacto y de la Vista como instrumentos de conocimiento de la realidad; la
vieja, casi a ciegas, tantea con la cuchara entre las manos y el muchacho mira
la variedad de los objetos.
Este cuadro costumbrista de
enormes claroscuros deja en evidencia la importancia de la comunicación no
verbal. Dicen los expertos que en un mensaje y porque no, en una imagen, el
contenido del habla, de lo verbal puede llegar a alcanzar el 40 por ciento del
mensaje entre lo que se dice y el tono en la forma que se dice, pero hay un 60
por ciento oculto a quien no domine la comunicación de los gestos.
Pues bien, ya sea por la
mirada atenta de la mujer hacia el niño, que le conmina a atender a su pretensión
de que pruebe la comida, y el gesto de hastío, mirada perdida, aún con el
cucharón en la mano, bien nos dice que no lo desea. Por eso querido mediador
que has acudido al museo, ¿te suena a las muchas veces que has querido
preguntar algo que el mediado no quería que hicieras y desviaba la mirada?
La venus del espejo
La mitología griega cuenta que
Venus es la diosa de la belleza, por lo que la imagen deja ver el concepto de
máxima belleza corporal femenina que tenía el pintor. En una postura grácil,
recostada sobre sábanas y de espaldas, Venus mira al espectador a través de un
espejo sostenido por su hijo Cupido.
Pues bien, hoy en nuestro
museo, te llamo la atención con este cuadro a dos cosas importantes a tener en
cuenta en mediación: el “ego” y la asertividad. E
Es muy común encontrarnos a
personas que no reconocen que son parte del problema y sobre todo de la
solución; solo hablan de lo buenos que son, de que el problema no es suyo y a
través del espejo se dirigen a nosotros para que veamos “lo bellos” que son. Y
también porque no, su asertividad, que le lleva a exponer sus puntos de vista,
sin unirlo a la empatía necesaria para comprender la otra postura. No quieren
cambiar de postura, solo quieren que veamos su reflejo.
El aguador de Sevilla
El protagonista de la pintura es
un viejo aguador, oficio que consistía en ir de un lado a otro vendiendo agua
potable, un oficio muy común por aquella época, cuando aún no se había
normalizado el suministro del agua en todas partes. Este le ofrece una copa a
un joven todo vestido de negro, a excepción del cuello ancho y blanco de su
camisa que sobresale, y agarra con sus dedos la copa, sin mirar al aguador.
Hay un tercer hombre entre
ambos, que Velázquez difumina con el fondo de la pintura. El hombre, entre las
sombras, está bebiendo de una pequeña jarra.
Os hablaba antes de la
importancia de la comunicación no verbal, basta observar las miradas del niño
hacia la persona del aguador y de este hacia la copa. Uno hacia el “mediador” y
otro enfocándose en el problema.
Pero quizás escapa al
visitante de nuestro museo, lo más importante para nosotros: las terceras
personas que se encuentran en el conflicto, y que como éste, también “beben de
aquel”. Cuanto más disruptivos, hay que intentar alejarlos del foco del
problema para encontrar una verdadera solución; y cuando más colaborativos,
contaremos con ellos porque 6 ojos ven más que dos. El cuadro es una auténtica
belleza y pura mediación. Ojalá podamos servir “agua” para calmar la sed de
quienes quieren salir de un problema.
Seguidamente vamos a ver “la
sala” dedicada a otro pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo. Pintor
nacido en mi ciudad, en el seno de una familia de catorce hermanos, de los que
él fue el más pequeño. Quedó huérfano de padre a los nueve años y perdió a su
madre apenas seis meses después. Una de sus hermanas mayores, Ana, se hizo
cargo de él y le permitió frecuentar el taller de un pariente pintor, Juan del
Castillo.
Su pintura destaca por la
minuciosidad y el realismo con que están tratados los objetos cotidiano, el
ropaje, los gestos de las facciones de las personas retratadas…
El regreso del hijo pródigo
Este cuadro de nuestro museo
es un típico pasaje bíblico que ha sido pintado por muchos autores. El cuadro
en sí es una pura narración, tanto por el padre que recibe con sus brazo a ese
hijo que creyó perdido, como por esos personajes secundarios que adornan la
escena para hacer pensar los distintos puntos de vista entre familiares,
vecinos y criados, de lo que allí está ocurriendo.
He querido llamar tu atención
a este cuadro, debido a la importancia no tanto de los muchos puntos de vista
que pueden converger cuando surge un conflicto, sino por la delicadeza del “perdón”.
Perdonar nos posiciona en un espacio distinto, porque aunque no compartas, siempre
serás consciente de que no hubo intención en el mal causado y por tanto hace
que las partes en conflictos se reconozcan.
No estoy hablando en mediación
de la necesidad del perdón, que muchas veces aunque se intente no se consigue
porque las partes no quieren volver a una relación y perdonar; estoy hablando
del perdón con mayúsculas, aquél que nos permite ver que las partes tienen
actitud de colaborar y sobre todo, confían en que el acuerdo al que lleguemos,
podrá ser duradero, si hemos perdonado el hecho.
Niños jugando a los dados
Hay autores que consideran que
Murillo se inspiró en refranes o relatos de lo que se llamaba la picaresca para
elaborar este óleo. Sin embargo, su intención no era otra que la de retratar
con tono amable la alegría de unos niños que juegan felices a pesar de sus
limitados recursos como vemos de sus ropajes.
Dos de los chiquillos juegan a
los dados en posturas encontradas mientras que un tercero come una fruta
mientras que un perro le mira. Se supone que se trata de vendedores de fruta o
aguadores debido a la presencia en primer plano de una canasta con fruta y una
vasija de cerámica, jugando las escasas monedas conseguidas. Murillo ha creado
un círculo donde se integran gestos y actitudes.
Evoca para mi, muchas veces
las características de una negociación, que requiere de habilidades, de acertar
con la pregunta oportuna, el momento ideal y que no debe dejarnos de pensar en
esos terceros afectados por lo que hagamos. El niño que está de pie bien
pudiera ser, aquél que no contamos en el conflicto al no ser actor principal,
pero que se ve afectado por el resultado de lo que en la “mesa” salga: un 1, un
2, un 3…(pensiones alimenticias, reparto de bienes, pon lo que tu quieras
visitante de mi museo)
Santas Justa y Rufina
Justa y Rufina, son dos
jóvenes hermanas vendedoras de cerámica de Triana, que fueron arrestadas y
torturadas por el prefecto romano Diogeniano en el año 287 por negarse a
realizar el donativo a la diosa Salambona que les exigió el cortejo que paseaba
su imagen. La negativa motivó el destrozo de sus vasijas cerámicas. La palma del
martirio y los modestos objetos de barro que aparecen a sus pies, que
simbolizan la fragilidad humana por su modestia, son dos de los atributos de
las santas a los que en la iconografía sevillana se añade la Giralda, elemento
que centra esta composición y cuya maqueta ambas sostienen entre ellas.
Según la leyenda, la
intervención de Justa y Rufina impidió su derrumbe en el terremoto que sacudió
la ciudad en el año 1503 e incluso en el posterior de Lisboa en 1755. La
Giralda conocida por todo el mundo, simboliza mi ciudad, cuya protección está
encomendada a las santas que, convertidas en patronas de Sevilla, han sido
veneradas en la ciudad.
¿Habrá monumento mas bello?
Evidentemente para un sevillano no. Pero este cuadro me evoca la importancia
entre hermanos (“hermanas”) de poder sostener un acuerdo estable y duradero,
lejos de derrumbes, cuando existe por ejemplo una partición hereditaria. Puede
haber vasijas, joyas, lo que sea pero hay algo que es fundamental: mantener
erguida la torre que da lugar a esa relación.
No quiero olvidar que cuando
llegamos a un acuerdo este debe ser justo (Justa), equitativo (Rufina), estable
y duradero (nuestra Giralda)
Si ya estáis cansado, ya que
mi museo tiene numerosas salas, voy a terminar con un cuadro de otro pintor
sevillano Gonzalo de Bilbao. Nació en Sevilla, en 1860. Y fue uno de los
pintores costumbristas más importantes de la Escuela de Sevilla, comenzando a
dibujar siendo un niño, alentado por su gran amigo, el pintor José Jiménez
Aranda.
Las cigarreras
Esta obra retrata, siguiendo
la estética costumbrista sevillana, la dura realidad social de muchas mujeres
de principios del siglo XX.
Vemos como en lo que era la
Real Fábrica de Tabacos de Sevilla (hoy sede de la Universidad de Sevilla donde
estudié) se organiza una cadena de producción en la que cada grupo de mujeres
realiza una de las fases de realización del cigarro y el puro. Paralelamente,
la mujer simultaneaba el trabajo con el ser madre, representado en la escena
del amamantamiento rodeada de la solidaridad de sus compañeras. Sin embargo, y
a pesar de las dificultades, la escena se aleja de cualquier rasgo de
dramatismo o dureza.
Conciliar la vida personal con
la profesional ha sido muchas veces nuestro caballo de batalla a la hora de
provocar en nuestros mediados una solución ideal a sus controversias.
Cómo conseguir una custodia
compartida ideal. Cómo pensar en un régimen de visitas que permita estar el
mayor tiempo posible con mis hijos tras una ruptura. Estas y otras cuestiones
son trabajadas en la mediación familiar.
Y para terminar, si me permitís
antes de indicaros que vamos a cerrar por ahora el museo, veas algo que me
parece fantástico: en este último cuadro la protagonista y trabajadora es la
mujer, todo un icono en nuestra época sevillana, y no más lejos de nuestras
compañeras mediadoras, inmensa mayoría en esta profesión de mediación, con una
calidad exquisita en su quehacer.