En esta época que vivimos, no
me digáis que no se hace fundamental hablar del Belén, esa representación que
en España tenemos la costumbre de montar, cuando vienen las fechas navideñas. Y
en este año de Pandemia, todavía más, ya que se ha recortado las reuniones
familiares, se limitan los accesos a las tiendas o restaurantes, se limitan las
horas de vivir en la calle y con responsabilidad vivimos más en nuestras casas.
El Belén se introdujo en
nuestro país, en nuestras casas, gracias al rey Carlos III, un enamorado junto
a su mujer la reina María Amalia de Saboya de los belenes napolitanos, fue
quien decidió montar un pesebre todos los años
Llegó a utilizar en sus
belenes hasta cerca de 7.000 figuras que formaban su belén de Nápoles y, “las
casas nobiliarias no tardaron en hacer suya la nueva costumbre real y en montar
sus propios pesebres en sus palacios”.
La costumbre llegó a todas las
casas en España hasta hoy en día, abriéndose por tanto a nuestros “palacios” y
podemos decir casi que no hay hogar por muy pequeño que sea que no tenga o siga
esta devoción cristiana.
Incluso me gustaría hacer
memoria con vosotros, lectores, de películas que han sido conocidas con el
título de este post de “se armó el belén”
Asi en los años 70 surgió una
película española en la que el director Sáenz de Heredia, narra la historia de
Don Mariano un cura de ideas anticuadas y que es destinado a la parroquia de un
conflictivo barrio de Madrid. Intentando atraer a nuevos feligreses, decide
renovar sus métodos y modernizarse un poco, lo que provocaba una serie de
divertidos equívocos, cuando además decide hacer un “belén viviente” con los
vecinos. ¿Os atreveríais a montar vuestro propio Belén?
Yo al final de este post, si
llegas hasta el, lo intentaré.
Para montar el Belén y antes
de que hablemos de los borregos o los pastores, lo empapelaría de carteles de
protestas. Esos que vemos por todas las calles de nuestra ciudades Las paredes
aunque sean de un Belén se convertirían, en un soporte publicitario,
en un tablón donde se vieran los problemas que aquejan a dicho lugar, al igual
que hace más de 2000 años en la época del nacimiento de Jesús, lo mismo serviría
hoy en día, para grafiteros que para propaganda electoral, que para cartelitos
de ofertas de trabajo con flecos donde figuran números para que el usuario los
arranque y pudieran llamar para pedir “auxilio”.
Mi Belén, tu belén, seguro que
tendría esos muros de protestas, pero porque no, también de frases alentadoras
para al menos intentar ver un futuro y ser feliz.
Necesitaríamos
serrín, o arena cogida de la playa, pero no hay dinero ni para el serrín y los
conflictos se suceden, porque la situación económica no parece que facilite
comprar nada, así que vayamos a la playa para hacernos de la arena.
En nuestra efímera “ciudad”
de Belén, la estructura está montada, en mi mesa del salón y las piezas
disponibles, ahora lo necesario es acertar en la colocación de las figuras para
que todo encaje a la perfección sin que ni falte ni sobre nada. Hay que armar
el Belén.
Y aquí también me viene al
recuerdo una película con el mismo nombre, “Se armó el Belén”, de dibujos
animados, en la que Bo, un burrito pequeño, pero valiente, que anhela una vida
más allá de su rutina diaria en el molino del pueblo, reúne el coraje necesario
para cumplir la aventura de sus sueños. “En su viaje conocerá a Ruth, una
adorable oveja que ha perdido su rebaño, y a Dave, una paloma con grandes
aspiraciones. Durante su camino, en el que siguen una Estrella muy especial,
encontrarán además a tres camellos y a otros excéntricos animales. Todos ellos
se convertirán en los héroes no reconocidos de la primera Navidad. Llenaremos
pues de animales nuestro belén.
Y porque quiero hablaros de mi
belén… porque en él se encuentran, ovejas, burros, camellos, gallinas, palomas,
bueyes, todo para demostrar que nadie es más importante que nadie, todos en su
justo lugar representan lo que ocurrió aquella noche, sin ellos nada es igual y
con ellos todo cobra sentido.
Somos los seres humanos los
que hemos concebido el conflicto, hasta tal punto que 2020 años después, el
conflicto sigue latente en Belén de Judea… ¡¡ Ayyy esos romanos que asoman por
mi Belén!!
La población de Belén, donde
nació Jesús, se encuentra bajo el peso de la ocupación de Israel y espera, como
todos los palestinos, favorecer un Estado palestino independiente. Mientras el
mundo se prepara para festejar la Natividad, en Belén se vive una situación
potencialmente explosiva, y yo no lo voy a permitir en el mío, en el de mi
casa… soy mediador
La injusticia está en el ADN
del paisaje de Belén y necesitamos caminos de paz entre Israel y palestina.
En mi Belén resaltaría los
avances por la paz. Expondría la experiencia del llamado “The parents´circle –
Families Forum”, Organización que agrupa a miles de familias israelíes y
palestinas que han perdido algún miembro de la familia como consecuencia de la
violencia. “Sus miembros promueven la reconciliación entre los familiares de
víctimas como medio para cambiar las percepciones y actitudes respecto del
“Otro” y contribuir así a una solución pacífica y justa entre ambos pueblos. Y
¿Qué hace? Seminarios de reconciliación “cara a cara”, series de ficción
en la televisión israelí y palestina, exhibiciones de arte, un servicio de chat
online llamado “Hello Peace” que pretende poner en contacto a personas
israelíes y palestinas de Gaza y Cisjordania para poder conversar superando las
barreras físicas que les separan, programas de radio, participación en
seminarios locales e internacionales donde sus miembros dan testimonio de su
trágica experiencia y su compromiso irrenunciable con la paz y la no
violencia”.
"Belén, pequeña ciudad de
Judea…donde nació Jesús” siempre recordaré esa frase que nos leían del
catecismo y que años tras año hace que ponga un belén en mi casa y piense como
será este año esa gruta con un Niño Jesús rodeado por un carpintero José, María
su bendita madre, el buey y el burro. Pondré al malvado Herodes en su palacio,
expectante ante la llegada de unos Reyes Magos que cada año vienen desde
Oriente, aun cuando los míos vienen desde Sevilla, con sus regalos…. pero sin
dejar de lado, los pastores, esos hombres sabios o más sabios que ellos, porque
la sabiduría no la da la riqueza, sino el trabajo y la constancia, ellos son
tan reyes como los de oriente. No obstante, para los mediadores, esos belenes
de las casas de los mediadores, no olvidemos nunca que en Belén nació un hombre
de paz.
Si hoy, en plena pandemia,
tenemos restricciones, imaginaros la restricción de los movimientos entre Belén
y Jerusalén, una restricción "política", que entorpece los lazos
entre las familias, especialmente las cristianas, que tienen la costumbre de
reunirse en Jerusalén para Navidad, al igual que esta Navidad querremos hacer
todos. La medida tiene un impacto económico negativo sobre una ciudad, la mía,
como la de Belén, con un importante nivel de desempleo.
Pero en mi Belén todo es posible,
incluso me permito llenarlo de barcos que llegan a las orillas de ese papel
plateado que hace de rio, sin peces, pero que permite la llegada de inmigrantes
en busca de una vida mejor, porque mi Belén, lugar de mediación, todos son
bienvenidos. Y así, utilizaría la experiencia de “Physicians for Human Rights”,
una Organización de médicos/as israelíes y palestinos/as cuya misión es
asegurar el derecho de toda la ciudadanía a un igual acceso a los servicios de
salud, independientemente de consideraciones políticas, nacionales, religiosas,
socioeconómicas o de género.
No se, pero pienso poner en mi
belén, una guardería, un colegio, un centro de salud, junto a la posada, porque
aunque no permitan la entrada en esta última, quiero un mundo mejor.
Y para nosotros mediadores. que
os parece establecer en nuestro belén un Programa de “Educación por la paz”. Un
programa, como en Belén de Judea, que muestre diferentes métodos de resolución
de conflictos y sobre todo la mediación, basándonos en el reconocimiento del
otro y de la igualdad de derechos para todas las personas, ya sea en conflictos
que surgen dentro de mi belén, como fuera de él, para esos familiares que
vengan este año a casa y lo vean, con ojos atónitos porque es el belén de un
mediador. Conseguir que estén juntos, judíos y romanos; que Herodes visite a
Jesús, hombre de paz, para reconocerlo, aunque no comparta sus ideas y que el
posadero tras su negativa de acogerles, les ofrezca a José y María, sábanas
limpias, agua y “mate” o café calentito para todos, pastores, pajes, reyes y
romanos. Pienso que en nuestro belén sería posible y que esa filosofía que
muestra mi belén, se traslade a todos los asistentes a mi casa, en la cena de
Nochebuena, de la que os hablaré otro día.
FELIZ NAVIDAD AMIGOS