No se nos escapa a nadie que nunca habíamos vivido algo así, que
no estábamos preparados para ser conscientes de lo que significa una pandemia,
y sobre todo que los conflictos se agudizan a pesar de nuestro positivismo, en
estos momentos
Conflictos laborales, de emprendimiento, económicos… pero sobre
todo también, de convivencia, de enfrentarnos a la realidad virtual de nuestras
relaciones, de interpretar lo que alguien dice sin estar delante de nosotros,
solo con lo que escribe o más bien representa si utiliza abreviaturas o incluso
“emoticonos”. Sin entender muchas veces el “tono” del mensaje porque no lo
escuchamos, solo lo vemos. Sin la reacción emocional de lo que supone una
conversación, sus gestos, sus posturas.
Día a día aumenta la necesidad de la mediación.
Si la receta médica es
el “documento legal por medio del cual los médicos prescribe” un fármaco para
el tratamiento de un paciente y este será dispensado por el farmacéutico,
podemos decir que hoy en día necesitamos que el mediador o mediadora, prescriba
un tratamiento ante tanta crispación social, familiar y humana.
Para que podamos prescribir una receta y en su caso tratamiento,
necesitamos que este sea individualizado (necesitamos de la presencia de las
partes en conflicto) y también dinámico (requiere un proceso a seguir que bien
se realice de forma presencial o virtual) que nos lleve a “sanar” las
relaciones y por ende, encontrar un posible acuerdo por si mismos.
Pero
podemos dejar bien claro cuales son los elementos básicos de una receta
mediadora en tiempos de COVID-19.
Necesitamos en primer lugar la
prescripción de un “medicamento”, este documento no puede más que ser realizado
por un mediador profesional, formado exquisitamente en prácticas de
negociación. En este documento o “receta” debemos interesar que se dispense un “medicamento”
una vez analizado y radiografiado el conflicto que esté disponible en las
farmacias (mesa de negociación) y con unas instrucciones muy concretas para el “paciente”
que debe seguir las reglas de la mediación.
La receta médica debe estar
muy bien detallada (análisis del conflicto), con el nombre exacto del
medicamento (mediación intergeneracional, familiar, intercultural, proceso
restaurativo…), la dosificación (previsión de sesiones a seguir) y el período
del tratamiento durabilidad del acuerdo o “sanación” alcanzada) . Si lo
realizamos así conseguiremos educar a las partes en el conflicto y por tanto
los mediados sabrán como administrarse el “medicamento” en el futuro inmediato.
La receta de la mediación en
tiempos de CoVID-19, donde la crispación, el egoísmo, la falta de escucha y la
imposición son nuestra “pandemia” de cada día, es absolutamente necesaria, ya
que es una indicación facultativa gracias a la cual los profesionales dejamos
asentado por escrito a modo de constancia y referencia la adquisición de un
acuerdo y la toma de un medicamento para ello. Pero ojo, para elaborar una
receta el profesional el mediador debe contar con la habilitación legal
correspondiente, por lo cual debemos huir de sanadores, visionarios y “negacionistas”
de la mediación (¿os suena a alguno?)
En cada país, la autoridad “sanitaria”
oportuna establece los medicamentos que deben ser dispensados con o sin receta
y en esta época, se hace también absolutamente necesario que estas mismas
autoridades potencien la “vacunación” expansiva de la mediación para evitar
tanta crispación.
En cuanto a la validez de la
receta, cada documento debe tener publicada obligatoriamente la fecha de
prescripción porque no olvidemos que si conseguimos un acuerdo este debe
asentarse en las cuatro patas que sustenten el mismo: JUSTO, EQUITATIVO,
ESTABLE Y DUIRADERO.
Antes de seguir, no quiero
olvidarme y hacer una breve referencia a las “recetas” de nuestros abuelos,
esas que hemos oído en casa y que ahora aplicamos con otros nombres: “hijo mio
cuenta hasta 10 antes de decidir” o “los trapos sucios se lavan en casa”…Antiguamente, la receta era ese encargo
que se daba al “boticario” (mediador natural) para que hiciera la composición
de un remedio con varios ingredientes que hoy llamamos empatía, asertividad,
tolerancia… y que antes se llamaba cordura, dar la palabra o respeto.
Dicen que los egipcios empezaron a adorar al dios Horus como
sanador de todos sus males tras una sanación milagrosa de su “ojo”. Se trataba
de un símbolo de protección y cura, y los amuletos incluso hoy día es utilizado
por muchas personas pensando que evitan lo que los andaluces llamamos “el mal
fario”
Necesitamos en este
tiempo de pandemia la total convivencia pacífica entre “mediadores naturales” y
“mediadores profesionales”, todo viene bien en estos tiempos de COVID.
Por eso animo a
quienes estén trabajando por mejorar las relaciones personales y sociales que en
el envase del medicamento (Cuando presenten sus servicios) incluyan la
leyenda “con receta médica o sin receta médica” según
proceda, para que los mediados sepan como actuar y se les va a ayudar.
Os animo queridos mediadores, “médicos” de las relaciones humanas a que tengáis
en cuenta varias cuestiones a la hora de prescribir a las personas una
mediación y a conocer las contraindicaciones:
·
¿Es realmente necesaria la utilización de la mediación
·
¿Hay un diagnóstico adecuado?
·
¿Se ha elegido el fármaco más apropiado?
·
¿Hay antecedentes en los mediados de alergias o reacción (actitud) a este
medicamento?
·
¿Se ha considerado la edad del paciente?
·
¿Se ha explicado los principios de la mediación claramente al paciente?
·
¿Se ha considerado la influencia de agentes externos al tratamiento?
·
¿hay un plan para revisar la utilización de la mediación?
·
¿Es correcta la vía de administración?
·
¿Acepta el paciente el fármaco?
Es necesario absolutamente un uso
racional de este “fármaco”, porque no olvidemos que también como otro
cualquiera tiene contraindicaciones. Una contraindicación es una situación
específica en la cual no se debe utilizar un fármaco, un procedimiento o una
cirugía ya que puede ser dañino para los mediados.
Por eso podemos decir que en esta
pandemia utilizar la mediación no se recomienda si:
·
Se utilizan dos fármacos o procedimientos juntos. (no es aceptable hacerlo
aunque los beneficios superen a los riesgos por eso tenemos que suspender
juicios pendientes si por el mismo caso se lleva a cabo la vía judicial,
contradictoria a la extra-judicial).
·
La contraindicación de no hallarse en el momento oportuno el “paciente”
supone reacciones al mismo, que en un fármaco “real” supone vómitos, dolores de
cabeza y similares y que en la mediación supone la negación de la realidad, la
depresión o la concesión injusta de principios o valores solo por llegar al fin
Para terminar querido amigo solo puedo
decirte que el uso de la mediación, sin receta mediadora puede provocar muchos “problemas
de salud”. Es lo que llamamos automedicación. Por eso ACUDE A TU MEDIADOR y asi
evitas efectos secundarios
Tu receta del mediador ante el Covid-19, será el documento que
avala la dispensación de esta maravillosa “medicina” y su prescripción médica
en esta época que te tocó vivir