domingo, 30 de mayo de 2021

Reconciliar o cuando la herida se convierte en cicatriz

 


Dicen los expertos que más que conciliadores, tenemos un rol de reconciliadores, porque nuestro trabajo en la gestión de conflictos es más cercano a esta palabra, si intentamos a lo largo del proceso que se reconstruya la relación. En este sentido se entiende por reconciliador, el que reconcilia, media, intercede, arregla, perdona, apacigua y olvida.

Cuando el conflicto aflora, hay grandes desacuerdos entre las partes implicadas en él y es cuando surgen los métodos para solucionarlos. Así, ante una sin razón, las partes hablan de forma racional y muchas veces lo solucionan de forma inmediata. Otras veces está la situación tan violenta que necesitan principalmente de nuestra ayuda para buscar una solución al mismo, sobre todo cuando surgen frases hirientes, duras, en la inconsciencia del dolor de quien recibe el mensaje. Y es entonces cuando nos preguntamos ¿cómo reconciliarse después de una gran discusión o de un  gran problema surgido?. Muchas veces os aseguro que es imposible, son esos momentos en los que por más que se intenta, las posturas son irreconciliables y la mejor vía sea la ayuda de los Tribunales.

Sin embargo, cuando la relación entre las partes, va a perdurar en el tiempo o es valiosa, hay que encontrar el camino para reconciliarse.

Decía John Perkins, “No hay reconciliación hasta que reconoces la dignidad del otro, hasta que ves su punto de vista, tienes que registrar el dolor de las personas. Tienes que sentir su necesidad”.

No quiero que se mal interprete la palabra, ya que reconciliar no significa en ningún momento, volver a estar juntos si es una pareja, volver a reconsiderar un negocio juntos, en el caso de socios, o mantener una amistad que no existía por ejemplo entre vecinos. Reconciliar para un mediador, es conseguir que la herida que tienen los mediados abierta, cicatrice y les permita encontrar un espacio distinto de relación, una vez que se han entendido y comprendido.

Para llegar a ello, como siempre, querido lector, me gusta dejarte algunas pautas que a mi me han servido en mi vida profesional y que reuniría en las siguientes:

          En Primer lugar tener paciencia. Las heridas físicas y del alma, tardan en cicatrizar ya que las cosas no se pueden arreglar muchas veces de forma rápida y requieren de un tiempo de maduración. Los expertos mejores que yo le llaman “duelo”. Se pierde serenidad y por tanto es difícil comprender. El tiempo ayuda a ampliar los puntos de vistas tan cercanos al conflicto

          En segundo lugar, domina el ego y consigue que tengan cierta humildad ya que, muchas veces ocurre que, las personas se mantienen alejadas tras el problema, por su propio orgullo y el ego es una barrera al intentar buscar la reconciliación. Si logramos ser más empáticos, seremos capaces de alejarnos del ego y conseguir ir a la causa que provocó el conflicto

          En tercer lugar yo os hablaría de conseguir las disculpas. Tienen que ser conscientes de que nadie es perfecto y deben aceptar errores cometidos. Cada vez que vienen a nuestro estudio, son más proclives a mencionar los males del otro, que los males propios, hasta el punto que tras reuniones individuales, se nos queda la “imagen” de que el malo es el “otro”.

          En cuarto lugar, evita que la conversación la monopolice una de las partes nada más, asegúrate de que todos tienen la oportunidad de expresar sus pensamientos y no les interrumpas mientras se encuentra relatando su sentir. Debemos ser capaces de escuchar asertivamente las palabras del cada uno, para que no se generen nuevos malentendidos.

En quinto lugar, intenta analizar los sentimientos involucrados, de cada uno de ellos, ya que es importante reflexionar sobre los estados de ánimo de todos, es bueno identificar todos los sentimientos que están involucrados. Miedos, culpas, enojos reprimidos o similares. De esta manera se encontrará el camino para reconciliarse después de un gran problema.

En sexto lugar, llévalos a lo que llamamos un “diálogo constructivo”. Este se produce si permitimos cambiar frases, sentidos hirientes, por otros neutros, que reflejen lo ocurrido pero sin dañar. Es más, muchas veces digo que incluso una pequeña discusión, siempre que sea controlada, puede llevar a un análisis importante de la via de reconciliación. Algo así como sacar fuera lo que llevas dentro, pero insisto, siempre controlado, porque hasta que no lo haces… no te sientes mejor. Tienen que exponer lo que sienten y cómo se sienten.  

En séptimo lugar, te pediría que lograras sacar conclusiones, de lo ocurrido. Somos expertos en ver una oportunidad donde ellos ven un problema, pues es tu momento, Resumiendo, veremos el calado del problema y daremos el primer paso a reconciliarse. Aquí es donde conseguimos que validen y comprendan los sentimientos del otro y se hagan responsables de los propios sentimientos   

En octavo lugar te pediría que “visualices la posible reconciliación”. Ello te ayudará a ir preparando el escenario del encuentro y de la búsqueda de opciones. Te ayudará mucho a afrontar posibles situaciones delicadas y asi gestionaras bien las expectativas creadas en la mediación. Ello te llevará de forma inequívoca a lo que llamamos la “escucha activa” en el proceso.

Y por último y no menos importante, algo que muchas veces olvidamos, para que, lo que es el objeto de este artículo, se produzca la cicatrización de las heridas producidas: Consigue si es posible que hablen del perdón y sanarán la relación. El perdón mutuo es un pacto que ambas personas deberían estar dispuestas a cumplir. Significa el empeño de la voluntad para no volver a caer en los errores que suscitaron el conflicto.  

Querido mediador o mediadora, Tómate tu tiempo, Roma no se hizo en un día, pero sí considéralo; si es posible reconciliar, la herida podrá cicatrizar aunque quede la señal de por vida


Interferencias a la hora de mediar

 


Mediar es comunicar, mediar es interpretar, mediar es traducir mensajes, mediar es abrir un canal de entendimiento entre personas que sufren un conflicto, mediar es preguntar y queridos amigos tan solo tenemos el poder de la palabra

Hoy quiero que nos acerquemos a la palabra, pero sobre todo a las interferencias entre los mensajes surgidos en una mediación. En lo que llamamos la gramática tradicional, una palabra “es una unidad de significado que se separa de las demás mediante pausas potenciales en el habla o la escritura”.

Es la palabra nuestra herramienta de trabajo. Y ya sea, en el habla de la negociación, donde practicamos la escucha, o incluso cuando existe un debate, se combinan unas palabras con otras, formando mensajes que las partes se dan para conocer los verdaderos intereses en el conflicto.

Esto podría ser muy simple, si en el proceso de mediación, pudiéramos dirigir este diálogo solo entre las partes intervinientes, porque como conductores del mismo, trataríamos de dar pautas para el ejercicio de la palabra, la comunicación, entre dos partes o multipartes.

Pero el problema surge cuando tras esa comunicación, ese uso de la palabra, surgen lo que definimos como interferencias.

¿A qué llamamos interferencias? En general, llamamos interferencias a cualquier señal de radiofrecuencia no deseada que impide ver televisión, escuchar radio o incluso hablar por teléfono. Estas interferencias pueden bloquear completamente la recepción en un equipo, causar sólo una pérdida temporal de la señal o puede afectar la calidad de las imágenes y/o del sonido. Y si seguimos con esta analogía, hay que decir que estas interferencias, que conocemos y que algunas veces hemos reflejado (“no me llega bien la señal” o “no puedo ver tal programa”) pueden provenir de varias fuentes, como por ejemplo el equipo en sí, la propia vivienda o el vecindario donde te encuentres.

Pero este es un blog de mediación y como tal a ello me dirijo.

Cada vez que trabajamos con distintos protagonistas del conflicto, mostramos la importancia de la confidencialidad, hasta tal punto que firman en el contrato de inicio, la renuncia a utilizarnos como testigo en ningún juicio o pedir información del proceso de mediación. Pero no me refiero a ello. Lo que os quiero llamar la atención es a la necesidad de lo que llamo la reserva de las partes. Es muy común que tras sesiones complicadas, difíciles, en los que al menos hemos procurado que el mediado vea que avanzó en la negociación y en la postura, tras salir de la misma, todo su entorno personal, familiar o laboral, que conoce que se encuentra en un proceso de diálogo, le pregunte ¿Qué tal te fue? En ese momento, como es normal, cualquiera manifiesta lo que en las sesiones pasó y entonces el mensaje, llega a personas que no han sido parte de la sesión, o peor aún, que no conocen el trasfondo real del problema.

Es ahí cuando esos terceros, aleatorios, ajenos al proceso, pueden producir mensajes que produzcan interferencias en nuestro trabajo. Así, no es la primera vez que, tras algunos días, vuelven a la mesa de negociación y vienen cambiados, porque alguien les dijo, algo o, porque no decirlo, porque si hemos mantenido a su abogado al margen del proceso, le haya recomendado que “no firme nada”.

Las fuentes de interferencias más comunes en mediación son:

  • Los familiares, amigos o incluso vecinos que transmiten señales, tales como “ten cuidado no te fíes”, o “tengo un amigo que le paso lo mismo y le fue muy mal” o “ si ya te engaño una vez, porque va a cambiar ahora”.
  • Los profesionales de cualquier tipo, orientadores, terapeutas, abogados… que no ven la mediación como un método útil para gestionar los conflictos, quizás porque hace tiempo que lo devaluaron, con frases, tales como “yo siempre he sido mediador y eso no sirve para nada” o “si quieres cuando acudas a una sesión vienes y te ayudo”
  • Los agentes externos, que como en una mala calidad del  WiFi,   generarán interferencias, al hablar de lo mal que esta la situación, los problemas de tal o tal colectivo, lo que llamamos “alarma social” según el conflicto de que se trate y me refiero en este caso a los medios de comunicación, que tienen ese poder inmediato de llegar al espectador. Muchos conflictos se podrían haber gestionado por mediación, si los medios no hubieran aireado lo ocurrido.

Queridos amigos, analizar también las posibles interferencias, porque de ellas depende que la palabra llegue nítida, clara, fácil de traducir, y nuestro trabajo recompensado.


sábado, 29 de mayo de 2021

"El viaje a ninguna parte o el Acuerdo Imposible”

 

Muchas veces comparé nuestra labor de mediadores, con el agente de viajes durante el conflicto que viven las personas. Y vuelvo a insistir en esta importante labor. Nuestros clientes nos cuentan que ocurrió en sus vidas, en sus relaciones y nuestra misión, es acompañarles, a donde quieren llegar, a como quieren estar, a lo que para ellos es lo ideal. Pero si hay una palabra que debe estar totalmente vetada en el vocabulario de los mediadores, esa es “imposible”, porque en el mundo de la negociación, todo es posible si se hace con profesionalidad, empatía, asertividad y mucha, mucha actitud.

Pero no me digáis que ocurre en alguna ocasión, lo que da título a este post: nos podemos encontrar en un “viaje a ninguna parte” y hacer el acuerdo casi imposible

Os puedo decir que para mí hay tres motivos, por los que muchas personas CREEN que es imposible llegar a un acuerdo y nos dicen, “lo dejo”, “abandono”, es imposible esta mediación.

Esto nos lleva a tener que valorar, la importancia del entorno que nos rodea sobre nuestras decisiones a la hora de negociar, valorando las posiciones, intereses y necesidades. Por eso me atrevo a señalaros los siguientes motivos por los que podemos estar en “vía muerta” en nuestro viaje por el conflicto:

El primer motivo sería centrarnos en lo que llamaríamos, un ENTORNO INADECUADO. Si los mediados se enfocan en lo mal que les ha ido en su relación y todo lo malo que les está ocurriendo, es posible que no salgan de ese bucle, y lo veras todo de color negro. Por eso el mediador debe centrarse en ese trabajo oscuro que hacemos de que vean una oportunidad donde ellos ven un problema irresoluble.  

En segundo lugar, yo indicaría, la falta de creatividad y pasión, muchas veces de los mediadores. No hay duda de que nuestra misión es acompañarles en la búsqueda de opciones de solución a su problema, pero deben estar llevados de la mano, por la experiencia y la dedicación del mediador. Tenemos que motivarles cuando ellos se encuentren entre las “espada y la pared” y conseguir que estén en un nuevo espacio que denominaremos “entre la espada y las puertas”. Aquellas que con nuestra creatividad intentaremos que vean, para que escojan libremente una salida al problema.

Además, si tienes la pasión necesaria y tu trabajo es bueno, les contagiarás en la búsqueda de ese acuerdo futuro.  Por eso os pido que ¡Creas en ti! Descubre tus talentos y empieza por algo a pequeña escala como por ejemplo ayudar a un amigo o conocido a solucionar algún problema utilizando eso en lo que tu eres muy bueno.

Y os dije que habría un tercer motivo, que para mi sería la FALTA DE CLARIDAD en lo que buscamos. Muchas veces, las partes no saben realmente que es lo que quieren, porque el futuro es impredecible. Tienen muy claro lo que ocurrió, que al estar en pasado, no tienen más que recordar, pero, ya que están aquí, ante ti mediador, ¿Qué es lo que quiero conseguir?. Esta pregunta la tienen que tener muy clara, porque a lo mejor este método que es la mediación no es el ideal a  su problema.  Si no sabe que quieren, realmente es muy difícil que llegues. Acabaremos saltando de un lado a otro. ¿será posible un nuevo escenario en su conflicto?, esta pregunta te la debes de hacer para no encontrarte en un “viaje a ninguna parte”.

 

Si el objetivo último que ambas partes es, que salgan ganando al final del proceso, estamos en el tipo de negociación denominada ganar-ganar (win-win). Este objetivo, junto a la presión del proceso, puede llevar al traste nuestro trabajo, si no somos conscientes de los motivos anteriores que te señalé.

Pero empecé este post, diciendo que la palabra prohibida es “imposible”, por lo que quiero terminar con algunas claves para que no surja ese concepto en la mediación.

Por eso me atrevo a recomendarte algunas claves para finalizar, que espero guardes con mucho cariño en tu “caja de herramientas”:

-        Demuestra interés por el problema que tienen y sé sincero con ellos en todo momento si ves obstáculos. La presión tampoco es buena consejera.

-        Consigue que tengan y demuestra actitud negociadora, que se reconozcan las posturas aunque no la compartan y que la mediación no sea una excusa para limpiar su imagen de que lo han intentado.

-        Quiero dejar claro desde este momento que no está en mí el acuerdo, son ustedes quienes tomen la decisión, tras valorar todas las posibilidades

-        El optimismo es muy positivo ¡Seguro que vamos a entendernos! Se trata de una expresión proactiva y positiva que genera comportamientos equivalentes.  

-        Hazte de frases mágicas: yo muchas veces he comentado… “un minuto hablando puede resolver una vida” o “los trapos sucios se lavan en casa”

-        Utiliza las pausas y el poder del silencio, es un arma eficaz

-        Aclaremos la situación, aclaremos los objetivos y aclaremos el destino

 Siempre diré, querido lector que la mediación es todo un arte y espero que con este post, en tu día a día te permita no “viajar a ninguna parte” y asi, ser efectivo, que significa ser eficiente -hacer las cosas de la mejor manera, con el mínimo de recursos posible-, y eficaz -hacer la tarea necesaria, logrando el efecto deseado-

A pesar de todo… ¿Cuántas mediaciones seguiremos atendiendo que no llegaran a ninguna parte?


miércoles, 26 de mayo de 2021

Nuevas negociaciones tras la pandemia. Entre el tiovivo y la Montaña Rusa

 


Querido lector, recientemente no paro de indicar que nos preparemos para un nuevo escenario, porque nuestro cliente, los mediados, ya no serán los mismos que antes de la pandemia y debemos estar preparados. ¿Qué nos va a quedar después de tanto confinamiento, desescalada, toque de queda, alejamiento social…? Sabemos que el conflicto es inevitable, y tenemos que vivir con ello, hasta el punto que los mediadores hablamos de una oportunidad donde ellos ven un problema, pero el tiempo cambia, la sociedad se transforma, tanto, que se instaló en nuestro interior, cierto miedo, ansiedad, preocupación por el futuro y que decir de la situación económica que vivimos.

Todo ello significa que nos vamos a encontrar con un cliente distinto, con empresas temerosas de invertir. Cada vez oímos más que vayamos día a día, sin previsión de futuro, porque nunca sabemos que ocurrirá y es mejor vivir el presente y quizás esta situación nueva, tenga cierta contradicción con nuestro trabajo de ayudarles a buscar y encontrar un acuerdo estable y duradero. Es más, hemos incluido en nuestra previsión de futuro, hablar de la salud, algo quizás impensable hace solo un año. ¿Qué ocurrirá si me encuentro mal? ¿cómo nos relacionaremos si enfermo?

Me atrevo a decir que tenemos que prepararnos ya a negociar, a través de la mediación, con situaciones imprevistas, social y emocionalmente, entre el “tiovivo” o “la montaña rusa”. Es aquí donde hice una pequeña introspección en la historia para comprender que es un tiovivo o un carrusel de caballitos, y me encontré una analogía preciosa, que me encantaría que leyeras.

Lo que llamamos en España “tiovivo” es una plataforma circular giratoria, que tiene asientos para quien quiera subirse a él, con figuras de animales o vehículos, que se instala en las ferias de todos los pueblos. Y dicen que el origen de esta atracción, tiene que ver con un madrileño llamado Esteban Fernández. Era un hombre que se ganaba la vida con unos “caballitos de madera” que instaló en un paso de la ciudad, donde los niños y niñas de la época, se subían para divertirse. Por culpa del cólera (Ojo con el paralelismo de una pandemia en España) en julio de 1834, Esteban falleció, lo que asoló a muchos niños al ver cerrado y sin funcionar el carrusel de Esteban. La noticia se propagó por el vecindario porque el carrusel era muy querido en el barrio y los padres estaban tranquilos dejando a sus hijos divirtiéndose en la atracción.

Tras el fallecimiento de este hombre, de forma urgente para evitar contagios (seguimos con los paralelismos actuales) fue transportado hasta el cementerio, pero cuando era trasladado al cementerio saltó del ataúd gritando: ¡Estoy vivo! ¡Estoy vivo! Desde entonces, su aparato de caballitos tomo el nombre de los caballitos del Tío Vivo. Por terminar esta historia, deciros que al parecer Esteban sanó al paso del tiempo y fueron muchísimas las personas que acudían con sus hijos a montarse en el carrusel del “Tio Vivo” y a ver en persona a “un resucitado”

Pues bien querido lector, para mi, el Tiovivo, viene a tener mucho significado en nuestros mediados. En primer lugar en cuanto a sus emociones. Podemos decir que seguramente se encontrarán en un tiovivo emocional, que al igual que la atracción, sube y baja continuamente de forma circular, sin un rumbo fijo y solo mirando al centro, nada más evitará que se maree, con la visión del exterior. Pueden vivir dos mundos diferentes tras la pandemia. Será difícil el equilibrio de sus emociones

También nos podemos encontrar con lo que llamaríamos una situación de “montaña rusa”. Al igual que antes, me gustaría contaros su origen y dicen que debe su nombre a las “diversiones desarrolladas durante el invierno en Rusia, donde existían grandes toboganes de madera que se descendían con trineos deslizables sobre la nieve” en los duros inviernos donde necesitaban cierta distracción.

¿Y no es cierto también, querido lector o lectora, que tras esta terrible pandemia que vivimos nos vamos a encontrar clientes con constantes altibajos, avances y retrocesos, ultimátum y acusaciones cruzadas, cual montaña rusa?

Nos vamos a mover en negociaciones en búsqueda de acuerdos, entre el elevado optimismo de todo es negociable tras este confinamiento o el pesimismo de será imposible acordar nada.

Confiábamos en poder tener éxito en este o aquel proceso, con nuestra experiencia, nuestra dirección en el mismo, nuestro bagaje, pero me encontré en una verdadera montaña rusa

No me gustaría que tras la pandemia lleguemos a decir “desafortunadamente, no pude cerrar el trato después de varios intentos de último minuto para hacerles ver, la idoneidad de que lleguen a un acuerdo, viendo sus solicitudes e inquietudes de cada parte. No me lo puedo creer”

Estamos dicen ante una “nueva” normalidad, y esa palabra nueva, me marca el destino. Querido amigo, hay que profundizar y leer entre líneas para descubrir sus motivaciones no reconocidas, porque nuestros clientes son “otros”, distintos, la pandemia les ha cambiado   

Vamos a descubrir, que aprender sobre su familia, la comunidad, su salud, la situación financiera, los intereses y más fue invaluable, y sobre todo a corto plazo, hasta el punto de evitar la conversación por completo si se trata del futuro.

Tenemos que estar preparados para retrasos, elucubraciones y quizás cierta desconfianza en lo que llegará.  


martes, 25 de mayo de 2021

El conflicto inunda nuestra vida

 


Desde el día que nacemos, en el que dependemos totalmente de los demás, vamos pasando épocas, edades, situaciones, en nuestra vida, que hace que el conflicto esté presente siempre. El cómo atenderlos y cómo resolverlos, se antoja fundamental, en cada etapa de nuestra vida. Los mediadores somos conscientes de ello, y te ayudamos a superarlo cuando se trata de las relaciones con los demás. Recordarlos en esta simple infografía, nos ayuda a comprender que lo importante quizás no sea evitarlos... si no saber gestionarlos.

TUS PRIMEROS PROBLEMAS: 
Desde que naces entras en competencia por lo que quieres; el mundo gira a tu alrededor y nos nos gusta nada más que aquello que creemos propio, pueda ser manejado por un extraño.

PERO SI NO SOMOS IGUALES:
Quizás tengamos más hermanos o hermanas y somos conscientes que hay que repartir y compartir. No nos gusta porque somos un poco el ombligo del mundo y ya con consciencia. Es el momento en el que estamos creando nuestra identidad y ello requiere centrarnos en nuestro egoísmo.

PERO PORQUE SE ENFADAN, SI SOY ADOLESCENTE:
Es el momento de salir al exterior, de mostrarme como soy, relacionarme, identificarme, con los demás, con el grupo, con la moda, socializarme y romper definitivamente con el ridículo propio. No aguantamos que nos sigan tratando como a niños.

¿ESTO SERÁ SER ADULTO Y TRABAJAR?:
Es el momento de adaptarse a los nuevos tiempos; llevo mucho estudiando para este momento que tanto esperaba. Necesito encontrar mi lugar y sobre todo controlar el tiempo, la economía para ser absolutamente independiente, mi relación con mis nuevos amigos y compañeros y tener tiempo para mi; difícil pero necesario para que no salten las alarmas y surjan nuevos conflictos para los que no estaba preparado.

VIVIR JUNTOS O NO:
Necesito un proyecto de futuro, personal y familiar: mi pareja me comprende y yo a ella, pero es necesario compartir y repartir; unir y espaciar. Que cada uno siendo el mismo, sepa que ya se crea una "sociedad" en la que somos más de uno y a lo mejor en el futuro... toma de decisiones, proyectos futuros.

DISFRUTAR PORQUE ME LO MEREZCO
He tenido la vida que logré soñar o no, pero es el momento de decir lo que pienso por mi mismo. Dicen que ya soy de la tercera edad, pero me siento joven y para los años que me quedan, no puedo soportar una injusticia y ya no me cambio de "gafas" de ver el mundo como antes; tengo las mías propias.

Y en este breve análisis de las etapas de la vida, tan solo te quiero decir querido amigo, que en cualquier momento si lo necesitas, porque surja un conflicto en ella, apuesta por la mediación y la cultura del acuerdo.

miércoles, 19 de mayo de 2021

La crueldad de determinado optimismo en mediación

 


Los mediadores cuando trabajamos intentamos en todo momento, que las partes vean una oportunidad donde ellos ven un problema. Ello requiere un condicionante fundamental para afrontar la negociación: el optimismo de que se puede salir de ese problema que les trae. Por eso podemos decir que El optimismo es saludable

Muchos investigadores han analizado en diferentes estudios a las personas que tienen una actitud positiva. Y descubrieron que tener una actitud positiva ayuda a la gente a ser feliz, tener más éxito y ser más sana.

Bajo ese prisma, también el optimismo puede ser un antídoto ante la depresión o el estrés diario. Es más, se dice que la risa y el optimismo te permitirá vivir más años. Pero hemos de analizar las vivencias que han tenido nuestros clientes, porque se trata de salir de las cenizas de un conflicto y necesitamos nuevas formas de pensar y nuevos hábitos en su relación.

Evidentemente entre El optimismo y el pesimismo, opto por lo primero, pero no olvidemos que son actitudes mentales ante situaciones de la vida diaria y que debemos unirla a su actitud. Por eso hoy quiero llamaros la atención a algo que me preocupa especialmente: la crueldad del optimismo urgente en el inicio de una mediación.

Nuestra profesión sirve para lo que sirve y seamos más o menos optimistas o pesimistas ante la situación, todo lo marca la actitud con la que la afrontemos en la negociación. No se trata de “vender” que esto se va a solucionar, sino que vamos a andar juntos el camino, y el resultado desconocemos como será, pero que nunca quede en el olvido que lo hemos intentado.

Muchas veces hemos podido oir frases como: “yo creí que esto era otra cosa y usted me iba a ayudar”, “entonces si usted no me lo soluciona para que sirve”, “quizás hemos perdido el tiempo porque al final no hemos llegado a un acuerdo”. Se trata de modificar como vemos y como ven las cosas que pasaron.

Si nos basamos en un optimismo, prudente, en el que no te garantizo que lleguéis a un acuerdo, pero si que lo vamos a intentar, esto ayuda a que las personas tengan éxito en la negociación. Y podemos partir desde la manera de explicar lo que ocurrió, cuando hacemos la devolución de la información que nos da, hasta la incesante búsqueda de puntos de unión que no les separe, para poder encontrar una vía de acuerdo, porque no quiero dejar de pensar que, cuando las cosas no resultan de la manera esperada, sucede lo opuesto: y por tanto surgen las falsas expectativas.

Si logramos matizar el optimismo ante la mediación y sus consecuencias, a buen seguro aumentará la capacidad de adaptación de nuestros mediados al giro que vamos a dar en la negociación y ver los acontecimientos que dieron lugar a su problema, como una situación temporal y actuaremos en base a esa motivación.

Conseguiremos ver los problemas no como permanentes y matizaremos la situación de desilusión de nuestros clientes porque a buen seguro ya intentaron todo lo que estaba en su mano para solucionar el problema; luego ¿Qué tiene de especial la mediación? Pienso que jamás entraremos en la crueldad del optimismo, por si, sino consiguiendo metas día a día, sesión por sesión, pregunta a pregunta.

Por eso el optimismo va de la mano de la actitud de ellos, la nuestra se presume, desde el punto de vista que de forma objetiva, no estamos viviendo en primera persona el problema, por lo que tenemos que encontrar un equilibrio entre el pesimismo del conflicto y el optimismo de la solución

Por eso los mediadores no buscamos culpable del problema, por eso los mediadores somos conscientes de las dificultades y por eso los mediadores somos el vehículo que te conducirá a donde quieres ir, pero demuéstrame con tu actitud que merece la pena el esfuerzo de todos. Salgamos del optimismo cruel y entremos en el optimismo racional, que tendrá momentos malos para llegar donde queremos. Para ello hay un concepto mucho más importante: la resiliencia; y hay que aprovechar el optimismo como una herramienta de cambio.


martes, 18 de mayo de 2021

El laberinto del conflicto

 

Por Andrea Agüero y Javier Alés

Comparto con ella, la pasión por la mediación; Corrientes y Sevilla; experiencia y humanidad, y hoy nos atrevemos a escribir juntos. Siempre es un reto, pero nada como compartir en esta vida, es lo que te hace feliz y Andrea dijo, ¿para cuándo "El Laberinto de la Mediación"? y entonces como ella dice “se prendió la lamparita”.

Así es y ustedes se preguntarán, un laberinto ¿que es? Es un intrincado lugar, de fácil acceso, y del que es muy difícil salir. ¿Para qué sirve o que tendría que ver con la Mediación? pues algo tiene que ver y consiste en la construcción de su significado con una búsqueda de la salida, de tal Laberinto, podríamos asociarlo con un conflicto, una búsqueda de los mediados porque participaron voluntariamente de la Mediación. Ya es un paso a la entrada de lo que nos llevará ese conflicto por el laberinto en la búsqueda de la salida sorteando obstáculos, cada tanto podemos avanzar o retroceder hasta encontrar el camino del ansiado acuerdo.

Pero este recinto, que generalmente tiene la entrada y la salida en distintos lugares, está constituido por calles y vericuetos muy parecidos que se entrecruzan y se disponen de tal manera que resulta difícil orientarse para alcanzar la salida. Si no estás atento, casi nunca podrás salir de él.

Y es curioso esta propuesta que te queremos hacer Andrea y yo, porque este lugar, que como hemos mencionado, de fácil acceso y difícil tránsito, tiene algo que muchas veces no hemos observado, y es que si levantamos la cabeza del suelo, a donde la dirigimos para buscar la salida, podemos ver “el aire”, “el cielo”, “ sol”, que seguramente me permitirán la orientación en mi caminar.

El laberinto, supone engaño, confusión, ¿y no es eso muchas veces lo que nos encontramos en mediación? El laberinto puede perfectamente representar, los caminos del conflicto y de la mente de quienes los transitan. Peri siendo positivos, también ayudan a la concentración y la habilidad, dos conceptos básicos en mediación.

Otras veces hablamos de “laberintos de obstáculos”. No sabíamos cuando empezamos el camino, la cantidad de obstáculos que íbamos a encontrar, hasta tal punto que hace difícil el transitar por él e imprevisible sus consecuencias. Barreras, túneles, todo con tal de conseguir “un video juego” que nos haga avispar nuestras sensaciones.

Por eso Andrea y yo no sabemos que sentir exactamente. Porque durante una sesión o todo un proceso de mediación, además de los condicionantes que hemos contado, también existe los “laberintos mentales” según los expertos, por el que surge, la alegría, la tristeza, la ira, la sorpresa, la culpabilidad… y aunque no seamos conscientes todo el tiempo de ello, podemos decir que el abanico de emociones varía de un momento a otro en nuestros mediados. Así decimos y dicen, que es muy difícil encajar lo sucedido y nos conminan a dar una vía a lo que llamamos un “callejón sin salida”.

No se nos olvida que estamos en una época, para la que nadie estaba preparado. Que la pandemia ha traído un laberinto de enormes consecuencias, con costes emocionales, sociales y no solo económicos. El cliente que nos vamos a encontrar en lo que llaman “la nueva normalidad”, no va a ser el mismo. Tenemos un reto por delante, para poder salir de este laberinto imposible de definir.

Es nuestra obligación como profesionales y es nuestra propuesta, que sepamos dirigirles por distintos caminos, diferentes opciones y encontrar con ellos, múltiples senderos a la salida. A veces nos encontraremos o llegaremos a un punto muerto y hay que volver a empezar, pero no existirá el desánimo, en nosotros, es importante trabajar en ello hasta que consigamos que salgan airoso de su problema.

Queremos que le dediquéis tiempo a aprender de esta metáfora, aprender a recorrer el laberinto emocional de nuestros mediados, porque seguramente, será de gran ayuda para afrontar la incertidumbre y la imposibilidad de pensar a largo plazo que tienen, ya que se encuentran como vulgarmente decimos ante su conflicto, entre la espada y la pared. Una vez seamos conscientes del laberinto donde se encuentran, levantemos la cabeza, cojamos aire, miremos al cielo y dejemos guiarnos por la intuición, seguro que surgirán oportunidades, ventajas y posibilidades, y la salida del laberinto, estará más cerca.

Reconocer que estamos ante un laberinto, nos permite pensar en el trabajo a realizar, en el viaje que comienzas. Por eso también te decimos que nos encantó conocer que también se refiere el laberinto, a la “labor de campo, con labrar; con los surcos que se hacen en la tierra. Y las paredes de los laberintos se denominan en el lenguaje antiguo brechas, ¿por qué? Porque es el lugar donde se echa la simiente, ¿la simiente de qué y para qué? Las semillas que contienen el potencial de crecimiento, es decir, que en la medida que uno va cruzando por un camino va floreciendo”. ¿Creéis que eso es también mediación? No han sido pocas las veces que hemos hablado de que los mediadores realizamos una “siembra”, cada vez que mediamos, ya que el producto de esa simiente, no se ve hasta que no pasó un tiempo, hemos mimado, cual agricultor, la siembra, y el producto final o acuerdo que florece es duradero y productivo.

Y entonces ¿que es el laberinto?, Andrea y Javier te dicen… “es el viaje de la vida, porque, la vida no es como un laberinto, es un laberinto” que requiere una especial intuición, cuando además se nos presenta un conflicto y ahí, en ese preciso instante, estaremos los mediadores y así conseguirás desafiar miedos, inseguridades, dudas, desconfianzas y recelos.


jueves, 13 de mayo de 2021

Conoce tus características y habilidades

 

Ayer pude compartir en directo, por facebook live, aquello que tras muchos años, considero que debemos cultivar. Junto a los principios que nos marcan las leyes y que hace de nuestra actividad una práctica artesanal, yo me atrevería a señalar una serie de características básicas que debemos normalizar en nuestro día a día como mediador. Aqui te ofrezco una infografía o imagen para que quien quiera las trabaje con sus alumnos, pero también me gustaría hacerte una relación y la explicación... la pones tú;

 ¿Cuales son los secretos para el éxito de un mediador?:


- La modestia, la sencillez, la naturalidad
- Grandes dotes de comunicador
- Convicción en lo que se hace
- La discreción y la prudencia
- La Sobriedad y el ejemplo
- La capacidad de ver más alla de lo evidente
- La especial sensibilidad y humanidad con lo ocurrido
- La paciencia
- La disposición a cambiar el rumbo
- La constancia en el trabajo
- La pasión
- Ser generoso y honesto
- Saber reinventarte y acumular experiencias
- Tener confianza en ti mismo
- Ser natural y potenciar tu creatividad

¿Estas dispuesto?... pues trabajemos para acercarnos a ellas.





martes, 11 de mayo de 2021

El arte de nadar contracorriente

 

Hay personas a quienes les gusta y no les importa nadar contra la corriente, que intentan trazarse metas que parecen imposibles, que emprenden proyectos cuasi quijotescos, que se salen de lo normal, de lo lógico, de lo preestablecido.

Creo y así lo pienso, que muchos de los mediadores y mediadoras que hoy me leen, así se sienten. La mediación y el diálogo, es un producto básico en nuestra profesión, pero que no vende en los medios, que no interesa a la opinión pública. Si nosotros mantenemos la reserva, si la confidencialidad es nuestra bandera, siempre tendremos la dificultad añadida de no ir a airear lo que está en nuestras manos. 

Es más yo mismo pido a mis clientes que mantengan la reserva de las partes, ya que no deben sacar a la opinión externa, aquello que hemos trabajado y mantenido en nuestras sesiones, porque se frustra muchas veces lo conseguido con numerosos “asesores gratuitos” de nuestro alrededor que sin saber muchas de las cosas, se atreven a opinar y asesorar a quienes se acercan.

Son muchas las horas o sesiones, acumuladas a nuestras espaldas, que siempre nos dejan debatiendo sobre lo ocurrido y las posibles salidas al callejón donde se encuentran, pero ¿Cuánto espacio dejamos a la sensatez de ser críticos con nosotros mismos? 

La mediación no vende, no es agria, no llena titulares, no reconocemos a los grandes referentes de la profesión, porque abanderan desde la “humildad” su trabajo, es el arte anónimo que ha quedado relegado a espacios minoritarios. Incluso en sus días grandes como cuando celebramos un Congreso, unas Jornadas, cada vez más de forma on-line en esta época, son solo los mediadores profesionales quienes acuden a estos eventos luego flaco favor hacemos a su promoción.

La mediación por tanto,  no tiene hueco en la agenda de los conflictos de las personas. Cierto. Pero siempre hay excepciones. No vale eso de que no se conoce para apostar por ella. Hay gente que lucha por ir a contracorriente y que lo lleva haciendo muchos años, convirtiéndose en referente de “locos y hambrientos” de la cultura del diálogo.

Para hablar y escuchar sin prisa como si fuera una taza de té o un buen vino. Iremos siempre nadando contra corriente, pero nuestra profesión es una llamada a quienes creen que un minuto hablando puede resolver toda una vida, a quienes piensan que los trapos sucios han de lavarse en casa, a quienes les merece la pena contar hasta diez antes de tomar una decisión y no tener que pedir perdón después. La mediación se erige como el medio más natural, para conseguir que las partes enfrentadas se entiendan, sobre todo si la relación continuará en el tiempo por proximidad (vecindad), familiaridad (tener hijos en común), relación laboral (seguimos trabajando en la misma empresa) o empresarial (seremos socios de la misma en las decisiones a tomar).

La mediación, a pesar de suponer nadar contra corriente de la sociedad, que te enseña a poner un pleito cuando tienes un problema, es un elemento autóctono de nuestra forma de ser, se ha convertido en símbolo de nuestra convivencia, que debemos conquistar con nuestra actitud. No tratamos de hablar por hablar, sino comunicarnos y que se comuniquen para hallar un punto de razón entre tanta locura.   

Por eso hoy mi post va dedicado como homenaje a todos estos héroes anónimos (como aquellos mediadores que sin ser protagonistas de la solución, logran sacar la necesidad del pacto día a día en sesiones de mediación), muchas gracias por creer en nosotros, por creer en ti y no dejes de nadar, con ese arte de “Atar cabos”, una expresión acertadísima que describe lo que ocurre en la cabeza de alguien cuando se asocian dos o más hechos alejados en el tiempo o en el espacio, pero que permiten encontrar un espacio nuevo para la reconciliación y el entendimiento de que es posible, gestionar su problema respetando las diferencias.   


Oasis o espejismo

 

Muchas veces me gusta reflexionar sobre las cuestiones que se plantean en una mediación, sobre todo para ser consciente si nos encontramos ante una vía de solución, o más bien ante un espejismo que no nos lleva a encontrar ningún punto de acuerdo. Siempre decimos que nosotros no tenemos que investigar la parte de verdad que ponen en sus palabras, pero si estamos obligados a matizar el poder “curativo” de las mismas

La mediación es comparada con un viaje; siempre sabemos que podemos iniciar este viaje por el conflicto, para ir viendo oportunidades, si bien no sabremos que encontraremos en el destino. Por eso hoy quiero haceros reflexionar sobre eso, que vemos allá en el horizonte de nuestras mediaciones, ¿será un oasis donde acampar o más bien un espejismo de lo que no se va a lograr?

Dicen que, en los desiertos tropicales, el aire en contacto con el suelo que se calienta, unido a su densidad, hace que surja una radiación que se refleja en el suelo y eso hace que quizás en nuestra ilusión óptica veamos agua. Pero no hace falta que lo veamos en el desierto, también en nuestras carreteras cuando se calienta el asfalto o incluso cerca de una fuente de calor.

Por eso hablamos Ilusión óptica debida a la reflexión total de la luz al atravesar capas de aire caliente de diferente densidad, también decimos que provoca la percepción de la imagen invertida de objetos lejanos, como si se reflejasen en el agua, pero nunca lo olvidemos, esa imagen, representación o realidad es engañosa e ilusoria, hasta el punto que cuando hablamos de psicología, puede representar una vivencia o metáfora que no ocurrió en realidad en la mente del mediado.

Es por eso mismo, por lo que es importante saber si en lo que nos cuentan, cuando ya han pasado de su posición, aquello que piden de la negociación y pasan a los verdaderos intereses y necesidades, nos encontramos ante un espejismo, que debemos detectar para no continuar por ese camino. Mientras que si se trata de un oasis, esas islas de verdor y humedad que hay en un desierto y que permiten, acampar para encontrar una verdadera negociación, en la que cedes y concedes, debemos dirigirnos a él.

En los parajes desérticos del conflicto, el agua subterránea ( el reconocimiento de la parte de razón del otro) es un bien escaso, pero presente, aunque no “llueva” nunca. Así los mediadores debemos buscar ese “lugar” donde se encuentra el tesoro líquido a escasa profundidad, ya que permite la existencia de vegetación, de pozos e incluso pequeñas lagunas donde refrescarnos en el proceso. Cómo en la leyenda del “Alquimista”, estos enterrados recursos de bienestar, son los que las partes tienen ocultos y que a buen seguro podemos encontrar si somos conscientes de no confundirlos con un espejismo. 

Esto no siempre es posible, por eso los mediadores tenemos que ser conscientes, de ante que situación estamos ya que, no todos desiertos del conflicto permiten que haya vida, un oasis, y por tanto la ausencia de actitud para llegar a un acuerdo estable, es total.

En el Atlas marroquí, a escasos kilómetros de mi tierra, Andalucía, una tribu, los bereberes, son capaces de vivir de forma autosuficiente, cultivando y criando todo lo necesario. Y tienen la clave para poder negociar los conflictos con tan solo una palabra: el honor.

Por eso, los que se pierden en el desierto del conflicto, y hablo de mediadores y mediados, a veces creen ver oasis donde solo hay arena. Sin embargo, no son alucinaciones por el cansancio de la búsqueda del acuerdo, sino ilusiones ópticas, debidas a las diferencias de las posiciones de cada uno y de la atmósfera de la negociación que hemos creado. Pero no olvidemos que ese espejismo, también les permite andar, antes que caer en la desazón, por eso llamamos a una de las técnicas que utilizamos en mediación, el espejismo, haciéndoles ver lo avanzado, para que muestren voluntad de continuar.

Como si fuera una historia sacada de “Las mil y una noches”, un increíble oasis se ve en el horizonte del proceso, cuando las partes, reconocen, aunque no compartan, la versión del contrario. Si es así… acampar ahí, hay interés, hay necesidad, hay bases para “calmar la sed”. Es el oasis de la mediación y este extraordinario fenómeno, nos da un increíble respiro a los mediadores.

Inspiradores de decenas de fábulas y cuentos, los oasis ya son, de por sí, mágicos e inigualables. Y ke gustaría terminar con una leyenda Inca según la cual cuenta, que una princesa de estirpe incaica llamada Huincca China había pactado con una deidad que nunca se enamoraría de un humano. Pero un día un cazador la vio, quedó perdidamente enamorado y comenzó a seguirla. Al tratar de escapar, la joven desgarró su vestido y los retazos se convirtieron en una gran sábana de arena, que representa al desierto. También se le cayó su espejo que, al partirse, se convirtió en laguna. Fue así como la doncella se transformó en sirena y aún continúa viviendo en las profundidades de la laguna. 

Querido lector, encuentra el oasis, la laguna, acampa, trabaja, encuentra y descubre…que no fue un espejismo


lunes, 3 de mayo de 2021

Si es música para tus oídos, es música para la mediación

 

Muchos científicos han manifestado que escuchar música puede beneficiar a una persona tanto como hacer ejercicio o tomar ciertos medicamentos. Por eso cada vez en más áreas se utiliza la música para los tratamientos. ¿os imagináis utilizarla en mediación? De hecho, nos es nada lejano y basta con mencionar por ejemplo la “musicoterapia”.

Si se trata de jóvenes, estamos hablando de un público que se encuentra al día de hoy interconectado y que aprende las letras de las canciones igual o mejor que muchas otras cosas. Si hablamos de personas mayores, se abandona la estridencia y se valora más la melodía con letras perceptibles que observan la madures del autor.

Son numerosas las ocasiones que utilizo la música antes de entrar en conexión con aquellos que han venido a escuchar mi conferencia y que de buen grado, esbozan una sonrisa cuando entran en el auditorio, no para escuchar un concierto, sino la palabra de un mediador.

Es muy curioso ver cómo escuchar una canción en particular puede traer algún recuerdo específico, provocar felicidad, calma o alguna otra emoción. Por eso creo que hoy es día de reivindicar, música para la mediación. Aún cuando no existen evidentemente estudios, sobre los efectos de la música en las personas que se encuentran en situación de vivir un conflicto y más cuando este era inesperado, varios estudios han demostrado que cuando una persona escucha música de su agrado, el cerebro libera una sustancia química llamada dopamina que tiene efectos positivos en el estado de ánimo. Igual que tenemos en cuenta las emociones de los mediados, la música puede evocar en las personas emociones, tales como alegría, tristeza, o miedo y como decíamos al principio, algunos investigadores valoran, que la música puede incluso tener el poder de mejorar la salud y el bienestar.

Imagínate (“Imagin” de los Beatles), querido lector, que pudiéramos recomendar una canción, una letra, una música para sus oídos, conociendo sus preferencias, sus emociones, y que en la siguiente sesión nos comentaran como les fue, cuando gracias a esa recomendación, repasaron de forma individual lo ocurrido (“Perdóname” de Café Quijano). Creo que no sería una mala pregunta en el inicio del proceso… ¿cuál es la música que te gusta?

Podríamos valorar aspectos difíciles de conseguir con otro método de trabajo, como por ejemplo:

a)    La reducción del estrés que están viviendo y la ansiedad por el devenir de lo que ocurrirá en el proceso.

b)    Mejorar el estado de ánimo y cierta relajación para comprender posturas de contrario, aunque no las compartas.

c)     Aumenta la estimulación mental del mediado, hasta el punto de que es consciente de su auténtica necesidad más qu de su posicionamiento ante el problema 

d)    Mejora la memoria para recordar lo ocurrido y los episodios de valor para la búsqueda de una solución ideal.

e)    Aporta comodidad en la comunicación y por tanto mejora la interacción, o no es verdad que la mediación se basa en el diálogo y el debate  

 Por último, sería incluso atrevido, pero en este post, lo hago, pensar que podría incluso mejorar la atención de las personas sobre este método de trabajo llamado mediación, que no es patrimonio de nadie, pero si es responsabilidad de todos, darle un lugar en la calidad de la justicia.

Pongamos una canción a tu problema.


Nuestras palabras nos delatan. lingüística forense para mediadores

 

Los profesionales de esta materia, analizan textos y grabaciones en busca de la huella y la clave de quien dijo o escribió, para que no surja el conocido “donde dije digo, digo Diego”

Siempre se dijeron conforme a nuestras actitudes y a lo que decimos frases lapidarias como, “se coge antes a un mentiroso…”, “Con el tiempo, es mejor una verdad dolorosa que una mentira útil”, “El mayor amigo de la verdad es el tiempo; su más encarnizado enemigo, el prejuicio; y su constante compañera, la humildad”, “Tu verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros” y así podríamos seguir mencionando frases de grandes autores que se refieren a la verdad o la mentira según sus beneficio so perjuicios, pero sobre todo en una y otra, sus prejuicios.

En mediación hemos de darnos cuenta, que nuestros clientes, no son conscientes que van dejando huella en todo lo que dicen y escriben. Algunas veces nos muestran mensajes de 'whatsapp', que fueron mandados por la otra parte y que puede delatarnos una actitud, una intención o una clara predisposición y dicen los expertos que “existen incontables variables que tener en cuenta con esos mensajes”. 

Ocurre como con la comunicación no verbal, hay gestos automáticos que por mucho que nuestro interlocutor intente ocultar, son actos reflejos que muestran su parecer sin dudarlo. Por eso también cuando hablamos, hay parámetros imposibles de imitar: por ejemplo, a qué frecuencia nos vibran las cuerdas vocales. Cuando escribimos, podemos modificar algunas cosas, pero siempre nos vamos a delatar por las palabras que usamos, el tipo de verb, los espacios o la construcción de las frases. 

A los verdaderos lingüistas forenses, profesionales de la materia, les toca estudiar desde tuits de acoso, hasta documentos supuestamente plagiados, o mensajes enviados tras un secuestro ya sea de voz o de texto. Y hoy en día, desgraciadamente, sale a la luz, el llamado delito de odio, que se trasluce tras mensajes públicos. Es más, dicen que hasta los ya famosos “emojis”, utilizados para mostrar un mensaje emocional, también pueden ser interpretados.  Una vez hice esta prueba en clase de grado en Derecho de mi Universidad: puse hasta un total de 30 emojis para que el alumno, nativo digital”, pudiera poner un adjetivo al lado del mismo. Tras 20 minutos pensando y escribiendo, el porcentaje de “caritas” que habían interpretado correctamente tan solo fue del 25 por ciento, es decir, utilizan emoticonos de forma aleatoria, muchas veces sin ser conscientes que mandan un mensaje erróneo al receptor del mismo.

Por eso los mediadores, sin ser peritos forenses del lenguaje, creo que debemos profundizar en técnicas e ideas que nos hagan perfeccionar en nuestro trabajo y ser conscientes de detalles en manifestaciones orales o escritas, que permitan alcanzar conclusiones sobre su autor, por lo que nos permite, analizando el tono, o cualquier otro dato, ser conscientes por ejemplo de una agresión verbal, velada, entre las partes o una falta e actitud para seguir con un proceso.

Internet, las redes sociales de cualquier tipo y los 'smartphones' han tenido una influencia evidente hoy en día, hasta el punto, que muchos dicen que tras una entrevista de trabajo, previamente su interlocutor había buscado su perfil en redes para conocerle. Hoy en día con lo que llamamos la huella digital, es fácil conocer a una persona previamente. 

La lingüística forense, en la búsqueda de la forma de hablar y escribir que nos delata, es un hecho y que existe un modo distintivo en el que cada individuo codifica y descodifica el lenguaje y se expresa con sus propias "marcas" lingüísticas, también. Por eso, en nuestro trabajo artesanal, hay que tener en cuenta que no hay dos personas que utilicen el lenguaje exactamente del mismo modo.  "Los seres humanos son prisioneros de su propio lenguaje" por eso analicémoslo, comprendámoslo y dejemos que nuestros debates en la mesa de negociación, nos orienten nuestro trabajo de mediador.   

Si sabemos manejarlo, conoceremos esos mensajes subliminales, que nos muestran, y analicemos esas huellas del pensamiento, que para alguien con gran capacidad de observación, como a nosotros se nos presume, supondrá aclarar la veracidad de un relato del conflicto, el titubeo ante la narración de una historia, o las reacciones emocionales en las sesiones de mediación.



¿Por qué siempre nos referimos al iceberg en el análisis del conflicto?

 


Son muchos los lugares, encuentros, foros, cursos de formación, en los que a la hora de explicar la exploración de los mediados, en aras a conocer que es lo que ocurrió en el conflicto, que traen a la mesa de negociación, nos referimos al iceberg como algo, a lo que solo le vemos la punta, pero hay que mirar mucho más abajo para conocer la realidad de los motivos que llevaron a esa situación.

Existe una teoría del iceberg de Hemingway, que a lo largo de la historia se ha aplicado a diferentes ámbitos. Esta teoría viene a decir que solo atendemos aquello que percibimos a simple vista. El resto no nos es conocido y pasa inadvertido, comparándolo con un iceberg.  Es decir, que hay una parte que se muestra de la información, en la que somos plenamente conscientes de ello por lo que nos cuentan, pero también otra debajo de la línea que nos mostraron, inconsciente, y que hemos de descubrir solo con nuestra única “arma” de comunicación: la pregunta.

Imaginaros lo que ocurrió con el Titanic, cuando viajando por el océano. Divisó en el horizonte un iceberg, algo que pensaban podía ser de escasa importancia (como la información que nos muestran), pero que debajo de ese iceberg, una vez se acercaron, se encuentra escondida a la simple vista del navegante, otra masa de hielo gigantesca, que es la que consigue mantener a flote (lo que verdaderamente paso y solo saben los mediados)  y sirve de base al iceberg. Ahí esta la importancia de nuestro trabajo, ver esa parte que es invisible a nuestros sentidos.

Es más, podemos incluso dar un porcentaje aproximado de esa información, de ese iceberg, de lo que vemos. Según los científicos, lo que asoma no es más que un 20% de lo que hay debajo. Entonces, ¿Qué hacer? Si nos quedamos con ese porcentaje mínimo, difícilmente podremos alcanzar un trabajo estable y equitativo, mientras que si somos capaces de poder ver, ese porcentaje oculto a la vista y al reconocimiento de las partes implicadas ( y digo bien, reconocimiento porque muchas veces no reconocen lo que “hay debajo), podremos alcanzar una mediación justa.

Trabajemos todo aquello que no vemos o que no nos muestran, aunque sean conscientes de ello.

Y si han venido a que les ayudemos, ¿Por qué nos muestran un porcentaje solo?

Muchas veces me encontré la respuesta, en que las partes no reconocen parte de lo que surgió de las cenizas del conflicto. No son conscientes, o no quieren serlo, de las aristas que hubo tras el problema.

Otras veces es la misma negación de lo ocurrido, hasta el punto que te muestran una realidad que no es, como si hubieran construido en su mente una historia alternativa, donde se encuentran más seguros en su relato.

Algunos expertos manifiestan que “los seres humanos, solemos funcionar con un programa de economía cognitiva por el cual escogemos aquella información que menos esfuerzo nos provoque y que esté relacionada con nuestra forma de ver la vida”. Así lo ocurrido muchas veces escapa a lo que pensamos que en realidad pasó, por más que nos preguntemos ¿qué ¿cómo? ¿Cuándo?. Es nuestra idea y no vemos más allá.

No me olvido que La metáfora del iceberg también se utiliza en la filosofía de Sigmund Freud como recurso visual, usado para entender la teoría de lo inconsciente, muy importante para lo que denominamos psicoanálisis. En este sentido podría tener interés en nuestro trabajo, para entender la diferencia entre lo consciente y lo inconsciente, lo que se ve y lo que no se ve, lo que creo que paso y lo que en realidad pasó.

Evidentemente sea lo que fuere, es una magnífica metáfora en la mediación, pero ¿os imagináis en estos grandes pensadores incluir la creación del iceberg por culpa del calentamiento global? Pues me imaginaría poner ese conflicto que flota en mitad del océano, precisamente en el mundo que vivimos, en el que las nuevas tecnologías consiguieron también crear una realidad de lo consciente, que lleva a personas a enamorarse o desenamorarse por internet o acariciar móviles, más que a las personas.

Solo puedo deciros, que todos los conflictos que vivimos tienen una parte de “iceberg” y que “Ni siquiera el mejor explorador del mundo hace viajes tan largos como aquel hombre que desciende a las profundidades de su corazón” (Julien Green) a lo que yo añadiría, mediador, bucea y conoce la realidad ya que te dará una carta de navegación distinta para que no se hunda como aquel barco histórico, tu proceso de mediación y verás no solo las posiciones, sino los intereses y las verdaderas necesidades.

 


Los nudos que no se desatan solos

 

Los Nudos, que no se desatan solos.

Muchas veces decimos que somos valedores de la comunicación. Personas en conflicto, necesitan de nuestra traducción para poder encontrar puntos de acuerdo. Pero hoy os quiero hablar de las dificultades que nos encontramos. Esos Nudos, que, si no somos capaces de “desatarlos”, tampoco seremos capaces de reforzarlos.

Pero ¿Qué es un nudo para nosotros? Tengo un nudo en la garganta, otros hablan de un “nudo emocional” “no se, cómo usted va a deshacer este nudo”…

Un nudo es un lazo que puede apretarse y cerrarse de manera tal que, mientras más se tira de sus extremos, más se aprieta. Por lo general, resulta difícil que el nudo pueda desprenderse por sí mismo. Por ejemplo: “Voy a sujetar la lona con un nudo para evitar que se vuele”, “¿Me ayudas a abrir la bolsa? El vendedor cerró el nudo demasiado fuerte”, “Hace dos horas que estoy tratando de desatar este nudo y no puedo”. Son frases vulgares que oímos cada día, pero que a los mediadores nos lleva a viajar por los nudos que nos encontramos en el conflicto, ya que nuestra misión es tanto deshacer un nudo que impide que vean más allá de lo ocurrido, pero a su vez, elaborar un nuevo nudo que consiga que el acuerdo sea duradero.

Difícil tarea verdad

En otros ámbitos como en la náutica o el montañismo, los nudos son imprescindibles para garantizar la seguridad de las actividades y para evitar que se pierdan las cuerdas y por tanto sufrir imposibilidades en la navegación o la escalada.  

Siguiendo esta misma “literatura”, existen otros usos a los que utilizamos la palabra “nudo” , como por ejemplo la inflamación que se genera en determinados tendones o huesos por enfermedad o accidente; también el tronco del que salen las ramas de un árbol; o por ejemplo al mencionar los acontecimientos que anteceden al final en ciertos géneros de la literatura.

Podemos decir que los nudos se interpretan por tanto de varias maneras.

Para nuestro trabajo, podemos referirnos a la importancia de dar con la información necesaria, cuando en un conflicto necesitamos saber cual es el “nudo” que impide, la soltura de las versiones de cada parte; también podemos pensar en la importancia e las emociones cuando no se manifiestan porque muchas veces “el nudo” impide mostrarlas con claridad. En otras ocasiones podríamos hablar de la clave del problema, “el nudo del conflicto”. Y si me permitís, también valdría el nudo de la argumentación o la “velocidad” en las distintas sesiones de mediación, cuando ya vamos… “a velocidad de crucero”, medida de velocidad que se utiliza en la navegación por aire y por mar.

Y si nos referimos por ejemplo a “los nudos emocionales”, son aquellos que quien los sufre, impiden tener libertad de decisión, por cuanto suponen decepciones, bloqueos, falta de capacidad, por culpa de una “madeja mental”. Este tipo de nudo, supondrá, y hemos de estar preparados, que quien los sufre se encuentra anclado en el pasado y no es capaz de mirar más allá, su futuro, ahí debemos los mediadores ser capaces o de derivar a expertos o de saber desenlazar el mismo, porque la mayoría de las veces quien sufre un “nudo” intentará huir de lo ocurrido. Y para ello la única formula que existe es el análisis de lo ocurrido y la paciencia. Muchas veces hemos escrito ya sobre la paciencia, pero se antoja fundamental si queremos desenredarlo.

Aristóteles decía que “no se puede deshacer un nudo si no sabemos primero cómo está hecho”.

La psicología Gestalt, nos impulsa a trabajar la toma de conciencia sobre todo aquello que acontece en nuestro interior, impulsando a su vez un sentido auténtico de responsabilidad con nosotros mismos. Hacerles responsables en una mediación, de sus propias soluciones requiere una gran formación en este campo. Trabajemos por tanto el aquí y ahora, que nos ayudaran en todo momento a deshacerlo.

Y por último que os parece que me refiera al “nudo legal”. Ese que nos tiene en vilo, porque no sabemos bien interpretar una norma o en su caso, motivar o reflexionar sobre tal o cual cuestión. Yo siempre animo a los alumnos a profundizar en las exposiciones de motivos y los preámbulos de las normas. Allí donde el legislador expone cual fue su intención a la hora de provocar esa norma ya que, ello nos ayudará a entenderla y a valorar cual es el “espíritu de la ley”. No olvidemos nunca que los mediadores trabajamos, siempre dentro de la legalidad, en aquello que las partes entienden como lo más justo y equitativo.

Querido lector, no dejes nunca que un nudo te impida avanzar o que el mismo quede suelto a la hora de amarrar el resultado de tu trabajo.