Querido lector, me llamó mucho
la atención este título, de una novela de Mario Vargas Llosa, no tanto por el
texto más que brillante de quien ha sido Premio Nobel, sino porque en mis
análisis de lo ocurrido en una mesa de negociación, en más de una vez he
reflexionado sobre lo que puede significar, las historias que nos cuentan las
partes enfrentadas.
Las historias de cada parte,
nos provoca que se confunda lo verosímil con lo verdadero, sin
verificación alguna, ya que nosotros trabajamos con las versiones que ellos
dicen ser verdad y que no vamos a comprobar, porque no es nuestra misión. Se
diluyen así las fronteras entre verdad y mentira, ¿será cierto lo que nos
cuentan? No lo sabemos, pero es necesario restablecer con nuestra preguntas,
las versiones con su íntima relación con la verdad.
Cuando nos introducimos en el núcleo
de lo ocurrido, del conflicto, el desgaste se produce muchas veces no por lo
que hicieron que dio lugar a ello, sino por sus mentiras sucesivas para
disimular los hechos. La mentira les puede pasar una “factura” personal (al
margen de otras situaciones) que nuble la posibilidad de encontrar puntos de
acuerdo, pero lo que es cierto es que me encontré muchas veces, que el
mediado, se cree su propia mentira, como si la hubiera vivido.
¿Recordáis momentos de
conflictos en los que la mentira jugó un papel decisivo? Por ejemplo, en los
Estados Unidos cuando la opinión pública se enteró de que las sucesivas
Administraciones mentían sobre el desarrollo de la guerra en Vietnam. No decir
la verdad sobre lo ocurrido a la opinión pública hizo que perdieran la guerra
en Vietnam y también de puertas hacia dentro, frente a muchos norteamericanos,
porque al detectar las mentiras, dieron la espalda a lo ocurrido. El
descrédito, la desinformación, las verdades a medias… hay muchas versiones y
situaciones de lo ocurrido en un conflicto
Nosotros somos gestores de
conflictos y, como tal, debemos ganarnos de una forma exhaustiva, la
confianza de nuestros mediados ya que, solo gracias a ella, podremos sacar la “verdad
de la mentira”, basada en nuestra independencia y nuestra profesionalidad. Y
me permito decir por tanto que para mediar y saber negociar una salida, se
requiere un talento, que no abunda y que consiga en esta profesión una reputación
por su trabajo profesional y para lograr solvencia y credibilidad (que no es lo
mismo que captar muchos clientes), que nos permita, sin tener que validarlo, que
los mediados nos cuenten la verdad, su verdad eso sí, que esté exenta de
esa mentira, que puede hacer que el proceso se dilate y que el resultado no sea
satisfactorio, porque si nos mienten… en la durabilidad del posible acuerdo irá
su pena, para nada servirá
Podemos también, alimentar
el proceso con más de una fuente de información, si hacemos que expertos en
determinadas materias, formen parte del proceso o informen en el mismo. No nos
de miedo de derivar un asunto, no siempre podemos saber de todo, es más, yo diría
que nunca. No olvidemos que gracias a internet, o los más domésticos, Instagram,
o whatsapp la información circula por estos nuevos cauces ya que disfrutamos
del mayor caudal informativo de la historia, y muchas veces no coinciden lo que
nos cuentan con lo que dicen que ocurrió. Esto me pasó en un caso que por
reserva no voy a desvelar, pero que se vio envuelto en no poca confusión que complica el
ejercicio de la mediación y distinguir, de separar la paja del grano, la verdad
de la mentira, la realidad de lo que las partes dicen que pasó.
Dicen que en periodismo se le
denomina “fake news” ¿y en mediación? Quizás “fake version”. Si es así,
existirá falta de colaboración, buena fe, actitud, en definitiva, aquello a que
se comprometieron cuando nos encargaron el increíble proceso de mediación
No olvidéis, que esta
situación provoca que se confunda lo verosímil con lo verdadero, sin
verificación alguna; ello supone que lleva a aceptar que el “relato histórico” de
lo que dicen que ocurrió, puede ser ambas cosas (historia cierta, siquiera
aproximada o interpretada, y ficción, subjetiva, gratuita y libérrima);
Por eso ahora, más que nunca,
el mediador tiene que aprender a ponderar y practicar la ponderación al
seleccionar y ordenar la información que recibe, porque nuestra misión está en
el futuro, no en el pasado, pero éste y sus versiones son la base de la
negociación
Querido amigo, ponderar
significa entender que no todas las versiones son iguales, que no todos los
hechos tienen la misma relevancia y que no todas las posiciones tienen el mismo
interés. Ponderar significa distinguir entre lo sustancial y lo insustancial,
en este sentido, mi recomendación cuando me encontré situaciones de este tipo…
consigue con el silencio lo que las palabras intentan decir, observarás la
verdad de las mentiras.