lunes, 28 de mayo de 2018

QUE PREGUNTAR EN MEDIACION

¿Qué y por qué preguntar en mediación?

Cuando nos comunicamos, principalmente hablamos…. Y cuando hablamos para nuestro día a día es básico preguntar, para asi conocer, valorar y decidir. Pues la pregunta y el estilo de pregunta es importante en nuestro trabajo como mediador.
Acertar con una pregunta en función al momento en el que nos encontramos en el proceso, se antoja difícil y a la vez fundamental para conseguir que la confianza no se deteriore con nuestro interlocutor, pero a la vez que nos permita avanzar en la búsqueda de un acuerdo.
Confiar, en el proceso, en la mediación y en el mediador no es tarea fácil pero las preguntas ayudan al desarrollo de esta ceremonia de búsqueda de intereses comunes.
TIPOS DE PREGUNTAS
Aquí tenéis unas reflexiones personales sobre las preguntas, el tipo de preguntas y el momento de realizarlas que te ayudaran a crecer como mediador.
Si nos encontramos en el primer momento, tras la presentación, en esa posible primera entrevista tras que nos presentamos y conocen nuestra misión en el conflicto, nos podemos encontrar en el momento de validar las siguientes preguntas:
Preguntas de acercamiento
Tras presentarnos a las partes podemos preguntar en mediación cuestiones tales como:
  • ¿Han tenido problemas para encontrar el servicio?
  • ¿Han encontrado mucho tráfico? O ¿les ha costado aparcar?
Evidentemente nuestra intención es relajar el ambiente y que se encuentren de la forma más confortable para iniciar, en definitiva crear un ambiente distendido.
Seguidamente comenzaríamos con las preguntas para información, estas son de carácter abierto, tales como:
  • ¿Qué esperan conseguir en este proceso de mediación? ¿Por qué piensan que la mediación les puede ayudar?
  • ¿Qué les ha traído aquí?
  • ¿En que creen les puedo ayudar? ¿Saben algo de mediación o prefieren que les comenten en que consiste?
  • ¿Qué datos creen ustedes que me pueden ayudar en el proceso?
No debemos olvidar evidentemente de preguntarles sus datos personales, etc. Todas las preguntas que pensemos en este momento de inicio se plantean con la intención de dar a conocer la mediación y establecer las reglas del juego.
Si se trata de sesiones individuales o “caucus”, debemos conseguir en esta primera fase, que nos hablen de ellos y no tanto de la otra parte, así le preguntaríamos:
  •  ¿Cómo te sientes?
  • ¿Cuéntame aquello con lo que te sientas cómodo?
IDENTIFICAR EL PROBLEMA
Seguidamente intentaremos identificar el problema que traen a mediación, en este sentido las cuestiones o preguntas serian también de carácter informativo:
  • ¿Cuál es el problema que ha desencadenado que ustedes estén aqui?
  • ¿Qué es lo que les preocupa?
  • ¿Piensan que la mediación les puede ayudar entonces?
Buscamos, por tanto, la confianza en el proceso de mediación una vez que determinamos que es un tema mediable.
¿CÓMO DEFINIRÍAN EL PROBLEMA QUE LES HA TRAÍDO A ESTE SERVICIO?
Dado que en esta primera sesión o sesiones es importante definir el problema, sobre todo para que determinemos si les podemos ayudar y sobre todo si es mediable, terminaremos con el parafraseo y resumen de forma positiva de lo tratado:
  • ¿Si les he entendido bien, para usted es importante…..Y para usted es fundamental que….. ¿Es correcto?
  • ¿Creen que hay algo más que añadir?
Redefinimos de alguna forma el conflicto a tratar y usamos la repetición o reiteración de lo contado, para conseguir dejar claro información y objetivos a lograr.
BÚSQUEDA DE NUEVAS OPCIONES
Seguidamente en sesiones posteriores, ya una vez que hicimos esa presentación, información, recopilación y redefinición, entraríamos en lo que llamaríamos búsqueda de nuevas opciones, un nuevo escenario que nos permita trabajar en mediación. En este punto se antojan multitud de preguntas que a continuación relaciono, el objetivo que persiguen y el tipo de preguntas:
Preguntas que mejoran el proceso:
  • ¿Piensa que hay alguna otra vía para resolver el problema?
  • ¿Han intentado ustedes otras soluciones posibles antes?
  • ¿Podríamos estar en el camino ideal para que reconozcan la parte de razón que tiene cada uno en el conflicto que nos atañe?
Preguntas hipotéticas:
  • Si optaramos por seguir esta vía de diálogo, ¿Qué cree que pasaría?
  • ¿Qué ocurriría si le hubiera pasado a usted esta situación?
  • ¿Dónde creen ustedes que podemos llegar con el proceso?
Preguntas que focalizan el conflicto:
  • Realmente las opciones que plantean cada uno son bastante interesantes, ¿Qué opinan ustedes?
Preguntas que plantean alternativas:
Entre todas las opciones que hemos trabajado, ¿Cuál le parece mejor o más viable?
Preguntas que justifican el avance:
  • ¿Por qué cree usted que esta opción es mejor que la otra? ¿Entonces cuál cree que es la mejor opción a tomar en este caso?
  • ¿Recuerdan ustedes como vinieron el primer día?
Preguntas focalizadoras:
  • ¿Cómo piensa que puede mejorar la relación entre ustedes?
  • ¿Cómo creen que podemos avanzar en vuestra relación a partir de ahora?
  • ¿Qué esperan obtener de un posible acuerdo si llegamos?
Sea cual fuere el momento de la mediación y tras estas cuestiones que hemos planteado, merece una especial atención, mencionar aquellas preguntas que nos van a llevar a la negociación que al fin y al cabo es nuestra misión.
Preguntas circulares que buscan animar a las partes al diálogo constructivo, tales como:
  • ¿Cómo empezó el problema?
  • ¿Qué ocurrió entonces y cómo reaccionaron?
  • ¿Cuál fue la respuesta entre ustedes?
  • ¿Cómo crees que debe sentirse el otro?
  • Para avanzar, ruego piensen en 10 opciones factibles que puedan plantear una solución al problema.
  • ¿Qué les parece que para la próxima sesión pensemos…?
Cerramos sesiones con agendas y citas próximas:
  • ¿Les parece que quedemos tal día a tal hora?
  • ¿Quieren ustedes que nos volvamos a sentar en esta mesa para seguir hablando?
Si hicieran falta nuevas reuniones individuales, toda vez que en las sesiones conjuntas no se avance por situaciones de desequilibrio, etc, que nos hagan pensar incluso en la dificultad de continuar con el proceso, siempre podríamos tenerlas con las siguientes cuestiones a plantear:
  • ¿Cuál es la clave del problema para usted?
  • ¿Qué es lo que no tiene claro de lo que hemos visto hasta ahora?
  • ¿Qué es lo que no le hace sentirse seguro de un posible acuerdo?
  • ¿Cómo cree usted que será su relación con la otra parte a partir de ahora y sobre todo que espera de la nueva situación si llegáramos a un acuerdo?
Por último me permitiría recomendar también una serie de preguntas para los momentos finales, aquellos ya sean de sesiones o incluso, porque no, si hemos trabajado correctamente y les hemos hecho participes de su solución, cuidando que hayan sido ellos los artífices de la misma, serian aquellas que llamamos preguntas de cierre o terminación del proceso:
  • ¿Parece que han llegado a un punto de acuerdo? ¿Desean que revisemos alguna cuestión o lo damos por cerrado el acuerdo que alcanzamos?
  • ¿Les parece que quedemos para firmar el acuerdo una vez lo lean?
  • Aquí tienen el acuerdo ¿Es correcto? ¿Comprende todo lo que habíamos comentado?
  • ¿Que les parece si al menos nos damos la mano?
Bueno, por no cansar al lector, quisiera termina diciendo que estas son un tipo de preguntas según las situaciones que se produzcan, ¿son mejores o peores que otras? ¿son las únicas?
Sin duda cada mediador tiene su visión, pero al menos he querido tratar de abrir la mente para indicaros que es muy importante preparar las sesiones, no se deben dejar las situaciones al azar, porque si bien, la mediación es flexible, también es cierto que esta el proceso perfectamente estructurado. Es decir… se sabe lo que tenemos que hacer.

LAS EMOCIONES EN MEDIACIÓN

Hoy en día se antoja fundamental dominar la llamada “inteligencia emocional” y con ello establecer un importante “banco de gimnasia” para nuestras emociones. En nuestro campo no podemos dejar de lado este aspecto, por tanto, vamos a hablar de cómo tener en cuenta las emociones en mediación.
Cuando hablamos de las emociones, nos referimos a los estados afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva ante las situaciones que nos acontecen de origen innato, influidos por la experiencia que estamos viviendo y que además si se trata de un conflicto con mas razón afloran en su mayor intensidad.
Las emociones tienen la función de adaptarnos a lo que nos rodea, a lo que vemos, a lo que oímos, en definitiva, a lo que sentimos. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente muchas veces, en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras, según los expertos de psico-activa.
En las personas, una emoción produce un conjunto de cogniciones, pensamientos y actitudes sobre los que nos rodea y ocurre, algo que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que percibimos dicha situación. Teniendo en cuenta ésto,  conocer las emociones se antoja como algofundamental en la formación como mediadores.
Motivaciones, deseos, necesidades e, incluso, objetivos forman parte del destino de nuestras emociones. Ello nos ilumina en las posiciones, intereses y necesidades que tanto tenemos que atender en las personas, aunque siempre exista una parte de sorpresa en las mismas.
Cada persona experimenta una emoción de forma distinta y especial, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Incluso me atrevería a decir que “las emociones van por barrios” , según las distintas situaciones vividas y/o adquiridas en tu entorno y educación. Ni qué decir tiene que si unimos la emoción a la situación de conflictos que se viva, las reacciones y situaciones pueden ser totalmente diversas.

Categorías básicas de las emociones

En este breve ensayo me gustaría reflexionar sobre las emociones que consideraríamos básicas, establecidas en 6 categorías.
  • El miedo. Supone la anticipación a una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad. Ante esta situación y ese estado de alarma, el ser humano, según indica el experto Josemi Valle, manifiesta tres espontáneas respuestas: la huida, el ataque o la quietud. Tres situaciones muy distintas que pueden marcar el devenir de  una negociación.
  • La sorpresa.Supone un sobresalto, asombro, desconcierto en la persona. Normalmente es muy transitoria y nos puede dar una aproximación cognitiva para saber qué pasa. Lo inesperado, lo imprevisible, el imponderable, captan poderosamente nuestra atención y destinan nuestra energía para orientarnos y reflexionar sobre su aparición. Con la sorpresa comienzan las predicciones futuras que nos desconciertan al estar hablando de futuro.
  • El enfado o la ira. Supone en nuestro cuerpo una reacción de rabia, enojo, resentimiento, furia e irritabilidad. Nos convertimos en agresivos y, por tanto, con la ira intentaremos en todo caso imponer, sacar nuestro poder. Quizás por ello, sea una de las peores emociones que se pueden vivir en una negociación y que muchas veces las lleva al traste.
  • La aversión. Disgusto o situación de asco, solemos alejarnos del objeto que nos produce aversión. Difícilmente podremos encontrar la asertividad cuando emerge la aversión y sobre todo el reconocimiento al otro.
  • La alegríaFelicidad, diversión, euforia y gratificación.  Estar contento da una sensación de bienestar, de seguridad. Sirve para disfrutar del presente, crecer y desarrollarse. Para que fluya la alegría, y por extensión la felicidad, lo importante no es tener buenos deseos, sino hacernos de un buen repertorio de proyectos que marquen nuestro futuro.
  • La tristeza. Situación de pena, soledad o pesimismo. Nos puede llevar a la depresión. La tristeza motiva a las personas a alterar sus circunstancias buscando ante todo poder  manipular su estado de ánimo. Existe muchas reflexiones  en torno a la tristeza y, sobre todo, como influye en una negociación ante un conflicto, pero lo más relevante, es que un exceso de tristeza provoca quietud, irresolución y, más que nada, puede nublar nuestro verdadero interés en la gestión del conflicto que nos encontremos.

Cada emoción tiene una función, ¿te atreves a profundizar?

Una vez analizadas, sería de enorme interés adecuar las emociones en mediación a lo que llamamos conflicto. Este se manifiesta de formas muy diferentes: una pugna u oposición a una postura; una pelea por algún tema en el que podemos decir que el resultado es incierto; o una situación que podríamos decir es desgraciada y en el que las partes no encuentra la salida.
No debemos olvidar de lo que vengo a llamar, desde hace tiempo, la “radiografia del conflicto”, que situará la emoción en un entorno de poder, percepciones, intereses, necesidades, valores o principios. Todos ellos son elementos que sitúan a la emoción en el panorama del conflicto, de ahí la enorme importancia que tiene gestionar de forma correcta las emociones que surjan porque una mala gestión de la misma, puede llevar a una “carga emocional”.

La técnica del semáforo

No podemos cambiar nuestra manera de ser, es decir, sentir enfado, tristeza o miedo, por ejemplo. Pero sí podemos cambiar nuestra reacción ante estos impulsos para no llegar a situaciones de carga emocional. ¿Cómo? Utilizando la técnica del “semáforo”.
Esta técnica, haciendo un símil con la señal de tráfico luminosa, cosiste en que si nos vemos en una situación de alerta roja debemos serenarnos, detenernos y, sobre todo, pensar antes de actuar para no vernos muy afectados.
Si consideramos que la situación no es tan grave, pero debemos estar prevenidos, tendríamos la luz amarilla. En este caso debemos expresar el problema como lo sentimos y, sobre todo, valorar varias soluciones alternativas, proponiéndonos un objetivo positivo.
Por último si consideramos nuestro semáforo emocional debe tener la luz verde significa que podemos actuar, negociar y dialogar como pensemos, intentando conseguir nuestro objetivo.
Los expertos en negociación aseguran que es prioritario reconocer el estado emocional en que nos encontramos antes de tomar una decisión importante. Las emociones son el resultado de cómo evalúa nuestro organismo el entorno. Son respuestas de nuestro cuerpo.

lunes, 21 de mayo de 2018

AUNQUE DUELA....


AUNQUE DUELA…
Cuando te apartas de las religiones monoteístas, clásicas, que han marcado nuestra vida, podemos hablar de esas “nuevas religiones”, aquellas que cambian el sentido pero que no hacen más que inculcar, el concepto contrario a lo preestablecido.
Hoy en día hablamos que no puedes ser feliz sin amarte a ti mismo. Lo dicen así de claro y contundente porque esa es la realidad. Si tú no te quieres, no te tratas bien, no te respetas a ti mismo ¿cómo vas a pretender que lo hagan los demás? Y aún más ¿cómo vas a aceptar el amor que los demás te den, si tú mismo no te amas? Por eso dicen y aseguran que amarte a ti mismo es el camino a la felicidad

Para otros, el objetivo es lograr usar varias técnicas concretas para conseguir que nuestra conciencia se relaje y no elabore juicios de nuestras sensaciones, sentimientos o pensamientos. Saber qué acontece en nuestro fuero interno en cada instante a través de la gestión de los procesos atencionales. Puedes conseguir separar la persona de sus pensamientos para poder reconocerlos y poner en duda los patrones mentales, otorgando un gran peso al aquí y el ahora mediante una atención total al momento presente.

En otro orden existen modelos de comunicación que se centra en identificar y usar modelos de pensamiento que influyan sobre el comportamiento de una persona como una manera de mejorar la calidad y la efectividad de la vida.
Stephen Briers (2012), dice que estos modelos no son realmente un tratamiento coherente, sino "una mezcolanza de diferentes técnicas sin base teórica muy clara". Este autor sostiene que la máxima puede ser  narcisistaegocéntrica y disociada de las nociones de responsabilidad. 
Por eso me atrevo a decir y calificar a estos movimientos como nuevas “religiones”. Cuando el ser humano abandona la religión se centra en estas nuevas técnicas que plantean el “yo” como el centro de tu atención y puedo decir que el “egoísmo” y “el narcisismo” es el cáncer del siglo XXI. En realidad cuando ayudas a los demás, como promueven las religiones clásicas, te estás ayudando a ti mismo.
Sabes que cuesta lo mismo servir, ayudar y apoyar a la persona que lo necesita que el no hacerlo. La diferencia solo radica en la intención y la disposición que uno tenga ante la vida. Como siempre mencionamos todo está en “la actitud” ante la vida.
Ayudar a alguien sin recibir nada a cambio o no hacerlo son oportunidades personales que fortalecen el carácter y mejoran el autoestima en lo que solo se pierde una buena ocasión para sentirse mejor.
Ayudar a las personas, ser voluntario, brindar apoyo, cooperar con las organizaciones como hicieron los Bomberos sevillanos que ahora anuncia para dar premios diversas instituciones, etc., son actos buenos que mejoran la calidad de vida en general.  Pero mas allá de ser una buena acción, estas gestiones benefician directa e inmediatamente a la persona que los realiza.
Una palabra de consuelo a alguien que está sola o triste, una invitación a comer en tu mesa, una sonrisa oportuna sin recibir nada a cambio o incluso poder apoyar económicamente a alguien o algún proyecto social, puede cambiar la perspectiva de la vida de cualquier persona; y sin buscarlo, esta acción termina ayudando mayormente  a la propia persona que realiza el acto. ¡¡Que gran poder tiene la sonrisa!!.
Cuando uno  se hace voluntario con el fin genuino y sincero de ayudar  a los demás y con la pura intensión de dar sin esperar nada a cambio, surge un sentimiento de satisfacción y que hace que te sien tas bien contigo mismo y con los que te rodean.. Las capacidades personales se mejoran y la sensibilidad se afina logrando que  finalmente todos salgan beneficiados.
Siempre que uno da  nunca pierdes, al contrario se te multiplica lo que das como un efecto boomerang, una regla matemática  difícil de explicar.
En la web www.recetasparalavida.com se habla de una receta mágica que me gusta reproducir y que deberíamos aplicar en nuestra vida:
Ayuda a los demás y ayúdate a ti mismo
Ingredientes:
·         1 taza de iniciativa;  entender y actuar antes de que te lo pidan
·         2 racimos de sensibilidad;  ver con los ojos de la persona que requiere ayuda
·         1 pieza de creatividad; ingenio para dar con gusto y dignidad
·         2 cucharadas de bondad; condición básica para dar, humildad, gusto y compasión
·         1 manojo de alegría; actitud positiva, con energía que se contagia, satisfacción y agrado
·         1 pizca de amor; cariño y entrega  por la vida y por los demas
Recomendación del chef: Tu puedes hacer la diferencia. No esperes a que te pidan ayuda para extender la mano, o dar palabras de ánimo hasta que veas que es lo único que puedes decir, recuerda que tú tienes el poder  y la responsabilidad de hacer la diferencia y de ayudar.
Modo de preparación:
1.    Ayudar a los demás es ayudarse a sí mismo. Al auxiliar a otros, uno aprende a superar los desafíos propios, inspirando y proporcionando herramientas para que puedan solucionar sus complicaciones. Además, cuando uno vive para servir  desarrolla  sensibilidad, bondad y sus atenciones son más  acertadas.
2.    Dar  y ayudar es la mejor manera de sentir gratitud.  Uno  es más generoso   cuando siente que tiene la posibilidad o la capacidad de hacerlo, por lo que tiende a buscar oportunidades para expresar su gratitud,  al hacerlo le afloran  simultáneamente mayores sentimientos de agradecimiento y satisfacción.
3.    Entre más ayudas a los demás, más rico emocionalmente te conviertes; Las posibilidades de dar son ilimitadas cuando se da de corazón y sin esperar nada a cambio. El universo se achica y las oportunidades se multiplican
“Una  persona generosa de corazón es una persona rica, alegre y feliz”
Con esta receta me gustaría concluir que las personas necesitamos de los demás, pero que nunca debemos centrarnos expresamente en estas técnicas que nos conducen al narcisismo y a ser ególatra, dado que “la ignorancia no conoce límites”. El ser humano es capaz para calmar su “falta de espiritualidad” con nuevos sistemas de creencias, producto de épocas de crisis que tiran de unos y otros hacia él.

Aun siendo consciente que muchas personas criticarán mi postura… solo deseo que me comprendan aun cuando no lo compartan, ahí está el respeto.

jueves, 17 de mayo de 2018

EL VERDADERO VALOR DEL TIEMPO


EL VERDADERO VALOR DEL TIEMPO

Cada día cada instante, en cualquier conversación oímos frases como “no tengo tiempo para nada” o “que rápido se pasa el tiempo”, frases cuya única interpretación nos llevaría a pensar que importante sería controlar el tiempo, nuestro tiempo, por eso os propongo conocer el verdadero valor del tiempo, y con ello poder ajustarnos a él, disfrutar de cada momento y sobre todo que llegue a ser nuestro aliado en nuestro caminar por el mundo.

Hoy a mis 56 años pude comprender el verdadero valor y poder disfrutar de cada minuto, cada segundo, que nos proporciona el presente ya que sin darnos cuenta se convierte en pasado y nos pasa por delante el futuro.

Podemos decir que cada uno “invierte” en su banco personal del tiempo. Hay quienes deciden esperar cierto tiempo para conseguir objetivos, el amor…, hay quien va por sus objetivos y marca su horizonte personal desde ese preciso instante; hay quien depende de los demás para trasvasar su tiempo. Cada uno decide vivir su vida según cada momento.

Junto a la noción del tiempo, unimos nuestra emociones que nos hace atrevernos a “bucear” cada momento, que los convertirán en situaciones extraordinarias, donde el tiempo viene marcado por nuestra inteligencia emocional. Es ahí donde radica el verdadero interés de hacer del tiempo, nuestro aliado. Solo nuestro presente puede decantar un cambio de futuro si somos conscientes de aprovechar nuestro pasado. Tu presente, es también el presente de los demás, y con él podemos alcanzar nuestros sueños y objetivos, siempre con la vista puesta en el horizonte de nuestra vida. 

Tu poder está en el control de lo que realmente desde nuestro presente es importante, y será tu principal recurso para potenciar tu vida.

Ya que el tiempo es algo que todos tenemos, pero sin embargo no todos sabemos administrarlo o manejarlo correctamente. Por eso tenemos que conseguir que nuestros amigos puedan decirnos esa fantástica frase dirigida hacia nosotros de… “¿cómo tienes tiempo para todo?”. La razón por la cual no coseguiriamos esta calificación de nuestro aprovechamiento temporal es porque quizás esto sucede es por que no hayamos encontrado un balance en nuestro equilibrio del  tiempo. Tienes que ponerte metas diarias y planear tu tiempo de una manera que todo lo que te propones hacer se logre. Si algo que comenzaste no lo pudiste terminar en el día planeado se flexible  al día siguiente. Por eso te recomiendo que  busques una agenda y calendarices, busques huecos en tu tiempo, aproveches el presente y te marques metas reales de conseguir

También me gustaría reflexionar sobre ese concepto de que “el tiempo lo cura todo”. ¿Realmente es así?. ¿podemos dejar que pase el tiempo cuando existe una situación de conflictividad?. En mis años como mediador, donde en más de una ocasión, la paciencia y el transcurrir del tiempo, se convirtieron en una táctica para conseguir que las partes remuevan su posición, me han llevado a saber utilizarlo en su justa medida. No merece la pena perder más el tiempo en lo que nos hace daño, pero, ¿lo hacemos de la mejor manera? ¿Dejamos en manos del “destino” curarnos de todo ese dolor? El tiempo muchas veces es necesario para poder cerrar heridas, pero también es cierto que tenemos que ser conscientes de ello , porque necesitamos poner mucho de nuestra parte en su transcurrir para que ese axioma sea cierto.

Podemos decir sin lugar a dudas, que el dolor que supone un conflicto, necesita su propio tiempo. Es más, ese tiempo, necesario de esperar, es impredecible cuando se trata de sanar una herida del corazón.

Por eso los expertos nos recomiendan vivir el presente y no anclarnos en nuestro pasado doloroso, y así podremos cambiar nuestro futuro. Pero no solo de distracción del tiempo con paseos, nuevas actividades, deporte que nos recomiendan, podemos elaborar ese futuro y “sanar” nuestro tiempo presente, dado que eso supone un bálsamo momentáneo que si bien es positivo, no cura heridas. Por eso dale tiempo a tu dolor. Toma el control del tiempo para ello y esfuérzate en quedarte con lo positivo que te paso y el proyecto de vida que te queda. Para ello unas simples recomendaciones finales:

-       Se optimista: Debes poner una leve sonrisa a todo lo que esté por venir. Dicen los expertos que este simple ejercicio, alarga tu vida, alarga tu tiempo

-       Aprende de las experiencias que has tenido. Intenta que no se cumpla el dicho de que el “hombre el el único animal que cae dos veces en la misma piedra”. Lo que puedas hacer ahora, con consciencia plena es lo que importa.

-       No tengas miedo en pedir perdón. Una equivocación nos hace fuerte porque su aprendizaje es mayor que el del acierto. Y sobre todo perdónate a ti mismo.

El tiempo es único e igual para todos, solo nos diferencia lo que hagamos con él y eso solo depende de ti, y si no eres capaz de saberlo utilizar ante una crisis, pide ayuda y dale tiempo a la mediación.