Como si de las aventuras de la
otra Alicia se tratara, es un post de fantasía escrita por y para la mediación, por
y para los mediadores, en homenaje a todos vosotros.
Nuestra Alicia, la mediadora, cae
por un agujero, encontrándose en un mundo peculiar y extraño, poblado por
humanos y criaturas antropomórficas, que no estaba en sus libros de mediación,
pero que va a ser el día a día de su ejercicio profesional. Cuántas veces hemos
dicho que una cosa es la academia y otra la realidad en cualquier profesión.
Esta obra y este post, esta considerada una de las mejores novelas del género
del Sinsentido, en la fantasía.
Hoy os quiero llevar a su
argumento, al motivo de porque nuestra Alicia, le apasiona la mediación, porque
cree que hay otro mundo, que seguramente se entienda y apueste por hablar,
aunque sean otros idiomas.
Y os menciono los 12
capítulos, como los de la otra Alicia, la famosa, que tienen que ver con su
trabajo:
PRIMERO- El descenso por la
madriguera
Todo comienza cuando Alicia se
encuentra sentada en un aula de la Universidad Loyola, aburrida, en cuarto de
grado, sin saber que hacer con su futuro profesional, junto a una compañera. La
compañera leía un libro de su carrera de derecho, "sin ilustraciones ni
diálogos", lo que hace que Alicia divague por el aburrimiento.
De repente, aparece junto a
ella una ilusión, un conejo vestido con una toga, que corre murmurando que
llega tarde al juicio, mirando su reloj de bolsillo. Alicia, nuestra mediadora,
siente curiosidad por él y decide seguirlo e incluso entrar a su madriguera, a
su juicio, a la sala de vistas, ya que estos son públicos. Esta Sala, de
repente se convierte en un pozo vertical, oscuro, impregnado por la vida de
tantas y tantas vistas celebradas. Durante el tiempo que “caía” por ese agujero
de la sala, recordaba, sus estudios, el por qué eligió la carrera, sus
motivaciones, lo que dirían sus padres si hubiera realizado esta u otra
formación… y se preguntaba cuando dejaría de caer y llegar a donde fuere su
destino.
Al finalizar su caída, y sin
haberse hecho daño, Alicia entra en un mundo de “dimes y diretes”, de
preguntas del fiscal, de intervenciones de testigos, de aseveraciones y
consideraciones; de resultandos y considerandos, de absurdos y paradojas
lógicas.
Es el momento en el que Alicia
encuentra una pequeña botella, la primera de varias que encontrará en su
aventura, con una etiqueta que dice «LA MAGIA DE LA MEDIACIÓN», en ese
momento atraída por la botella, Alicia se empequeñece, ya no es visible en la
sala, mide tan solo 25 centímetros, ya no es la protagonista de la vida de sus
clientes, sino alguien que pasará inadvertida, pero muy importante porque
tenderá a que las partes en conflicto, sus futuros clientes sean quienes se
atribuyan el éxito del acuerdo que alcancen con su trabajo.
Ella quiere salir del juicio,
abrir otra puerta profesional, seguir explorando el mundo nuevo al que le llevó
ese “brebaje”. A través de la puerta se ve un atractivo jardín, pero la llave
que abre la puerta está sobre una mesa que Alicia no puede alcanzar, se trata
de conseguir un master, un diploma, algo que le permita ir y viajar a ese
jardín, debido a su nueva estatura. Alicia, nuestra mediadora, intenta entonces
recuperar su estatura original, para ello comerá, se formará en técnicas y
habilidades que le permita, comiendo un pastel que encuentra con la etiqueta «FORMATE».
SEGUNDO- En un mar de lágrimas
El pastel tiene el efecto
esperado, y Alicia crece y crece profesionalmente, más de dos metros, más de lo
que esperaba y por tanto se siente grande, fuerte, hábil. Con su nueva altura,
Alicia consigue tomar la llave, pero al no dejar de crecer su ego, choca contra
el techo y no puede acceder a la puerta. Es cuando Alicia comienza a llorar, y
poco a poco inunda la habitación en un charco de lágrimas de diez centímetros
de profundidad, no es fácil para ella dejar de ser abogada, para lo que le
formaron y pasar a ser mediadora. Y lo más duro, aquello que le hace llorar y
llorar, no tiene clientes, no conocen la mediación, no cree que pueda vivir de
ello. Mientras tanto, nuevamente aparece nuestro Conejo Blanco, que pasa nuevamente
frente a Alicia, rápido, sin tiempo, sin capacidad para pararse, así es la
justicia y sin querer, nuestro letrado, el conejo deja caer un abanico que
Alicia utiliza para refrescarse después de tanto sollozo. Y…el abanico resulta
ser mágico, de nuevo consigue encogerse. Tanto es así que aquel charco de
lágrimas es ahora un mar donde Alicia podrá nadar y ver una oportunidad donde
aquello fue un problema.
Es ahora cuando a su lado
pasa nadando un ratón, un mediador desde hace tiempo, un tal Javier Alés y
Alicia intenta entablar conversación con él. El ratón se ofrece a guiarla
hasta la orilla. En el camino, Alicia ve que otros mediadores también se
encuentran nadando y tratando de salir del mar de lágrimas. Mediadores de todo
tipo, interculturales, educativos, sanitarios, familiares (los más
avanzados)
TERCERO- Una carrera en comité
y un cuento largo
Alicia y todos los que se
encontraban en ese mar, consiguen llegar a tierra firme. Es el momento de ver
si tras tanto esfuerzo de formación están preparados para mediar; así que el
ratón (Alés) organiza una carrera para
secarse. La carrera no tiene reglas, es flexible, es voluntaria, ni tampoco
tiene una duración definida, salvo correr en círculos, lo que hacen todos hasta
quedar secos. Es el momento en el que a modo de lección, el ratón, decide
declarar ganadores de la carrera a todos los participantes, porque una vez más,
para Alicia es una nueva enseñanza: en Mediación no hay vencedores ni vencidos.
En ese momento, se decide que Alicia es quien otorgará los premios. Nuestra
mediadora encuentra casualmente una serie de caramelos en sus bolsillos, que
reparte entre todos. Como ella también fue ganadora de la carrera pero no se
quedó ningún caramelo de los que repartió, su premio es un dedal que ella misma
tenía en el bolsillo, y que da al ratón para que, simbólicamente, entregue el
premio. Ya está preparada. Ya se siente legitimada para que crean en ella y
confíen sus problemas a su buen hacer.
CUARTO- La habitación del
Conejo Blanco
Tras quedarse nuevamente sola,
una vez terminó la carrera y la entrega de “diplomas”, Alicia ve pasar
nuevamente al Conejo Blanco, gran abogado y mejor espíritu de la ley. El pobre
está buscando su abanico desesperadamente, y al ver a Alicia, la confunde con
su pasante Mary Ann, y le exige que vaya a buscar el abanico, “el expediente” y
un par de guantes blancos a juego con su Toga, a su despacho, a su estudio
jurídico. Alicia obedece y finge ser Mary Ann, para no enfrentarse en
discusiones; los mediadores, piensa, siempre hemos sido así, huimos del
enfrentamiento, aunque muchos “conejos blancos con toga” digan que siempre han
mediado. Tras buscar, encuentra su estudio en cuya puerta dice, "C.
BLANCO ABOGADO". Es entonces cuando Alicia entra, sube a un cuarto
donde encuentra el abanico, y otra botella con líquido. A pesar de que la
botella no tenía letrero alguno, esta vez Alicia bebe por curiosidad, ya que
todas las bebidas de ese mundo le han provocado efectos sorprendentes. Esta no
es la excepción, y el tamaño de Alicia aumenta hasta hacerla quedarse pillada
en la habitación del despacho. Le recordó lo que había sido su formación,
aquella ristra de expedientes acumulados en la mesa, uno detrás de otro, lleno
de números y de fechas, incluso en algunos de ellos ponía “causa con preso”.
Cuando el Conejo Blanco llega
a reclamar su abanico, sólo ve un enorme brazo saliendo de la ventana del
despacho. Ante el temor, el conejo va entonces a pedir ayuda, sin saber que el
brazo pertenece a una niña gigante, y la multitud que se reúne afuera comienza
a proponer varias soluciones para retirar el brazo, todo son opiniones,
conjeturas, debates, discusiones, e incluso se llega a proponer que se prenda
fuego al estudio. El capítulo termina cuando la multitud comienza a arrojar
panecillos mágicos, que habían sido fabricados en multiples congresos,
jornadas, cursos, seminarios sobre mediación y gestión de conflictos, por la
ventana. Alicia come algunos y disminuye de tamaño hasta poder salir del
Estudio. Alicia huye de la multitud y se pierde en un bosque cercano, donde se
detiene frente a una seta gigante.
QUINTO- El consejo de una
oruga
Una vez huida al campo,
necesita respirar y ver que su intención de huir de la toga, no es una quimera,
se encuentra encima de la seta gigante, una oruga azul sentada y fumando. En
ese momento la Oruga le pregunta a la niña sobre su identidad, sobre quien era
y que hacía allí. Alicia, la nuestra, la mediadora, no pudo responder de una
manera sencilla, pues consideraba que, tras haber cambiado de tamaño varias
veces, su propia identidad se había perdido y en ese momento ella misma ya no
sabía quién era, si graduada en derecho, abogada, mediadora y se preguntaba,
¿sabrán en este bosque lo que es la mediación? Ambos, oruga y mediadora
discuten, pero no llegan a ninguna parte: quién eres, para que sirve, crees que
podrás vivir de ello…. Finalmente, Alicia expresa su inconformidad con su
estatura actual de siete centímetros, al considerarla una mínima y sin interés
para nadie. Es entonces cuando la oruga, quien supimos después que es
orientadora y terapeuta, se marcha ofendido tras el encuentro y discusión de
las funciones de ambos, no sin antes decirle, que aquella seta que les había
unido en el encuentro, también puede afectar su estatura, para disminuirla, si
comía de un lado de la seta, o para aumentarla, si comía del otro. Como Alicia
no podía saber qué lado era cual, cortó dos pedacitos de los extremos opuestos.
Al probarlos, los pedacitos surtieron el efecto esperado: uno hacía que Alicia
encogiera, mientras que el otro estiraba su figura y la hacía ver
desproporcionada. ¡Madre mía! Pensó estando sola. Así tuvo que comer varias
veces de cada uno de los pedazos hasta alcanzar una estatura satisfactoria.
Finalmente, Alicia vio una casita de un metro y veinte de altura, a la que
decidió llamar, por lo que ajustó su estatura a veinticinco centímetros.
SEXTO- El Cerdo y la pimienta
Antes de que Alicia se
decidiera a acercarse a la casita, que parece ser como lo que llamaríamos la
sede de una Colegio Profesional, surgió detrás de ella, del bosque, quien
parecía ser un administrativo, diríamos hasta un repartidor, con un letrero en
la espalda que ponía “SEUR”, pero tan
raro que tenía cabeza de pez. El correo llama a la puerta y aparece un segundo profesional,
con cabeza de rana. Es entonces cuando nuestra mediadora, escucha que el Pez trae una invitación para la DECANA, gestora
de la casa, de parte de la Reina de Corazones, para jugar al croquet. Alicia se
dirige a la puerta y entra en la sede
Dentro a quien llamaron DECANA,
sostiene a un bebé junto a su secretaria, quien prepara una solicitud de turno
de oficio, a juzgar por el ambiente, tiene demasiada pimienta, ambas
manifiestan, que el asunto es turbio. También está en el suelo un gato
sonriente, al que la Decana presenta como un gato de Cheshire. La regidora de
la “casa” entrega el bebé a Alicia para que lo arrulle un poco, y aprovecha
para desaparecer arguyendo que debe asistir al juego de croquet de la Reina.
Cuando Alicia intenta mecer al bebé, que se movía incansablemente, seguramente
un nuevo letrado joven piensa, como ella, este comienza a transformarse en un
cerdo. Alicia sale de la casa y pone al cerdo en libertad, que el decida, lo
que quiere ser.
Es entonces cuando nuestra Alicia
continúa su camino por el bosque, donde se reencuentra con el Gato de Cheshire,
quien la invita a visitar al Sombrerero y a la Liebre de Marzo.
SEPTIMO- Una merienda de locos
Cuando Alicia llega a la casa
de la Liebre, observa que esta, el Sombrerero y un Lirón se encuentran tomando
té al frente a la casa. Hablan y hablan de cosas que Alicia no comprende
todavía, que si Programación Neurolingüistica, que si coaching, que si inteligencia
emocional, parece una merienda de locos, tras que Alicia se une a ellos, al
poco tiempo sale de allí, pensando que hay mucho que trabajar para ser lo que
quiere ser y sobre todo, compartir con quienes tiene que compartir. Es entonces
cuando Alicia encuentra una puertecita en un árbol, la cual atraviesa para
entrar al jardín de croquet para poder jugar.
OCTAVO- El croquet de la reina
(juego anglosajón, al igual que el inició seg--ún dicen de las ADR)
En este capítulo, Alicia trata
de dominar a un flamenco para comenzar el juego de croquet.
En la entrada del jardín,
Alicia encuentra a tres jardineros pintando un rosal. Los jardineros habían
plantado un rosal blanco donde debía haber uno de color rojo, por lo que
estaban pintando las rosas, apurados, antes de que la reina descubriera el
error. Sin embargo, a lo lejos, observa que los reyes de corazones y su cortejo
pasaron por allí. La reina, al descubrir el error de los jardineros, ordena que
sean decapitados. Para evitarlo, porque a ella no le gusta nunca decisiones
arbitrarias y la justicia no es para aplicarla sin oir a cada parte, Alicia
esconde a las cartas y los verdugos, para salir de la situación, hacen creer a
la reina que ya cumplieron con la sentencia. ¿Hizo mal?, eso pensaba, pero
también es cierto que el derecho no puede primar sobre la justicia, es aquel el
que debe adaptarse a ésta.
Entonces la reina ordena
entonces que vayan hacia donde se jugará al croquet, e invitan a Alicia a
participar en el juego. Alicia los acompaña y percibe que a su lado va el
Conejo Blanco, el gran abogado, quien estaba aterrado por la imponente
presencia de la reina, la justicia, el Tribunal. El Conejo con su Toga, casi no
habla en el trayecto, únicamente lo suficiente para informar a Alicia que la Decana
había sido hecha prisionera por llegar tarde al juego.
Una vez en el campo, Alicia ve
que el juego tiene características peculiares: en vez de bolas, se usaban
erizos llamado “autos”, y en vez de mazos, flamencos llamados “Providencias”.
Tampoco había arcos, pero en su lugar los naipes se colocaban en cuatro patas
para marcar el curso del juego, asi se postraron aquellos que hacían llamarse,
Código Civil, Código Penal, Código Mercantil…. Todo el mundo jugaba sin ningún
orden, discutiendo continuamente; los “autos” escapaban cuando podían, y la
Reina de Corazones ordenaba que le cortaran la cabeza a todo el que se le
ocurría hacerlo, no se trataba según decía ella de ejecutividad, sino de
ejecutoriedad… que palabras madre mía.
En medio del caos, aparece en
el aire la cabeza del Gato de Cheshire, y Alicia se siente aliviada de poder
conversar con alguien conocido. La Reina de Corazones, Jueza al caso se siente
intrigada por el gato, por esta nueva prueba y al verlo, como era su costumbre,
ordena que le corten la cabeza, lo inadmite. El verdugo y la reina se confunden
terriblemente, pues el gato sólo había hecho aparecer su cabeza y no era
evidente que hubiera un cuerpo de dónde cortarla. Alicia sugiere que, para
aclarar la confusión, habría que preguntarle a la Decana que, al fin y al cabo,
era la dueña del gato y podría trabajarse la “mediación intrajudicial”... toda
una declaración de intenciones, que la Reina admite.
NOVENO- La historia de la
Falsa Tortuga
La Decana se porta muy
amablemente con Alicia, al contrario de lo relatado en el capítulo VI, lo que
hace pensar a Alicia que tal vez la pimienta tiene un efecto negativo en el
carácter de la gente; se trata según ella y así se lo hace saber a la Duquesa,
la Decana, de conseguir en este mundo fantástico cambiar la “cultura del
pleito” por la “cultura del acuerdo”. Piensa también que el vinagre y la manzanilla
deben ser también negativos, y que es preferible el consumo de azúcares y
golosinas para tener buen carácter. De repente aparece Su Señoría, la Reina de
Corazones y ahuyenta a la Decana. Es en ese momento, cuando la Magistrada parece
haberse olvidado del juego de croquet, del gato y de sus súbditos, pues lleva a
Alicia ante un grifo durmiente, y le pide a este que lleve a la niña donde se
encuentra la Falsa Tortuga, para que le cuente "su historia". No es tan fácil cambiar la historia de la
justicia en España.
DECIMO- El baile de la
langosta
La Falsa Tortuga, anciana
sabia, dicen que catedrática de la vida, porque según estos lares sabe más el
diablo por viejo que por diablo, canta una canción sobre un baile de langostas
en el fondo del mar. Alicia, por su parte, narra sus aventuras desde que cayó
por la madriguera del Abogado, el Conejo Blanco. El Grifo y la Falsa Tortuga
escuchan hasta el encuentro con la Oruga Azul, y encuentran la historia muy
extraña. La Falsa Tortuga canta entonces una canción sobre la sopa de tortuga, es
sonido importante, porque la letra habla de negociadores, conciliadores, hombre
y mujeres de paz y súbitamente son interrumpidos por un ruido lejano que
anuncia el comienzo de un juicio. El Grifo toma a Alicia y la lleva corriendo
al juicio, mientras la Falsa Tortuga se queda hasta que termina su canción. No
está para correr. Siempre le escucharán y siempre estará ahí, para quien quiera
saber los orígenes de todo.
UNDÉCIMO- ¿Quién robó las
tartas?
El Conejo Blanco, vestido con
Toga y birrete, como heraldo de la corte, se encuentra en escena y Alicia llega
al lugar en el que se efectuará el juicio, y ve que se ha constituido un jurado
de animales frente a los tronos del Rey y la Reina, Tribunal al efecto de
Corazones, alrededor de los cuales estaba el mazo de naipes y una multitud de
animales espectadores. El juicio es público… los testigos no pueden entrar. El
acusado era la Sota de Corazones, ya que detrás de cada problema hay
sentimientos, emociones, que representan los corazones, nuestro mazo en la
vida; y el Conejo Blanco oficiaba como insigne abogado. Según contaba en su
alegato El Conejo, la Sota era acusada de haber robado las tartas que la Reina
preparó "en un día de verano". El Sombrerero fue llamado como primer
testigo, y acudió acompañado de la Liebre de Marzo y el Lirón. El testimonio
del Sombrerero rápidamente derivó en una discusión con el Juez Corazones, quien
estaba intrigado por la etiqueta del sombrero y por el té que el Sombrerero
tomaba antes de llegar. Mientras esta discusión tenía lugar y los personajes
dejaban de prestar atención al juicio, Alicia comienza a crecer repentinamente.
Es su momento, porque el Abogado le
llamará como testigo…
DUODÉCIMO- La declaración de
Alicia
Estamos llegando al final de
nuestra historia de Alicia, en el País de los Conflictos; es el momento en el
que nuestra mediadora Al olvidar que súbitamente recuperó su altura normal, se
levanta para comparecer como testigo y derriba sin querer todo a su alrededor.
El testimonio de Alicia termina enseguida, al preguntarle el Rey, el Juez qué
sabe de este asunto, a lo cual Alicia responde que nada. Le enseñaron el
llamado Secreto Profesional; pero si quiso aprovechar y en esta oportunidad que
le había dado el Conejo Blanco, hablar de las BONDADES DE LA MEDIACIÓN,
porque estas no son más que apostar por una JUSTICIA DE CALIDAD y ella estaba
decidida a seguir trabajando en post de una paz donde “los trapos sucios se
laven en casa” y nadie decida por nadie, sino que le ayude en su viaje en
la búsqueda de la solución.
Todo lo que había vivido en
este mundo fantástico, le había servido para darse cuenta de su verdadera
pasión.
En Alicia en el País de las
Maravillas, había sido un sueño, pero en nuestro Alicia en el País de lo Imposible,
ese sueño se había convertido en realidad; cuando despertó, se había dado
cuenta que no quería ser otra cosa que MEDIADORA PROFESIONAL.
Historia dedicada a todas las
mediadoras que día a día hacen el esfuerzo de apostar y dignificar esta profesión
de MEDIACIÓN.