"Un minuto hablando puede resolver toda una vida"
Un mediador es un analista, un animador, un diplomático, un monitor, un instructor, un "asistente al parto", un mago y un fotógrafo de la realidad capaz de facilitar que la justicia emerja en cualquier conflicto, desde un desahucio hasta un despido o un divorcio, indica este experto de la Universidad Pablo de Olavide
Profesor de Derecho Administrativo de la Universidad Pablo de Olavide y director de los títulos de Máster y Especialista en Mediación Familiar, Educativa y Comunitaria de esta misma universidad, Javier Alés Sioli es una apasionado de la mediación, en la que trabaja desde 1996.
Afirma que este método de trabajo genera una actitud positiva en las partes para resolver conflictos de diversos tipos. Además, es asesor del Foro Mundial de la Mediación, director de la Escuela Sevillana de Mediación, presidente de la Asociación Andaluza de Mediación Familiar AMEFA, director en España de la Fundación CERECO Embajada de Paz Argentina y miembro fundador de la Conferencia Española de Universidades por la Mediación.
-¿Qué es la mediación?
-La mediación es un método de trabajo, una actitud en la gestión de los conflictos, mediante el que expertos ayudan a las personas que están enfrentadas por algún motivo a que puedan encontrar sus propias soluciones.
-¿Cuál es la labor del mediador?
-Cuando se habla mucho de mediación pocas personas saben lo que significa, y sobre todo, la dificultad que supone ser mediador. Nuestra misión es conseguir que personas que perdieron la comunicación y que no están dispuestas a dar su brazo a torcer, sean capaces de reconocerse, de legitimarse y sobre todo de entender que sin necesidad de renunciar a sus valores o principios, sean capaces de llegar a acuerdos justos, estables y duraderos. Me gusta mucho comparar mi labor con otras profesiones.
-¿Cuál debe ser la formación de un mediador?
El mediador tiene una formación previa universitaria. En ese sentido, personas de áreas psico-socio-jurídicas están llamados a ser protagonistas en esta profesión y, en función de sus conocimientos, tendrían que fomentar su formación en distintas áreas, sobre todo comunicación verbal y no verbal, técnicas de negociación, ética y deontología, habilidades, o creatividad.
-¿Cuáles deben ser sus cualidades?
-Necesitamos moderar las exigencias de las partes: ser moderador. Comprobar la receptividad a la mediación y analizarla: ser analistas. Reducir la hostilidad entre las partes: ser pacificador. Ofrecer sumarios de opiniones y matizar los avances: ser recopilador. Traducir los diferentes enunciados de las partes en la negociación: ser traductor. Alentar y ayudar a las partes a llegar a un acuerdo: ser animador. Saber conducir correctamente la disputa: ser diplomático. Neutralizar los aspectos negativos de la negociación: ser cable de tierra. Guiar y mantener el clima emocional: ser monitor. Educar a las partes en la negociación: ser instructor. Asistir al alumbramiento del acuerdo: ser asistente “al parto”. Crear ilusión y creatividad en una mejora de las partes: ser mago. Abrir el álbum familiar de lo positivo y negativo: ser fotógrafo de la realidad. De todo lo anterior, se desprende que existen multitud de herramientas, recursos y habilidades que están al alcance del mediador y que han de ser entrenadas para conseguir que el profesional esté legitimado dentro del procedimiento.
-¿Cualquier persona puede trabajar en ello?
-No, sinceramente no. Tengo que decir que con esta frase me he creado mis propios enemigos, pero pienso de corazón, haciendo una comparación, que igual que todo el mundo debe saber escribir, muy pocas personas pueden ser escritores. Con ese mismo análisis, creo que todo el mundo tiene derecho a saber técnicas de negociación que le ayuden en el día a día, pero no todas pueden ser mediadoras.
-¿Está suficientemente reconocido su trabajo?
-Creo que sí, porque la satisfacción de las personas a las que ayudamos es enorme, hasta el punto de que cuando nos encontramos por la calle terminan diciéndome: “No sabe lo que me acuerdo de usted… porque todos los días hago mediación”. Eso significa que el método, la técnica, la han hecho suya y que en su día aprendieron de sus propios problemas. Otra cosa es que sea reconocido. En este sentido, todavía queda mucho camino y sobre todo que las administraciones apuesten definitivamente por este método.
-¿Está suficientemente legislada?
-La mediación familiar que ha sido pionera en España, va ganando terreno en prácticamente todas las comunidades autónomas. El resto de apellidos ha tenido un importante antecedente con la Ley Nacional de Mediación en materia civil y mercantil de 2012, que ha sentado las bases que ahora hay que desarrollar. Y en el resto, como la mediación penal, sanitaria, métodos on-line, entre otros, empezarán a ser legislados en breve.
-En la actual situación de crispación que vive la sociedad, ¿qué papel puede jugar la mediación para solucionar conflictos?
-Como dice la Ley Nacional de Mediación en España ayudaría a crear una “justicia de calidad”. Pero no debemos olvidar que no me gusta que se hable de “justicia alternativa” sino de justicia “principal”. El mejor método para solucionar conflictos es la mediación, y sólo cuando no quepa por motivos de actitud o imposibilidad, entonces se debería acudir a la justicia ordinaria. Se nos ha olvidado muy pronto una frase que se decía antiguamente: “Los trapos sucios se lavan en casa”. Lo que sí es verdad es que hablar de todo esto hoy en día parece utópico y de locos. Pero este punto de locura es fundamental.
-¿Qué asuntos son susceptibles de mediación?
-Desde nuestra Escuela de Mediación solemos decir que la mediación tiene cabida siempre que exista un conflicto del apellido que sea, aún cuando expresamente esta contraindicada cuando existen malos tratos, agresión y, por supuesto, cuando las personas no son conscientes de su situación por alguna alteración patológica. Lo que sí está claro es que siempre que las relaciones de las partes enfrentadas, por el motivo que sea, continúen en el tiempo, no hay otra “medicina” recomendable que la mediación.
-En conflictos como los desahucios, las preferentes, los despidos... ¿Qué soluciones podría ofrecer la mediación?
-De todo tipo, porque vuelvo a decir que nosotros no damos soluciones, sino que exploramos las distintas posibilidades junto con las personas que estén sufriendo estos problemas, e intentamos que sean conscientes de los pros y contras que tiene cada situación y, dentro de lo posible, llegar a un acuerdo que pudiera satisfacer a ambos. ¿Dificil? Sí, pero también es apasionante. Acabamos de firmar un convenio para atender casos de desahucios.
-¿Y en un tema como el diálogo interreligioso?
-Igual. Hace ya varios años cuando se puso de moda la alianza entre civilizaciones, yo ya hablaba de mediación entre religiones. Todas a su manera propugnan la paz y la ausencia de conflictos. Entonces, ¿qué ocurre? Creo que los conflictos se deben al desconocimiento de los unos y los otros.
-El principal ámbito de aplicación de la mediación es en la familia, como los conflictos padres/hijos, las separaciones, las herencias... ¿Cómo se solucionan estos asuntos?
-Así ha sido años atrás, pero hoy nos encontramos igual con la mediación educativa, la mediación intercultural, o la mediación vecinal. Hablábamos antes de que las partes continúen viéndose o relacionándose en el futuro. Estos son los casos más típicos: divorcios con hijos, adolescentes en conflictos, repartición de herencias, e incluso hoy en día hay un aumento importante de acuerdos que nos requieren para el cuidado de personas mayores. Y la pregunta es: ¿Cómo se solucionan? Tengo que decir que si quieren, pueden y sobre todo intentando descubrir el verdadero interés de cada uno para encontrar los puntos de unión y reconocer un interés común.
-Cite algunos ejemplos de situaciones difíciles que se haya encontrado.
(Resopla). Muchísimos, por no decir todos. Hay que tener en cuenta que al ser la mediación tan desconocida todavía, nos vienen los casos ya en situaciones muy complicadas. Por citar alguno, me viene a la cabeza un caso de divorcio, en el que se había producido una infidelidad pero por parte de la mujer, quizás menos asumida socialmente que si hubiera sido el marido. O el caso de una madre soltera con un hijo adoptado que requería una y otra vez conocer sus orígenes.
-¿Si habláramos más tendríamos menos problemas?
-Así es, y parece incongruente cuando estamos en la era de la comunicación y además en una ciudad en la que se habla mucho. Pero no se dialoga tanto y tenemos que recordar algo que para mi es esencial: un minuto hablando puede resolver toda una vida.
-¿La mediación puede contribuir a descongestionar los juzgados?
-Es el gran dilema. Cuando yo empecé, allá por el año 1996, con la mediación ya se hablaba de que contribuiría a descongestionar los juzgados. Es verdad que hoy todo va a denunciarse o demandarse. Pero creo básicamente que la mediación es una actitud y si no quieres hablar, si no quieres reconocer, si no quieres aceptar las cosas, difícilmente habrá mediación. Creo que tanto la Ley de Tasas como la publicidad que se de a la mediación va a hacer que vayan más personas a mediación, pero también pienso creo que se realizará el mismo número de mediaciones.
-¿Cuál es el coste de contratar estos servicios?
-En principio las partes y el mediador, o la entidad mediadora, tienen libertad para fijar los honorarios. No obstante, para el caso de las mediaciones familiares se viene a pagar entre 90 y100 euros por una sesión de unos 90 minutos, liquidándose al 50% por cada una de las partes enfrentadas. Luego la mediación costará según el número de sesiones que necesiten las partes. Por eso también es un error pensar que va a ser más barato. Siempre va a depender de la actitud más o menos beligerante de las partes. Lo que sí es cierto es que con esta fórmula ellos están suficientemente interesados en ser eficientes cada vez que nos reunimos.
-La Universidad Pablo de Olavide, de la que es profesor, lleva muchos años trabajando la mediación, ¿puede contarnos qué se está haciendo?
-Somos pioneros en muchas cuestiones. Hay que tener en cuenta que en nuestro campo principal, que es la formación, llevamos ya diez años celebrando cursos de especialistas, talleres de verano en Olavide en Carmona, jornadas y congresos, o cursos a través de internet. Además también se han desarrollado cursos para el personal de administración y servicios de la Universidad Pablo de Olavide y se creó una revista digital trimestral denominada Mediatio para difundir trabajos, artículos, o noticias, y que ya va por su número 5. Pero quizás de lo que nos tenemos que sentir especialmente orgullosos es de participar en numerosos proyectos y que, a través mía, formemos parte del World Mediation Forum, de la Embajada de la Paz CERECO del Senado Argentino, y recientemente de la Conferencia de Universidades por la Mediación (Cuemyc), de la que somos miembros fundadores.
-¿Reconocen las administraciones el papel de la mediación en la resolución de conflictos?
-Cada vez más. Se están dando cuenta de los beneficios sociales y personales, además de los institucionales, que tiene este método de trabajo. Sí será un reto, para aquellas cosas que sean de libre disponibilidad, que las administraciones también puedan ser partes en una mediación porque en sus conflictos con los ciudadanos quieran negociar, ceder y conceder.