Cuantas veces habremos oído esta
frase tan recurrente, cuantas veces habremos pensado que no es ni blanco ni negro,
sino distintos tonos de gris. La verdad es que fue Aristóteles, quien
dijo que “la virtud es una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un
término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto”.
Así, debemos entender los mediadores, que cuando nos encontramos en plena
negociación de un conflicto, ese es nuestro campo de acercamiento, ya que
debemos movernos entre el exceso y el defecto, el mucho y el poco, el todo o el
nada.
Si queremos de verdad
conseguir ser mediadores de ambos, representar los intereses y necesidades de
ambos, no hay nada como el “término medio”.
Estar en este “término” supone
que las partes enfrentadas, sean consciente de que se encuentren en la misma
distancia hacia la posición de uno o de otro y se encuentra a igual distancia
de los dos extremos. Allí encontramos la verdadera “cordura” y es donde las
partes manifiestan que “entienden lo que dice la otra, aunque no la compartan”
Con ello querido lector o
lectora, no quiero decir que, para conseguir un acuerdo justo, este tenga
que ser siempre al cincuenta por ciento, sino más bien, que para acercarnos
a que las posturas se aproximen y tengan un campo de cultivo para el acuerdo,
busquemos el término medio, con independencia de si ello supone total igualdad.
Equilibrio, orden o armonía, son las palabras que encontraremos en el término
medio, porque no existen por mucho que asó lo digan, posicionamientos inamovibles
ni principios inquebrantables.
Ese punto medio al que hoy os
quiero llevar, permite la equidistancia, lejos del enfrentamiento extremo, donde
se construyen los acuerdos y donde se manifiestan impulsos más reflexivos.
Son muchas las ocasiones donde
no es posible encontrarlo, lo se, pero también se, que contar hasta diez en
cada decisión, nos permitirá alejarnos por un momento para volver a
encontrar la equidistancia, y ser manifestante y observador, de lo que la otra
parte nos quiere decir.
Empatía le llaman, pero no hay
otra forma de mezclarla con nuestra asertividad y con ello no quiero tampoco
decir que tengamos o tengan, si hablamos de negociación, que renunciar a lo que
verdaderamente quieren, solo que vean, que existen “tonalidades de gris” que
marcan el término medio.
Muchos autores, no solo hablan
de este “termino”, desde las relaciones humanas, sino también mirando a tu
interior. No me digáis que no conocéis a muchas personas que cuando os
hablan, hablan de las bondades exquisitas de lo que ellos defienden o tienen,
como si todo lo exterior fuera peor de lo que ellos piensan, y son pocos,
aquellos que comentan las bondades, diciendo que es lo que a ellos les gusta,
pero, que también hay otras de otro tipo que pueden gustar más a otros. Eso es
buscar también el término medio.
Por eso, los mediadores, como “educadores
del alma” debemos relativizar mucho cada historia, que en su contenido está
velado por el “ego” de que lo suyo es lo mejor, y saber conducir la disputa y
el diálogo hacia el respeto de cada posición.
Temas controvertidos como la educación
de nuestros niños, la estancia con ellos o como se les debe tratar, debemos ser
capaces de reconducir entre ellos para hacer ver que cada uno tiene su parte de
razón en el conflicto familiar que les atañe. Y en ese sentido, trasladarlo a
cualquier ámbito, mercantil, vecinal o de cualquier otro tipo. Ni que decir
tiene si de lo que hablamos es de religión o la política, debemos ser capaces
de empatizar.
Y también, quiero poner el
énfasis en algo muy importante, sin lo cual, no llegaremos a ese ansiado lugar
de encuentro: el respeto
Eso nos/les llevará a darse
cuenta que ambas posiciones, pueden tener razón en determinados aspectos, pero
de manera absoluta no se puede estar de acuerdo con ninguna de las dos.
Nadie dijo que fuera fácil, pero intercambiar formas de ver las cosas, escuchar y analizar, hace que las partes se den cuenta que para conseguir, hay que ceder y ello es lo que nos acerca a ese “término medio”
2 comentarios:
Gracias Maestro siempre, qué importante el término medio y el respeto. Un abrazo.
Gracias
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