DOCUMENTO
QUE TODO MEDIADOR/A DEBE TENER, descárgatelo GRATIS en PDF. Se trata de un
estudio de investigación pormenorizado donde se analizan distintas costumbres
ancestrales y actuales, sobre como gestionar los conflictos en determinadas
comunidades del mundo. Encontrarás las costumbres
- Hawaianas
- Toltecas
- El
Tribunal de las Aguas de Valencia
- El Honor
Beduino
- Los
Samurais de Japón
- El Balcón
de Derechos de Brasil
- Ubuntu de África... y muchos más en este enlace
111 comentarios:
Gracias Javier! Me encantan tus aportes generosos!
Brutal
El Ho'oponopono en la cultura hawaiana es impactante porque muestra un enfoque de resolución de conflictos profundamente espiritual y comunitario. Lo que más llama la atención es la manera en que el proceso está integrado a la filosofía de vida hawaiana, ya que se basa no solo en resolver el problema concreto, sino en restaurar la armonía familiar y espiritual.
Las nueve fases del Ho'oponopono, que incluyen plegarias, confesiones, un compromiso de abandonar el conflicto y un ritual de perdón (el “Mihi”), son muy diferentes de las prácticas de mediación típicas, que suelen enfocarse en soluciones prácticas y rápidas. En cambio, aquí el proceso es lento, valorando el tiempo necesario para que la verdad y el consenso emergen naturalmente.
Este enfoque sugiere una creencia profunda en el poder del perdón y en la fuerza de los vínculos familiares, dándoles un sentido sagrado que, al romperse, puede resultar en la expulsión de la tribu. Este tipo de mediación resalta la importancia del compromiso emocional y espiritual en la resolución de conflictos, algo que resulta poco común en muchos sistemas de mediación occidentales.
Tras leer el documento me quedo con la cultura japonesa la cual habla sobre el código samurái, conocido como Bushido, el cual tiene una profunda relación con la justicia, ya que establece principios éticos y morales que guiaban la conducta de los samuráis.
Estos principios estaban estrechamente ligados a la noción de justicia, entendida no solo como la aplicación de la ley, sino también como una virtud personal y un compromiso con el deber moral. Por ello me quedo con el Bushido el cual exaltaba valores fundamentales como el honor, la lealtad, la rectitud, el coraje y la sinceridad.
La costumbre que me parece más tradicional pero más llamativa es la cultura Hawaiiana. En esta, como en múltiples culturas se le da la capacidad o la voluntad de resolución de conflictos a las deidades a través de un Haku, que es el mediador terrenal, por así nombrarlo, llamada tradicionalmente como HO, PONOPONO.
Gracias a esta cultura, la resolución de costumbres sigue un ritual que consta de 9 fases: la primera trata de que el Haku provoque una situación de encuentro donde se pueda iniciar la mediación. Para comenzar el proceso se realiza una plegaria inicial a las deidades para que esta resolución esté dotada de sinceridad y empatía. Una vez aquí, se focaliza en identificar cuál es el problema que ha iniciado la disputa para poder resolverla mediante el diálogo e implementar un acuerdo oral, como si fuera un contrato para que esta cuestión no cause futuros problemas en la relación familiar.
Gracias a esto, se reza para agradecer a las deidades su implicación en la resolución del conflicto. Finalizando la mediación con una comida ritual y con la incorporación de las personas en su rutina habitual, pudiendo superar los inconvenientes ocasionado tras la problemática.
Esto es especialmente llamativo, porque es una forma de resolver conflictos que en cualquier momento de la historia se ha podido utilizar en las demás culturales. Puesto que, mediante la religión y la creencia se han resuelto la mayoría de los conflictos y incertidumbres de la historia del ser humano.
Lo que cuestión que más me ha llamado la atención a sido que si un integrante de la familia no está dispuesto a llevar a cabo el ritual o lo inicia pero no lo termina, esta persona es retirada o abandona del núcleo familiar, provocando su ostracismo.
Además, hay una terminación simbólica del conflicto mediante el corte de un cordón que retira los enfrentamiento psicológicos de la unidad familiar. Esto, es una variación de lo que se lleva a cabo en nuestra cultura a través de la firma del acuerdo de finalización de la mediación, como forma permanente y de confianza de que ambas partes llevarán a cabo su papel ante un juez o que no se ha llegado a un acuerdo conveniente para las partes. Es llamativo las semejanzas que encontramos en culturas tan distintas y orígenes tan distinguidos.
Carmen Soto González:
Desde las enseñanzas de la Torá hasta los Cuatro Acuerdos de la filosofía tolteca, pasando por los rituales y símbolos de paz de diversas comunidades, cada una de estas prácticas aporta una visión única sobre la resolución pacífica de disputas. Sin embargo, pienso que todas comparten un enfoque común: la importancia de la paz, la reconciliación y la justicia como principios fundamentales en la resolución de disputas. Ahora, me gustaría compartir cuál de estos enfoques me ha resonado más y por qué.
El ejemplo de los Cuatro Acuerdos de la filosofía tolteca me parece particularmente valioso, ya que invita a una reflexión interna y a un cambio de perspectiva, esencial para resolver cualquier conflicto. Hace tiempo leí el libro de los cuatro acuerdos del Dr. Miguel Ruiz y me cambió totalmente la forma de percibir las cosas.
En mediación, el primer acuerdo, ser impecable con las palabras, se refiere al poder que tienen las palabras para construir o destruir. En la mediación, esto es crucial, ya que una palabra mal dicha puede escalar un conflicto, mientras que una palabra cuidadosa y bien pensada puede allanar el camino hacia la resolución. El segundo acuerdo, no tomarse nada personalmente, resalta la importancia de mantener una perspectiva neutral y objetiva al mediar entre las partes en conflicto, evitando reacciones impulsivas o prejuiciosas que puedan complicar aún más la situación. El tercer acuerdo, no hacer suposiciones, es vital para evitar malentendidos y conflictos innecesarios. En mediación, esto se traduce en la importancia de hacer preguntas abiertas y aclaratorias para asegurar que se comprende la situación desde todas las perspectivas. Finalmente, el cuarto acuerdo, hacer siempre el máximo que puedas, refleja la necesidad de dar lo mejor de uno mismo al mediar, buscando soluciones justas y equitativas para todas las partes involucradas.
En resumen, creo que el texto nos recuerda que la mediación no solo trata de resolver conflictos, sino también de cultivar la empatía, el entendimiento y la paz en todos los niveles de nuestra vida, desde lo personal hasta lo comunitario. Las religiones y filosofías mencionadas nos ofrecen herramientas poderosas para alcanzar esos objetivos, enseñándonos a vivir de manera más armoniosa y a trabajar por el bien común.
fomentando la reconciliación y el entendimiento mutuo.
Después de leer el documento, lo que más me impacta es la cultura japonesa, especialmente el código samurái conocido como Bushido, que está profundamente vinculado con la justicia. Este código establece principios éticos y morales que guiaban la conducta de los samuráis, principios que se relacionan estrechamente con la noción de justicia, no solo entendida como la aplicación de la ley, sino también como una virtud personal y un compromiso con el deber moral. Por eso, me quedo con el Bushido, que resalta valores fundamentales como la lealtad, la sinceridad y el honor.
Me ha resultado muy interesante la filosofía Ubuntu de África porque propone una visión de la vida centrada en la interconexión entre los seres humanos algo poco común.
La idea de que "soy lo que soy gracias a los demás" enfatiza cómo nuestras relaciones y la comunidad en la que vivimos, son fundamentales y necesarias para nuestro propio crecimiento personal.
Este enfoque, los lleva a pensar menos en el individualismo y más en el colectivismo, en el bien común, algo que creo que hoy en día, no prevalece en la mayoría de las culturas.
Lo que más me atrae de Ubuntu es su énfasis en valores como la empatía, el perdón y la solidaridad. Estas cualidades no solo son esenciales para superar conflictos, sino también para construir una sociedad más justa y mejor.
Por último, algo destacable de la filosofía Ubuntu, es que enseña que el sufrimiento de una persona afecta a todos, y que, al buscar soluciones que beneficien a todos, también nos beneficiamos a nosotros mismos.
Me ha llamado la atención la filosofía tolteca y su influencia en la resolución de conflictos mediante los conocidos Cuatro Acuerdos, formulados por el doctor Miguel Ruiz, basados en la sabiduría ancestral de los toltecas. Esta cultura mesoamericana, asentada en Teotihuacán (México), interpretaba la realidad a través de conceptos espirituales como el “Espejo Humeante”, una metáfora que describe cómo la percepción humana está nublada por ilusiones o “humo”. Este “humo” simboliza los prejuicios y suposiciones que impiden ver a los demás con claridad y sin juicios, lo cual es un obstáculo en la resolución pacífica de conflictos. Hay 4 acuerdos para la resolución de conflictos:
1. Ser impecable con las palabras
2. No tomarse nada de forma personal
3. No hacer suposiciones
4. Hacer siempre lo máximo posible
Estos cuatro principios de la cultura tolteca ofrecen un modelo de resolución de conflictos que va más allá de acuerdos superficiales, promoviendo una conexión y entendimiento profundos entre las partes.
Tras un viaje por las diferentes culturas no sólo he podido recordar algunas costumbres o conocimientos que tenía sobre ellas, sino que he podido aprender de muchas que no había escuchado si quiera hablar de ellas.
Mis pensamientos continuos durante toda la lectura eran sobre qué poco somos o qué tanto nos creemos, pero qué mal debemos de estar haciendo las cosas cuando dejamos cada día más de confiar en la palabra del que tenemos a nuestro lado diariamente. Con ello me quiero referir a que, comparando las diferentes culturas con la nuestra, para nosotros ante todo está la ley, lo que marquen los decretos, la palabra de un juez el día del juicio, y sin embargo a veces desconfiamos o seguimos yendo a “nuestro aire” pese a todo lo recomendado. Sin embargo, cuánto vale la palabra humana, cómo un simple hecho como un roce de narices en el Norte de África tiene un significado tan amplio, y nosotros desconfiamos día tras día, necesitando una firma en un papel que se borra, se olvida, pero lo vemos como lo primordial.
Tras ello, quiero destacar la comunidad Norteamericana, donde se hace explican los Mandamientos Indios, siendo cruciales en su forma de vivir, y respetándolos en todo momento. Además, me han recordado a esos conceptos que nosotros tenemos de “comportarnos como buenos cristianos”, o simplemente en seguir el sentido común de cómo tratar al prójimo, siendo todo ello igual que lo que mandan dichos Mandamientos. Por otro lado es curioso esta serie de normas que llevarán a una buena relación, ya que, desde mi punto de vista, todo es muy subjetivo: no todos damos cariño de la misma forma, no todos tenemos el mismo pensamientos sobre cómo es actuar correctamente, podemos tener ideas contrarias sobre cómo se actúa o cuál es el bien común… Pero con lo que más me quedo es que dentro de estos está el “disfrutar del viaje de la vida”, siendo un mandamiento precioso, que en nuestros momentos extremos (tanto buenos como malos) nos lo aplicamos, pero que diariamente se nos olvida.
Para concluir quiero resaltar la importancia que tiene la mujer ante el “Palabreo Wayuu”, ya que me ha llamado la atención la forma de verlas a ellas como aquellas que transmiten paz, que no van a actuar de forma violenta, sin embargo, en muchos casos nosotros vemos a la mujer como la más “rabua”, o incluso aquella que sabe mejor llevarse las cosas a su terreno.
Por todo ello, he pasado un buen rato leyendo estas páginas y descubriendo de las diferentes culturas, quedándome con la idea de que hay que mantener siempre la armonía, no actuar cuando ya la hemos perdido, y buscar siempre la unión o el máximo bienestar tras los conflictos, dejando atrás el rencor.
La tradición que más me ha llamado la atención es la hawaiana, especialmente por el rito que realizan para solventar las disputas y el gran contenido espiritual y simbólico que siguen. Centrado no solo en llegar a un acuerdo si no en que todas las partes se sientan bien emocionalmente.
Tras la lectura de este viaje a través de diferentes culturas, me quedo con varias imágenes que me han llamado la atención. Desde luego, como conclusión general, opino que tenemos mucho que aprender los unos de los otros y enriquecernos con otras culturas para mejorar la convivencia en las nuestras. Es admirable y me ha resultado sorprendente el gran uso que se hace de la mediación a lo largo del planeta, aunque muchas veces no se le dé ese nombre.
Me ha sorprendido enormemente el gran uso que se hace de la mediación en la actualidad en China, hasta el punto de que se recurre a ella más que al propio sistema judicial. También ha sido interesante conocer su origen en la filosofía de Confucio.
De los samuráis japoneses, me quedo con el trato al otro, que se mantiene, ya esté esta persona presente o no, y la importancia del cumplimiento de la palabra.
De los mandamientos de los pieles rojas del pueblo indígena, me ha asombrado la similitud con los principios de la mediación actual, y destaco el recordatorio de que somos parte de la naturaleza y que debemos tomar de ella solo lo necesario, siempre pensando en el bien de la comunidad.
Una de las formas de resolución de conflictos más llamativas, a mi juicio, ha sido la que llevan a cabo los beduinos. Estos nunca recurren a tribunales ni a la policía, sino que, a través de sus consejos tribales, logran solucionar y llegar a acuerdos que se mantienen a lo largo del tiempo, ya que toda la familia está comprometida en el proceso. También es destacable cómo se forma a los futuros “jueces”, haciendo partícipes a los jóvenes en todos los consejos tribales.
Nunca hubiera dicho que la filosofía hawaiana estuviese tan presente en nuestra mediación actual, pero me parece una excelente estrategia la organización de comidas y eventos sociales tras la resolución de los conflictos. Me ha llamado mucho la atención el poder de la simbolización con el ritual de cortar un cordón, lo que simboliza la desaparición de la atadura psicológica que muchas veces existe durante un conflicto.
Sin duda, también tenemos mucho que aprender de la colaboración entre palestinos e israelíes, conocer lo que sufrió el otro para ser capaz de dialogar, y cómo, mediante su diálogo, dan ejemplo a las autoridades políticas.
Me alegra saber que, en Venezuela, el papel de la mujer es crucial en la mediación y cómo existe la idea de derrotar la violencia con la palabra para evitar la guerra. También me ha dibujado una sonrisa el hecho de que, a día de hoy, se mantenga en Valencia el Tribunal de las Aguas como una forma de resolución de conflictos que ha llegado hasta nuestros días.
De la filosofía tolteca, me parece muy destacable el mandamiento que afirma que no se deben hacer presunciones.
Han sido muchas las lecciones aprendidas tras esta lectura, que se pueden incorporar a nuestro propio estilo de resolución de conflictos y al panorama de mediación de nuestro país.
Aunque todas son muy interesantes, me quedo con las virtudes del samurai. Me gusta porque creo que ensalza los valores humanos. Los samurais son muy leales a los suyos, no contemplan la traición ante nada y tienen como máxima la verdad y honestidad en el decir y en el hacer. Creo que es verdaderamente una cultura muy admirable ya que el nivel de entrega a estos valores por su parte es total, los asumen como parte de su identidad y creo que la divulgación de esta forma de pensar puede darnos mucho que pensar a otras culturas.
Me ha llamado mucho la atención la cultura Ubuntu en África. Esto significa “Yo soy porque nosotros somos”, un concepto representativo de un estilo de vida comunitario. Se le da mucha importancia al bienestar de la comunidad y destaca la importancia de ver a los demás como una extensión de uno mismo.
En el mundo de la mediación, esta filosofía nos muestra cómo un conflicto es una oportunidad para encontrar soluciones que beneficien todos, fortaleciendo la cohesión grupal y no el simple hecho de ganar o perder. Aplicar esta cultura en el ámbito de resolución de conflicto puede resultar muy positivo, ya que fortalece el respeto mutuo y la compasión
La cultura japonesa es la que sin duda más me ha gustado y llamado la atención.
La tradición japonesa del bushido (código ético de los samuráis) recoge una serie de cualidades que son aplicables tanto en la conducta de los samuráis como en la vida personal.
Entre estas cualidades están la justicia, el coraje, la humildad, el sentido del deber, la lealtad y el honor, valores que considero fundamentales cultivar y desarrollar. El bushido no solo se centra en la fuerza o el poder, sino que combina la disciplina, respeto, ética y honor en todos los aspectos de la vida de las personas.
El bushido recoge que los samuráis tienen que actuar con justicia y honor y si expresan algo de palabra tienen que cumplirlo puesto que la sinceridad es algo primordial. Como el honor es lo más importante su palabra es suficiente garantía de que van a cumplir con lo que han dicho.
Lo que más me ha llamado la atención del bushido es que para la resolución de conflictos se basan en principios morales como la empatía y el respeto en lugar de recurrir al enfrentamiento, ya que estas cualidades hacen que se origine un entorno de confianza y respeto, algo que en el contexto de un proceso de mediación es primordial. También me ha llamado la atención que el honor y la ética prevalecen sobre todo y que incluso con sus enemigos actúan con justicia y cortesía.
Personalmente, la cultura que más me ha interesado debido a su entendimiento y forma de aplicación de la mediación es el distrito de Kup, en Papúa Nueva Guinea. Este pueblo utiliza la unión y el debate para la resolución del conflicto a través de un grupo principalmente de mujeres generando un comité donde cada una de las mujeres representa a un clan de Kub. De esta manera todas las personas tienen voz ante los conflictos.
Este estilo de mediación me ha resultado especialmente llamativa e importante debido a diferentes puntos. Por un lado utiliza el papel de la mujer para resolver los conflictos relacionados con la violencia de género, lo que empodera eficazmente a las mujeres de la región. En pocos países hemos llegado a la posibilidad de que las mujeres sean las principales responsables de mediar ante conflictos de la población a nivel político, este estilo de mediación supone un gran avance sociopolítico, dándole un rol activo a las mujeres ante su situación de vulnerabilidad en los casos de violencia de género.
Este estilo de mediación también me ha resultado importante debido a los conflictos más tratados como pueden ser la violencia de género, ya tratado anteriormente, entrenamiento en derechos humanos, la adquisición subsidios entre otros. Este comité impulsa la paz entre la población poniendo el foco de intervención en los puntos más relevantes en la actualidad, fomentando no solo la solución de los conflictos en el momento si no enseñando a evitar futuros conflictos o a solucionarlos a través de la comunicación.
Sin duda, el resto de países debería aprender de esta cultura de la mediación basada en el respeto, la comunicación y el empoderamiento del pueblo.
La cultura samurái es interesante porque, aunque estos guerreros vivían en un contexto bélico, su código de bushido promovía valores que son esenciales en la resolución pacífica de conflictos. Estos valores como el respeto y la justicia son útiles en cualquier situación, incluso en contextos no violentos como la mediación.
El compromiso del samurái con la verdad, el respeto y su palabra firme son esenciales en la mediación, ya que fomentan la confianza entre las partes y promueven acuerdos duraderos. Su capacidad para ponerse en el lugar del otro facilita la comprensión de las necesidades de todos los involucrados. Además, el bushido enseña a respetar incluso a los oponentes, creando un ambiente de diálogo y reduciendo la hostilidad. La lealtad, responsabilidad y honor del samurái reflejan el compromiso de un mediador con soluciones justas y éticas, buscando siempre el bienestar de las partes.
Para mí, la tradición que me ha llamado más la atención ha sido el Ubuntu y, es que además, nunca antes había oído hablar de ella.
Aún así, aludiré a otra mencionada en el libro, debido a que al analizarlas he observado que están ambas muy relacionadas.
Nunca antes había escuchado esta filosofía extendida por toda África, la cual me ha recordado al leerla la importancia del elemento subyacente que la sustenta, siendo este, las relaciones sociales, es decir, aquí la clave está en que la persona debe comprender que, “Ella es lo que es, debido al otro”.
Básicamente, esta filosofía realza la comunidad y no el individualismo, siendo muy significativo en la profesión de mediación, ya que esta consiste en que mínimo dos personas lleguen a un acuerdo.
De la misma forma se fomenta un enfoque colaborativo entre las partes provocando así, que se acerquen de una manera más efectiva en la búsqueda de las soluciones, es decir, buscando pactos que beneficien a ambas partes implicadas.
De la misma manera, en el mismo proceso de mediación se le puede enseñar a la persona de forma implícita la clave de esta filosofía y, es que al lograr un acuerdo, siendo la obtención de este el motor de motivación para asistir a las sesiones mediación, estas deberán ir captando, que el acuerdo no es más que para superar un obstáculo y, que en relación a dicha filosofía lo grandioso sería gestionar posteriormente de forma adecuada esa relación, ya que, lo que se persigue idílicamente es que vuelva a ser o al menos acercarse, a ser, un vínculo de armonía y cohesión con el otro, porque el objetivo latente es ver al otro como parte de mi equipo, comunidad, logrando todo esto mediante el perdón.
Para ir terminando, cabe destacar que si esto se instaura en una comunidad, como ha pasado en África se logra poner el foco de atención en la unión con el otro y no en la competitividad, logrando así que las personas alcancen una meta común en la que todos se sientan ganadores.
Asimismo, otra costumbre que me ha dejado atónita ha sido Los Tambores de la paz en Haití, ya que, parece que está en sintonía con la comentada anteriormente y, es que un simple acuerdo ocasionó una gran solución, siendo esta que no se llevaran a cabo matanzas entre los distintos territorios que firmaron el pacto, realzando, por ende, la idea de que de esta manera todos los pueblos ganan.
Para poder ver la semejanza entre estas tradiciones, explicaría dicho acuerdo mediante la actitud que tuvieron que tener para afrontarlo, es decir, claramente estamos hablando de que se promovió entre los líderes de los determinados territorios de Haití una actitud Ubuntu, ya que, tomaron conciencia de que esto llegaba a ser beneficioso para cada pueblo, es decir, para Haití en general y por ende, dándole una vez más poder al perdón y a la reconciliación, debido a que han sido y serán elementos claves para un buen proceso de armonización ante cualquier conflicto.
Una de las costumbres de mediación que más impresiona es la de los samuráis en Japón, con su código de valores denominado Bushido. Este código incluye valores como la justicia, la honestidad, la fidelidad y el manejo emocional, y está fuertemente vinculado al sentimiento de responsabilidad y honor. En la práctica, los samuráis no necesitaban "dar su palabra" de manera formal, dado que la simple expresión de un compromiso era vista como suficiente, una acción que simbolizaba la conexión entre palabra y acto. Además, demostraban respeto y cortesía incluso hacia sus adversarios, fomentando un sentimiento de empatía y autocontrol que es elogioso en el ámbito de la mediación.
Esta perspectiva ética y disciplinada del conflicto evidencia cómo los valores pueden estar profundamente enraizados en la cultura y pueden convertirse en instrumentos potentes para solucionar problemas, un aspecto que continúa siendo útil para los mediadores contemporáneos. Estos principios enfatizan la relevancia de la integridad y el respeto en toda negociación, proporcionando una visión que va más allá de la solución instantánea del conflicto para La Paz duradera.
La cultura japonesa es la que más me ha llamado la atención, ya que tiene una forma de ver el honor y la lealtad que me llama mucho la atención, sobre todo en el código samurái o bushido. Este código no sólo regía la vida de los guerreros en combate, sino que se extendía a toda su vida, enseñándoles a ser justos, a actuar con integridad, a ser respetuosos incluso con sus enemigos y a cumplir siempre con su palabra. Por otro lado, me llama la atención cómo estas virtudes no solo eran una guía en tiempos de guerra, sino también en momentos de paz, donde los samuráis ponían su fuerza al servicio de los más vulnerables, actuando como mentores y protectores. Por último, un aspecto que me ha resultado interesante es cómo este código, a pesar de ser tan antiguo, sigue influyendo en la sociedad japonesa hoy en día.
Ho’oponopono hawaiano me ha resultado muy interesante porque representa una visión única y bastante espiritual de la resolución de cualquier conflicto.
Esta práctica hawaiana va mucho más allá de una simple mediación, ya que, además tiene la finalidad de restaurar la armonía no solo entre los individuos, sino también en el plano espiritual y familiar.
Aquí, no se centran en obtener una solución rápida como suele pasar muy a menudo, sino que por el contrario, cada fase, desde las oraciones que realizan hasta las confesiones que llevan a cabo, y también el ritual de perdón llamado “Mihi”, resaltan la importancia que tienen el tiempo, el compromiso y la también la verdad, que es indispensable en la resolución de cualquier conflicto dado.
El Ho’oponopono está basado en la creencia de que el conflicto afecta a la comunidad por completo y también a los lazos con los ancestros.
Es por esto por lo que la reconciliación es un acto que involucra a muchas personas, tanto aquellas vivas como al linaje espiritual (algo importante a destacar y muy distintivo).
Algo clave de esta práctica hawaiana es que se puede expulsar a alguien si alguien no desea comprometerse, lo que subraya la importancia de lo sagrada que es para ellos la unidad familiar. Además, el acto de cortar un cordón simboliza en esta cultura la liberación emocional, y es lo que finaliza este ritual, creando un cierre espiritual y emocional.
El, Ho’oponopono nos enseña que la espiritualidad y los lazos comunitarios podrían transformar una mediación en un proceso de crecimiento y también de sanación.
La costumbre japonesa es la que más me ha llamado la atención ya que tiene raíces en el legado de los samuráis. Su código ético (el bushido), enfatizaba valores como el honor, la lealtad, la sinceridad y la autodisciplina. Estas características de la conducta samurái, son también muy importantes en la práctica de la mediación actual.
Personalmente, el sentido del honor de los samuráis me resulta muy interesante, ya que estaban dispuestos a dar o quitar la vida para preservar el honor familiar o personal. Esto refleja el valor de la palabra y el compromiso del otro, mostrando una sociedad que priorizaba la sinceridad y la integridad. Su forma de actuar nos invita a reflexionar sobre la importancia del respeto mutuo y la responsabilidad en nuestras propias acciones.
De todas las culturas que se mencionan, la que más me llama la atención ha sido la de los samuráis de Japón. Lo que destaca de esta cultura es cómo los samuráis seguían estos principios de forma tan estricta que, cuando prometían algo, no necesitaban jurar, ya que su palabra era suficiente para ser considerada como un compromiso inquebrantable.
En el contexto de la mediación, estas virtudes se aplican para fomentar el respeto mutuo y la resolución pacífica de conflictos. Me ha llamado mucho la atención cómo estos valores, destinados en su origen a la vida marcial, se pueden adaptar a la vida diaria y la resolución de disputas de manera ética y equilibrada. Además, el hecho de que incluso en tiempos de paz, los samuráis utilizaran su conocimiento y habilidades para ayudar a los más débiles y servir como maestros, muestra un lado más humanitario y de servicio a la comunidad.
Esto me resuena mucho con la importancia que tiene la palabra y la integridad en cualquier tipo de negociación o resolución de conflictos en nuestra vida cotidiana. Me parece una lección valiosa sobre cómo la tradición y la ética pueden influir en las prácticas modernas de mediación.
Una de las costumbres que más me ha llamado la atención son “los tambores de la paz” en Haití, ya que a través de ello han conseguid que cuatro zonas vecinales, históricamente rivales se encontraran la paz.
Para que no haya muertes violentas entre las comunidades vecinales, unas instituciones otorgan 3 becas a niños para sus estudios mediante un sorteo. Me gusta mucho la frase que utilizan que dice que “"La idea es que con la paz todos ganan. Con el conflicto, todos pierden", porque no pueden estar más en lo cierto.
Para promocionar la paz tienen incluida desfiles de cultura musical y tambores, los niños aprenden a tocarlos y así se alejan de la violencia entre grupos.
Realizan reuniones entre líderes de los grupos y se les convence del beneficio que tiene sustituir la venganza por la reconciliación.
Me parece una forma muy interesante de resolución de un conflicto que en un primer momento se podía prever como de muy difícil solución.
Para gestionar los conflictos en una comunidad de África, se utiliza la filosofía Ubuntu. Me llama la atención la creencia en la que se basa, según la cual, cuando las personas nos unimos, somos capaces de superar retos y alcanzar propósitos que, de manera individual, no podríamos lograr. Esto da especial importancia a las relaciones entre los seres humanos para superar obstáculos que en algún momento parecían prácticamente imposibles, estableciendo un vínculo basado en la lealtad. Me gustan especialmente tres lemas o conceptos que mencionan:
El primero es “Una persona se hace humana a través de las otras personas”, ya que refleja que la humanidad de un individuo no se construye en aislamiento, sino en relación con los demás, especialmente en una sociedad.
En segundo lugar, la idea de la “empatía”, porque debemos comprender a los demás para tomar decisiones mirando por el bien común.
Y, por último, “Nosotros somos, por tanto, soy; y dado que soy, entonces somos”, lo cual considero que refleja la identificación del individuo con el grupo, fomentando que todos “ganen”. Sin embargo, pienso que esta identificación debería estar regulada, ya que puede llevar a la polarización de los grupos. En el caso de una persona con “Ubuntu”, el acuerdo se alcanzará en paz, ya que durante el proceso de negociación prevalecerán la comprensión, la solidaridad, la empatía y la justicia. Esto permitirá que las partes enfrentadas tengan la reciprocidad necesaria para ceder y conceder en la negociación, con el fin de lograr la felicidad para todos.
El artículo me ha parecido muy interesante y útil para aprender sobre algo no muy conocido. A pesar de haberme interesado todas, la que más me ha llamado la atención es Ubuntu, por su manera en la que ven la vida. Más que una manera de resolución de conflictos, creo que Ubuntu es como una filosofía de vida, a través del cual las personas viven como si fueran parte de un todo, “Yo soy porque nosotros somos”. Esta frase hace referencia a la visión que tienen ellos, conseguir un bienestar individual está unido a un bienestar totalmente colectivo y esto, en mi opinión, hace del mundo algo más humano.
Comparando Ubuntu con las otras tradiciones que nos muestra el artículo, el que más me ha llegado y más me ha interesado ha sido este por su manera de enmarcar la vida y sus problemas en valores totalmente éticos. Entre estos valores, se destacaría mucho la empatía dentro de la mediación, la cual creo que es imprescindible dentro del proceso de la mediación.
Al enfocarse en ese lado humano, convierte los conflictos en oportunidades para mejorar las relaciones entre las personas, más que llegar a un acuerdo con beneficio de mejorar algo la relación. A diferencia de otras prácticas que pueden solucionar problemas de forma puntual como he mencionado, Ubuntu deja un impacto más profundo y duradero en la comunidad. Por eso lo he elegido como el que más atención me ha llamado, porque creo que vivimos en una sociedad tan individualista que nos sería complicado llevar a cabo esta filosofía de vida.
Sinceramente hablar de samuráis era una de las últimas cosas que esperaba hacer en esta carrera. No me estoy quejando, ojo.
Un detalle es que la propia palabra "samurái" (侍) es derivada de la palabra "saburau" (侍う), que podría significar "servir". Por ende, samurái sería "aquel que sirve". Originalmente los samuráis eran unidades de arqueros montados a caballo desplegados originalmente en el periodo Heian (794). Tardaron poco en controlar el país por medio del Shogunato en un sistema feudal. Comenzarían así mil años de feudalismo a manos de la clase samurái, hasta 1868 con la restauración Meiji (el mismo año de La Gloriosa en España, qué casualidad). Sabiendo el código ético tan rígido que seguían los samuráis, se tradujo en una sociedad ordenada, segura y honesta, ¿verdad?
Pues no. Hay que darse cuenta, como se ha comentado, que los samuráis eran una élite aristocrática parte de un sistema feudal oligárquico, con consideraciones éticas que a nuestros ojos y levantarían algunas cejas cuanto menos. Y es que la historia de Japón es una que está escrita con la sangre de las innumerables guerras internas que han vivido (pero como el resto del mundo siendo sinceros). Los samuráis dedicaban gran parte del tiempo a batallar entre ellos, buscando el poder para sí, los diezmos, y mostraban poca compasión por las clases inferiores. Son incontables las guerras sucedidas por conquista, o por usurpar el cargo de Shogun, mientras que son pocas las ocasiones en las que los samuráis de clanes rivales se aliaban para defenderse de un enemigo común. También eran bastante frecuentes las matanzas tras las revueltas del campesinado.
Si estáis notando cierto paralelismo con la Europa medieval, es porque lo hay. No se debe juzgar el pasado con estándares modernos, (cosa que defenderé hasta la muerte), pero echando un vistazo más minucioso, es fácil ver que los samuráis eran otra élite aristocrática en una sociedad feudal más. Y esto no quita que los admire, pero hemos de ser conscientes de que no sería una situación o época que nos hubiera gustado vivir a ninguno.
Entonces, ¿por qué tenemos la imagen cultural del samurái como este guerrero justo y calmado? Pues es cierto que los samuráis tuvieron una trayectoria más longeva en el tiempo, y sufrieron grandes transformaciones. Con el comienzo del Periodo Edo en el SXVII, Japón entró en un periodo de paz interna, para la cual la figura del momento del samurái no estaba adaptada. Sucedió entonces su transformación a esta figura del guerrero a la sombra del cerezo, que hace acopio de un gran valor y una gran paz, dedicado al servicio de otros y de cultivar las artes como la poesía, la esgrima o la música, que tiene lo justo para vivir, y con un código ético tan rígido que jamás podría ser implementado realistamente en un contexto bélico. Es este samurái el que vemos en películas como , El Último Samurái o cualquier película de Kurosawa. Es este el samurái que nos viene a la mente cuando pensamos en ellos, y era sin duda el samurái que Nitobe Inazō tenía en mente cuando escribió "Bushido: El Alma de Japón" en 1899. Y es que sí, la primera mención del Bushido como un código ético coherente es posterior a los propios samuráis. Por supuesto estaba basada en nociones preexistentes de tiempos anteriores, pero sí, en toda la historia de los samuráis, jamás tuvieron un código común. Hollywood una vez más nos has engañado.
Sin embargo, es innegable que, aunque vástamente idealizado, el código del Bushido ha servido incontables veces como inspiración. Sin ir más lejos, es bien conocido que el militar José Millán-Astray y Terreros, por el contacto que tuvo con las culturas orientales en su campaña en Filipinas, fundó la Legión Española con el Bushido como uno de los pilares claves.
Es por esto que es muy enriquecedor conocer y fascinarse con aspectos de otras culturas, pero siempre y cuando tengamos en mente que la historia nunca es tan bonita como nos la cuentan, y que gran parte de ésta está idealizada o ensuciada.
Me he fijado que en el documento destaca cómo las herramientas de mediación se encuentran profundamente arraigadas en las tradiciones de diversas culturas alrededor del mundo. Un aspecto que llama la atención es cómo estas, a pesar de su diversidad, comparten valores como el respeto, la honestidad y el enfoque en la armonía social los cuales los considero esenciales. Por ejemplo, el concepto del "Palabrero Wayuu" en Colombia y Venezuela, que utiliza la palabra como herramienta principal para resolver conflictos, refleja la importancia del diálogo y la sabiduría ancestral en la construcción de la paz. Esto nos recuerda que la mediación no es solo una técnica moderna, sino un patrimonio cultural compartido por la humanidad.
En primer lugar, la cultura que más me ha llamado la atención ha sido El Consejo Tribal de los Beduinos ya que, a diferencia de países como el nuestro, en esta cultura la palabra y el honor tienen mucho valor.
El proceso que siguen en la “Madiafa” ocurre después de un periodo de calma y depende del diálogo y del respeto mutuo entre las partes. Como antes he mencionado la palabra y el honor es la herramienta principal en la resolución de conflicto. estos dos elementos son suficientes para garantizar que los acuerdos se cumplan y, AUNQUE PARA NOSOTROS SEA ALGO IMPLANTEABLE, no se precisan documentos legales para formalizar dicho acuerdo.
Me parece interesante, ya que contrasta con nuestra cultura y que sería prácticamente imposible utilizar su método en nuestros conflictos ya que nuestra sociedad ha llegado a un punto en que solo nos importamos nosotros mismos y no miramos alrededor o el daño que puedan llegar a causar nuestros actos. Y es por esto que pienso que culturas así surten efecto en las culturas más ancestrales y en las que valores como la honestidad o el respeto son quienes describen a la sociedad.
En segundo lugar, otra cultura que me ha parecido interesante ha sido la de los nativos de Hawai y su práctica del Hoóponopono, con esta tradición podemos ver un enfoque espiritual en la resolución de conflictos familiares. Me parece curiosa esta manera de solucionar problemas, ya que, se asemeja bastante al proceso de mediación actual que tenemos en España. Este proceso se basa en una búsqueda de la reconciliación (igual que la mediación, que busca reconstruir relaciones) y la armonía mediante el perdón, la confesión y el compromiso mutuo (igual que la mediación, en la que se comprometen a cumplir con lo acordado entre ambos). A través de rituales guiados por un mediados llamado Haku (la misma figura), las partes trabajan para poder identificar la raíz del problema y liberar cualquier tensión emocional. Al igual que la mediación, se le da protagonismo a la verdad.
Al igual que en la cultura beduina, el Ho´oponopono depende en gran medida de la palabra y la confianza, pero lo que la diferencian es el toque espiritual que tiene esta última. Cada etapa del proceso, como las plegarias iniciales o la ruptura de un cordón simbólico, refuerza el compromiso de ambas partes para lograr la reconciliación. Esto es muy diferente a lo que ocurre en nuestra cultura, donde los conflictos suelen abordarse desde un enfoque legal y con prisa por resolverlos, ignorando aspectos emocionales y relacionales que son fundamentales para alcanzar una paz real y duradera.
En conclusión, tanto los beduinos como los hawaianos demuestran que los valores como el respeto, la honestidad y el compromiso tienen un impacto transformador en la resolución de conflictos. Aunque sus métodos pueden parecer inalcanzables para nuestra sociedad actual, nos hacen ver que mirar más allá de lo material y valorar las relaciones humanas puede ser la clave para una mejora de la convivencia.
Habiendo leído todas es realmente complicado quedarse con una, pero, la cultura japonesa es la que más ha llamado la atención. En especial, me atrae el bushido, el antiguo código moral de los samuráis, que no solo guía su comportamiento como guerreros, sino también su vida diaria. Este código promueve valores como la justicia, el coraje, la humildad, el sentido del deber, la lealtad y el honor, principios que considero fundamentales para desarrollar en cualquier ámbito. A diferencia de un enfoque basado únicamente en la fuerza, el bushido aboga por la integración de la disciplina, el respeto, la ética y el honor en todos los aspectos de la existencia. Este código establece que los samuráis deben actuar con rectitud y dignidad; cuando hacen una promesa, deben cumplirla, ya que la sinceridad es un pilar esencial. Su palabra tiene tanto valor que se convierte en una garantía por sí misma, reflejando su devoción al honor.
Lo que realmente me ha impactado del bushido es su enfoque para la resolución de conflictos, basado en principios éticos como la empatía y el respeto en lugar del enfrentamiento. Este enfoque no solo fomenta un ambiente de confianza, sino que es vital en contextos como la mediación, donde la construcción de relaciones es clave. Además, es admirable cómo, incluso frente a sus adversarios, los samuráis muestran justicia, priorizando siempre la ética y el honor por encima de todo.
Tras leer el documento es imposible negar la gran variedad de formas alternativas de resolución de conflictos que existen o han existido. En concreto, el Tribunal de las Aguas de Valencia, considerado el más antiguo de Europa, es una institución de justicia consuetudinaria que resuelve conflictos relacionados con el riego en la Huerta de Valencia. Formado por ocho síndicos que representan a las principales acequias, destaca por su funcionamiento oral, rápido y accesible, sin necesidad de trámites escritos ni abogados. Sus reuniones, celebradas cada jueves frente a la Puerta de los Apóstoles de la Catedral, muestran cómo una tradición ancestral puede permanecer vigente gracias a su eficacia y equidad. Personalmente, considero que este modelo es un ejemplo admirable de resolución comunitaria de conflictos y podría servir de inspiración en otros contextos rurales donde se necesitan soluciones rápidas y accesibles.
Después de haber leído sobre todas las culturas me he quedado muy sorprendida sobre lo lejos que llega la mediación y cómo de una manera u otra, todos utilizamos la mediación como vía para solucionar los conflictos. Me ha sorprendido muchísimo lo distintas que pueden llegar a ser las costumbres alrededor del mundo y como se han mantenido durante tantos años. Una cultura que me ha llamado especialmente la atención es la de los wayuu, un pueblo indígena que habita en la región de la Guajira, entre Colombia y Venezuela. Su enfoque para resolver conflictos es muy interesante porque se centra en el diálogo y la palabra como herramienta principal, a través de figuras como el "Palabrero". Este mediador no solo actúa con sabiduría, sino que goza de respeto absoluto dentro de la comunidad, porque su palabra es sagrada. Me impacta cómo valoran tanto la paz que prefieren pagar compensaciones con bienes antes que recurrir a la violencia. Esta tradición demuestra el poder del diálogo y la importancia de la palabra para preservar la convivencia antes que recurrir a métodos tan dañinos como la violencia. Creo que tenemos mucho que aprender sobre esta cultura y que aplicando algunos de sus principios mejoraríamos mucho como sociedad.
Con respecto a cómo resuelven los conflictos, lo interesante es que cada contexto histórico y cultural tiene su propia manera de entender el conflicto, muchas veces influida por factores religiosos, sociales y económicos. En algunas sociedades antiguas, como las tribus indígenas de América o las culturas africanas, los conflictos se resolvían a través de sistemas de mediación comunitaria, donde el grupo completo participaba para restaurar la armonía. Esto contrasta con otras épocas, como la Europa medieval, donde los conflictos solían resolverse mediante juicios de Dios, duelos o procesos judiciales rígidos.
Un ejemplo llamativo es el de las culturas asiáticas, como la japonesa, donde el wa (armonía) es central. En estas sociedades, el conflicto se percibe como algo que afecta al grupo, no solo a las partes implicadas, y por eso se busca minimizar la confrontación directa. En Japón, por ejemplo, el papel de un mediador es mucho más simbólico y enfocado en preservar las relaciones que en señalar un ganador o perdedor. Esto contrasta con la tradición occidental, donde el sistema legal adversarial busca establecer justicia a través de reglas y sanciones.
Otra época destacada es la Antigua Grecia, donde los conflictos se resolvían a menudo en las agorás, o espacios públicos, mediante el diálogo. Estas instancias permitían que los ciudadanos debatieran y alcanzaran acuerdos basados en la lógica y la persuasión, lo que sentó las bases de la resolución de conflictos en la democracia moderna.
Dada la información, he llegado a la conclusión de que las formas de resolver conflictos varían enormemente dependiendo del contexto cultural e histórico, pero en todos los casos reflejan los valores predominantes de la sociedad en cuestión.
Por otra parte, me llamó mucho la atención cómo los maoríes de Nueva Zelanda resuelven conflictos a través de los hui, reuniones comunitarias donde se busca restaurar la armonía involucrando a toda la comunidad. Este proceso no solo se enfoca en resolver el problema, sino en fortalecer las relaciones a largo plazo, integrando elementos culturales y espirituales como el marae (espacio sagrado) y el whakapapa (conexión ancestral), ya que lo valioso de esta tradición es su enfoque colectivo, que ve el conflicto como un problema de toda la comunidad, no solo de los implicados directamente. Me resulta inspirador porque fomenta la cohesión social y combina diálogo, ceremonia y respeto por las tradiciones, algo que podría enriquecer los sistemas modernos de mediación.
Una de las culturas que más me llama la atención en el documento es la de la antigua China. Especialmente por la influencia del pensamiento de Confucio en la mediación. Confucio promovía la idea de que la resolución de conflictos debía lograrse a través de la persuasión moral y el acuerdo, en lugar de la coacción. Esta perspectiva resalta la importancia de mantener la armonía en las relaciones humanas, lo cual es fundamental para la convivencia pacífica.
La noción de que los conflictos pueden resolverse mediante el entendimiento y la comunicación, en lugar de la confrontación, es un enfoque que resuena en muchas culturas contemporáneas y es relevante en el contexto actual de mediación. Además, la idea de que la mediación es un proceso que busca restaurar la armonía en lugar de simplemente imponer una solución, es un concepto poderoso que puede aplicarse en diversas situaciones de conflicto en la vida moderna.
Personalmente, me ha llamado mucho la atención el Código Samurái de Japón ya que siempre he visto la postura de estos guerreros como imagen de lucha y fuerza, sin embargo me ha impresionado como se enfocan en la justicia, el honor y el cumplimiento de la palabra por encima de todo. Dándome otra visión de la perspectiva ética y moral que poseían los que pertenecían a este grupo.
Tras conocerlas diferentes costumbres y tradiciones utilizadas a la hora de mediar en diferentes partes del mundo, cada una de ellas útil y lógica en su contexto, pienso que existen determinados aspectos de alguna de ellas que nos puede ser útil para renovar o modificar nuestro marco desde donde realizamos la mediación. Algunas de estas ideas interesantes pueden ser:
- La práctica de Mapuches en Chile , aquí se le da mucha importancia a lo espiritual y al diálogo para poder llegar a una armonía. Como ya sabemos, en toda mediación debe existir calma y armonía y no resolver los conflictos" en caliente" porque nos puede llevar a aspectos que después nos arrepentiremos cuando vemos las cosas desde otra perspectiva.
- La mediación implica no solo solucionar conflictos, sino también educar a las comunidades para prevenirlos. Esto se observa en iniciativas como las Kup Women for Peace en Papúa Nueva Guinea. Pienso que si incorporamos esta idea o mediada, el número de conflictos, disputas familiares y la violencia disminuiría, pero además, esta formación debe ser dada por expertos en la mediación.
- Aunque en nuestra cultura lo tenemos asumido, en otras muchas se resalta el rol de la mujer, explicando la importancia de la perspectiva de esta a la hora de la resolución de conflicto.
Antonio Contreras Fernández
Tras la lectura de los resultados del estudio adjuntado, me gustaría hacer hincapié en las tradiciones japonesas y, por tanto, las virtudes de los antiguos samuráis, principalmente, por su sentido del honor y de la lealtad. Dichas virtudes son conocidas como Bushido, un código ético y social bastante estricto por el que los guerreros eran capaces de entregar sus vidas. Aquellos tiempos son también conocidos por sus guerras y batallas armadas, esto no quiere decir que no tuviese cabida la mediación, al contrario, es muy seguro que, al igual que hoy en día, tuviesen lugar discusiones sobre cuestiones cotidianas en las que un mediador interviniese para que no se desencadenasen problemas mayores. Probablemente, los que desempañasen este rol serían figuras militares y tendrían integradas las virtudes antes mencionadas: el sentido de la justicia y de la honestidad, junto al de la sinceridad, eran fundamentales para la labor de cualquier profesional en la época feudal, por lo tanto, las mediaciones serían probablemente muy rígidas y justas (no equitativas). Sin embargo, no hay que olvidar que la simpatía, el honor, el respeto y la educación regían la vida de los samuráis, por lo que tratarían de buscar soluciones viables a un problema sin recurrir a la espada en todos los casos.
Siguiendo los principios del Bushido, los mediadores de conflictos y los jueces no buscarían dar victorias y derrotas en cada proceso, se trataría de buscar soluciones que mantuvieran el honor de cada uno y de sus respectivos clanes siempre que fuese posible. Si uno de los implicados era deshonrado públicamente, lo más posible es que este suceso desencadenase más conflictos. Al igual que en la actualidad, seguramente debían de realizar un compromiso de cumplimiento al finalizar una mediación o un juicio, pero en aquel entonces, la palabra era algo sagrado e inviolable, por lo que la ruptura de un acuerdo sería una de las mayores deshonras. En resumen, teniendo en cuenta la ética de los antiguos samuráis, es más que un hecho que siempre que fuese posible, tras cualquier conflicto, buscaban la manera de preservar la armonía y el honor de aquellos que lo merecieran.
Desde mi punto de vista, el Código Samurái o Bushidō, ofrece una perspectiva única y fascinante sobre la resolución de conflictos, pues enfatiza en los siguientes puntos clave:
1. Ética y Honor: El Bushidō no se limita a la violencia, sino que despliega un profundo sentido del honor, la lealtad y la justicia. Esto quiere decir que, la resolución de conflictos se veía como una oportunidad para demostrar estas virtudes, no solo como una necesidad.
2. Autocontrol y Disciplina: Los samurái eran entrenados para controlar sus emociones y actuar con calma, incluso en situaciones de gran tensión. Esta disciplina era fundamental para evitar la escalada de conflictos y buscar soluciones pacíficas.
3. Respeto por el Adversario: A pesar de ser guerreros, los samurái reconocían la dignidad de sus oponentes. Este respeto fomentaba un enfoque más humano en la resolución de conflictos, buscando soluciones que beneficiaran a todas las partes involucradas.
4. Buscar la Paz Interior: El Bushidō fomenta la búsqueda de la paz interior como un medio para alcanzar la armonía externa. Los samurái creían que un conflicto resuelto de manera pacífica traería más honor y beneficio a largo plazo que una victoria violenta.
5. Responsabilidad Personal: Los samurái asumían la responsabilidad personal por sus acciones y sus consecuencias. Esto los motivaba a buscar soluciones justas y duraderas, evitando culpar a los demás.
En definitiva, el Código Samurái o Bushidō nos ofrece una perspectiva enriquecedora sobre la resolución de conflictos priorizando la importancia de la ética, el autocontrol y el respeto por los demás. Aunque sus principios se originaron en un contexto histórico específico, siguen siendo relevantes y pueden inspirarnos a buscar soluciones más pacíficas y duraderas en nuestros propios conflictos.
José Luis Castillo Molinero
En la lectura me encontré con una cultura que realmente me llamó la atención: el sistema normativo Wayuu y la figura del Palabrero (pütchipü’ü). Me impactó por el enfoque tan distinto que tiene.
En este sistema, los conflictos no se resuelven mediante castigos legales, como solemos ver en nuestra sociedad, sino a través del poder de la palabra. Los Wayuu confían en los Palabreros, figuras que se respetan por su sabiduría y habilidades de negociación, para mediar en los conflictos. Algo que me pareció muy interesante es cómo valoran la compensación (con chivos, collares o con dinero) para restaurar la paz, en lugar de recurrir a la violencia. Esta costumbre no solo les sirve para resolver los problemas, sino que también fortalece la comunidad y promueve el respeto mutuo.
Este documento nos deja ver que la mediación, antes de ser una práctica profesionalizada, ya era una herramienta históricamente utilizada por las comunidades humanas.
En primer lugar me parece relvante que hablemos sobre el conflicto originario de Palestina-Israel, puesto que como sabemos, a día de hoy sigue activo. Este ejemplo resalta como las víctimas se convierten en agentes de reconciliación, desafiando las narrativas tradicionales de odio y venganza.
Por otro lado, vemos el pueblo Ho´ponopono en Hawái, en el cual se buscó restablecer la armonía familiar y comunitaria a través del perdón y la verdad. Este ejemplo integra dimensiones emocionales y espirituales para alcazar la armonía y la cohesión.
También, desde el pueblo Wayúu hasta los beduinos, utilizaban el diálogo como prática para la reconciliación y resolución de disputas.
En resumen, podemos ver como la mediación, históricamente ha significado una herramienta esencial para construir sociedades más justas y armoniosas.
Una de las costumbres que más me llamó la atención es el Ho'oponopono de la cultura hawaiana. Me llamo la atención porque esta culturano solo aborda los conflictos, sino que busca restaurar la armonía en las relaciones y en la comunidad. Este enfoque no se limita a resolver un problema inmediato, sino que apuesta por un cambio duradero y profundo, basado en el perdón, la reconciliación y el compromiso colectivo.
El proceso consta de nueve pasos estructurados, que incluyen la aceptación del problema, la identificación de las causas, la confesión de errores y la búsqueda de soluciones conjuntas. Un elemento simbólico y muy interesante es el corte de un cordón al final del proceso, realizado frente al mediador (Haku), que representa la liberación de los vínculos negativos entre las partes. Este acto refuerza la idea de que el conflicto se ha resuelto de manera definitiva, tanto en lo emocional como en lo espiritual.
Uno de los aspectos que más me impactó es el papel central del perdón (Mihi). En este contexto, el perdón no es un acto superficial, sino un compromiso que implica aceptar responsabilidades, dejar atrás los resentimientos y garantizar que el conflicto no se repetirá en el futuro. Este nivel de profundidad demuestra cómo el Ho'oponopono trasciende la resolución de problemas para convertirse en una herramienta de transformación personal y social.
Además, el proceso involucra no solo a las partes en conflicto, sino a toda la familia o comunidad, destacando que los problemas no afectan únicamente a quienes los protagonizan, sino también a su entorno. Esto refuerza la idea de que la mediación es un esfuerzo colectivo que beneficia a todos y promueve una convivencia más armónica.
En una sociedad donde muchas veces se priorizan soluciones rápidas y superficiales, el Ho'oponopono nos enseña el valor de abordar los conflictos con tiempo, paciencia y un enfoque integral. Es un modelo que no solo busca resolver el problema presente, sino que apuesta por fortalecer las relaciones y prevenir futuros desencuentros.
En conclusión, el Ho'oponopono es mucho más que un método de resolución de conflictos; es una práctica que combina espiritualidad, compromiso personal y esfuerzo colectivo para restaurar la armonía en las relaciones y en la comunidad. Su enfoque, prioriza el perdón, la reconciliación y la implicación de todos los afectados. Este método nos recuerda la importancia de abordar los conflictos desde la empatía, el respeto y la responsabilidad compartida, dejando lecciones valiosas para quienes trabajamos en mediación y para la sociedad en general , y es por eso que ha sido la que mas me ha llamado la atención.
Maria Muñoz
Gracias a este documento hemos podido realizar un viaje a distintos destinos, cada uno con sus costumbres y cultura propia. La forma de resolver conflictos que más me ha llamado la atención es el código Samurai, de Japón.
Tal y como se describe en el documento, los Samurais, que eran famosos guerreros del Japón feudal, ellos seguían este código ético y social, el cual contiene unos principios que regía todos los aspectos de la vida de un Samurai, tanto a nivel físico, como a nivel psíquico y espiritual. Las virtudes del Samurai eran:
1. El sentido de la justicia y la honestidad
2. La simpatía hacia todos
3. La educación y el respeto
4. La sinceridad y el cumplimiento de la palabra dada
5. La defensa del honor y del clan
Contemplo como fundamentales estas virtudes, además, el código trataba de fomentar en el Samurai la justicia, el coraje, la humildad, el desapego material, el sentido del deber, el control de las emociones, la moralidad intachable, la lealtad y el honor. Estos valores son muy importantes, son de gran utilidad a la hora de tratar con alguien y resolver un conflicto, por lo que considero que los mediadores deberían estar muy enfocados en ello.
De todas las culturas mencionadas en el libro "Costumbres y tradiciones de Mediación", la que más me ha llamado la atención es la de los beduinos. Me ha resultado fascinante cómo han logrado mantener una organización social basada en principios ancestrales, incluso en un contexto donde muchas culturas han optado por depender de sistemas judiciales formales.
Lo que más me impactó fue su costumbre conocida como el Honor Beduino, que regula las disputas entre clanes y tribus sin necesidad de recurrir a tribunales ni a la policía. En lugar de ello, utilizan consejos tribales, compuestos por sabios y representantes de los clanes, quienes llegan a acuerdos basados en el diálogo, la mediación y el consenso. Este enfoque resalta una concepción del honor como un valor central, en el que la palabra y el compromiso tienen un peso tan fuerte que no necesitan documentos ni juramentos formales para ser respetados.
Además, algo que me pareció especialmente interesante es cómo organizan su sociedad en núcleos familiares. Cada familia vive en su propia tienda, formando clanes, y estos clanes constituyen tribus. Esta estructura recuerda mucho a las bases teóricas de la terapia sistémica, que considera a la familia como un sistema interdependiente donde cada integrante influye en los demás. Los beduinos, de manera intuitiva, parecen haber aplicado esta idea en su organización social, fortaleciendo la cohesión dentro de cada grupo y entre las tribus.
Otro aspecto que destaco es la obligación de asistir a los consejos tribales por parte de los jóvenes para fomentar el aprendizaje de la resolución de conflictos.
También me llamó mucho la atención cómo las decisiones del consejo tribal, aunque no están respaldadas por un sistema legal oficial, son respetadas por todos, incluso por las autoridades estatales. Esto demuestra el poder de la tradición y de la influencia social en mantener el orden dentro de su comunidad.
En definitiva, me resulta inspirador cómo los beduinos han creado un sistema de mediación tan sólido. Creo que esta cultura nos enseña que, aunque las sociedades modernas dependemos mucho de los sistemas legales y judiciales, hay formas alternativas de buscar justicia y paz, basadas en la confianza, el diálogo y el compromiso.
La cultura que más me llamó la atención fue la hawaiana sobre todo por la importancia que tiene la familia y el perdón en todo el proceso. Si es cierto, muchos de los conflictos ocurren dentro del seno familiar, una de las bases principales y primordiales para todo ser humano. La importancia que le dan los hawaianos a reparar las relaciones familiares y perdonar es una de las características más bonitas que puedo resaltar.
Por otra parte, el hecho de que sea una cultura llena mezclas, lo que me recuerda a que nosotros como seres humanos, también somos una mezcla pro todas las relaciones y situaciones a las que estamos expuestos y que en muchas ocasiones pueden dar a conflictos no solo internos sino también externos. La importancia de la armonía es algo que puedo resaltar ya que somos seres sociales y necesitamos del otro para poder desarrollarnos.
Un aspecto que me llamó la atención fue el hecho de que una vez se alcanza el acuerdo, se perdona y deja de existir, eliminando por completo el rencor que se puede llegar a guardar e incluso reanudan sus actividades diarias. Esto es algo en el que creo que todos debemos ser educados, a saber perdonar, y no sólo para que un conflicto desaparezca si no para que pueda existir una armonía interna y externa.
Un aspecto con lo que no concuerdo es con el hecho de que en caso de que no se alcanza un acuerdo, la persona en el conflicto es expulsado, ya que creo que es importante respetar las diferencias y también creo que esto puede llegar a condicionar el proceso por el "miedo" de ser expulsado.
Creo que tenemos mucho que aprender de esta cultura en el que la forma de resolver los problemas es humana y centrada en lo positivo, en recuperar aquellas relaciones importantes, principalmente la familia y la importancia de valores como la honestidad, el perdón y el hecho de que se ve como una filosofía de vida y no únicamente una herramienta a utilizar cuando existe un desacuerdo.
Me ha llamado la atención la cultura "Ubuntu de África" y, además, considero que tiene profundas implicaciones en la mediación y resolución de conflictos. Ubuntu es una cultura que se resumen en "una persona que es persona a través de otras" haciendo énfasis en la interconexión humana. Es una filosofía que guía la cotidianidad de múltiples sociedades africanas, con valores profundamente humanistas y con una notable capacidad de transformación de conflictos en oportunidades de entendimiento y reconciliación, enfocándose en restaurar las relaciones en lugar de culpar o castigar a los otros.
Me llama la atención que prioriza la restauración mediante la gestión humana, sin tener que llegar a aplicar soluciones técnicas o globales.
Tanto Ubuntu como la mediación no solo tratan de resolver un conflicto, también pretenden mantener y mejorar las relaciones entre las personas, ya que el bienestar de uno esta relacionado con el de otros.
Ha sido muy interesante descubrir cómo diferentes culturas resuelven los conflictos. De todas, la que más me ha impactado ha sido la del norte de África, concretamente la de los beduinos, porque se asemeja bastante al concepto de mediación que tenemos en nuestra cultura actualmente.
Algo que me llama especialmente la atención es que no necesitan dejar por escrito los acuerdos; basta con la palabra para entender que deben cumplirlo. Esto me hace reflexionar sobre el nivel de confianza que existe entre ellos y cómo logran mantener su compromiso sin recurrir a un castigo tangible o una autoridad formal como las leyes.
Además, resulta fascinante cómo, después de resolver el conflicto, las familias pueden reunirse y convivir como si nada hubiera pasado, mostrando un gran ejemplo de reconciliación y restauración de las relaciones.
También una muy similar a la mediación en nuestra cultura es la de Confucio dentro de la costumbre popular CHINA.
Por último, remarcar la cultura Ubuntu, de África. De ella me ha llamado especialmente la atención la ideas de: ''Si todos ganan, tú ganas'' y la de ''una persona se hace humana a través de las otras personas''.
La Shanti Sena, o "Ejército de Paz", fue un grupo de mediadores pacifistas creado por Gandhi, inicialmente en Sudáfrica. Su método para resolver conflictos se basa en los principios de la no violencia activa y el compromiso moral profundo. Las personas que integran este movimiento se someten a un riguroso entrenamiento en autodisciplina, pensamiento no violento y acción pacífica. Estos mediadores no llevan armas ni reciben compensación económica, y su papel principal es actuar como una autoridad moral neutral en situaciones de conflicto.
Lo que más me ha impresionado del enfoque de la Shanti Sena es su valentía moral y el grado de sacrificio que están dispuestos a asumir para promover la paz. Estos mediadores enfrentan el conflicto desarmados y con la convicción de que su ejemplo de no violencia es suficiente para transformar las actitudes de quienes están inmersos en la disputa. Este enfoque destaca por su profunda humanidad y por demostrar que incluso en contextos hostiles, la paciencia, la disciplina y el respeto mutuo pueden ser herramientas poderosas para resolver conflictos.
La cultura que más me ha llamado la atención es la japonesa, específicamente el legado de los samuráis y su código ético, el bushido. Debido a que este código promovía valores como el honor, la lealtad, la sinceridad y la autodisciplina, destacando la conexión entre la palabra y el acto, donde el compromiso era garantía suficiente.
Su enfoque para resolver conflictos, basado en la empatía, el respeto y la justicia, incluso hacia los adversarios, resulta inspirador. Los samuráis priorizaban la ética y el honor, enseñándonos que la verdadera fortaleza radica en la integridad, principios clave tanto en la vida como en la mediación actual.
La cultura de mediación de los Wayuu, una comunidad indígena de Colombia y Venezuela, cobra un interés especial al contrastarla con las prácticas de mediación en España. Este enfoque convencional, que se concentra en el papel del palabrero, descansa en la fe absoluta en el poder de la palabra como recurso para la solución de disputas. Contrastando con el enfoque estructurado y legal del modelo español, el sistema Wayuu resalta por su arraigada herencia cultural y su habilidad para forjar compromisos en base al respeto de la comunidad.
Una de las particularidades más sobresalientes de la mediación Wayuu es la autenticidad cultural del palabrero. Este mediador se basa en la experiencia, sabiduría y respeto ganado de las comunidades, no requiriendo una certificación oficial para ejercer su autoridad. En España, la confianza hacia los mediadores generalmente se basa en el entorno institucional en lugar de una relación directa con las partes involucradas, a pesar de que estos profesionales cuentan con acreditaciones legales y formación especializada. Este contraste destaca la importancia de la proximidad cultural al abordar disputas.
Además, resulta notable el rol de la mujer como vocera en la cultura Wayuu. En múltiples situaciones, las mujeres suelen encargarse de mediar para evitar enfrentamientos violentos, transmitiendo los mensajes de su familia o clan a diferentes grupos. Este enfoque inclusivo destaca la relevancia de la prevención en los conflictos y podría ser una fuente de inspiración en España para fomentar la diversidad de perspectivas en los procesos de mediación.
Por último, el sistema Wayuu integra símbolos y prácticas comunitarias en sus soluciones, como la utilización de chivos o collares para ratificar los pactos. Este aspecto emocional y ceremonial fortalece los compromisos adquiridos, yendo más allá de lo meramente práctico. En España, en cambio, los convenios de mediación suelen ser plasmados en documentos legales, lo cual brinda seguridad legal, aunque en ocasiones puede faltar la dimensión simbólica que se encarga de reforzar las conexiones dentro de la comunidad.
El sistema de mediación de los Wayuu me parece especialmente llamativo por su respeto a la palabra, el rol central de las mujeres como mediadoras y el uso de símbolos con significados ancestrales. Se diferencia por su profunda conexión espiritual con la tierra y los antepasados, permitiendo que las decisiones se inspiren en lo que harían los familiares fallecidos. Esto refuerza el respeto intergeneracional y busca no solo resolver conflictos presentes, sino garantizar la armonía futura.
Los Wayuu priorizan evitar la guerra, eligiendo reparar agravios mediante bienes simbólicos como collares o chivos, lo que refleja su valor por la vida y la convivencia pacífica. Su mediación combina lo práctico y lo espiritual, dotando al proceso de una profundidad cultural única que integra tradición y modernidad, sirviendo de inspiración en un mundo orientado a soluciones rápidas y judiciales
Entre todas las culturas que se explican en el documento, la que más me ha llamado la atención y la que me gustaría resaltar es la tradición cultural hawaiana del HO`PONOPONO, una forma de solución de disputas, tratándose de una mediación tradicional que principalmente se utiliza dentro de una tribu. Este termino de “HO`PONOPONO”, además de una forma de considerar la vida, se ve como una creencia de que la verdad y el consenso van a surgir durante el proceso y por tanto requiere una entrega espiritual, además de cierto tiempo para poder llegar a este consenso antes mencionado. Lo que destaca de este proceso hawaiano, es la fuerte carga espiritual y cultural, a diferencia de otras culturas mediadoras como puede ser la nuestra.
En este caso el profesional mediador, es llamado HAKU, el encargado de dirigir y conseguir que exista este consenso. El aspecto que más me ha llamado la atención dentro de esta cultura, son los 9 pasos que conforman este proceso de solución de disputas;
1. Aceptación del conflicto, al igual que en nuestra cultura, todos los miembros deben ir voluntariamente a este proceso.
2. “Pule Wehe”, se trata de una oración a la divinidad para pedir sinceridad en la negociación.
3.Identificación del problema, es decir, comprometerse a identificar y buscar una solución al problema.
4.Confesión y perdón, esta parte, está más enfocada a la parte espiritual de este proceso, al igual que el paso 2.
5.Desaparecer el conflicto, compromiso por las partes de que este mismo conflicto no surge en el futuro.
6.Reafirmación de los vínculos familiares, restablecer unidad familiar.
7.Plegaria final, se refiere a una oración de agradecimiento por el proceso de reconciliación, lo que cierra espiritualmente el ciclo de sanación.
8.Comida tradicional, para representar la unión entre todos.
9.Reanudación de actividades habituales, curso normal antes del conflicto.
A través, de estos pasos o fases podemos ver la gran diferencia que existe entre nuestra cultura y la mencionada, siendo esta mucho más enfocada al sistema familiar y el bienestar del mismo, además de partir de un enfoque mucho más espiritual
En mi opinión, en cuanto al libro titulado Costumbres y Tradiciones de Mediación, he decir que las culturas y tradiciones/costumbres que más me han sorprendido, fascinado y cautivado profundamente por la riqueza de sus prácticas, han sido tres de las vistas en el libro, haciéndome que no me pueda quedar con solo una. Así que me quedaré con las tres y expondré las razones del por qué cada una me parece fascinante en este comentario de blog. A su vez, también lo relacionaré con la mediación y su importancia en esta, dado que ha sido un factor determinante para quedarme con cada una de ellas. Y al final del comentario haré un breve resumen donde comentaré desde mi criterio el porqué de la importancia de estas en la mediación, o mejor dicho lo que me llevo de estas culturas y costumbres que en mi opinión han de estar a la orden del día en la mediación.
Estas tres culturas de las que hablo son los Samuráis de Japón, el Tribunal de las Aguas de Valencia y la tradición hawaiana del Ho’oponopono. Estas no son simplemente costumbres exóticas; en su esencia, contienen lecciones que trascienden épocas y fronteras, ofreciéndonos herramientas valiosas para la mediación en nuestra sociedad actual.
De los Samuráis, he admirado y a su vez, ha sido lo que más me ha gustado, la firmeza ética del código Bushido. Su compromiso con la justicia, la sinceridad y el honor son principios que trascienden las artes marciales para convertirse en pilares de resolución de conflictos. La manera en que trataban incluso a sus enemigos con respeto y cortesía resuena profundamente con la necesidad de empatía y neutralidad en la mediación y es por ello que es lo que más me ha llamado la atención dado que vivimos en un mundo, donde cada vez hay menos valores éticos tales como estos y sobre todo hay cada vez menos firmeza para llevarlos a la práctica y desarrollarlos en el día a día. Por ende, decir que, si un mediador logra combinar la serenidad del Samurái con su integridad inquebrantable, las soluciones alcanzadas serán tanto justas como humanas.
Por otro lado, el Tribunal de las Aguas de Valencia me ha sorprendido por su sencillez y eficacia. Este sistema ancestral de mediación se basa en la confianza mutua y el respeto por la palabra dada. Me pregunto, ¿por qué, en un mundo lleno de burocracias, no recurrimos más a la palabra como instrumento de resolución? Esta práctica valenciana nos enseña que los conflictos, incluso los más complicados, pueden resolverse con humildad, escucha activa y voluntad de las partes.
Finalmente, está el Ho’oponopono hawaiano, una práctica espiritual y profundamente simbólica. Su objetivo no es solo resolver el conflicto, sino restaurar la armonía entre las personas involucradas. Lo más revelador de este método y que más me ha llamado la atención, y, por lo cual me ha cautivado, es por el el énfasis en la sanación emocional y el perdón, conceptos que en mediación a veces olvidamos priorizar, ya que esto nos recuerda que una resolución verdadera no ocurre solo en documentos firmados, sino en la liberación de emociones y resentimientos.
Por ende, y a modo de resumen/conclusión/reflexión de este comentario de blog, hay que decir que, de los Samuráis, debemos aprender que el honor y la justicia son innegociables; del Tribunal de las Aguas, la importancia de un mediador legitimado por las partes y la fuerza de la palabra como vínculo social; y del Ho’oponopono, que sin sanación emocional no hay paz duradera. Es por ello que, estas tradiciones nos invitan a ir más allá de los métodos técnicos y a recordar que en la mediación también tratamos con el corazón humano.
Por tanto, adoptar elementos de estas tradiciones en la mediación moderna no solo es útil, sino necesario, ya que, vivimos en un mundo lleno de polarización, y por ende, necesitamos más que nunca esa mezcla de firmeza, respeto y sanación que estas culturas nos ofrecen como legado.
Lo que más me ha llamado la atención de la cultura de mediación en Brasil es la creatividad y la inclusión que demuestran los proyectos del Balcón de Derechos y la Justicia Itinerante. Ambos representan enfoques innovadores y adaptados a las realidades locales para facilitar el acceso a la justicia de sectores vulnerables, particularmente en las favelas y en comunidades indígenas.
El Balcón de Derechos destaca por su modelo de mediación comunitaria, donde abogados y trabajadores sociales se integran directamente en las favelas para resolver conflictos de forma rápida y cercana a las personas, usando el sentido común y el diálogo. Este proyecto no solo busca resolver problemas inmediatos, sino también empoderar a la población para que entienda y ejerza sus derechos, democratizando el acceso a la justicia y reduciendo la brecha entre los sistemas legales formales y las realidades locales. Me impresiona especialmente el enfoque en la participación voluntaria, un elemento clave para garantizar que los conocimientos y habilidades de los ciudadanos sean utilizados para fortalecer la comunidad.
Por otro lado, la Justicia Itinerante es una propuesta igualmente fascinante, que lleva la mediación a lugares remotos a través de barcos que navegan por el río Amazonas, ofreciendo a las comunidades indígenas y otras zonas de difícil acceso una oportunidad única para resolver sus conflictos sin tener que desplazarse a los tribunales convencionales. Este modelo no solo facilita la resolución de disputas, sino que también fomenta el liderazgo y la autonomía comunitaria, permitiendo que los mediadores sean agentes activos en la construcción de soluciones internas, respetando tanto el ordenamiento jurídico como las normas sociales propias de cada comunidad.
En conjunto, estos programas reflejan un enfoque de justicia accesible, inclusiva y adaptada a las necesidades específicas de las poblaciones más desfavorecidas, resaltando la importancia de la mediación como herramienta para restaurar la paz social y fortalecer la cohesión comunitaria.
La cultura hawaiana es la que más me ha llamado la atención, principalmente por la manera en que integra a las deidades como parte esencial del proceso. Este vínculo espiritual conecta a las partes con algo más grande que ellas mismas, invitándolas a una introspección sincera y a un compromiso real. Es interesante observar cómo, incluso en una sociedad que podría considerarse como rudimentaria, existen prácticas estructuradas de mediación.
Además, me llama la atención el papel que juega la familia. En este enfoque, la familia no es solo un grupo de personas afectadas, sino un agente activo en la búsqueda de una solución.
Por último, el valor que otorgan al perdón y al compromiso de las partes es otro de los motivos por los cuales he elegido esta cultura. En este rito, el perdón no es simplemente un acto simbólico, sino la meta para superar el conflicto. Este proceso nos recuerda que el objetivo de la mediación es resolver problemas, sanar relaciones y restaurar la confianza entre las partes.
A través de la lectura del documento se muestra una forma de mediación que me ha llamado la atención y, esta, se practica en algunas zonas de Chile y de Argentina. Esta mediación la lleva a cabo Los Mapuches, estos solucionan los conflictos mediante el diálogo y la palabra, puesto que, los problemas son parte del medio ambiente y que no pertenecen a las personas. Piensan en ello, dado que los Mapuches son personas que tienen en cuenta la armonización de las relaciones interpersonales, por ello, cuando se presenta un problema acuden a un chamán.
Un punto que cabe resaltar es la importancia de la empatía y el respeto que poseen ellos a la hora de resolver conflictos. Estas habilidades permiten que la gestión del problema sea más llevadera, ya que estas ayudan a la escucha y la compresión de los sentimientos de la otra persona, los cuales son aspectos muy imprescindibles para la resolución del conflicto.
En conclusión, la mediación practicada por los Mapuches resalta por la importancia del diálogo, el respeto y la empatía, los cuales son muy importantes en su cultura. Por ello, es fundamental ser conscientes de que esta forma es una manera más solidaria de llevar a cabo una mediación.
Personalmente, me ha llamado mucho la atención la cultura hawaiana y como el ho´oponopono es capaz de combinar la espiritualidad con un procedimiento tan estructurado y que a pesar de eso consiga resolver problemas familiares de manera más o menos fácil. Recalcar que no solo busca resolver la disputa en sí, sino que también busca restaurar una armonía emocional entre las partes, algo que me parece personalmente que debería de aplicarse a otras mediaciones ya que no se suelen centrar en eso. También me sorprende todo el proceso que esto conlleva, como por ejemplo realizando una comida para reafirmar la unión familiar.
Esta lectura me ha resultado de gran interés y muy enriquecedora.
Aunque todas las culturas me han llamado la atención y han sido un descubrimiento para mí, me ha resultado de especial interés el conflicto entre Palestina e Israel, puesto que me ha sorprendido mucho la existencia de una unión entre familias palestinas e israelíes por la paz. No contemplaba, para nada, el hecho de que pudiese haber una unión entre ambos, simplemente los contemplaba como pueblos profundamente enfrentados y muy alejados, sin ningún tipo de acercamiento o de relación positiva.
Sinceramente, pienso que es digno de valorar y un ejemplo de mediación, el hecho de que personas de dos grupos enfrentados sean capaces de unirse por un objetivo común, dejando de lado la venganza o el odio y centrándose en el deber de hablar para entenderse, y el dolor de la pérdida que es el mismo en ambos grupos .
Además, da que pensar sobre la gestión política, puesto que han sido capaces de acercarse los ciudadanos, que son los que más sufren y los gobernantes no, la esfera política debería seguir el ejemplo de su ciudadanía y conseguir un acuerdo motivado por un bien común.
La costumbre que más me ha llamado la atención es la tradición cultural hawaiana del Ho'oponopono. Sobre todo, me ha parecido una tradición profundamente espiritual y comunitaria que se utiliza principalmente para la mediación familiar.
Este método no solo busca la solución práctica del problema, sino que pretende restaurar la armonía espiritual y emocional dentro de cada familia. El proceso incluye fases como el perdón y la reconciliación, afirmando que el conflicto ya no solo afecta a las personas implicadas, sino también a toda la comunidad.
Un aspecto que me pareció muy interesante es cómo esta práctica destaca el valor de la verdad y el consenso, evitando algún recursos judicial o represivo. Por eso mismo, considero que presenta una diferencia importante con otros métodos modernos de resolución de conflictos. Es decir, cada una de sus fases están diseñas para llegar al fondo de los problemas y conseguir que las relaciones sean genuinas.
Otro aspecto interesante es la simbología del cordón cortado al final del proceso, en presencia del Haku (o mediador experto). Este elemento refleja de forma tangible la liberación emocional y psicológica que tenían las personas enfrentadas. Lo que me parece un gesto muy poderoso y memorable.
Finalmente, pese a que me parezca un método exigente, su enfoque en el perdón (Mihi) y la visión integral del vínculo familiar, lo convierte en una muy buena herramienta para la resolución de un conflicto de forma totalmente holística.
La cultura y costumbre que más me ha llamado la atención es el Ho’oponopono de Hawái ya que se enfoca en la importancia de las relaciones humanas y proporciona aprendizaje a la mediación. Es una herramienta cultural cuyo objetivo es resolver conflictos que puedan darse en el entorno familiar. Este tipo de mediación consta de nueve fases entre las cuales se encuentran el perdón, la verdad y el compromiso.
La importancia de esta técnica no se enfoca en llegar a un acuerdo sino más bien en restaurar las relaciones familiares que hayan podido ser dañadas tras el conflicto de una manera comunitaria. Por tanto, a diferencia de otros métodos, el Ho’oponopono se centra en el perdón como principal herramienta de mediación, reforzando vínculos afectivos a través del diálogo. Asimismo, podemos decir que aporta una dimensión psicológica y emocional, incorporando rituales y acciones significativas para su propia cultura y sirviendo como modelo para reforzar los acuerdos.
Por otro lado, al ser un proceso largo, podemos intuir que no busca lograr resultados inmediatos. De esta manera, se resalta que la toma de decisiones sobre las soluciones conllevan tiempo para que estas beneficien ambas partes y no solo eso, sino que también sane la relación entre ambas partes. El mediador resulta de un guía o líder espiritual, visto de forma neutral, confiable y con vocación de ayudar a ambas partes.
Se puede observar que el Ho’oponopono no solo hace referencia a las partes involucradas sino a toda la comunidad debido a que se incluyen las familias. A su vez, después de solucionar el conflicto, se celebra una comida tradicional y si la persona desea abandonar este proceso de mediación será desterrada de la tribu.
Si reflexionamos, podemos llegar a la consecución de que el Ho’oponopono tiene mucha relación con la Feria de Sevilla, ya que comparten aspectos comunes. La Feria de Sevilla es una celebración que puede relacionarse con los principios de mediación considerando el entendimiento y la cohesión social. La Feria es una festividad que produce el diálogo y fomenta la interacción entre individuos en donde el ambiente ayuda a dejar de lado las diferencias personales para poder disfrutar.
Al igual que el Ho’oponopono, la Feria incluye rituales simbólicos como puede ser el alumbrado o bailar sevillanas. Esto refuerza los vínculos sociales y marca un inicio y final del evento, pudiendo ayudar a sanar conflictos. Es evidente que el objetivo de la Feria no es resolver conflictos pero sí proporciona un espacio para una posible reconciliación de manera informal. Los anfitriones de las casetas desempeñan un papel similar al del Haku en el Ho’oponopono ya que pretenden mantener en todo momento la armonía de sus invitados, garantizando un ambiente positivo.
En cualquiera de ambos casos, se pretende crear espacios neutrales y positivos donde las personas puedan encontrar un base común incluyendo elementos simbólicos para cada cultura. Se espera facilitar la convivencia y fomentar la construcción de relaciones más resistentes a largo plazo.
En conclusión, tanto el Ho’oponopono como la Feria de Sevilla son tradiciones muy diferentes pero que ambas ofrecen aprendizaje a la mediación mientras se refuerzan los vínculos sociales. Estos eventos nos recuerdan que la mediación no es solo un conjunto de técnicas sino que es un arte que se nutre de las tradiciones culturales humanas más profundas.
Personalmente, me ha llamado la atención concretamente la cultura japonesa, concretamente por el código samurái. Por un lado, representa a una clase guerrera entrenada para la violencia y la muerte. Sin embargo, el código mismo promueve virtudes como la justicia, la compasión y la lealtad. Este contraste entre la naturaleza violenta de la profesión y la nobleza del código ético es algo que me llama especialmente la atención. Muchos de sus valores siguen siendo relevantes en la sociedad actual. Conceptos como la lealtad, el honor, la justicia y la compasión son universales y pueden aplicarse a cualquier persona, independientemente de su profesión o época.
El documento presenta una rica diversidad de costumbres y tradiciones en mediación de conflictos provenientes de distintas culturas.
En mi caso, destacaría las tres siguientes.
El "Palabrero Wayuu" en Colombia y Venezuela: Este sistema de resolución de conflictos de los Wayuu destaca por su énfasis en el diálogo, el uso de la palabra como herramienta principal y la participación de la mujer como mediadora en conflictos entre clanes. Es fascinante cómo logran evitar la confrontación violenta a través de la tradición oral y la sabiduría ancestral.
El "Ho’oponopono" en Hawái: Este método hawaiano se enfoca en restaurar la armonía familiar mediante un proceso espiritual y meditativo, que incluye fases como confesión, perdón y un compromiso de reconciliación. Su simbolismo, como el acto de cortar un cordón para liberar conflictos, lo hace muy especial.
El Código Samurai de Japón: Aunque enfocado en guerreros, las virtudes como la justicia, el respeto y la lealtad del código Bushido resuenan como valores esenciales en mediación. Su compromiso con la palabra dada y el honor destaca.
La cultura que más me ha llamado la atención es la china porque está desde hace muchos años utiliza la mediación y conciliación para poder resolver los conflictos y también por los tipos de mediación que tiene, los cuales se dividen en civil y oficial. Dentro de la mediación civil hay cuatro tipos dependiendo de cuales sean los destinatarios pudiendo ser estas de clan, pueblo, vecinos, familiares y amigos y Zhongren, estableciéndose en cada una de ellas un mediador en base a las características sociales.
Por último algo que me ha parecido interesante es la creación de los comités populares de conciliación en el que se lleva a cabo cuatro tipo de mediaciones las cuales son: la popular, tribunal, administrativa y arbitral, realizándose todas ellas fuera del ámbito judicial exceptuando la del tribunal que se efectúa en los tribunales populares.
Tras visualizar el documento, pienso que la cultura que más me ha llamado la atención es la Norteamericana, con los mandamientos indios ya que me parece interesante que los individuos que pertenecen a esta cultura tengan una lista escrita en tablas de piedra por un dios en la que aparecen mandamientos que los individuos deben de seguir cuando quieran solucionar una disputa. Además, es de gran relevancia basarse en estos mandamientos para llegar a una solución conjunta debido a que todos se basan en el esfuerzo, sinceridad, armonía o respeto hacia la comunidad, por lo que es importante cumplirlos para llegar al bien común.
Por otro lado, pienso que basándose en estos mandamientos, el individuo conseguirá sí o sí una solución eficaz y equitativa. También, pienso que estos mandamientos poseen aspectos esenciales que deben de cumplir las personas que viven en esta cultura, como por ejemplo, tratar a los demás con respeto al solucionar conflictos o trabajar por el beneficio de la comunidad.
Desde mi punto de vista, los mediadores de todas las culturas deben de cumplir ciertos mandamientos al iniciar un proceso de gestión de conflictos.
Podría destacar diversas formas de resolver conflictos, por ejemplo, el hecho de cómo las familias israelís y palestinas afectadas por la guerra trabajan de manera conjunta mediante el dialogo y la empatía o cómo los Mapuches en Chile encaran la resolución de los conflictos desde una perspectiva naturalista y espiritual. Sin embargo, de todos los métodos hay uno que ha captado especialmente mi atención, quizás por el misticismo generado alrededor de esta cultura: Las virtudes del código samurái.
Llama la atención como los principios éticos y sociales ya establecidos en la época feudal del país nipón encajan perfectamente con los valores tan característicos de la cultura japonesa tal y como la conocemos hoy en día. A su vez, también es destacable como no sólo los principios de esta cultura, sino también los de todas las tratadas en el texto, tienen muchísimo en común con los principios de la mediación estudiados en clase. Aunque el valor de la justicia en el caso de los samuráis parte desde un punto de vista del guerrero, no se puede obviar la enorme vinculación con el concepto que nosotros tenemos de justicia.
De todas las costumbres que se mencionan, la que más me ha llamado la atención es la hawaiana. Esto es porque el Ho'oponopono no se basa solo en la rapidez, sino en alcanzar una solución que se mantenga en el tiempo predominando valores como en la verdad y el consenso, todo esto a través de la espiritualidad. Es por la filosofía de su acción y el compromiso en la resolución del conflicto lo que lo hace diferente a los demás, haciendo de la mediación una practica mucho más rica e influyente.
Encuentro verdaderamente interesante todas las diferentes formas de resolver conflictos según cada cultura, los ubuntu y su filosofía basada en el bien común, la importancia de la naturaleza para los mapuches, o sacerdotes religiosos como los rabinos judíos. Sin embargo, me gustaría destacar nuestro propia figura mediadora, el defensor del pueblo. Nunca he entendido bien en qué consiste este puesto, y he encontrado útil y esclarecedor la sección que se le dedica.
Conocí esta figura puesto que mi padre requirió su intervención, ocasión que aproveché para aprender sobre sus funciones. Profundizando en el defensor del pueblo gracias artículo, me asombra el hecho de que sea un funcionario el que se encargue de presentar queja a otro funcionario, lo que puede limitar su poder, ya que además no puede sancionar. Además, por otro lado me entristece ver que este recurso es poco utilizado, y se le da poco valor, tal vez precisamente por su percibida inefectividad.
Así, planteo que tal vez sería necesario una revisión del defensor del pueblo, para que se pudiese proponer como una opción disponible ante un conflicto con la administración pública, y una alternativa rápida y eficaz que redujese la burocracia.
Por último, quería comentar más allá de la actividad que la última sección sobre la feria y la mediación me ha encantado, es muy entretenida y original, y me ayuda a ver la mediación en lugares donde no lo había pensado.
Tras ver las diferentes maneras de resolver conflictos que existen en otras culturas y en las diferentes épocas, son tres las que más me han llamado la atención.
En primer lugar, la forma de resolver los conflictos de los beduinos.
Los acuerdos de los beduinos están basados en el honor, en la palabra, no se acude a la policía ni a tribunales de justicia, es más, en ocasiones estos acuden a los consejos tribales aprovechando su experiencia y respeto por parte de toda la comunidad. Asimismo, los acuerdos se mantienen por la palabra dada y no hace falta documento alguno, lo que demuestra como ya se ha mencionado, la importancia que tiene el honor entre los beduinos.
Es decir, el diálogo existente entre los beduinos, así como el respeto y el compromiso son valores fundamentales que ayudan a llegar a acuerdos, dos valores que junto al periodo de calma que caracteriza el proceso de los beduinos (en los que está prohibido la comunicación entre las partes, evitando así las posibles tensiones), facilitan tanto la llegada al acuerdo, como el mantenimiento de este a largo plazo, favoreciendo además el orden social.
En conclusión, las relaciones humanas basadas en el honor, compromiso, respeto y diálogo son la clave para la resolución de conflictos en los beduinos, lo que hace que solo con la palabra sea posible que se cumplan los acuerdos, algo que según mi opinión está muy lejos de ser posible aquí y por eso me ha llamado la atención.
Por otro lado, me ha resultado muy interesante la forma de resolver conflictos de la filosofía Ubuntu. En esta filosofía se percibe el bien común como el propio, se prioriza lo colectivo ante el individualismo y el conflicto es visto como una oportunidad de crecimiento.
Esto cumple con características esenciales de la mediación que conocemos, en concreto, muestra la importancia de ponerse en el lugar del otro, la necesidad de la colaboración entre las partes para poder llegar a un acuerdo, la importancia de la empatía, entre otros.
Como conclusión, el enfoque colaborativo que presenta esta filosofía sería de gran utilidad para la mediación puesto que se disminuiría la conflictividad en el proceso, y se fomentaría la empatía y el respeto entre las partes, facilitando la llegada a un acuerdo beneficioso para ambos.
La cultura que más me ha llamado la atención es la de los MAPUCHES.
Me parece interesante la relación que tienen con la naturaleza, lo unidos que se sienten a ella, hasta tal punto que sienten que naturaleza-tierra-hombre forman un mismo ser. Gracias a esta visión que tienen, a no sentir los conflictos como algo personal, sino como algo procedente de la naturaleza, y gracias también a pensar que ellos son los medios para solucionar dichos conflictos, utilizan el diálogo como medio de resolución de los problemas.
Es interesante la importancia que le dan a las relaciones humanas, la importancia que le dan a escucharse y entenderse.
Me ha llamado muchísimo la atención la costumbre de los tambores de la paz en Haití. Me sorprende muchísimo como entre todos han conseguido implementar esa técnica tan positiva, dándole la vuelta a la tortilla como muchas veces hemos dicho que debería implementarse en nuestra sociedad. "La idea de que con la paz todos ganan. Con el conflicto, todos pierden", han sabido comprender que cuando surge el conflicto es un momento para cambiar y sentarse a solucionarlo, no permitiendo que se cometan actos violentos en su comunidad.
Además, me parece destacable que eran líderes de grupos históricamente rivales en Haití, específicamente en la zona de Bel Air, que ahora en vez de implementar la violencia son mediadores de paz.
También, la idea de ofrecer tres becas de estudio destinadas a niños para su formación y estudios si en un mes no ocurre una muerte violenta, promover la cultura musical, el apoyo a la participación femenina, y el acceso a recursos básicos como agua y salud, es una forma fantástica de que toda la comunidad este implicada y busquen promover su mejora individual y grupal.
Entre las culturas leídas, la que me ha parecido más interesante es la cultura del Ubuntu, debido a que se centra en que la humanidad de las personas están relacionadas con la de los demás. Dicha cultura tiene una visión comunitaria y conecta el bienestar individual con el bienestar de los demás, es decir, nuestro bienestar depende del de los demás.
Asimismo, me sorprende en el contexto de mediación, ya que, a pesar de haber habido un conflicto o un enfrentamiento, el perdón y la empatía son elementos esenciales para una reconstrucción y cohesión del grupo.
En esta cultura el bien común es el elemento central, es decir, centrarse en la comunidad y cómo nuestras acciones afectan a los demás, sin enfocarnos únicamente en nuestro bienestar, promoviendo una sociedad justa.
Me resulta difícil no resaltar algo de cada una de las culturas que se exponen en el documento, ya que hay muchos detalles que nunca había escuchado antes.
Por ejemplo, la cultura Ubuntu, ha sido una de las que más me ha llamado la atención, especialmente por esa idea de unidad de las personas, la lealtad y la cohesión de la comunidad para poder superar obstáculos a lo largo de la vida. Esto me resulta bastante importante, porque realmente el apoyo social es una de las fuentes que tienen más evidencia científica como ayuda a la resolución de un problema, especialmente en el ámbito de la Psicología, y actúa como promotor de un buen pronóstico futuro. Respecto a una perspectiva más enfocada en la mediación, destacaría la idea de que “el bien común, es el bien propio, y viceversa”. Lo podría llegar a plantear hasta como refrán, digamos, de la mediación, ya que, al fin y al cabo, es lo que se pretende conseguir. Para poder solucionar los desacuerdos o malentendidos que pueden llegar a surgir en la vida, es esencial reconocer a los demás como nosotros mismos, siendo iguales y no desde el egoísmo o el beneficio propio, para poder alcanzar un bienestar colectivo; la clave de todo esto es la colaboración, la cooperación, buscar una solución donde todos salen ganando.
La cultura o costumbre que más me ha llamado la atención ha sido el “Palabrero Wayuu” de la comunidad Wayuu en Colombia y Venezuela. Este sistema normativo basado en la palabra para resolver conflictos me resulta llamativo porque destaca la importancia del diálogo, la mediación y el rol de las mujeres como intermediarias clave. Asimismo, me hace reflexionar sobre el valor que las sociedades modernas dan al diálogo genuino y la resolución pacífica de conflictos, comparado con los sistemas judiciales que a menudo recurren a enfoques más punitivos y formales. Es admirable cómo la palabra, el respeto, la prevención y la armonía son claves, de manera que lo considero un modelo que debería inspirarnos a repensar el modo en que abordamos las disputas en nuestras propias sociedades. Además de ello, en mi opinión, son cuatro los aspectos que resaltan su unicidad.
Primeramente, la importancia de la palabra. Si bien en muchas culturas, la palabra es vista como un compromiso, en el caso de los Wayuu esta tiene una carga aún más profunda: es sagrada y está ligada al bienestar colectivo. No es solo un instrumento de comunicación, sino una herramienta de reconciliación. Este enfoque de la palabra como medio para restaurar el equilibrio es impresionante porque muestra un valor casi espiritual atribuido a lo que se dice. En este contexto, el "Palabrero" no solo es un mediador, sino que encarna un vínculo entre lo terrenal y lo espiritual. Las decisiones que se toman no son solo para resolver el problema inmediato, sino para garantizar que el conflicto no deje secuelas, ni rencores que puedan generar nuevas fracturas en la comunidad.
Subsiguientemente, otro aspecto que me resulta profundamente interesante es el rol crucial de las mujeres como mediadoras. A menudo, en las culturas indígenas y en muchas sociedades tradicionales, las mujeres han sido relegadas a roles secundarios en la resolución de conflictos. Sin embargo, en la comunidad Wayuu, las mujeres se encargan de llevar la palabra en situaciones de conflicto.
Adicionalmente, me parece destacable el sistema de Palabrero Wayuu en tanto que fomenta la mediación preventiva, es decir, la idea de resolver las diferencias antes de que se conviertan en conflictos abiertos. En este sentido, los palabreros no solo se dedican a resolver disputas una vez que ya han surgido, sino que trabajan activamente en evitar que estas alcancen niveles de violencia. Este enfoque preventivo tiene el potencial de crear una cultura de paz desde la base, donde la resolución pacífica se convierte en el primer recurso en lugar del último.
En última instancia, me resulta impresionante cómo esta tradición sigue vigente hoy en día, incluso en el contexto moderno, con el sistema judicial y las instituciones legales globalizadas. El Palabrero Wayuu sigue siendo una figura clave en la resolución de conflictos, incluso en situaciones que involucran a las autoridades estatales. Esto demuestra la resiliencia de las tradiciones indígenas y su capacidad para mantenerse relevantes y efectivas a lo largo del tiempo, adaptándose a las necesidades contemporáneas sin perder su esencia.
La costumbre que más me llama la atención es la costumbre japonesa.
El código que utilizaban, bushido, contiene valores que considero fundamentales en una persona: la justicia, humildad, coraje, lealtad o la educación.
A pesar de ser un código dirigido a los guerreros, el bushido se centra en valores que se pueden aplicar a todos los aspectos de la vida, no solo a la guerra. Se enseña a los guerreros a no infravalorar a nadie, a tratar con cortesía y respeto incluso a sus enemigos y ser responsable sobre sus acciones. Si nos paramos a pensar un momento, son valores que son totalmente aplicables a la sociedad actual. Por ello, considero al bushido como un código atemporal.
Para finalizar, considero que los valores del bushido pueden ser muy útiles en la mediación. Con respeto, humildad y empatía se pueden resolver conflictos más fácilmente que si pensamos en nuestro propio beneficio y bienestar. Es, sin duda, un modelo a seguir.
Sara Martín Huguet
Hay muchas culturas muy interesentas en este documento pero, yo personalmente me quedo con los Mapuches de centro-sur de chile. Relacionan los seres humanos, la naturaleza y el conflicto. Los mapuches no solo ven los conflictos como algo natural y resoluble, sino que incorporan valores como el diálogo, la empatía y la armonización en sus soluciones.
En su forma de resolver los conflictos destaca; la resolución mediante la palabra, el rol del chamán que aportan guía espiritual y mediación y por último actividades como baños rituales en ríos o lagos al amanecer formaban parte de los procesos de reconciliación y reencuentro.
En su filosofía, los desacuerdos se perciben como fenómenos naturales y manejables, integrando en su resolución principios como la comunicación abierta, la comprensión mutua y la búsqueda de armonía. Esta aproximación se distingue notablemente de los métodos más adversariales o jurídicos empleados por otras sociedades, poniendo de relieve la profunda sabiduría heredada de sus antepasados y su habilidad para preservar la estabilidad y el equilibrio dentro de sus comunidades.
La que más me ha encantado de todas las culturas ha sido la japonesa, como el código samurái tiene una forma de abordar los problemas y conflictos, se fundamenta en principios éticos y valores.
Una de las cosas que mas me llama la atención es cómo el bushido pone en el centro virtudes como la justicia, la sinceridad y el honor, elementos que no solo promueven soluciones efectivas sino también duraderas y éticas. Por ejemplo, uno de los principios que tienen es "hablar y hacer son la misma acción" lo que subraya la importancia de la coherencia y la responsabilidad, algo que para la resolución de un conflicto es esencial.
Además, prioriza la empatía y el respeto incluso a sus propios enemigos en el que actualmente estamos en un mundo en el que muchas veces respondemos a los conflictos con confrontación e incluso con violencia, por lo que este enfoque nos enseña que comprender al otro puede ser una herramienta poderosa para encontrar soluciones más humanas y equilibradas.
También le doy importancia a como un samurái veía el honor, actuando según sus valores y no simplemente por las expectativas externas. Esto refuerza la idea de que las decisiones más acertadas no siempre son las más fáciles, pero sí las más justas.
En resumen, esta cultura no solo resuelve problemas, además, lleva al individuo a reflexionar sobre sus valores y su ética.
Ana García Breva
La cultura que más me ha llamado la atención es la de los Cuatro Acuerdos de la filosofía tolteca, que revelan la importancia de tomar control de nuestras vidas y liberarnos de los acuerdos preestablecidos por la sociedad.
Los Cuatro Acuerdos son:
- Ser impecable con las palabras: Las palabras tienen un poder enorme, tanto para construir como para destruir. Usarlas con cuidado y respeto puede transformar nuestras relaciones y el futuro.
- No tomar nada personalmente: Lo que otros hacen o dicen refleja su propia realidad, no la nuestra. Entender esto nos ayuda a liberarnos de las opiniones ajenas.
- No hacer suposiciones: Las suposiciones crean realidades erróneas. En lugar de asumir, es importante hacer preguntas para entender y evitar malentendidos.
- Hacer siempre lo mejor que puedas: Dar lo mejor de uno mismo sin culparse por los errores. Vivir en el presente y aprender de la experiencia sin arrepentirse.
Sinceramente ha sido la que más me ha llamado la atención porque creo que es una filosofía de vida muy atractiva, yo personalmente considero que saber usar las palabras es algo esencial para poder expresarnos, comunicarnos y hablar con nosotros mismos. Además, para evitar discusiones innecesarias, no tomarse las cosas de forma personal es un valor mu importante para conseguir paz mental, igual que el evitar hacer suposiciones. Finalmente, mi madre me enseño, que para si se hace algo, que se haga todo lo bien que se pueda. Siempre me ha enseñado a dar lo mejor de mi. Quizás por estas cosas me llama más la atención esta cultura. Asimismo, considero que sus cuatro acuerdos son esenciales para conseguir empoderarse y alcanzar un equilibrio o paz mental.
Tras leer el documento propuesto, y aunque me ha encantado la mención a la Feria de Sevilla y los sevillanos, debo decir que la cultura que más curiosa y útil me ha resultado desde el punto de vista de la mediación es la de los beduinos.
Me parece muy lógico que, al vivir al margen de la autoridad del estado, hayan desarrollado su propia forma de resolver conflictos. Una de las prácticas que más me ha llamado la atención es el periodo obligatorio en el que las partes en conflicto no tienen derecho a comunicarse entre sí. Esto permite al consejo tribal investigar a fondo el caso sin interferencias.
También me ha gustado el hecho de que sea obligatorio para los jóvenes de la tribu asistir a los consejos tribales. Esto les permite aprender a resolver conflictos de manera práctica, una experiencia que, de otra forma, podrían no adquirir. Además, les ayuda a comprender las posibles consecuencias de sus actos si se vieran involucrados en un litigio en el futuro.
Otro aspecto interesante es que las reuniones comiencen con un almuerzo, ya que esto facilita que las personas se relajen y se sientan más cómodas antes de pasar a la discusión formal. Posteriormente, se da la palabra a los voceros, quienes actúan como representantes políticos o abogados en algunos casos, defendiendo los intereses de sus respectivos clanes.
Por último, considero muy útil que varias personas actúen como garantes del cumplimiento del acuerdo alcanzado, lo que refuerza su legitimidad y facilita su ejecución. Me ha parecido especialmente simbólico que, al finalizar la sesión y abandonar la madiafa (el lugar donde se lleva a cabo la reunión), los miembros de ambos clanes se mezclen y se hablen como si nunca hubiera existido ningún desacuerdo. Esto refleja la gran importancia que esta cultura otorga al honor y a la reconciliación.
Me ha llamado mucho la atención la tradición del Honor Beduino. Esta práctica ancestral de resolución de conflictos tiene elementos que me recuerdan a las costumbres musulmanas y ofrece valiosas lecciones para los mediadores modernos. Y como persona que empatiza con esta religión creo que tanto esta tradición como la mediación del conflicto Israelí-Palestino han sido las que más intereses han despertado en mi, aunque considero que en esta última mi respuesta se tiraría demasiado para un bando y no podría tener una visión objetiva.
Volviendo con el tema en concreto, lo que más me ha impresionado es como el proceso está profundamente arraigado en los valores culturales y el respeto mutuo. El hecho de que se reúnan en la Madiafa, o casa del huésped, ya establece de por si un ambiente de hospitalidad y cortesía.
El periodo de calma impuesto antes de las deliberaciones me parece una gran idea ya que permite que las emociones se enfríen y que todas las partes reflexionen sobre el conflicto antes de abordarlo. Esto podría ser muy útil en la mediación moderna, donde a menudo las partes llegan aún alteradas por el conflicto, como ya hemos visto en clase.
El hecho de que un acuerdo verbal tenga tanto peso demuestra la importancia de la integridad personal y la confianza en la comunidad.También me impresiona como involucran a toda la comunidad en el proceso al igual que la presencia de los jóvenes para aprender, junto con como la participación de los miembros respetados de la tribu muestran cómo la resolución de conflictos es vista como una responsabilidad colectiva.
En resumen, creo que esta tradición beduina recuerda la importancia de adaptar los procesos de mediación a los valores y costumbres más locales. Todo futuro mediador podría aprender de este enfoque ya que prioriza el honor, la comunidad y la reconciliación por encima de los procedimientos formales, y es algo que es necesario hoy en día, por que algunas veces la formalidad en exceso deshumaniza el proceso de mediar.
Para mi en este caso la cultura que me ha parecido más interesante es la Ubuntu, de África, en la que se ve cómo existe cómo ellos muestran, una interconexión entre todas las personas, su una sufre o tiene problemas, todos lo tienen de una manera u otra también, por lo tanto es importante buscar el bien de todos y actuar en consecuencia, ya que esto también acabará beneficiando al resto.
Le dan importancia a algo que creo que es esencial que comprendamos, y es que no somos seres individuales sin más, sino que el resto nos afecta y nosotros afectamos al resto, digamos que es una cadena, somos parte de algo más grande que solo nosotros mismos, y el entender eso puede ayudar mucho a la hora solucionar un conflicto.
El ejemplo tan bonito y duro que muestran las familias palestinas e israelíes, es especialmente interesante. Nos demuestran cómo el sufrimiento compartido y la empatía no entienden de guerras o barreras. Así, ellos lo convierten en una herramienta para el entendimiento y la paz. Su trabajo, incluso a nivel educativo con los más jóvenes, es admirable porque llega a enfrentarse al rechazo social. Estas personas, con una conciencia muy valiosa, nos animan a reflexionar y a darnos cuenta de que la mediación es clave en el proceso reconciliador, especialmente si se usa para hacer entender a las partes que el otro es un igual. Nos inspiran para dejar de ser agentes pasivos y a tomar acción, que ya sea pequeña o grande seguro aportará un importante granito de arena.
La filosofía Tolteca resalta la importancia de la autoconciencia, el respeto mutuo y la responsabilidad personal, conceptos muy relacionados con la mediación.
En primer lugar, los toltecas nos dejaron la leyenda del "Espejo Humeante", la cual nos muestra que estamos hechos de luz y que los demás son espejos en los que podemos reconocernos, aunque un "velo de humo" a menudo nos lo impide. Esto se puede traducir en que la sociedad nos hace aceptar reglas y caminos que no elegimos, pero que asumimos como propios.
En cuanto al primer acuerdo “ser impecable con las palabras”, nos indica el poder esencial del lenguaje en la mediación, el cual tiene la capacidad de construir o de causar daño. Por ello, es nuestra principal herramienta, y debemos prestar especial atención a las preguntas que realizamos.
Siguiendo con el segundo acuerdo “no has de tomar nada personalmente”, nos invita a reconocer que las acciones de los demás no giran en torno a nosotros, sino que responden a su propia realidad y contexto, lo cual nos ayuda a los mediadores y a las partes a entender que las acciones y opiniones de los demás provienen de su propia realidad, no son ataques directos, lo cual permite respetar y comprender las opiniones de los demás, incluso cuando no las compartamos. Aceptar esto facilita mantener la objetividad y reducir las emociones negativas que obstaculizan el acuerdo.
El tercer acuerdo “no hagas suposiciones” indica que cuando asumimos cosas, malinterpretamos, lo tomamos como algo personal y creamos problemas de la nada. En mediación, asumir intenciones o significados no expresados puede distorsionar el proceso. Este acuerdo resalta la importancia de preguntar y buscar claridad, ayudando a eliminar prejuicios y a crear un espacio de entendimiento mutuo.
Por último, el cuarto acuerdo “hacer siempre el máximo que puedas” sugiere que debemos centrarnos en el presente pero aprendiendo del pasado, siempre sin rendirse. Para los mediadores significa ayudar a las partes a enfocarse en el presente y liberarse de los roles de víctimas, empoderándolas para tomar control de sus decisiones y acuerdos.
Siguiendo esta filosofía, sería esencial en la mediación puesto que ayuda a liberar a las personas de patrones impuestos (como normas sociales o conflictos emocionales) y guiarlas hacia un estado de responsabilidad y autenticidad. Estas enseñanzas pueden inspirar tanto al mediador como a las partes a comunicarse mejor, respetarse mutuamente y trabajar para alcanzar soluciones significativas y sostenibles.
Tras la lectura del documento, he podido conocer mucho acerca de otras culturas e iniciativas, como los tambores de Haití con sus becas de estudio o el balcón de derechos y la justicia itinerante de Brasil, donde incentivan a las personas, empresas, organismos... a forjar una sociedad más justa y democrática.
Por lo que se refiere a la cultura que más me ha sorprendido, llamado la atención y causado interés ha sido la del Norte de África, los Beduinos. Los empecé a conocer en clase un vez que fueron nombrados, pero hoy he tenido la oportunidad de profundizar más en el tema y aprender paso a paso los rituales que tienen en el caso de que haya una ocurrido algo que los haga estar en conflicto.
Me resulta realmente curioso el hecho de que rocen narices, este gesto enfatiza que ambas partes están en igualdad de condiciones y al mismo tiempo, al acercarse lo suficiente para rozar las narices, se demuestran la mutua confianza. Siento que con este gesto inicial ya se rompen muchas tensiones y se demuestran que ambas partes están dispuestas a la colaboración.
Por otra parte, me llama la atención el orden ante la comunicación, con esto estoy haciendo referencia al "vocero" o a lo que yo he traducido como "portavoz" del grupo. La manera en la que tienen instaurado los pasos a seguir para poder comunicarse, y por ende llegar al mutuo entendimiento de la forma más ordenada y respetuosa posible, me ha parecido realmente positivo ese rol.
Sin olvidar los honorarios o los "kobar", que hace referencia a la cantidad que sirve para los gastos de la investigación, ya que el trabajo está reconocido y eso es realmente importante para la profesión.
Por último, señalizar que tras la decisión los miembros de ambos grupos se levantan y mezclan para hablar entre ellos, dando a entender que ya no existen rencores y no merece la pena focalizarse en el pasado sino en el futuro, realmente me ha apasionado el sentimiento de unidad que se ve entre ellos.
Mª Jesús Zabala y Tobar
Podríamos afirmar que Japón es un país de una riqueza extraordinaria, tanto a nivel cultural como gastronómico. En el plano social, sin embargo, es común encontrarse con numerosos choques culturales que pueden sorprender a quienes provenimos de países occidentales. Muchas de estas diferencias se originan en la arraigada disciplina y estructura de su sociedad, características que tienen sus raíces en la época de los samuráis. El bushido, código de conducta, es el que ha ido influenciando a lo largo de los años los valores de la sociedad japonesa, promoviendo un sentido de deber colectivo, respeto por la jerarquía y una ética laboral rigurosa.
Me resulta curioso que, incluso en la actualidad, la sociedad japonesa mantenga un fuerte apego a sus tradiciones. Existe una marcada tendencia a buscar la aprobación de los demás y a proyectar una imagen positiva, reflejando la importancia que se otorga al respeto y la armonía en sus interacciones sociales.
GLORIA CRUZ MENDOZA
Lo que más me ha llamado la atención es El Balcón de Derechos de Brasil, el cual es un programa que aporta soluciones gratuitas, rápidas y cercanas en situaciones tanto vecinales como familiares o laborales. Este programa actúa desde la empatía, justicia y la mera actuación o implicación social y comunitaria.
Lo que me ha hecho destacar esta cultura o costumbre ha sido su ámbito de actuación, que se trata de un entorno complejo, las Favelas. La intervención se realiza para evitar la violencia y casos sin resolver debido a la inaccesibilidad al sistema judicial que se encuentra allí presente.
Dicha intervención se basa en la mediación, la cual se emplea como herramienta de paz. Me parece destacable la implicación comunitaria y su forma de resolver problemas a través del diálogo y el empoderamiento social. Por lo que, se incrementa y promueve la educación en aspectos muy importantes como son los derechos humanos, a la vez que también se ve en aumento el cambio social participativo.
Esta actividad realizada por parte del Balcón de Derechos de Brasil muestra cómo los desacuerdos pueden ser resueltos sin tribunales y a través de una justicia más accesible. Me llama mucho la atención cómo comunidades vulnerables y probablemente olvidadas por muchos, son capaces de convertir un conflicto en un gran aprendizaje, a pesar de encontrarse sumergidas en un ambiente donde predomina el prejuicio.
Recuerdo que hace unos años mi madre me comentó lo interesante que era esta perspectiva filosófica, desde entonces la intentamos aplicar día a día lo que esta propone. Descubrir que forma parte de la mediación me ha hecho reafirmarme más aún en la importancia de los valores que esta propone.
“Los cuatro acuerdos” de Don Miguel Ruiz, es una guía basada en la sabiduría tolteca para alcanzar la libertad personal y una vida plena. Estos acuerdos son:
1. Cuida tus palabras: Usa el lenguaje con honestidad y para construir, evitando críticas o juicios que dañen a otros o a ti mismo.
2. No te tomes nada personal: Las acciones de los demás reflejan su propia realidad, no la tuya. Esto ayuda a evitar sufrimiento innecesario.
3. Evita las suposiciones: Pregunta y comunica claramente para prevenir malentendidos.
4. Da siempre lo mejor de ti: Haz tu mayor esfuerzo según tus posibilidades, sin caer en el autojuicio.
Estos principios buscan liberar de creencias limitantes y promover una vida consciente y auténtica.
La cultura Wayuu resulta fascinante por su sistema de mediación centrado en el Palabrero, una figura clave que resuelve disputas mediante el diálogo y el respeto mutuo. Este líder, cuya palabra es considerada sagrada, se encarga de garantizar la armonía y calma dentro de los clanes, evitando los conflictos y promoviendo la restauración de principios básicos. Lo más notable es el papel esencial que desempeñan las mujeres, quienes actúan como voceras en los conflictos, protegiendo a los hombres de enfrentamientos y preservando la paz en situaciones de tensión. Esta cultura refleja una gran sabiduría, ya que el poder de la palabra se considera como la herramienta más eficaz para la resolución de problemas, evitando ir a juicios o la intervención del estado. Además, el sistema Wayuu no solo preserva su tradición, sino que también destaca por su capacidad para adaptarse al mundo moderno.
Todas las que he leído me parecen muy interesantes y sobre todo distintas a lo que estamos acostumbrados a ver a nuestro alrededor. Por resaltar una, hago mención especial al Código Samurai ya que fomenta los valores humanos como pueden ser la lealtad y la honestidad.
¿Es el ejercicio de mediar un valor humano? Esta lectura no solo me ha hecho conocer el papel de la mediación en diferentes culturas, si no que, hilando con la temática de la semana anterior, quizá la mediación sí sea un valor humano. O al menos, comienza a serlo para mi.
De esta lectura me gustaría llevarme esa visión de la mediación, que más que un ejercicio profesional sería un valor que elijo integrar. Que como por ejemplo, junto al respeto y la empatía, reside la resolución de conflictos , el perdón y el bienestar comunitario, ¿esto no es la mediación?
Como isleña, me ha sido inevitable dejarme llevar por la curiosidad de otras islas. ¿Qué papel guarda la mediación en la costumbre hawaiana?
Aquí es cuando aparece el término Ho' oponopono, un rito tradicional altamente vinculado a la mediación de problemas familiares y tribales. Pero que además, implica la promoción de armonía, el perdón y la restauración de vínculos. Buscan por lo tanto el consenso.
¿Es para esta población la mediación un valor comunitario y humano?
Además aparece la figura del Haku, quien guía durante el proceso, profundiza en las raíces y promueve la resolución, cuyo objetivo va más allá de un acuerdo material, enfocándose en la reconciliación emocional y espiritual. Este proceso me ha resonado, y en cierta forma he encontrado similitudes con lo que nosotros denominamos "Deconstruir- Reconstruir- Co-construir".
El proceso incluye las siguientes fases:
-Aceptación inicial
- Plegaria inicial
- Identificación del problema
- Confesión y perdón
- Compromiso futuro
- Reafirmación de lazos
- Plegaria final
- Comida compartida
- Reanudación de la vida cotidiana
Sin duda, lo que más me ha llamado la atención es la unión. Qué normativo es en nuestro contexto que el conflicto o la disputa suponga separación, "no quiero saber más de ti"; "no quiero ni verte". Precisamente esta costumbre es acción opuesta, el conflicto es unión. Es más, si no fuese logrado el consenso, la persona puede ser apartada de la familia. La resolución es la primera opción.
Tras la lectura del documento, me ha resultado interesante la cultura de los Wayuu en La Guajira, con su tradición del Palabrero como sistema de mediación. Es impresionante cómo han hecho de la palabra un recurso sagrado para resolver conflictos, evitando siempre la violencia. Me parece admirable que recurran al diálogo y a acuerdos simbólicos, como pagos con animales o joyas, para mantener la paz. También me ha sorprendido el papel de las mujeres como mediadoras preventivas, quienes intervienen para evitar enfrentamientos entre clanes. Esta tradición muestra una gran sabiduría comunitaria basada en el respeto, el diálogo y la empatía, valores que creo que todos podríamos adoptar más en nuestra forma de resolver conflictos.
Me ha resultado muy interesante leer el documento y me parece muy curioso los diferentes contextos socioculturales en los que se implementa la mediación.
Para mi, personalmente, el más interesante es la mediación en el contexto de los beduinos en el norte de África. Tal y como aparece en el documento, la mediación es una práctica que está muy arraigada en las tradiciones de los beduinos, las tribus nómadas que habitan principalmente en el norte de África y Oriente Medio. Son comunidades en las que los lazos familiares y tribales son esenciales, la resolución de conflictos a través del diálogo es la forma principal de preservar la cohesión social, garantizar la justicia y evitar que se derrame sangre innecesariamente.
Es una sociedad en la que los conflictos pueden surgir por motivos como disputas por tierras, por agua, honor o por recursos que sean compartidos. La mediación aquí se ejecuta de una forma jerárquica y que culturalmente, es muy respetada, donde ancianos, líderes tribales o figuras con autoridad moral (a menudo llamados "Sheiks") que actúan como mediadores imparciales.
La mediación beduina tiene tres valores fundamentales, que son: la honra, el respeto mutuo y la restauración de la armonía. Los principios básicos incluyen:
1. Respeto por los ancianos: los mediadores suelen ser hombres mayores que poseen sabiduría y experiencia.
2. Neutralidad del mediador: el mediador no toma partido, por lo que se asegura la confianza de todas las partes implicadas.
3. Reparación simbólica y práctica: las soluciones a menudo incluyen compensaciones materiales o gestos simbólicos, como pedir disculpas públicas o realizar ceremonias tradicionales que simbolicen la reconciliación.
Y, por último, hay establecido un proceso de la mediación, cuyos pasos principales son: La narración de los hechos, después es necesaria una evaluación del daño, tras esto, una propuesta de resolución y por último, la ceremonia de reconciliación.
La mediación beduina es una expresión de la identidad cultural de estas comunidades. Es una región donde los sistemas judiciales modernos a menudo son inaccesibles o percibidos como inadecuados, estas prácticas locales han demostrado ser sostenibles y efectivas. Desde mi punto de vista, es un enfoque perfecto para resaltar el valor de las soluciones personalizadas y arraigadas culturalmente, que priorizan la cohesión social sobre la confrontación legalista.
De entre todas las culturas y costumbres que aparecen en el documento, yo voy a hablar de la de Japón, es decir, del código samurai y, no por ser especialmente fan, sino porque tenían unos principios arraigados que, a día de hoy, brillan por su asuencia.
El primer principio del que ellos hablan es del sentido de la justicia y la honestidad, características que, actualmente, no se aprecian mucho, y no solo en el ámbito político, sino también en nuestro día a día, como por ejemplos, compañeros de clase que no responsabilizan de sus partes de un trabajo o de trabajo, a quienes solicitas una información para poder continuar con tus deberes y en vez de facilitártelo, hacen todo lo contrario.
Seguidamente hablan sobre la simpatía hacia todo, y considero que es una pena que en mi sociedad o, en mi generación, sea una característica o cualidad bastante perdida, sobre todo en lo relacionado en la política. Es triste como siendo una generación tan moderna, seamos menos transigentes que las anteriores y, sobre todo, que pena que tengan que ocurrir cosas como las de Valencia para que todos dejemos a un lado nuestras creencias y demostremos lo mejor de nosotros.
La eduación y el respeto están bastante relacionadas con lo anteriormente dicho. Son dos características que parece que con el tiempo, van perdidendo valor.
La sinceridad y el cumplimiento de la palabra dada es algo que, aunque parece que esté presente, yo más bien diría que está medio- presente, porque la tendencia no es ser sinceros, sino medio sinceros, decir medias verdades o "maquillar" la realidad para que no sea tan malo, ¿por qué? por miedo a las consecuencias, porque actuamos sin pensar y, una vez que nos damos cuenta del error, nos entra el pánico y lo que se intenta es salir del paso lo menos afectado posoble.
Y finalmente, hablando sobre la eduación y el conocimiento, son dos aspectos que cada vez tienen menos importancia. No solo por las políticas, que cada vez son menos exigentes con los estudios y la formación en los institutos, sino porque además los propios adolescentes no tienen la curiosidad de aprender y saber del pasado, lo ven como una obligación que se aprenden de memoria para después, "escupirlo" en el examen y olvidarlo, siendo, la cultura de la tecnología la que cada vez prima más.
En el documento se evidencia cómo distintas culturas y sociedades, a lo largo de la historia y en diferentes lugares del mundo, han desarrollado mecanismos únicos y profundamente arraigados en sus tradiciones para resolver conflictos. Este análisis nos muestra que los conflictos no son ajenos a ninguna sociedad, pero su gestión está profundamente influenciada por los valores, creencias y estructuras sociales de cada contexto.
Por ejemplo, en Japón, el código samurái buscaba resolver disputas a través de valores como el honor, la justicia y el control emocional, mostrando que la mediación no solo era un acto de reconciliación, sino también de equilibrio personal y comunitario. De forma similar, en culturas indígenas como la de los Wayuu en Colombia, la palabra adquiere un poder sagrado, siendo utilizada por los “palabreros” para evitar la violencia y lograr acuerdos simbólicos que preservan la cohesión social.
En contraste, los beduinos del norte de África destacan por su uso de consejos tribales, que, basados en códigos ancestrales, buscan evitar la intervención externa y preservar el honor, una noción central para ellos. En Hawái, el ho’oponopono refleja cómo la mediación puede estar profundamente ligada a lo espiritual, entendiendo la resolución de conflictos como una forma de restaurar la armonía tanto familiar como individual.
Otros ejemplos, como el de las familias palestinas e israelíes que trabajan juntas por la paz o el de los Mapuches de Chile, muestran cómo el diálogo, el respeto mutuo y la empatía son herramientas esenciales para transformar el conflicto en oportunidades de reconciliación y aprendizaje colectivo. Por otro lado, en contextos más estructurados, como el de la mediación en China antigua, observamos cómo las autoridades locales y líderes comunitarios actuaban como mediadores, priorizando la armonía y evitando el enfrentamiento directo.
Estos ejemplos evidencian que las formas de resolver conflictos no solo son un reflejo de las particularidades culturales, sino también de las necesidades y objetivos de cada sociedad. Ya sea mediante rituales, símbolos o diálogos estructurados, estas prácticas nos recuerdan que la mediación tiene un fundamento universal: la búsqueda de paz y equilibrio, pero adaptada siempre a las características de cada comunidad. Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo hoy en día podríamos aprender de estas tradiciones para enfrentar los desafíos contemporáneos en la resolución de conflictos.
En mi lugar me quedo con El Tribunal de las Aguas de Valencia, puesto que su modelo de justicia ha sido reconocido por todas las ideologías y culturas y ha perdurado desde los tiempos del califato de Córdoba.
Desde los valores de sus miembros, que son elegidos democráticamente, no son impuestos por una autoridad, sino que son elegidos por las personas a las que después van a ser "juzgadas", y que todos sus miembros son figuras conocidas en la sociedad como "hombre honrado", por lo que el pueblo busca que los miembros de este tribunal sean personas justas que aseguren el cumplimiento de su deber. Lo cual explica como este modelo ha perdurado tanto tiempo, puesto que son personas con autoridad moral y que son profesionales conocedores de las bases jurídicas que han de aplicar.
Laura Jurado Blanca
De entre todas las culturas y costumbres que hay en el mundo, la que más me ha llamado la atención son las Kup Women for Peace, pues estas cuentan con un extraordinario modelo de trasformación social, donde las mujeres lideran un proceso de cambio cultural profundo. En un contexto de conflictos históricos tribales, han logrado crear una estructura que no solo media en los conflictos, sino que los previene mediante educación, capacitación y un trabajo comunitario inclusivo. Lo más impresionante es su capacidad para abordar las causas estructurales de la violencia, empoderando a la comunidad con herramientas de diálogo, respeto y desarrollo, demostrando que la paz no es solo ausencia de guerra, sino construcción colectiva de bienestar. Su método, que integra mediación, derechos humanos y desarrollo social, representa un modelo inspirador de resolución de conflictos que trasciende su contexto local y ofrece lecciones valiosas para sociedades divididas en cualquier parte del mundo.
Una de las costumbres que más me llamó la atención es la del Palabrero Wayuu en la comunidad indígena de la península de La Guajira, entre Colombia y Venezuela. Esta tradición se centra en resolver conflictos a través del poder de la palabra y el diálogo, evitando la violencia mediante la mediación llevada a cabo por figuras respetadas como los pütchipü’üis o "palabreros".
Lo que más destaca es el papel asignado a las mujeres como voceras en algunas situaciones, evitando así confrontaciones violentas entre los hombres. Esto demuestra un enfoque preventivo y profundamente respetuoso hacia el conflicto, valorando la mediación y la palabra como herramientas principales. Además, el uso de símbolos, como el bastón del palabrero, refuerza la importancia de la justicia y la armonía en esta comunidad.
Me impresiona cómo una práctica ancestral como esta sigue vigente en pleno siglo XXI, resaltando el poder transformador del diálogo y la sabiduría comunitaria frente a los conflictos armadas. Este enfoque no solo busca resolver el conflicto, sino también mantener la cohesión social y preservar su cultura.
MARIA PINO
Me ha llamado la atención la forma en que los beduinos resuelven conflictos porque su sistema se basa en el honor y la mediación comunitaria sin necesidad de tribunales ni documentación. Destaca el rol del consejo tribal, que sigue códigos ancestrales, y el énfasis en la reconciliación completa. La ceremonia incluye treguas, discusiones respetuosas, y la palabra dada tiene un peso tan significativo que una falta de cumplimiento puede considerarse maldición generacional. Esta práctica refleja una fuerte confianza en la comunidad y sus valores.
"La Feria de Sevilla... Una buena oportunidad para mediar", es el apartado que más ha llamado mi atención. Me parece muy interesante la reflexión que se hace en el documento sobre cómo esta festividad puede servir como un espacio ideal para practicar nuestras habilidades de mediación de forma espontánea y natural. Algo que me llamó mucho la atención es cómo, en un ambiente festivo y aparentemente informal, se pueden generar situaciones que requieren habilidades esenciales para un mediador como puede ser la empatía, el respeto y la capacidad de llegar a acuerdos. Me hizo recordar a las cenas de navidad y como en estas también se pueden dar este tipo de situaciones.
Un ejemplo que se destaca es que en las casetas privadas, que podrían parecer exclusivas, se observa cómo los sevillanos las convierten en un espacio que compartir con familiares y amigos. Además, se destaca que el simple hecho cotidiano de coordinar encuentros, resolver desacuerdos o gestionar el acceso a una caseta ya refleja una capacidad para mediar conflictos sin que estos lleguen a mayor grado.
Con todo ello se podemos concluir que, incluso en un entorno festivo, las habilidades de mediación pueden desempeñar un papel clave para fomentar la convivencia, mostrando cómo las tradiciones culturales también son una oportunidad para aprender y poner en práctica la resolución pacífica de conflictos.
Nicolás Durán López.
De entre todas las culturas mencionadas en el documento, la de Brasil es muy interesante, ya que parte de la población brasileña vive en favelas. Esta población tiene un nivel bajo de conocimientos académicos, por lo que el negocio de conflictos y la mediación debe de adaptarse a las limitaciones de estas personas.
Una técnica que se utiliza para solucionar los conflictos en este tipo de población es el Balcón de Derechos. Este balcón consiste en una oficina que se dedica a ponerle fin a los problemas en el lugar dónde se ubican las favelas. Es gratuita y propone la mediación para la resolución de los conflictos que se presenten en este contexto. Se realizan charlas y talleres para formar a los afectados en el proceso de negociación. También se facilita a esta población a que puedan acceder a procesos judiciales, es relevante enseñar lenguaje jurídico para que contextualicen y comprendan mejor el proceso a seguir.
Otro método que se lleva a cabo con los brasileños que viven aislados de la sociedad es la Justicia Itinerante. Consiste en llevar el proceso de mediación a poblaciones indígenas, una serie de personas se movilizan en barco hasta llegar a estas poblaciones, con el objetivo de ayudarles y facilitarles la resolución de conflictos. Es importante que los mediadores que realicen esta función tengan en cuenta las normas sociales de estas civilizaciones, ya que en ocasiones pueden ser contradictorias con el mismo proceso de mediación.
Me ha parecido muy bonita la filosofía de vida que siguen los “indios”, también llamados “piel roja”. Diría que es bastante pacífica y conformista.
A día de hoy podríamos aprender muchas cosas de ellos ya que en sus 10 mandamientos lo que más destaca es el respeto a los demás y la contribución a la comunidad.
No obstante, es bastante chocante si se compara con la actualidad ya que vivimos en un mundo bastante egoísta y donde destaca la autosuficiencia. Pero todos sabemos que esto lleva a que no todos puedan llevar un estilo de vida decente. Mientras que los piel roja muestran lo que realmente es ser vivir juntos y como los animales sociales que somos.
De sus 10 mandamientos los que más me han llamado la atención han sido:
- Trata todo lo que hay a tu alrededor con respeto.
- Haz lo que creas que está bien pero siempre en bien de todos y de la comunidad.
- Se sincero y honesto; habla la verdad, pero sobre todo lo bueno de los otros.
Me los llevo como lecciones que a todos creo que nos vendrían muy bien
- Alia Mariana Toledo Pérez (no me deja poner mi nombre)
PARTE 1/3
Partiendo de la base de que la cultura es un concepto complejo que abarca una amplia gama de valores, actitudes, creencias y comportamientos, y que éstos pueden influir en la forma en que las personas negocian, se comunican y resuelven sus conflictos, los mediadores deben ser muy conscientes del papel que desempeñan las distintas culturas en la mediación. Teniendo en cuenta éstas, que tendrán instintos orígenes culturales, se podrá empezar a elaborar un plan para que el mediador proporcione una ayuda eficaz que lleve a una solución de mutuo acuerdo.
De todas las culturas expuestas en este documento, la más difundida entre los mediadores es la tradición cultural hawaiana del Ho’oponopono, una forma de solución de disputas entre las tribus nativas que se emplea para resolver principalmente los conflictos familiares que surgen dentro de cada territorio.
Esta cultura se entiende como una filosofía de vida, como una creencia de que la verdad y el acuerdo van a surgir durante el proceso y, por lo tanto, se requiere una entrega espiritual.
El mediador o “Haku” trata de resolver estos conflictos para alcanzar una resolución duradera y sincera. A lo largo de las fases que expone el texto, se extrapolan los siguientes valores:
- En primer lugar, la voluntariedad para reunirse y empezar a trazar o dibujar un plan que ayude a encontrar la solución.
- El respeto por las creencias del otro, lo que ayudará a crear un ambiente de confianza, serenidad y seguridad. En el campo de la mediación actual, se puede comparar con el respeto a las reglas que establecen un buen uso del lenguaje y unos turnos de palabra adecuados para facilitar la comunicación entre las partes.
- El compromiso mediante el reconocimiento de errores propios para, así, llegar a una cultura del encuentro y poder alcanzar un acuerdo satisfactorio, justo y equilibrado para ambas partes. Relacionado con esto también destaca el perdón y la sinceridad u honestidad en la negociación para reparar verdaderamente el daño y que el acuerdo tenga más posibilidades de perdurar en el tiempo, lo cual se reafirma mediante celebraciones familiares.
- Por último, cabe destacar que todas estas virtudes mencionadas ayudan a garantizar la igualdad y libre disposición de las partes y su neutralidad.
Este método guarda bastantes semejanzas con el utilizado actualmente en la mediación, ya que en ambos se acude de manera voluntaria para resolver las diferencias existentes; en la actualidad, las partes acuden a un mediador para que se produzca un encuentro e iniciar la mediación, al igual que en este caso se acude al Haku para iniciar el proceso. Además, en ambos se busca generar un encuentro donde conversar de una manera sincera y empática para encontrar una solución al conflicto exponiendo sus diferencias y escuchando cómo la parte contraria muestra sus sentimientos en un clima de respeto mutuo. Al igual sucede con la resolución que se alcance, pues en ambos métodos se comprometen a cumplir lo pactado de cara al futuro y esto dará lugar a que la relación entre ambas partes sea perdurable en el tiempo, sin perjuicio de tener que realizar algunos ajustes.
PARTE 2/3
Como punto negativo, podría destacar la escasa rapidez y sencillez del mismo. Sin embargo, la demora está más que justificada, al contrario que en nuestro sistema judicial actual, pues en todo caso se intenta llegar siempre a la verdad, consenso y armonía.
Por otro lado, es cierto que algunas veces no se alcanza una solución, bien porque una de las partes no sea capaz de perdonar o porque reniegue o abandone el proceso. En estos casos se aplican castigos bastante severos, haciendo que el individuo sea apartado de la familia y expulsado de la tribu. En la actualidad, esto se podría asemejarse más a un castigo impuesto por la vía judicial - tales como las penas establecidas en el Código Penal - que a las consecuencias que se pueden derivar de un proceso de mediación. En todo caso, es un proceso voluntario, por lo que si una de las partes decide retirarse o no se consigue llegar a un acuerdo, será totalmente legítimo.
Al final del proceso, el “Haku” ofrece a las partes un cordón que cortan en su presencia como símbolo de liberación psicológica del enfrentamiento al que estaban sometidos. Esto se podría relacionar directamente con el acta final que se realiza en la mediación actual, donde se recogen los acuerdos alcanzados por ambas partes.
En definitiva, la filosofía del rito hawaiano trata de garantizar que exista un verdadero cambio emocional para que la paz sea duradera, teniendo como garantes el compromiso espiritual y el perdón (“Mihi”) entre las partes. Su significado literal es “rectificar, poner en orden, enmendar y revisar". Todo esto se debe hacer con confianza y autoconvicción, pues los problemas deben percibirse como una oportunidad para mejorar y que la persona se libere.
Aparte, querría destacar otra cultura del texto y también comentada en clase, cuyos valores y predisposición a la hora de resolver un conflicto me parecen admirables. Me refiero a los beduinos, los cuales son un pueblo nómada que cambia de territorio 4 veces al año, dependiendo de las estaciones y el clima. Cabe destacar que éstos no recurren nunca a la policía o autoridades judiciales en caso de enfrentamientos, sino que utilizan, por costumbre, la denominada jaima común como símil de nuestros actuales juzgados. En este lugar resuelven los problemas o conflictos en presencia de su familia en un máximo de 1 o 2 horas normalmente y, hasta que no lo dejan zanjado, no salen de ahí. De esta forma honran y legitiman su apellido para, por consiguiente, mantener su honor que es su bien superior. Además, para fomentar la confianza, evitar posibles resentimientos y apoyar la buena fe que rige esta cultura desde hace siglos, no plasman el acuerdo en un papel ni deben jurar ni prometer nada, simplemente se legitima por los testigos de ambas familias presentes y un roce de nariz al terminar el proceso.
De esta manera, y tal como debería ser en cualquier sistema judicial o de resolución de controversias, el procedimiento se resuelve a la mayor brevedad para mantener la brecha abierta el menor tiempo posible y, así, curar la herida pronto. Por el contrario, un procedimiento judicial en nuestro país, España, puede demorarse hasta unos escandalosos 8 años.
PARTE 3/3
Por otro lado, cabe destacar un aspecto concreto de los Samuráis en Japón, pues consiguieron mediante su Código Samurai, que regía la ética de los guerreros mediante virtudes denominadas “bushido”, crear unas pautas de conducta que debían respetarse como si se tratara de los actuales Códigos Deontológicos que han establecido las diferentes Asociaciones y Federaciones de Mediadores en España. Realmente, el objetivo de esta cultura y el de los mediadores es bien parecido, pues se trata de crear un ambiente de armonía, respeto, empatía y sinceridad, aun debiendo defender los propios intereses para llegar al objetivo deseado.
Por último, no puedo dejar de comentar la cultura relativa a los Mapuches, un pueblo indígena que se sitúa en la zona entre Chile y Argentina. Si bien es cierto que la predisposición que genera su filosofía de resolver los conflictos obligatoriamente - pues entienden que pertenecen a la propia naturaleza - genera armonía y equilibrio entre sus vecinos, también puede causar con el tiempo una merma en la capacidad de empatía y la voluntariedad de resolver los mismos.
Es cierto que dicha conexión con la naturaleza y el hecho de tener interiorizada dicha empatía y respeto es admirable, pero en mi opinión, no creo que pudiera ser extrapolable a culturas como la española, donde la sociedad occidental tiende más a pensar en el bien propio y en la consecución de los objetivos propios. Por tanto, el hecho de intentar inculcar estos preceptos a la sociedad a corto plazo podría verse como un tipo o suerte de imposición, y bien es sabido que la obligatoriedad no suele ser bien recibida.
En conclusión, en todos estos métodos están muy presentes las emociones, el pensamiento crítico, el liderazgo y la gestión de cambio, esenciales en cualquier proceso de mediación. En todo caso, es preciso destacar una cita de la psiquiatra María Teresa Calabrese: “Uno siempre tiene el recurso de pedir perdón, de hacerse responsable de lo que hizo y de repararlo”. Por tanto, se puede entender que todas las personas tienen el potencial de dejar a un lado sus diferencias como individuos y disfrutar de otros muchos valores comunes que ayudarán a vivir una vida plena.
En definitiva, para que realmente se resuelva un conflicto en todos sus aspectos, deben darse cambios basados en la buena fe, la honestidad, el respeto y el diálogo, algo que todas las culturas, antiguas o más recientes, de una manera u otra resumen en encontrar la paz, la justicia y la reconciliación con uno mismo y con el resto de partes.
Una costumbre interesante es la del Palabrero Wayuu, me llama la atención por el respeto y el simbolismo que rodean su función, como su vestimenta tradicional y el uso de un bastón, que representa su autoridad moral. Además, el rol de la mujer es crucial, ya que se encarga de prevenir conflictos mediante la mediación, reforzando la importancia del diálogo en una sociedad que valora la armonía comunitaria.
Considero que destaca porque ejemplifica cómo una sociedad puede priorizar la palabra sobre la violencia, ofreciendo un modelo cultural de justicia basado en la conciliación, lo que resulta inspirador en contextos modernos donde los litigios muchas veces reemplazan la comunicación.
En el honor beduino, el honor es el pilar central de esta cultura y define tanto las relaciones individuales como las tribales. La resolución de conflictos busca proteger el honor de todas las partes involucradas, evitando que las disputas escalen y dañen la reputación de la tribu o de las familias. Los conflictos son gestionados por los líderes tribales o ancianos, que actúan como mediadores. Estas figuras respetadas poseen sabiduría, experiencia y autoridad moral para guiar a las partes hacia una solución. Algo que me llama la atención de esta cultura y su forma de resolver conflictos es que un valor fundamental en la cultura beduina es la hospitalidad, si una de las partes en conflicto busca refugio o protección en casa de un tercero, esta protección se respeta y el conflicto no se aborda mientras el refugio esté en vigor.
Me ha parecido muy interesante el Ho'oponopono hawaiano, ya que es una práctica de mediación tradicional utilizada principalmente en conflictos familiares dentro de tribus, dónde se combinan aspectos espirituales y sociales, involucrando plegarias, confesión, perdón, y simbolismos como cortar un cordón para liberar las tensiones psicológicas entre las partes en conflicto.
Es un ejemplo poderoso de cómo la mediación puede ser tanto un acto práctico como una filosofía de vida.
Me ha llamado la atención en especial los Tambores de la paz en Haití. Han utilizado algo tan importante como la formación académica para sembrar la paz entre diferentes zonas. Además, la oración "La idea es que con la paz todos ganan. Con el conflicto, todos pierden" creo que resume muy bien la idea de resolución de conflicto en este país, y de todos en general. No obstante, considero que igual en países como España, con fácil acceso a la educación, esa manera de resolver conflictos y evitar la violencia no sería tan efectiva como en su país de origen.
Lucrecia Phillipps Guardia
Una de las formas de resolución de conflictos que me ha llamado la atención es el Palabrero Wayuu de Colombia y Venezuela. En esta cultura, el palabrero es alguien muy respetado que usa solo la palabra para resolver peleas. A veces, se pagan compensaciones como chivos o collares en lugar de pelear. Las mujeres también tienen un papel importante hablando por su familia para evitar conflictos.
Otra de las que e ha llamado mucho la atención es la Justicia Itinerante de Brazil, ya que en el Amazonas, hay barcos que llevan mediadores y abogados a comunidades que no tienen acceso a los tribunales. Allí ayudan a resolver problemas de forma sencilla, respetando las costumbres locales.
Y por último otra que me ha resultado muy interesante es los Tribunales Gracaca en Ruanda. Después del genocidio en Ruanda, crearon tribunales comunitarios donde las personas se sentaban a hablar, confesaban lo que hicieron y trataban de reconciliarse. Era una forma de justicia rápida que buscaba más la paz que el castigo.
Estas formas de resolver conflictos nos enseñan que el diálogo, el respeto y la empatía son herramientas poderosas. No importa cuán diferentes sean las culturas o las tradiciones, todas tienen algo en común: buscan el entendimiento y la paz por encima del conflicto. Aprender de estas historias nos invita a valorar más nuestras palabras, construir puentes en lugar de barreras y creer en que, con voluntad, cualquier problema puede tener solución. La humanidad tiene mucho que ganar si escuchamos y aplicamos estas lecciones.
CLAUDIA MORENO MONSALVES
La tradición japonesa es la que más me ha llamado la atención ya que el código del bushido, con sus principios de justicia, honor, empatía y respeto, no solo es una guía ética para los samuráis, sino una fuente de inspiración aplicable en muchos aspectos de la vida moderna, incluida la mediación. Este enfoque combina valores humanos esenciales con una disciplina que va más allá del cumplimiento formal de las palabras; aquí, la palabra es un compromiso inquebrantable, una enseñanza poderosa sobre la importancia de la integridad en cualquier contexto.
Lo que más me impacta del bushido es su capacidad para equilibrar la fuerza con la cortesía y la empatía, incluso hacia los adversarios. Este principio, profundamente arraigado en la cultura japonesa, resalta que el respeto y la moralidad no deben desaparecer en los momentos más desafiantes, sino prevalecer como herramientas para la resolución pacífica de conflictos. Este ideal es particularmente valioso en la mediación, donde la confianza y el entendimiento mutuo son fundamentales.
El hecho de que los samuráis utilizaran su conocimiento no solo en la guerra, sino también en la protección de los vulnerables y el servicio a la comunidad, refuerza la idea de que el poder se debe ejercer con responsabilidad. Esta perspectiva ética, que integra la vida personal y profesional, ofrece una lección crucial para los mediadores actuales: el verdadero liderazgo en la resolución de conflictos implica guiar a las partes hacia un entendimiento que trascienda la disputa inmediata y promueva una paz duradera.
Aunque surgió en un contexto marcial y cultural específico, sus valores son intemporales y pueden aplicarse en cualquier sociedad. En un mundo donde el diálogo a menudo se ve reemplazado por la confrontación, el bushido recuerda que la fuerza verdadera radica en actuar con honor, empatía y justicia. Como mediadores, este código nos invita a ser no solo facilitadores, sino también ejemplos vivos de esos valores.
De las culturas presentadas, la que más me llama la atención es la tradición Ubuntu de África. Este enfoque se centra en la interconexión entre las personas y el valor de la comunidad, guiado por la idea de "Yo soy porque nosotros somos". Me parece fascinante cómo se prioriza el bienestar colectivo sobre los intereses individuales, promoviendo la reconciliación y la coexistencia pacífica. Es una lección poderosa para la mediación moderna, ya que resalta la importancia de construir soluciones que beneficien a todos los involucrados, más allá de ganar o perder.
A mi me ha llamado especialmente la atención el Código Samurai. Este código guiaba todos los aspectos de su vida, no solo en la guerra, sino también en la vida civil, especialmente en tiempos de paz. Los principios del Bushido subrayaban valores como la justicia, el honor, la lealtad, la sinceridad y el autocontrol, que resultaban fundamentales tanto en su relación con los demás como en la resolución de conflictos.
Mediación en tiempos de paz
Cuando los samuráis no estaban en combate, muchos se dedicaban a actividades administrativas, educativas o de mediación dentro de sus comunidades. En este contexto, ponían en práctica los valores del Bushido para resolver disputas y garantizar la estabilidad social.
Los samuráis incorporaban elementos simbólicos y rituales a sus intervenciones. Por ejemplo, el acto de ofrecer o aceptar un té podría ser parte del proceso de reconciliación, reflejando respeto mutuo y la intención de resolver pacíficamente las diferencias. Estos gestos ayudaban a crear un entorno de respeto y calma, facilitando el diálogo.
Paula Ulgar Fernández
A mi me ha parecido muy interesante, El Ubuntu de África, enfocado en "Yo soy porque nosotros somos", pienso que fomenta la reconciliación y el equilibrio comunitario en la solución de conflictos. Se trata de una perspectiva que valora la reparación de relaciones por encima de ganar o perder. Este modelo resalta la manera en que los conflictos impactan a toda la comunidad y no únicamente a los participantes implicados. Además, implementar sus principios en la actualidad podría revolucionar la mediación contemporánea, proporcionando una ruta más humana y colectiva hacia la paz.
Publicar un comentario