Por
Andrea Agüero y Javier Alés
Comparto con ella, la pasión
por la mediación; Corrientes y Sevilla; experiencia y humanidad, y hoy nos
atrevemos a escribir juntos. Siempre es un reto, pero nada como compartir en
esta vida, es lo que te hace feliz y Andrea dijo, ¿para cuándo "El
Laberinto de la Mediación"? y entonces como ella dice “se prendió la
lamparita”.
Así es y ustedes se
preguntarán, un laberinto ¿que es? Es un intrincado lugar, de fácil acceso,
y del que es muy difícil salir. ¿Para qué sirve o que tendría que ver con
la Mediación? pues algo tiene que ver y consiste en la construcción de su
significado con una búsqueda de la salida, de tal Laberinto, podríamos
asociarlo con un conflicto, una búsqueda de los mediados porque participaron
voluntariamente de la Mediación. Ya es un paso a la entrada de lo que nos
llevará ese conflicto por el laberinto en la búsqueda de la salida sorteando
obstáculos, cada tanto podemos avanzar o retroceder hasta encontrar el camino
del ansiado acuerdo.
Pero este recinto, que generalmente
tiene la entrada y la salida en distintos lugares, está constituido por
calles y vericuetos muy parecidos que se entrecruzan y se disponen de tal
manera que resulta difícil orientarse para alcanzar la salida. Si no estás
atento, casi nunca podrás salir de él.
Y es curioso esta propuesta
que te queremos hacer Andrea y yo, porque este lugar, que como hemos
mencionado, de fácil acceso y difícil tránsito, tiene algo que muchas veces no
hemos observado, y es que si levantamos la cabeza del suelo, a donde la
dirigimos para buscar la salida, podemos ver “el aire”, “el cielo”, “ sol”, que
seguramente me permitirán la orientación en mi caminar.
El laberinto, supone engaño,
confusión, ¿y no es eso muchas veces lo que nos encontramos en mediación? El
laberinto puede perfectamente representar, los caminos del conflicto y de la
mente de quienes los transitan. Peri siendo positivos, también ayudan a la
concentración y la habilidad, dos conceptos básicos en mediación.
Otras veces hablamos de “laberintos
de obstáculos”. No sabíamos cuando empezamos el camino, la cantidad de
obstáculos que íbamos a encontrar, hasta tal punto que hace difícil el
transitar por él e imprevisible sus consecuencias. Barreras, túneles, todo con
tal de conseguir “un video juego” que nos haga avispar nuestras sensaciones.
Por eso Andrea y yo no sabemos
que sentir exactamente. Porque durante una sesión o todo un proceso de
mediación, además de los condicionantes que hemos contado, también existe los
“laberintos mentales” según los expertos, por el que surge, la alegría, la tristeza,
la ira, la sorpresa, la culpabilidad… y aunque no seamos conscientes todo
el tiempo de ello, podemos decir que el abanico de emociones varía de un
momento a otro en nuestros mediados. Así decimos y dicen, que es muy difícil
encajar lo sucedido y nos conminan a dar una vía a lo que llamamos un “callejón
sin salida”.
No se nos olvida que estamos
en una época, para la que nadie estaba preparado. Que la pandemia ha traído
un laberinto de enormes consecuencias, con costes emocionales, sociales y
no solo económicos. El cliente que nos vamos a encontrar en lo que llaman “la
nueva normalidad”, no va a ser el mismo. Tenemos un reto por delante, para
poder salir de este laberinto imposible de definir.
Es nuestra obligación como
profesionales y es nuestra propuesta, que sepamos dirigirles por distintos
caminos, diferentes opciones y encontrar con ellos, múltiples senderos a la
salida. A veces nos encontraremos o llegaremos a un punto muerto y hay que
volver a empezar, pero no existirá el desánimo, en nosotros, es importante
trabajar en ello hasta que consigamos que salgan airoso de su problema.
Queremos que le dediquéis
tiempo a aprender de esta metáfora, aprender a recorrer el laberinto emocional de
nuestros mediados, porque seguramente, será de gran ayuda para
afrontar la incertidumbre y la imposibilidad de pensar a largo plazo que
tienen, ya que se encuentran como vulgarmente decimos ante su conflicto, entre
la espada y la pared. Una vez seamos conscientes del laberinto donde se
encuentran, levantemos la cabeza, cojamos aire, miremos al cielo y dejemos
guiarnos por la intuición, seguro que surgirán oportunidades, ventajas y
posibilidades, y la salida del laberinto, estará más cerca.
Reconocer que estamos ante un
laberinto, nos permite pensar en el trabajo a realizar, en el viaje que
comienzas. Por eso también te decimos que nos encantó conocer que también se
refiere el laberinto, a la “labor de campo, con labrar; con los surcos que se
hacen en la tierra. Y las paredes de los laberintos se denominan en el lenguaje
antiguo brechas, ¿por qué? Porque es el lugar donde se echa la simiente, ¿la
simiente de qué y para qué? Las semillas que contienen el potencial de
crecimiento, es decir, que en la medida que uno va cruzando por un camino va
floreciendo”. ¿Creéis que eso es también mediación? No han sido pocas las veces
que hemos hablado de que los mediadores realizamos una “siembra”, cada vez
que mediamos, ya que el producto de esa simiente, no se ve hasta que no
pasó un tiempo, hemos mimado, cual agricultor, la siembra, y el producto final
o acuerdo que florece es duradero y productivo.
Y entonces ¿que es el
laberinto?, Andrea y Javier te dicen… “es el viaje de la vida, porque, la
vida no es como un laberinto, es un laberinto” que requiere una especial
intuición, cuando además se nos presenta un conflicto y ahí, en ese preciso
instante, estaremos los mediadores y así conseguirás desafiar miedos,
inseguridades, dudas, desconfianzas y recelos.
3 comentarios:
ASI ES JAVIER
Ciertamente lo es !!! Hermosa manera de describir el proceso de mediación y la vida.
Hermoso aprendizaje a través de este laberinto de emociones. La siembra, importantísima para que crezca y crezca la mediación. Gracias Maestro siempre por tu generosidad. Gracias por escribir con Andrea Aguero, una Mediadora comprometida con su profesión y como tú, llena de creatividad.!!!! Felicitaciones querida amiga, me siento muy muy orgullosa de vos.!!!!
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