miércoles, 26 de mayo de 2021

Nuevas negociaciones tras la pandemia. Entre el tiovivo y la Montaña Rusa

 


Querido lector, recientemente no paro de indicar que nos preparemos para un nuevo escenario, porque nuestro cliente, los mediados, ya no serán los mismos que antes de la pandemia y debemos estar preparados. ¿Qué nos va a quedar después de tanto confinamiento, desescalada, toque de queda, alejamiento social…? Sabemos que el conflicto es inevitable, y tenemos que vivir con ello, hasta el punto que los mediadores hablamos de una oportunidad donde ellos ven un problema, pero el tiempo cambia, la sociedad se transforma, tanto, que se instaló en nuestro interior, cierto miedo, ansiedad, preocupación por el futuro y que decir de la situación económica que vivimos.

Todo ello significa que nos vamos a encontrar con un cliente distinto, con empresas temerosas de invertir. Cada vez oímos más que vayamos día a día, sin previsión de futuro, porque nunca sabemos que ocurrirá y es mejor vivir el presente y quizás esta situación nueva, tenga cierta contradicción con nuestro trabajo de ayudarles a buscar y encontrar un acuerdo estable y duradero. Es más, hemos incluido en nuestra previsión de futuro, hablar de la salud, algo quizás impensable hace solo un año. ¿Qué ocurrirá si me encuentro mal? ¿cómo nos relacionaremos si enfermo?

Me atrevo a decir que tenemos que prepararnos ya a negociar, a través de la mediación, con situaciones imprevistas, social y emocionalmente, entre el “tiovivo” o “la montaña rusa”. Es aquí donde hice una pequeña introspección en la historia para comprender que es un tiovivo o un carrusel de caballitos, y me encontré una analogía preciosa, que me encantaría que leyeras.

Lo que llamamos en España “tiovivo” es una plataforma circular giratoria, que tiene asientos para quien quiera subirse a él, con figuras de animales o vehículos, que se instala en las ferias de todos los pueblos. Y dicen que el origen de esta atracción, tiene que ver con un madrileño llamado Esteban Fernández. Era un hombre que se ganaba la vida con unos “caballitos de madera” que instaló en un paso de la ciudad, donde los niños y niñas de la época, se subían para divertirse. Por culpa del cólera (Ojo con el paralelismo de una pandemia en España) en julio de 1834, Esteban falleció, lo que asoló a muchos niños al ver cerrado y sin funcionar el carrusel de Esteban. La noticia se propagó por el vecindario porque el carrusel era muy querido en el barrio y los padres estaban tranquilos dejando a sus hijos divirtiéndose en la atracción.

Tras el fallecimiento de este hombre, de forma urgente para evitar contagios (seguimos con los paralelismos actuales) fue transportado hasta el cementerio, pero cuando era trasladado al cementerio saltó del ataúd gritando: ¡Estoy vivo! ¡Estoy vivo! Desde entonces, su aparato de caballitos tomo el nombre de los caballitos del Tío Vivo. Por terminar esta historia, deciros que al parecer Esteban sanó al paso del tiempo y fueron muchísimas las personas que acudían con sus hijos a montarse en el carrusel del “Tio Vivo” y a ver en persona a “un resucitado”

Pues bien querido lector, para mi, el Tiovivo, viene a tener mucho significado en nuestros mediados. En primer lugar en cuanto a sus emociones. Podemos decir que seguramente se encontrarán en un tiovivo emocional, que al igual que la atracción, sube y baja continuamente de forma circular, sin un rumbo fijo y solo mirando al centro, nada más evitará que se maree, con la visión del exterior. Pueden vivir dos mundos diferentes tras la pandemia. Será difícil el equilibrio de sus emociones

También nos podemos encontrar con lo que llamaríamos una situación de “montaña rusa”. Al igual que antes, me gustaría contaros su origen y dicen que debe su nombre a las “diversiones desarrolladas durante el invierno en Rusia, donde existían grandes toboganes de madera que se descendían con trineos deslizables sobre la nieve” en los duros inviernos donde necesitaban cierta distracción.

¿Y no es cierto también, querido lector o lectora, que tras esta terrible pandemia que vivimos nos vamos a encontrar clientes con constantes altibajos, avances y retrocesos, ultimátum y acusaciones cruzadas, cual montaña rusa?

Nos vamos a mover en negociaciones en búsqueda de acuerdos, entre el elevado optimismo de todo es negociable tras este confinamiento o el pesimismo de será imposible acordar nada.

Confiábamos en poder tener éxito en este o aquel proceso, con nuestra experiencia, nuestra dirección en el mismo, nuestro bagaje, pero me encontré en una verdadera montaña rusa

No me gustaría que tras la pandemia lleguemos a decir “desafortunadamente, no pude cerrar el trato después de varios intentos de último minuto para hacerles ver, la idoneidad de que lleguen a un acuerdo, viendo sus solicitudes e inquietudes de cada parte. No me lo puedo creer”

Estamos dicen ante una “nueva” normalidad, y esa palabra nueva, me marca el destino. Querido amigo, hay que profundizar y leer entre líneas para descubrir sus motivaciones no reconocidas, porque nuestros clientes son “otros”, distintos, la pandemia les ha cambiado   

Vamos a descubrir, que aprender sobre su familia, la comunidad, su salud, la situación financiera, los intereses y más fue invaluable, y sobre todo a corto plazo, hasta el punto de evitar la conversación por completo si se trata del futuro.

Tenemos que estar preparados para retrasos, elucubraciones y quizás cierta desconfianza en lo que llegará.  


1 comentario:

Mary De Simone dijo...

Totalmente de acuerdo contigo Maestro. Gracias siempre.!!!!!