domingo, 30 de mayo de 2021

Interferencias a la hora de mediar

 


Mediar es comunicar, mediar es interpretar, mediar es traducir mensajes, mediar es abrir un canal de entendimiento entre personas que sufren un conflicto, mediar es preguntar y queridos amigos tan solo tenemos el poder de la palabra

Hoy quiero que nos acerquemos a la palabra, pero sobre todo a las interferencias entre los mensajes surgidos en una mediación. En lo que llamamos la gramática tradicional, una palabra “es una unidad de significado que se separa de las demás mediante pausas potenciales en el habla o la escritura”.

Es la palabra nuestra herramienta de trabajo. Y ya sea, en el habla de la negociación, donde practicamos la escucha, o incluso cuando existe un debate, se combinan unas palabras con otras, formando mensajes que las partes se dan para conocer los verdaderos intereses en el conflicto.

Esto podría ser muy simple, si en el proceso de mediación, pudiéramos dirigir este diálogo solo entre las partes intervinientes, porque como conductores del mismo, trataríamos de dar pautas para el ejercicio de la palabra, la comunicación, entre dos partes o multipartes.

Pero el problema surge cuando tras esa comunicación, ese uso de la palabra, surgen lo que definimos como interferencias.

¿A qué llamamos interferencias? En general, llamamos interferencias a cualquier señal de radiofrecuencia no deseada que impide ver televisión, escuchar radio o incluso hablar por teléfono. Estas interferencias pueden bloquear completamente la recepción en un equipo, causar sólo una pérdida temporal de la señal o puede afectar la calidad de las imágenes y/o del sonido. Y si seguimos con esta analogía, hay que decir que estas interferencias, que conocemos y que algunas veces hemos reflejado (“no me llega bien la señal” o “no puedo ver tal programa”) pueden provenir de varias fuentes, como por ejemplo el equipo en sí, la propia vivienda o el vecindario donde te encuentres.

Pero este es un blog de mediación y como tal a ello me dirijo.

Cada vez que trabajamos con distintos protagonistas del conflicto, mostramos la importancia de la confidencialidad, hasta tal punto que firman en el contrato de inicio, la renuncia a utilizarnos como testigo en ningún juicio o pedir información del proceso de mediación. Pero no me refiero a ello. Lo que os quiero llamar la atención es a la necesidad de lo que llamo la reserva de las partes. Es muy común que tras sesiones complicadas, difíciles, en los que al menos hemos procurado que el mediado vea que avanzó en la negociación y en la postura, tras salir de la misma, todo su entorno personal, familiar o laboral, que conoce que se encuentra en un proceso de diálogo, le pregunte ¿Qué tal te fue? En ese momento, como es normal, cualquiera manifiesta lo que en las sesiones pasó y entonces el mensaje, llega a personas que no han sido parte de la sesión, o peor aún, que no conocen el trasfondo real del problema.

Es ahí cuando esos terceros, aleatorios, ajenos al proceso, pueden producir mensajes que produzcan interferencias en nuestro trabajo. Así, no es la primera vez que, tras algunos días, vuelven a la mesa de negociación y vienen cambiados, porque alguien les dijo, algo o, porque no decirlo, porque si hemos mantenido a su abogado al margen del proceso, le haya recomendado que “no firme nada”.

Las fuentes de interferencias más comunes en mediación son:

  • Los familiares, amigos o incluso vecinos que transmiten señales, tales como “ten cuidado no te fíes”, o “tengo un amigo que le paso lo mismo y le fue muy mal” o “ si ya te engaño una vez, porque va a cambiar ahora”.
  • Los profesionales de cualquier tipo, orientadores, terapeutas, abogados… que no ven la mediación como un método útil para gestionar los conflictos, quizás porque hace tiempo que lo devaluaron, con frases, tales como “yo siempre he sido mediador y eso no sirve para nada” o “si quieres cuando acudas a una sesión vienes y te ayudo”
  • Los agentes externos, que como en una mala calidad del  WiFi,   generarán interferencias, al hablar de lo mal que esta la situación, los problemas de tal o tal colectivo, lo que llamamos “alarma social” según el conflicto de que se trate y me refiero en este caso a los medios de comunicación, que tienen ese poder inmediato de llegar al espectador. Muchos conflictos se podrían haber gestionado por mediación, si los medios no hubieran aireado lo ocurrido.

Queridos amigos, analizar también las posibles interferencias, porque de ellas depende que la palabra llegue nítida, clara, fácil de traducir, y nuestro trabajo recompensado.


7 comentarios:

Isabel Norma Villarreal dijo...

Muy buenas apreciaciones sobre la acepción de interferencias en la Mediación.
Considero que dentro de las Interferencias como bien las describes querido Maestro están:
1) INTRAPERSONAL: visiones sesgadas desde lo empírico o las famosas mutuas representaciones internas.
2) El CONTINENTE AFECTIVO: familiares, amigos que incursionan proyectando experiencias propias...
3) Asesores que no creen en la Mediación e intentan apresurar el procedimiento...
Muchas gracias por convocarnos a través del análisis de debilidades como amenazas que afectan directamente y cómo el mediador desde su posicionamiento de explorador del conflicto debe operar quirúrgicamente

Unknown dijo...

En mi experiencia de Mediador Judicial ya por 8 años, realmente en algunos casos, habiendo llegado a acuerdo interpartes, aparece el Abg de una de las partes, "interfiriendo", con su recomendación de NO firmar por tanto solo no favorecer a sus "intereses". Son, momentos delicados que pueden alterar inclusive el ánimo del Mediador, quien ha puesto lo mejor de sí. Es tan desmotivador esta clase de experiencia.

Mary De Simone dijo...

Cuanta razón tienes Maestro, debemos estar siempre alertas a las interferencias. Gracias por tus clases diarias. Un abrazo.

Unknown dijo...

Interesante apreciacion

Liliana andres marino dijo...

LO QUE MAS INTERFIERE SON LOS ABOGADOS.NO SIEMPRE
Y LOS PREJUICIOS O DESEOS REPRIMIDOS A LA HORA DE MEDIAR

Unknown dijo...

Gracias por compartir esta reflexión. En una sociedad global y cada vez más polarizada, como en la que vivimos, es imperante que todas las personas adoptemos la idea de –como apuntas- cambiar la “cultura del pleito” por la “cultura del acuerdo”.
Me gustó mucho que señalaras que detrás de cada problema hay sentimientos y emociones. Y, dentro de la mediación, me parece que reconocer esto fundamental: Aprender a identificar y validar nuestras emociones y las de los demás, para lograr acuerdos más eficaces y eficientes.
Saludos desde México, que tengan un maravilloso día.

Unknown dijo...

Gracias siempre son tan reflexivas y practicas sus aportes para nuestro mejor ejercio de la profesion GRACIAS