lunes, 5 de julio de 2021

El Traje nuevo del Emperador o la Confianza en el Mediador

 

Es uno de los cuentos que más he utilizado para poder hacer ver la importancia de que nuestros mediados, confíen en nuestro trabajo como sastres de los sentimientos. De hecho, tras un taller de “maestros de la Costura” que hice hace muy poco tiempo, surgió la idea de volver a leer el cuento para analizarlo con ojos de sastre-mediador.

No sabes querido lector, lo importante que es el primer momento, la primera entrevista, la primera sesión, la primera mirada, las primeras frases, las primeras preguntas. O les gusta como trabajamos o difícilmente verán reflejado nuestro trabajo en sus decisiones.

Como en el cuento, podemos decir que hace muchos años, había un Emperador tan aficionado a los trajes nuevos que gastaba todo su dinero y riquezas, en vestir con la máxima elegancia. No le interesaba nada más, ni su pueblo, ni nada más, mas que su ego y su arrogancia. Por eso podemos decir que tenía un vestido distinto para cada hora del día, y de la misma manera, se decía, como ocurre en la mediación, que todo lo que el hacía era lo correcto, mientras que los demás eran, los malos, los que no tenían opinión, los que no tenían razón.

Esto me hace pensar en la cantidad de veces que tenemos sesiones individuales, donde las personas, nuestros mediados, no ven más allá del ojo ajeno. Ellos no hicieron nada malo, mientras que el contrario tiene toda la culpa de todo y de la situación que ponen en nuestra mesa de “modistos”. De ahí que cada vez más debemos trabajar en un primer momento en devolverles “la parte de responsabilidad en la solución de sus problemas”.

Siguiendo con el cuento, sabemos que la gran ciudad en que vivía, estaba llena de entretenimientos y era visitada a diario por numerosos turistas. Un día se presentaron dos truhanes que se hacían pasar por tejedores, modistos de nuestro tiempo, asegurando que sabían tejer las telas más maravillosas que pudiera imaginarse. “No sólo los colores y los dibujos eran de una insólita belleza, sino que las prendas con ellas confeccionadas poseían la milagrosa virtud de convertirse en invisibles para todos aquellos que no fuesen merecedores de su cargo o que fueran irremediablemente estúpidos”.

Si no lo solucionas, tendrás que renunciar a todo, los peligros están ahí fuera, no te atrevas a acudir a otro lugar que no sea este. Frases de este tipo, no generaran confianza a la larga, y sin querer hablar de frases típicas que omito, porque el lector podrá saber a que me refiero, hablan de las bondades de la mediación en detrimento de otras vías, lo cual detesto, porque todas son factibles y necesarias, solo se requiere, que la persona escoja la que considere que le es más afín.

Si el mediado, Emperador, ególatra, acude a mediación para que le confeccionemos un traje, pensará como en el cuento, ¡Deben ser vestidos magníficos! Si los llevase, podría averiguar qué funcionarios del reino son indignos del cargo que desempeñan. Podría distinguir a los listos de los tontos. Sí debo encargar inmediatamente que me hagan un traje”.

El ego, querido lector, es el principal “cáncer social” de nuestra época, por eso podremos, entregar mucho dinero a los sastres mediocres para que comenzasen su trabajo, pero que sin ACTITUD Y CONFIANZA, difícilmente podrán hacer y ver un traje a medida.

Los mediadores podrán instalar telares y simular que trabajan en ellos; aunque están totalmente vacíos.  

Por eso nuestros mediados, como el Emperador de nuestro cuento, podrá preguntar por cómo va su asunto, por que dice la otra parte, «Me gustaría saber lo que ha avanzado con la tela», pero si no hay confianza en el proceso y en el mediador-modisto profesional, no podrán ver el traje y se sentirán “tontos e indignos”.

Así cuando hay un problema, de cualquier tipo, podemos pensar que nuestro entorno, espera ver algo grandioso, como en el cuento “ todos los habitantes de la ciudad estaban informados de la particular virtud de aquella tela, y todos estaban deseosos de ver lo tonto o inútil que era su vecino”.

Y envió el Emperador a su representante, a su viejo ministro a que visite a los tejedores-mediadores  -pensó el Emperador-. Es un hombre honrado y el más indicado para ver si el trabajo progresa, pues tiene buen juicio, y no hay quien desempeñe el cargo como él».

Pero él no vió nada, ya que el traje, la mediación es personalísima y una y otra vez repito, requiere actitud. El ministro por tanto no vió nada, lo que jamás iba a reconocer ante los demás. Ante la pregunta de los modistos “ mal preparados” (no me gusta decir estafadores como en el cuento), el representante del Emperador alababa una y otra vez lo que sus ojos no veían, telas, colores, puntadas o… virtudes de la mediación, principios, voluntariedad, confidencialidad, apuesta segura, flexibilidad, auto-decisiones …

Los pseudo-mediadores, volvieron a pedir más dinero, más seda y más oro, ya que lo necesitaban para seguir tejiendo. Lo almacenaron todo en sus alforjas, pues ni una hebra se empleó en el telar, y ellos continuaron, como antes, trabajando en el telar vacío.

Tanto el primer enviado, como otros que preguntaron después todos coincidieron -¡Es digno de admiración! -informaron al Emperador.

Tal era la curiosidad ya que el Emperador con todo su séquito fueron a ver el “traje a medida” que iban a hacer para su conflicto

«¿Qué es esto? -pensó el Emperador-. ¡Yo no veo nada! ¡Esto es terrible! ¿Seré tonto? ¿O es que no merezco ser emperador? ¡Resultaría espantoso que fuese así!».

Y llegó el día, de lucir en un momento especial, aquél “acuerdo” que habían tejido sin la debida confianza que debemos generar. Así -¡Estos son los pantalones! ¡La casaca! ¡El manto! ...Y así fueron nombrando todas las piezas del traje. Podemos llegar sin esfuerzo a un ACUERDO JUSTO, EQUITATIVO, ESTABLE Y DURADERO.

-¿Quiere dignarse Vuestra Majestad a quitarse el traje que lleva -dijeron los pseudo-mediadores -, para que podamos probarle los nuevos vestidos ante el gran espejo?

El Emperador se despojó de todas sus prendas, y los pícaros simularon entregarle las diversas piezas del vestido nuevo, que pretendían haber terminado poco antes. Luego hicieron como si atasen algo a la cintura del Emperador: era la cola; y el Monarca se movía y contoneaba ante el espejo.

-¡Dios, y qué bien le sienta, le va estupendamente! -exclamaron todos-. ¡Qué dibujos! ¡Qué colores! ¡Es un traje precioso!

-El palio para la procesión os espera ya en la calle, Majestad -anunció el maestro de ceremonias.

-¡Sí, estoy preparado! -dijo el Emperador-. ¿Verdad que me sienta bien? -y de nuevo se miró al espejo, haciendo como si estuviera contemplando sus vestidos.

Y de este modo marchó el Emperador en la procesión bajo el espléndido palio, mientras que todas las gentes, en la calle y en las ventanas, decían:

-¡Qué precioso es el nuevo traje del Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué bien le sienta! -nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que no veían nada, porque eso hubiera significado que eran indignos de su cargo o que eran tontos de remate. Ningún traje del Emperador había tenido tanto éxito como aquél.

-¡Pero si no lleva nada! -exclamó de pronto un niño.

Ese niño que llevamos dentro mediadores y mediados, nos hace ser sinceros, colaboradores, pero sobre todo lo que más me importa transmitir a esos mediadores en formación, que deben trabajar la “confianza del Emperador” no desde materiales invisibles a nuestros mediados, sino desde la razón, la justicia y la equidad, que permita “tejer” cada asunto, cada tela, como un nuevo traje que le siente bien a los mediados y aprender en una mediación los verdaderos valores de este cuento y de la mediación: criterio, humildad, sencillez, sinceridad.


4 comentarios:

Mary De Simone dijo...

Maestro, que excepcional master clas este artículo, tanto para los nuevos mediadores como para los que ya estamos formados, tú afianzas en todos nosotros nuestros saberes. Gracias siempre por tanto,!!! Un abrazo.

Mónica Fuentes Martínez dijo...

Como siempre un gran artículo gran emperador de la mediación.
Lo importante no es el envoltorio, sino que debemos indagar para descubrir verdadero ser humano que hay dentro de cada uno.
Con nuestros defectos pero también con muchísimas virtudes.
Gracias Javier

María Angeles Muñoz Serrano dijo...

Eres fantástico !! No cambies nunca !! Gracias por tus enseñanzas . Un abrazo

Unknown dijo...

Gracias !! Excelente