martes, 27 de julio de 2021

El «síndrome de la cabaña» o el miedo a salir al “tablero del Parchís”

 

Muchas veces me han oído mis alumnos, hacer referencia en mis clases al Juego del Parchís, ya que gracias a algo tan simple como sus reglas, podemos explicarnos muchas cosas.

La Pandemia que estamos viviendo nos trajo además de los problemas de salud en muchos lugares del mundo y muchas familias, un síndrome que denominamos el “síndrome de la cabaña” cuando una persona tiene cierto miedo a salir a la calle, quizás por los contagios e incluso simplemente porque se siente mucho más cómodo en su entorno amigo que en el extraño.

Y analizando la situación, porque algunos clientes en su momento me han planteado este problema en mediaciones relacionadas con el cuidado de personas mayores, o simplemente, adolescentes que han vivido hasta sus estudios desde su casa, rápidamente me vino a la cabeza las reglas del tradicional “juego del parchís”.

Son reglas que todos conocemos y que a poco que lo pensemos no sabemos cuando ni de quien las aprendimos, pero sí que las dominamos y exigimos su cumplimiento cuando jugamos.

Según estas, el objetivo del juego es conseguir llevar antes que los contrarios las 4 fichas desde la casa hasta la casilla de meta recorriendo todo el tablero. En definitiva, lo que llamaríamos vivir. Todos nacemos, vivimos y terminamos nuestro camino en esta vida, intentando de la mejor forma sortear todos los “puentes”, “barreras” y obstáculos que quizás nos haga volver una vez más a nuestra “casa” después de haber salido de ella.

En nuestro juego, se trata de 4 jugadores, identificados por cuatro colores distintos (Amarilla, Rojas, Verdes y Azules) y con cuatro fichas del mismo color para “viajar por el tablero”. Hijos, hermanos, compañeros de trabajo… da igual somos del mismo color y por nuestra afinidad, viajamos por la sociedad con proyectos comunes

Y ojo, un tablero (“una sociedad”) compuesto por 68 casillas numeradas, 12 de las cuales son seguros (marcadas con un círculo central), por las que se puede desplazar cualquier ficha.

Además, cada jugador dispone de 7 casillas de llegada y una meta (casilla de mayor tamaño situada en el centro del tablero) por las que únicamente pueden desplazarse sus fichas y que están marcadas con su color. Lo que llamaríamos el final del camino, o del juego en este caso.

Pero no nos desviemos, la casilla de inicio o “casa” es donde se sitúan desde el primer momento y solo cuando en cada tirada saliera un 5 podrían “salir de su casa” para iniciar, su vida en sociedad, con responsabilidades y obligaciones. En nuestra sociedad eso se consigue a los 18 años, y solo la independencia laboral, les da esa oportunidad a nuestros jóvenes. Independencia que muchas veces tarda, como en nuestro juego cuando turno tras turno, no nos sale el ansiado “5”.

Esta acción es obligatoria mientras al jugador le queden fichas en su casa y podrá mover las fichas que tiene en juego lanzando el dado. Está obligado a avanzar una de las fichas tantas casillas como indique el dado si es posible.

La verdad que las reglas, también marcan algo importante, que debe animar a cumplir objetivos una vez “sales de casa”, ya que a mayor número mayor avance e incluso, si el jugador saca un 6 podrá repetir turno y si tiene todas las fichas fuera de casa, el 6 valdrá 7. Debemos potenciar el salir de nuestra “zona de confort”; no olvidemos que en esta pandemia que estamos viviendo, hace falta emprendimiento para salir adelante, aunque siempre con mesura, ya que solo basta recordar, que si repites turno y saca tres veces un “6”, la última ficha movida será retirada a casa.  

Mención especial, cuando analizo las reglas merece el llamado “Puente”.

Se denomina así, cuando dos fichas del mismo color coincidan en la misma casilla, si es así, la unión hace la fuerza y nadie podrá pasar por allí mientras no se extinga el mismo, algo a lo que está obligado, si en su turno sacara un 6 lo que supondrá abrir la barrera, o sea, a mover una de las fichas que forman el puente.

No se querido lector, si llegado este punto, mi capacidad creativa puede llevaros a una conclusión, pero entiendo que, si estamos hablando de “vivir en sociedad”, no “tener miedo a salir de casa” y sobre todo, una vez fuera de ella poder encontrarnos con “nuestros iguales” eso nos hace más fuerte ante cualquier adversidad: “no nos pueden comer” y no puedes “pasar por encima de nosotros”.

Y continuamos, porque no olvidemos, lo que la sociedad promueve si me permitís la expresión y ya lo he adelantado: el “comer”.

Comer o capturar una ficha de otro color, te permite no solo “decirle a esa ficha” , “vuelve a tu casa”, sino además, el juego te prima con la posibilidad de contar con independencia del dado, que “marca tu suerte” en cada turno, contar y adelantar 20 casilla extras. Por eso muchas veces en jugadores avezados, vemos como, “espera” a que llegue alguna ficha por detrás para a la más mínima proceder a su captura. Hágase su propio análisis el lector, en el ámbito mercantil, social, laboral,… ¿Qué supondría la captura?. Prefiero no decirlo.

Y llegamos al final de este post, a la llegada a la “meta”. Si una ficha ha conseguido dar la vuelta completa al tablero y poder entrar en las casillas finales de tu color, necesitas concreción, acierto, exactitud, que tengas la fortuna de “haber vivido y trabajado” y ser exacto en el número que te toque para entrar triunfal, porque aquí, ya no pueden entrar, ya no te pueden comer, ya, terminó tu edad laboral y se trata de disfrutar el final del camino Y es entonces y solo entonces, cuando si una ficha alcanza la meta, el jugador podrá contar 10 con cualquier otra de sus fichas siempre que le sea posible, para ayudarle en su vida en sociedad

En esta Pandemia, los hogares han sido un refugio donde protegerse de la irrupción del COVID-19, se implantaron definitivamente los cambios en nuestra cotidianidad, como el confinamiento, nuevas medidas de higiene y distanciamiento físico, el teletrabajo… La población vio cómo sus movimientos quedaban restringidos a ir a comprar, a la farmacia o a trabajar en caso de no poder hacerlo desde casa. Pero el Parchís amigo, sigue, continua, el tablero está y las reglas son las reglas, pero, no le tengamos miedo a abandonar los hogares ya que se ha convertido en motivo de angustia.

Como el parchís, jugar es una oportunidad de relacionarnos, sabiendo la competitividad y el enorme esfuerzo de llegar, no sin trabas al final de tu esfuerzo, de constituir una familia, de andar con tus amigos, de crear proyectos en común.

Y si esta tribuna abierta me permitiera cambiar las reglas del juego, yo lo tendría claro: contaría 10 por “comerme una ficha contraria” y 20 por llegar al final de mi vida laboral.


4 comentarios:

Mary De Simone. Argentina dijo...

Fantástico Maestro.!!!! Jugar es una oportunidad de relacionarnos,!! Continuemos el juego.!!Gracias siempre.!!!!

Anónimo dijo...

Dulcinea

Anónimo dijo...

Excelente!,es asi,es bueno que aprendamos a jugar el juego de la vida y darnos la oportunidad a que nuestras relaciones funcionen

Anónimo dijo...

De lo mejor que tiene la vida son las relaciones humanas y saberlas llevar de manera positiva. Muchas gracias Profesor Javier Ales