lunes, 26 de abril de 2021

Ética y deontología en mediación

 


Estamos avanzando en esta profesión, hacia una justicia de calidad, hacia conseguir que los afectados por un conflicto, se apropien de sus decisiones, hacia la construcción de un modelo de reconstrucción.

Por eso hoy me pregunto, la necesidad de hacerlo desde la ética y la deontología, como camino correcto para sentar las bases en este proceso vital. No olvidemos que la ética, suele estar orientada a lo bueno, sin normativas, a lo que debe ser desde la conciencia personal del mediador. Por el contrario, la deontología, está orientada al deber, al obligado cumplimiento, al respeto, por eso supone normas y códigos, destinados a los profesionales 

Según dicen los expertos, la deontología es la ciencia que estudia los fundamentos del deber, es decir, de las normas morales, asi determina las normas de conducta, y usualmente sirve para definir los criterios de acción en un ámbito profesional, que para la mediación, es necesaria, dado que los mediadores procedemos de distintas profesiones de origen. Luego la pregunta es… ¿hay una deontología propia de las profesiones y por tanto de la mediación en particular?

La deontología profesional de los mediadores, debe ser un sistema de autorregulación de la mediación como profesión y por tanto en el ámbito de la negociación entre partes en la que el protagonismo se lo cedemos a los mediados y dada estas circunstancias, debemos garantizar que las ejerce con sentido de responsabilidad y enfocándolas hacia la defensa no de un interés particular, sino un interés general que se reparte entre las partes en conflicto. ¿difícil verdad?

La deontología impone obligaciones a los mediadores, de tal forma que deben estar perfectamente acreditados en su actividad, formados en diversas técnicas que establece la ley y por tanto están cualificados para desarrollar el ejercicio de la gestión de conflictos en sus diferentes esferas.

Gracias a la existencia de esa deontología, el profesional de la mediación desarrolla lo que llamaríamos, ética laboral, porque gracias a ella lograrán generar confianza y credibilidad ante los mediados

Si nos centramos en la figura del mediador y su ética, estaremos entonces hablando, de los valores que bien podríamos resumir de la siguiente forma:

a)    El valor de ser coherente, con ello conseguimos honestidad y compromiso. Existen 3 cosas que debes poner en práctica: pensar, decir y actuar coherentemente.

b)    El compromiso de la palabra que demos, tiene que ser firme y claro en nuestro trabajo de gestor de conflictos

c)     Intenta determinar los límites, todo aquello que atente contra tus valores personales, profesionales La omisión es una muy mala aliada para que no te arrepientas después

Por último, antes de actuar piénsalo 2 veces, antes de perder algo tan valioso: tu honor

No obstante, técnicamente, la ética y la deontología profesional están íntimamente relacionadas, por cuanto la deontología es la parte de la ética que regula coactivamente, es de obligado cumplimiento en los ámbitos profesionales.

Debido a ello surgen los Códigos deontológicos, que hacen que se pongan límites al ejercicio profesional, bajo la circunstancia de sancionar infracciones de carácter ético.

Lo importante es ser consciente que es la “entrada en el mundo de la mediación” de conceptos de carácter filosófico, relacionados con la moral, las costumbres o el deber ser del ejercicio profesional

Vamos por tanto a aclarar nuestra ética y deontología como mediadores.

De las regulaciones normativas podemos extraer:

la Ley 5/2012 de 6 de julio de mediación en asuntos civiles y mercantiles, que se recoge en su Título III :

"el estatuto mínimo del mediador, con la determinación de los requisitos que deben cumplir y de los principios de su actuación. Para garantizar su imparcialidad se explicitan las circunstancias que el mediador ha de comunicar a las partes, siguiéndose en esto el modelo del Código de conducta europeo para mediadores "  

Así en el siguiente artículo nos desvela nuestra actuación:
Artículo 13.- Actuación del mediador.

-        El mediador facilitará la comunicación entre las partes y velará porque dispongan de la información y el asesoramiento suficientes.

-        El mediador desarrollará una conducta activa tendente a lograr el acercamiento entre las partes, con respeto a los principios recogidos en esta Ley.

-        El mediador podrá renunciar a desarrollar la mediación, con obligación de entregar un acta a las partes en la que conste su renuncia.

-        El mediador no podrá iniciar o deberá abandonar la mediación cuando concurran circunstancias que afecten a su imparcialidad.

Antes de iniciar o de continuar su tarea, el mediador deberá revelar cualquier circunstancia que pueda afectar a su imparcialidad o bien generar un conflicto de intereses. Tales circunstancias incluirán, en todo caso:

-        Todo tipo de relación personal, contractual o empresarial con una de las partes.

-        Cualquier interés directo o indirecto en el resultado de la mediación.

-        Que el mediador, o un miembro de su empresa u organización, hayan actuado anteriormente a favor de una o varias de las partes en cualquier circunstancia, con excepción de la mediación.

 

 Por otro lado, deontología también es pareja a nuestra responsabilidad, así, la responsabilidad de los mediadores viene recogida en el artículo 14:

“La aceptación de la mediación obliga a los mediadores a cumplir fielmente el encargo, incurriendo, si no lo hicieren, en responsabilidad por los daños y perjuicios que causaren. El perjudicado tendrá acción directa contra el mediador y, en su caso, la institución de mediación que corresponda con independencia de las acciones de reembolso que asistan a ésta contra los mediadores. La responsabilidad de la institución de mediación derivará de la designación del mediador o del incumplimiento de las obligaciones que le incumben”.

Por último y con independencia de las normativas autonómicas en España relacionadas con la mediación familiar, que sería objeto de otra publicación y análisis, tenemos la Directiva 2008/52/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de mayo de 2008, sobre ciertos aspectos de la mediación en asuntos civiles y mercantiles.  Diario Oficial Unión Europea 136/2008, de 24 de mayo de 2008:

Art. 4.- Calidad de la mediación

1.-Los Estados miembros fomentarán, de la forma que consideren conveniente, la elaboración de códigos de conducta voluntarios y la adhesión de los mediadores y las organizaciones que presten servicios de mediación a dichos códigos, así como otros mecanismos efectivos de control de calidad referentes a la prestación de servicios de mediación.

2. Los Estados miembros fomentarán la formación inicial y continua de mediadores para garantizar que la mediación se lleve a cabo de forma eficaz, imparcial y competente en relación con las partes.

Por todo ello, no se me ocurre más, que concluir que la ética profesional de un mediador debe de estar en la base de su intervención en el proceso de gestión del conflicto que trate.  

En cada proceso, en cada caso, en cada conflicto, en cada intervención debemos dejar claro nuestra ética profesional y conseguir:

a)    Asegurarnos de que los mediados reciben toda la información necesaria para decidir en todo momento y con ello respeta dos grandes normas éticas: información veraz y voluntariedad en el camino

b)    Su propia competencia y ser consciente que no todo mediador sirve para toda mediación, sino para aquella que se considere capacitado

c)     Mantener la confidencialidad del proceso y conseguir también la reserva de las partes conforme al mismo

d)    Respetar su Imparcialidad conforme a las partes implicadas, su objetividad conforme al asunto tratado y su neutralidad conforme al resultado conseguido.

e)    Garantizar la calidad del proceso y la igualdad durante el mismo de las partes y la autonomía en las decisiones de los mismos

Recordemos siempre que no asesoramos, no hacemos terapia, no orientamos… simplemente mediamos


55 comentarios:

Elena Herencia Aguilar dijo...

La mediación, al igual que numerosas profesional, se encuentra regulada, principalmente, por la Ley 5/2012 de 6 de julio. En ella, se plasma el ámbito de actuación de esta figura profesional, así como determinados derechos y deberes a cumplir por los mismos. Por tanto, podemos afirmar que esta normativa estipula los límites de nuestra disciplina. Asimismo, la legislación engloba la ética laboral, expuesta en los códigos deontológicos para estar orientados al deber y al obligado cumplimiento.

No obstante, siempre existirán casos específicos en los que nuestra propia ética impida que desarrollemos la labor de mediador. En este sentido, no podremos abordar casos que atenten contra nuestro sistema individual de principios, puesto que será imposible mantener la imparcialidad con las partes. Por ello, nos acogemos al artículo 13.4 de la ley citada con anterioridad, donde se establece que “el mediador no podrá iniciar o deberá abandonar la mediación cuando concurran circunstancias que afecten a su imparcialidad”.

Por otro lado, resulta evidente que la decisión final es del propio profesional, por lo que podrá mediar en casos que, a primera instancia, son situaciones de riesgo a la imparcialidad. Por ejemplo, podremos mediar en situaciones de divorcio de alguno de nuestros familiares si ambas partes conocen este vínculo y acceden a realizar este proceso. En estos casos, los familiares escogen a un mediador conocido, con la intención de incrementar el conocimiento acerca de la situación, aunque se involucran los sentimientos personales del profesional.

En mi opinión, esta situación genera controversia a cualquier ser humano, ya que por un lado queremos ayudar a nuestros familiares y alcanzar la mejor decisión para las partes, pero por otro lado sabemos que no somos imparciales ante el caso, puesto que conocemos toda la historia previa. Por ello, resulta imprescindible que el mediador revele estas circunstancias que pueden afecta a su objetividad, debiendo ser aceptado por las partes.

En conclusión, la presencia de una regulación es necesaria para establecer unos límites mínimos en el ejercicio profesional. Sin embargo, seremos nosotros quienes tomemos la decisión final sobre comenzar o no la mediación ante casos determinados.

Elena Herencia Aguilar

Manuel de Luque Íñigo dijo...

En mi opinión, una de las situaciones que más podrían comprometer nuestra ética profesional como mediadores, sería encontrarnos ante un caso en el que consideremos que no podemos ser imparciales, bien porque sean conocidos, familiares, compañeros de trabajo, etc. En el proceso de la mediación debemos andar con pies de plomo en caso de que surja en nosotros un conflicto de intereses, sino ¿cómo íbamos a poder garantizar a ambas parte que saldrán beneficiadas tras el proceso? ¿No estaríamos consciente o inconscientemente favoreciendo a una de ellas más que a la otra? Además, esto puede hacerse visible, esa descompensación es palpable y puede conllevar problemas, así como la renuncia de una de las partes a seguir negociando.

Otro ejemplo, que además se ha visto en clase, puede ser una situación en la que percibamos que una de las partes está coaccionando a la otra, ¿no sería esto intolerable moralmente hablando? Deberíamos actuar en consecuencia, pues además, puede suponer una obstaculización de cara a la resolución del conflicto. Incluso si pensamos más allá, la coacción puede suponer que una de las partes logre cubrir sus intereses a costa una conformidad irreal, aceptación o "sumisión" de la otra parte implicada. Por ello, sería fundamental que el mediador posea las habilidades necesarias para captar situaciones de coacción entre las partes, para lograr reestablecer la equidad, en busca de un acuerdo justo.

María Dolores Pacheco Romero dijo...

Tratar los aspectos éticos y deontológicos de la mediación es algo que estimo fundamental para llegar a ser un buen profesional, y sobre todo, un profesional bueno. Tras la lectura, y ante la idea de plantear un ejemplo de algo en lo que fuera difícil decidir qué hacer o decidir conforme a nuestra ética, se me ocurren varias situaciones.
En primer lugar, extraigo que, personalmente, para mí sería especialmente difícil abandonar una mediación en la que fuera consciente de que por mucho que lo haya intentado, no soy capaz de ser imparcial. A veces, como seres humanos, aunque intentemos no posicionarnos, resulta costoso. Considero que la práctica y el autoconocimiento es la que te va otorgando esa imparcialidad ante un caso, pero pueden existir ciertas circunstancias, en las que por mucho empeño que pongamos, y como seres humanos que somos, no podamos ser imparciales aunque cueste admitirlo. Para mí, en un caso en el que guardara mucha similitud con algún episodio difícil ocurrido en mi vida o que esté ocurriendo en ese momento, supiera que me podría afectar emocionalmente y con ello a la calidad e imparcialidad de mi ejercicio en la mediación, sería difícil renunciar a llevarlo.
Por otro lado, también reflexiono que, tal y como se recoge en el artículo 4, hay que “ser consciente que no todo mediador sirve para toda mediación, sino para aquella que se considere capacitado”. Ser profesional implica la especialización, y, como es natural, pueden llegar a nosotros casos sobre los que no tengamos las competencias o especialización necesaria que se requieren para ser llevados con éxito. Y esto, es algo que considero que a veces es complicado. Pero reconocer la propia ignorancia es un acto de sabiduría, y a veces solo toca renunciar a llevarlo, y seguir formándote y ampliar tu horizonte de conocimiento en las carencias que no te permiten llevarlo.

María Dolores Pacheco Romero

Elena Mª Tello Luque dijo...

La ética y la deontología se basan en aplicar ciertos valores de una manera determinada, con el objetivo de proporcionar un beneficio colectivo. Toda profesión debe de estar basada en la ética y la deontología para ser considerada como buena y justa. De esta forma, todo aquel profesional que siga ambas será reconocido como un buen profesional.

El papel de la deontología es controlar el empleo de la profesión que lleva a cabo el profesional, con el objetivo de cumplir la normativa legal, la cual en el caso de no cumplirla, puede afectar a sus profesionales. Además, el fin de la deontología es conseguir que los profesionales cumplan la ética profesional, logrando que el ejercicio laboral sea lo más óptimo posible. Como se ha visto en este escrito, la ética y la deontología se encuentran relacionadas, ya que cumplir la deontología hace posible de forma directa el cumplimiento de la ética. Sin embargo, en ocasiones puede ser difícil cumplir ambas a raja tabla. En diferentes ocasiones, en la mediación pueden surgir errores como posicionarnos en una parte, dar poca importancia al problema o incluso no guardar la confidencialidad. A partir de esto puede ocurrir que nuestro papel como mediadores esté vulnerando la ética profesional donde pueden surgir graves peligros como el abandono de las partes implicadas en la mediación.
Entre los principios de la mediación se encuentran la voluntariedad, la duración, la confidencialidad, la imparcialidad, la neutralidad, la equidad, la independencia, la información, etc. Para ejercer como profesionales, debemos de estar preparados y entrenados para respetar de forma adecuada la ética profesional, de manera que seamos competentes en nuestro trabajo. En el caso de no estarlo, sería posible que nuestro papel como profesional sea perjudicial para las personas a las que pretendemos ayudar. De esta forma, se puede observar la importancia que presenta la ética tanto en la vida personal como en la vida laboral.

Como conclusión, desempeñar una actividad profesional implica seguir unas normas éticas, las cuales conducen a la consecución de una excelente labor como profesional.

Elena Mª Tello Luque

Beatriz Rojas López dijo...


La ética en una profesión como es la Psicología o la Mediación, es de vital importancia ya que nos encontramos trabajando con seres humanos directamente. En Medicina por ejemplo, también es muy importante, pero en nuestro caso, trabajamos con las emociones de las personas. Es por ello, que en consulta se pueden dar situaciones difíciles de llevar para un psicólogo o mediador inexperto; y aún siendo aún siendo una ventaja la experiencia ante este tipo de circunstancias, no significa que se sepa lidiar correctamente con todo aquello que se presente.

En Psicología, se recalcan muchas cuestiones en las que no debemos adentrarnos, ya que pueden afectarnos negativamente en el futuro, como por ejemplo puede ser, exponer detalles personales. Al final, se trata de una relación unidireccional que el/los paciente/s deben tener claro. Si esto no ocurre así, el usuario puede sentir que tiene la suficiente confianza como para tratar o hablar al profesional de ciertos modos que sean inadecuados.

No solo pueden darse situaciones complejas entre profesional y paciente, también entre los propios usuarios. Si nos encontramos en una consulta de mediación con una ex pareja que trata de resolver el tema de la custodia de los hijos, pueden aparecer aspectos dolorosos que hagan que el ambiente se vuelva cada vez más hostil. Si la situación fuese a más, el profesional podría encontrarse ante una situación bastante complicada y difícil de manejar.

El código deontológico sirve de guía a los profesionales en este tipo de ocasiones, para actuar de la mejor forma posible, y debe tenerse en bastante consideración si no se desean experiencias desagradables.

Beatriz Rojas López

Mercedes Sánchez Cumplido dijo...

La ética se orienta hacia lo bueno, sin normativas, mientras que la deontología se orienta al deber, con normativas. Es muy importante que exista una deontología en la mediación, para que todos los profesionales orienten su mediación hacia el mismo camino, con responsabilidad y enfocada hacia la defensa de un interés general repartido entre los sujetos implicados en el conflicto.

Esta deontología da lugar a la ética laboral, desarrollada por los mediadores, lo que genera confianza y credibilidad ante las partes implicadas. Un aspecto muy importante a la hora de ejercer como mediador es el compromiso de la palabra que se da. Esta tiene que ser firme, clara y siempre debe cumplirse, ya que si no generaremos desconfianza en las partes implicadas y será bastante complicado que colaboren y lleguen a un acuerdo común. Además, hay que ser sincero con uno mismo y con las partes, marcando muy bien los límites sobre aquellos que atente contra tus valores personales y profesionales.

Es muy importante pensar antes de actuar, ya que es en ocasiones es muy difícil mantener la compostura y la forma y controlar la impulsividad, y si no lo controlamos puede perjudicar a la mediación del conflicto ya perderías tu honor como mediador y el respeto y confianza por parte de los implicados. Además, en ocasiones nuestra ética dificulta o impide que podamos mediar en casos específicos, evitando mediar en aquellos casos en los que el conflicto atente sobre nuestros principios.

Fátima Álvarez Carrascal dijo...

La imparcialidad hace referencia de forma directa como mediadores, en esta posición como terceros en cuanto a la relación con las partes y, el hecho de la asociación al derecho de la igualdad de ambos es decir, de que sean acogidas por igual en el proceso. El hecho de ser parcial sería una de las situaciones que en mi opinión podría comprometer nuestra ética profesional, además de la falta a la obligación de la confidencialidad. El mediador no podrá revelar la información que hubiera podido obtener derivada del procedimiento ya que este es protegido por el secreto profesional.

Por otro lado, está la coacción. Puede existir la posibilidad de que percibamos que unas de las partes está coaccionando a la otra haciéndole chantaje psicológico o emocional como forma de manipulación, consiguiendo falsear los sentimientos o anular a las personas. Por ello, es necesaria la objetividad del mediador, la imparcialidad, que las partes involucradas en la mediación estén en igual de condiciones y, por ello, puedan comunicarse y buscar una solución de mutuo acuerdo.

Alba Molleja Ocaña dijo...

En la mediación, al igual que en la práctica de la psicología hay que tener en cuenta y tener siempre presente la ética y la deontología. Estos son factores cruciales para el correcto desarrollo de ambos procesos. No hacerlo podría implicar que en lugar de ayudar a nuestros clientes los estuviéramos perjudicando de alguna forma. Es por ello que siempre que pensemos que nuestros valores, nuestra falta de conocimiento sobre algún campo o nuestra relación con las personas implicadas puede interferir en nuestra labor, tenemos que ser honestos y saber dónde están nuestros límites para poder decidir que, si es preciso, no somos las personas más adecuadas para llevar a cabo la mediación.

Pensando en ejemplos de lo que podría resultarme más difícil de llevar si se tratara de mí creo que sería en general el concepto de la imparcialidad. Soy una persona con las ideas muy claras y dentro de que pienso que soy capaz de visualizar una situación desde una perspectiva diferente a la mía, reconozco que tengo límites que quizá me costaría rebasar. Si tuviera que tratar con dos personas y una de ellas estuviera haciendo algo que fuera totalmente en contra de mis valores es posible que no fuera capaz de ser objetiva y me costara buscar soluciones que la beneficiaran. Al igual que si se me presentara un caso en el que dos personas cercanas a mí quisieran que mediara entre ellos, es posible que me dejara llevar por la amistad o la relación que tuviera con esa persona, por lo que creo que sería mejor no llevar yo esa mediación directamente.

Alba Molleja Ocaña.

MªÁngeles Ramírez López dijo...

Tratar la ética y la deontología son aspectos muy importantes tanto en mediación como en cualquier trabajo profesional. Además, pienso que la ética debería de tenerse en cuenta en cualquier aspecto de la vida puesto que es algo fundamental tanto en los adultos como en los niños.

Por otro lado, la deontología, sea la profesión que sea, se deberá de cumplir la normativa que deriven los altos cargos ya que, el objetivo de la deontología es hacer que los trabajadores cumplan con sus funciones y de este modo mejorar el ejercicio laboral en la empresa. Tras esto, para ejercer como mediador se deberá de tener ética y deontología. En esta profesión que estamos actualmente cursando, es importante conocer su deontología y su base legal para en un futuro llevarla a cabo.
En mi opinión sería complicado, tras haber iniciado una mediación, abandonarla, puesto que vería como la otra persona tras haberme dedicado su tiempo y confianza se vería sin respuesta alguna. Es cierto que cualquier persona puede cometer errores y no ser lo suficientemente capacitado para resolver un problema por diversas cuestiones y es reconocible el tener que abandonarla en caso de no saber su solución, pero en mi caso, me sería difícil.

Por último, destacar la importancia que conlleva la ética y deontología en esta profesión ya que dirigen a un buen profesional y tras este, buenos resultados.

MªÁngeles Ramírez López

Antonio Felipe Priego Fernández dijo...

Ante cualquier ejercicio profesional, ya bien sea la psicología o la mediación deben de primar 2 principios fundamentales:
- No Malficiencia: tratar de no hacer ningún daño o perjuicio.
- Beneficencia: Buscar el máximo bien para todas las partes.

A partir de aquí hay otros principios a tener en cuenta, pero ante todo, como mínimo hemos de tratar que permanezcan estos principios.
Es verdad que no representan un manual con todas las posibles soluciones ante los conflictos que nos podamos encontrar, pero aquí también la ética y la moral de cada uno ha de saber jugar su papel. Aunque siempre podemos tirar de los códigos deontológicos de cada profesión, los que sí pueden a ayudarnos a orientarnos a saber con debemos actuar, pero perdona si me repito, no todo puede estar en estos documentos. A veces profesionalmente nos podemos ver en encrucijadas personales, no me quiero ir muy lejos por eso, al igual que Javier comentó en clase con un caso que tuvo que mediar, para mi el conflicto más complicado sería verme inmerso en una medicación como mediador en la que una de las partes interesadas en el proceso de mediación sea un familiar directo, como bien pudieran ser mi hermano o mis padres. Sobretodo si las 2 partes insisten porque tome parte en el proceso como actor de mediación. Porque aunque no quiera, a veces el corazón puede jugarle malas pasadas a la cabeza.
Lo normal sería decir no y derivar, pero si ambas partes insisten, ahí estaría para mi el mayor conflicto posible.

Paula Vázquez Portillo dijo...

La ética y la deontología, ambas bastantes relacionadas, son unos de los puntos fundamentales que nos van a diferenciar profesionalmente. No solo en la mediación, sino en todas las profesiones es importante actuar en base a la ética y a la deontología. Siempre debemos aplicar la ética y actuar en base a esta, no solo en nuestra futura profesión, sino en nuestra vida. Aunque es muy fácil decirlo, muchas veces es complicado, actuar de manera éticamente correcta.

Desde el punto de vista del mediador, para mí, una de las situaciones más difíciles y que comprometerían mi ética profesional sería cuando una de las partes me pidiese un consejo y yo viese muy clara cuál es la solución. Desde el punto de vista profesional, no sería correcto decírselo puesto que estás dejando de ser imparcial, y le estás aconsejando. Esto hace, que, en gran medida, la persona tome tu opinión y decida algo que tu has elegido por ella. Pero, por otro lado, desde un punto de vista más personal, al querer ayudar a que se solucione el conflicto, podemos caer en el error de aportarle una solución o darle un consejo. Para mí, en estos casos, la mejor solución a esto es formarnos. Formarnos para ser profesionales que no caigan en este tipo de errores y hacer que a través de nuestras preguntas sean ellos mismos los que lleguen a la solución. Me consta que esto no es un proceso fácil, pero a través de la práctica, podemos conseguir no cometer lo que estaría ‘’éticamente incorrecto’’.

Otro momento, dentro de la mediación, en el que me resultaría complicado actuar éticamente sería dependiendo del momento emocional en el que esté. Muchas veces, nuestras emociones impiden que seamos imparciales y llegamos a caer en el error de no ser lo más objetivos posibles. Para ello, debemos tener un buen control de nuestras propias emociones, trabajar mucho con nuestra inteligencia emocional y nuestro autoconocimiento y cuando estemos trabajando dejarlas ‘’apartadas’’. Es decir, tenemos que saber separar nuestra vida personal de nuestra profesión. Puesto que si no sabemos hacerlo, muchas veces no seremos neutros en la mediación y estaremos volviendo a cometer el error de no actuar en base a la ética profesional.

Manuel Cabezas dijo...

Tanto la ética como la deontología, resultan muy importantes en cuanto al desempeño de una labor profesional. Es importante conocer la distinción entre ambos términos, ya que en diversas situaciones tendremos diferentes opciones de resolución de un problema, y como profesional, deberemos tener en cuenta los dos ámbitos, aunque debemos ser conscientes que la deontología posee un carácter obligatorio.

Por otro lado, debemos de clarificar desde primera hora nuestro rol profesional, lo cual resulta muy importante para que no haya ninguna confusión por parte de los pacientes y se pueda llegar a alterar nuestra imagen como profesional.

Desde el ámbito de la mediación, los aspectos deontológicos resultan complicados, ya que, debemos ser parciales en nuestros testimonios, no orientarnos a favor de ninguna parte del conflicto, entre otros aspectos. A su vez, destacar los principios de confidencialidad y voluntariedad, así como el deber del profesional de comunicar a los usuarios el fin de la mediación, realizar una explicación del proceso y asegurarnos del entendimiento de las partes para que no surja ningún problema debido a un malentendido hacia la labor del profesional.

Pilar Insignares dijo...

Una vez leído detenidamente el contenido de este nuevo post, cabe destacar que como en cualquier otra profesión, sobre todo donde existe un trato directo con personas, es necesario conocer y tratar los aspectos éticos y deontológicos, en este caso de la profesión de mediación.
En esta semana se debe plantear, una vez leído los aspectos éticos y deontológicos profesionales, un ejemplo de algo en lo que fuera difícil decidir qué hacer o decidir conforme a nuestra ética.
Personalmente, una de las situaciones la cual fuese de las más difíciles de afrontar sería el hecho de no poder realizar finalmente de manera satisfactoria una mediación. El hecho de que por muy eficaz que hayan sido las medidas adoptadas y correctas, el fin no fuese el esperado y que las partes contrarias no se pusieran de acuerdo en ningún momento.
Finalmente, otra de las circunstancias que resultaría difícil de afronta, sería el hecho de no poder llegar a ser imparcial con alguna de las partes.
Al fin y al cabo, el ser humano, es un individuo social y emocional. Con la práctica en la profesión, la imparcialidad es una cualidad que se mejora y se practica.

Pilar Insignares Rodríguez

María Villa-Zevallos Luque dijo...

En la mediación, al igual que en nuestras profesiones de origen, ya sea la Psicología, el Derecho o la Criminología, existen una serie de principios deontológicos que regulan el ejercicio profesional, muchos de ellos comunes y fundamentales como serían la confidencialidad y la imparcialidad. Además, todos y cada uno de los profesionales independientemente de cuál sea su especialización, deben cumplir con unos mínimos éticos, que estarían por encima si cabe de los artículos del código deontológico de cada profesión. Es por ello, que todos los alumnos que cursamos la asignatura de Mediación, e incluso los alumnos de otros grados aparentemente muy diferentes y distantes a la Psicología, el Derecho y la Criminología, como por ejemplo Ingeniería, ADE, Comunicación etc, tienen incluidas en su plan de estudios hasta dos asignaturas obligatorias relativas a la ética y la deontología.

La conclusión a la que me lleva este artículo es que, todas las personas, independientemente de su profesión, de una manera u otra tratan con personas, ya sean clientes y/o compañeros de trabajo, y no se limita, como muchos pueden pensar a los empleos relacionados con las Ciencias Sociales o Ciencias de la Salud, por lo que la ética y la deontología deben tomarse en cuenta como un pilar fundamental de la vida en sociedad en general, y del ejercicio profesional en particular.

Blanca Vázquez de la Torre Orta dijo...

Desconocía la existencia del Código Deontológico de la Mediación, pero si conozco el de Psicología y alguno de Criminología ya que durante la carrera se han ido mencionando. Estos códigos son muy importantes para poder guiar el trabajo del profesional y tener unos principios éticos sobre los que actuar, ya que quieras o no, estas trabajando con personas que han depositado su confianza en ti para que las puedas ayudar y encontrar una solución justa y de manera honrada.

En relación a que caso me sería más difícil decidir que hacer o decidir según nuestra ética, yo creo que serían sobre todo temas familiares o de amistadas cercanas a mi, ya que en conflictos así es muy difícil ser objetivo, porque quieras o no, tu interior va a querer que salga beneficiada la persona que conoces porque le tienes cariño y la conoces de mucho tiempo, y eso es algo muy injusto para la otra parte, por eso considero que no se debería trabajar con familiares ni gente cercana a ti, o por ejemplo tampoco vería ético tratar a un alumno o pareja de algún amigo, porque ya existe una especie de conexión previa a la intervención y siempre existirían sesgos que supondrían dificultades para el éxito de un buen proceso.

Marta Pérez Balbuena dijo...

Tras la lectura del artículo, se puede mostrar lo minuciosa que puede llegar a ser una mediación. Tiene un Código Deontológico que hay que cumplir y respetar. Por ello es muy importante que los mediadores estén totalmente cualificados para no cometer errores que perjudiquen a alguna de las partes del conflicto.

En cuanto al ejemplo que pondría, se podría determinar que me supondría un reto tratar temas de familia, pareja o temas en los cuales en algún momento de mi vida me he visto envuelta en ellos. También, creo que me resultaría difícil lidiar problemas de amigos o familiares, ya que no podré o me costará mucho ser totalmente imparcial en la mediación.
En adición a todo lo mencionado anteriormente, también resultaría difícil mediar algún problema en el que me vea envuelta en ese momento, por ejemplo si dos personas vienen debido a un conflicto vial o vecinal y yo a su vez estoy teniendo ese conflicto; también, dependiendo de como me encuentre psicológicamente en ese momento de mi vida, podré ser más o menos imparcial y en ocasiones incluso podría dejarme llevar por mis propios sentimientos pudiendo así cometer algún error.

Marta Pérez Balbuena

Tania María Pérez Serrato dijo...

El presente artículo nos detalla la importancia que adquieren tanto la ética como la deontología en la mediación. Aunque ambos términos tienen numerosas cosas en común, tenemos que tener en cuenta las diferencias que adquieren, para que la mediación pueda estar bien regulada a ojos de todos. Al igual que la psicología está regulada por un código deontológico, en la mediación este también adquiere una gran importancia. Ya que en ocasiones, los limites son difusos.
Si tengo que reflexionar sobre un ejemplo donde me resulte difícil trabajar, creo que esto seguramente se de, si no me encuentro en un buen momento emocional. Es una realidad, que las emociones interfieren en nuestro trabajo, y adquiere aquí la ética de cada profesional una gran responsabilidad, a la hora de decidir cuando parar.

Carmen Feria Portero dijo...

Tras la lectura del artículo, considero que es es muy importante ser ético en todos los actos que realices en tu vida, y sobre todo en tu trabajo , da igual que tipo de trabajo tengas, pero actuar éticamente es algo primordial. En el caso de la mediación observamos que contiene un código deontológico que se debe cumplimentar para que existan una serie de limites y tu trabajo esté fundamentado.
Me parece muy interesante el hecho de pensar dos veces antes de actuar, ya que realizar actos sin un razonamiento previo puede conllevar una serie de consecuencias y se puede perder mucho trabajo con el cliente.

Unknown dijo...

Reflexionando sobre este artículo, en la mediación nos encontramos en algunas circunstancias complicadas donde se ven implicadas la ética y la deontología. Como mediadores, debemos de dejar a un lado nuestros conflictos personales y emocionales para ser completamente imparciales y poder mediar de una forma adecuada.
En la mediación, como bien nos ha repetido Javier en clase, no damos consejos ni decidimos cuál es la mejor opción. Somos una herramienta para nuestros clientes para poder mediar el conflicto que nos presentan.
Desde mi punto de vista, para mí como mediadora, me sería difícil mediar en una situación donde la decisión repercuta en mi vida personal (ya sea un conflicto entre algún familiar (padres, tíos, hermanos, primos...) ya que de manera indirecta o directa puede repercutir en mi vida.
También otro conflicto que podría poner en juego la ética y deontología sería en función de mis emociones, si algún conflicto me parece una injusticia y veo que la resolución del mismo no queda acorde a mis principios.

María Galisteo Pérez.

Ana Hernández Sanz dijo...

El mundo de la ética y la deontología me parece imprescindible en cualquier ámbito profesional puesto que supongo, serán infinitas las ocasiones profesionales en las cuales surgirán dudas sobre el qué hacer o cómo transcurrir. A modo de apunte, me resulta interesante resaltar un libro que ha venido a mi mente durante la lectura de este post, “Antígona” de Sófocles.
Respondiendo a la pregunta planteada, ¿qué se os ocurre que sería difícil decidir que hacer o decidir según nuestra ética? Se me ocurren situaciones en las cuales el mediador sea ajeno a los clientes, pero el caso presentado se asemeje a asuntos personales vividos por el mismo los cuales le afectan y pueden nublar su imparcialidad. Aquí surge el dilema entre proseguir con la mediación o derivar a algún otro compañero. Por ejemplo, un caso de divorcio (tópico) llevado a cabo por un profesional de la mediación que acaba de divorciarse. Su orgullo o temperamento puede llevarlo a querer resolver el caso eficazmente y creer que puede hacerlo sin verse afectado, aunque su propio divorcio le acarreó diversas problemáticas las cuales no ha resuelto actualmente.

Carmen Calo Díaz dijo...

Tras leer el artículo podemos entender la importancia de que cualquier ámbito profesional cuente con aspectos éticos y deontológicos que, a través de ciertas normas y códigos, puedan establecer unos valores imprescindibles para la profesión.
En mediación, hay algunas ocasiones en las que nos resultaría difícil saber qué hacer o cómo actuar, por ejemplo, ante una situación en la que te ves reflejado en una de las partes y, de forma inconsciente, tu imparcialidad se ve mermada. Somos personas que nos guiamos por sentimientos y por sensaciones, al ver que alguien está pasando por la misma situación que tú mismo superaste, hace que te acerques a esa persona emocionalmente y de aconsejarle cómo salir de esa situación. Sin embargo, debemos ser profesionales y ello implica ser imparcial, incluso nuestro deber sería abandonar la mediación si vemos que no podemos evitar ser subjetivos.
Otra situación difícil es que un familiar o amigo te pida ayuda, sabe que trabajas bien y que sueles tener buenos resultados en tus mediaciones previas, por lo que acude a ti, insiste y ahí, es cuando debemos anteponer nuestro código deontológico y, por muchas ganas que tengamos de ayudarle, la única forma correcta será ponerle en contacto con otro compañero mediador.
En conclusión, el código deontológico nos indica qué normas y valores debemos representar como profesionales, aunque a veces nos resultará difícil, si lo respetamos podremos llevar a cabo mediaciones impecables.

Carmen Calo Díaz.

Loli Delgado Cosano dijo...

Tanto en psicología como en mediación ocurre algo muy parecido y es que llegan a nosotras personas en situación de vulnerabilidad, desesperación… Es por ello por lo que hace esta sprofesiones tremendamente bonitas y satisfactorias cuando alcanzamos los objetivos de nuestros clientes, pero esto no siempre es así. ¿Y te preguntarás por qué? Pues bien, si hemos llegado hasta aquí estoy casi segura de que, un 65% - 70% aproximadamente del alumnado finalizará sus estudios y trabajará como mediadores/as con una principal fuente de motivación como es la vocación. Sin embargo, el porcentaje restante quizás tendrá otras motivaciones más banales y extrínsecas tales como: acabar con la carrera que empezó y que ni fú ni fá, tener un grado universitario, no decepcionar a sus padres, ganar dinero trabajando en alguna de las ramas que ofrece esta profesión, tener un trabajo digno, entre otras.

Es de vital importancia el sentido de responsabilidad y compromiso siendo conscientes del peso que tiene nuestro rol en el asunto. Estamos tratando con personas, con asuntos que les conmueven, que verdaderamente les importan, con temas que quizás temen, les hacen daño y nos lo exponen a nosotras, confiando en que podremos mejorar por aquello por lo que están pasando. Debemos ser conscientes de que tal vez somos su último recurso antes de tirar la toalla. Es imprescindible además de la formación específica, el conocimiento del código deontológico, las leyes impuestas que amparan nuestros derechos y deberes y tener buena fe en el proceso de la mediación. No obstante, y aunque esto sea un requisito imprescindible en el desempeño de la profesión considero que no es suficiente.

Un código deontológico quizás sirve como guía para establecer límites y pasos de qué debemos hacer como buenos profesionales y qué no podemos tolerar. Las leyes que se presentan en el post si no son cumplidas tienen consecuencias coercitivas, siempre que su incumplimiento sea probado. Sin embargo, esto no asegura una buena praxis en el transcurso de la mediación. Como he dicho anteriormente, confío en que la mayoría de los mediadores y mediadoras hagan su trabajo honradamente, sin embargo, y por desgracia muy probablemente haya otras tantas personas que antepongan sus intereses personales al éxito de la propia mediación. Un ejemplo de ello sería alargar las sesiones para obtener mayor beneficio económico, llevar a cabo mediaciones con personas que tenga una relación personal y se vea comprometida su imparcialidad, etc.

Es aquí donde pienso que hay un vacío y que es necesario que hubiese un mayor control, de manera que la ley amparase de forma eficaz y segura a los clientes que llegan a nuestras manos, mediante otros métodos como: la grabación de los casos sin comprometer la intimidad de los mismos asegurando su protección, un experto que supervise los casos, etc. Valorando la ética de estas posibilidades, podríamos reducir el número de personas que ejecutan una mala praxis y que repercuten negativamente tanto en la calidad de vida de nuestros clientes como al prestigio de esta valiosa profesión.

Fernando Moyano Moreno dijo...

Tal y como hemos aprendido a lo largo de estos 4 cursos del grado, tanto la ética como la deontología, resultan imprescindibles de cara a desempeñar cualquier labor profesional, para seguir un comportamiento que funcione de acuerdo a los valores morales y para poder ejercer nuestra futura labor de la manera más idónea.

Pensar en un ejemplo que represente algo complejo para nosotros, a la hora de decidir de acuerdo a nuestros valores éticos resulta de una gran complejidad. A pesar de esto, considero que en mi caso, en un posible caso que conlleve violencia, o algún otro acto el cual considere que es completamente desproporcionado, que sea inhumano y terriblemente cruel. Por ejemplo, en un posible caso de agresión entre un matrimonio, que vinieran a tratar de mediar tras un acto violento, me resultaría muy complejo el no dejarme influenciar por la parte perjudicada. Es decir, mi dificultad sería quizás, el llegar a poder ser imparcial cuando observo que algo así puede ocurrir.
Sin embargo por mi forma de ser, me costaría mucho abandonar el caso ya que empatizaría seguramente mucho con la parte mayormente afectada, de manera que estaría siendo imparcial y no cumpliría con los principios de la Mediación.

Considero que actualmente lo veo de esta manera pues aún nos queda un largo camino de aprendizaje, para poder llegar a lidiar con casos de este tipo y poder mantener los requisitos y trabajar de acuerdo a los principios mencionados.

Si este caso tuviera que llevarlo en la actualidad, de acuerdo a lo mencionado, debería de rechazar el trabajarlo y derivarlo a alguien que cuente con las competencias requeridas para trabajarlo.

La esencia de la ética y la deontología al final, es que limita y controla las acciones que se llevan a cabo dentro de las labores de los profesionales. Esto permite regularlas para así asegurar el mantenimiento del bienestar de las personas involucradas , y evitar que se lleven a cabo acciones que puedan tener repercusiones sobre otros.

Blanca Lozano Estefani. dijo...

La deontología a nivel profesional es esencial para llevar a cabo un buen trabajo ya que, la deontología marca una serie de valores y fundamentos del deber, es decir, normas morales que debemos cumplir todos los profesionales.

Respondiendo a la pregunta planteada, creo que una de las situaciones que más difíciles y que podría comprometer a la ética profesional siendo mediadores, sería la imparcialidad. En muchas ocasiones, tendemos a posicionarnos o sentirnos reflejados en una de las parte, aun cuando no queremos hacerlo. Esto es un peligro ya que las partes pueden sentirse juzgadas y decidir no continuar con la mediación. Por ello, debemos, en la medida de lo posible, ser objetivos e imparciales, no implicarnos personalmente. También pienso, que es difícil, acabar con una mediación tras diferentes sesiones cuando te percatas de que por más que se intente no llegas a poder mediar entre las partes.

Lucía López Gallego dijo...

Me parece interesante e incluso crucial tratar el tema de la ética y la deontología en cualquier modalidad, pero en áreas como la mediación considero que es algo esencial. Al final, somos un instrumento que servirá a las partes a construir entre ellas un determinado acuerdo, por ello, somos unos actores secundarios, que aunque no formamos parte de la función principal afectamos e influimos en los actos que vayan a ocurrir. Tenemos que tener claro nuestro poder y cómo podemos afectar para bien y en ocasiones para mal.
Conocer cuales son nuestros mínimos y cuando debemos derivar o dejar un caso, en mi opinión considero que un caso de mediación comienza a ser antiético o no mediable en condiciones adecuadas cuando empezamos a tomárnoslo demasiado personal, cuando nos llega a afectar en exceso, es decir, cuando se convierte en una rumiación constante en nuestro interior.
Por todo ello considero que uno de los dilemas que me podría encontrar en un futuro como mediadora sería un aso en el que tuviese que mediar entre varios familiares, amigos o conocidos, ya que mi imparcialidad sería nula y sería muy difícil garantizar el máximo beneficio para ambas partes, es entonces cuando considero que debemos derivar a algún compañero que trate el conflicto de una manera imparcial.
Lucía López Gallego

Carmen Núñez Moyano dijo...

La ética y deontología es muy importante en todas las profesiones, pero sobre todo en aquellas profesiones que trata con seres humanos, como Mediación, Psicología, Criminología, etc. Porque estos profesionales tratan con las emociones de las personas, y si las dañas, puedes derrumbar a una persona de por vida.
Hay que destacar que no es lo mismo ética que deontología, ya que la ética es una disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano; y la deontología es una parte de la ética que trata de los deberes y principios que afectan a una profesión. Por lo tanto, es muy importante que los profesionales de la mediación, sean amparados por un código deontológico que los defienda ante distintos problemas, pero también que los obligue a trabajar con responsabilidad buscando el bien común de los clientes.

sara dijo...

Una vez leído el artículo, me ha resultado muy interesante conocer la diferencia que existe entre deontología y ética porque, aunque abarca muchos puntos en común no son conceptos iguales, ya que como aborda el texto la ética se refiere a los valores morales que guían nuestro comportamiento humano en la sociedad mientras que deontología hace referencia al deber y la obligación y la cual en caso de no cumplirse puede tener sanciones. Por lo tanto, una vez conocida esta diferencia he podido ver la importancia que tiene la ética y la deontología en el ámbito de la mediación, ya que igual que cualquier otra profesión como la psicología debe estar arraigada bajo un código deontológico también es importante que la mediación asiente sus bases sobre este código por el cual se puedan establecer los límites y la dirección del conflicto de forma eficaz y profesional. Por ejemplo, hay veces en las cuales vendrá al servicio de mediación problemáticas con las cuales nos identifiquemos ya sea porque nosotros mismos estemos experimentando esa situación o alguien cercano a nosotros, en este momento no podemos dejarnos llevar por nuestras vivencias, sentimientos y emociones sino ser neutro e imparcial ya que somos profesionales y en caso de no poder seguir con el caso deberíamos pedir supervisión o derivarlo a otro profesional.
Un ejemplo complejo para mí como mediadora sería algo relacionado con temas familiares o amistades cercanas, ya que me resultaría muy difícil ser objetiva con la otra parte implicada, porque existen lazos afectivos y sentimientos que me cegarían. Además, otro tipo de temas en los cuales considero que sería complicado no dejarme influenciar sería en temas de violencia de género. Por ello, es importante obtener total conocimiento del código deontológico, tenerlo en cuenta en todo momento y en caso de creer que vamos a incumplirlo derivar a otro profesional que pueda resolver el caso de manera óptima ya que nos debemos a las personas que vienen a que las ayudemos.

Sara Díaz Cuello

Sara Madueño dijo...

Ética y deontología son dos conceptos claves que inevitablemente forman parte o deberían formar parte de cualquier profesión puesto que velar por el cumplimiento de derechos y deberes va implícito en cualquier acto que realice el ser humano, aunque esto es muy utópico puesto que está demostrado que en la realidad, en cualquier ámbito laboral, en ocasiones resulta casi imposible cumplir con el código deontológico impuesto o con la ética, tanto de la profesión como la nuestra propia, puesto que se dan intereses contrapuestos o situaciones muy difíciles de resolver.

En psicología estamos muy concienciados de esto puesto que trabajamos directamente con las personas y es fundamental tener todo esto en cuenta, sin embargo, la mediación, un trabajo cuanto menos humano también, necesita igualmente tener en consideración la ética y la deontología por lo que se encuentra regulada por la Ley 5/2012 de 6 de julio.

No podemos olvidarnos de que a veces nuestra ética personal va a chocar con la ética laboral requerida por la profesión que estamos desempeñando, haciendo que la imparcialidad como principio se vea vulnerada dificultando el fin del proceso de manera eficaz. En este caso, como bien explicas en el post, desde la postura del mediador deberíamos abandonar la mediación en sí.

Personalmente, pienso que para mí puede resultar muy difícil mediar entre conocidos, ya sean familiares, amigos, etc., porque entran en juego otros aspectos como la emocionalidad, los sentimientos y la inclinación inevitable por una de las partes, siendo imposible mantener la objetividad cuando conocemos la historia de antemano y buscamos resultados positivos para ambas partes, aunque también tiene otras muchas ventajas tratar casos de conocidos.
Por otra parte, considero que abandonar una mediación es un proceso costoso para nosotros mismos y nuestra valía, la cual se puede ver afectada, sin embargo, hay que saber anteponer a las personas con las que estamos tratando, sabiendo que nuestra ética no nos está dejando actuar como se merecen que lo hagamos, siendo humanos y manteniendo así por encima de todo nuestro honor.

En conclusión, creo que aún queda mucho trabajo por hacer en relación con la regulación de la ética y la deontología profesional, para establecer unos límites mínimos que nos hagan más humanos también en el ámbito laboral, sin dejar de olvidar que ante todo, seremos nosotros los que deberemos saber elegir entre seguir o parar determinados procesos.

Paula Paya Bellido dijo...

Bajo mi punto de vista, ambos conceptos (ética y deontología) son importantes, y no solo para el trabajo de mediador/a, sino en todos los trabajos, ya que siempre hay código deontológico para cada profesión y una ética que los/as trabajadores/as han ido construyendo mediante su proceso de vida.

Con respecto a la mediación, estos conceptos deben quedar muy claros para el/la mediador/a, porque se debe mostrar totalmente imparcial y objetivo ante la situación. Y por tanto, no puede y no debe dar su propia opinión favoreciendo a uno de sus clientes.

En la profesión de psicología estamos concienciados de estos términos desde primero de carrera, ya que trabajamos con personas al igual que la mediación, y es muy importante saber diferenciar ambos para poder realizar un buen trabajo.

Marta Osuna Guerrero dijo...

Es incomprensible concebir una profesión sin la ética y deontología de esta. Asimismo, seguir el camino de estas es a simple vista fácil. Sin embargo, no en pocos casos podemos actuar como profesional de un a manera poco ética, por ejemplo, cuando realizamos alguna investigación y no pedimos consentimiento para grabar a una persona, bien cuando nos involucramos en un caso de un familiar etc.
En consecuencia, es difícil actuar deontologicamente en determinadas ocasiones. En mediación, la vulneración de los principios como la neutralidad o equidad pueden verse afectados. Por ejemplo, usted tiene un caso de divorcio de una pareja, pero se da cuenta que el marido es una persona bastante irritable y empatiza mucho con la mujer, aún teniendo el marido razón. ¿Usted qué haría?

LUCIA LUNA MORENO dijo...

La mediación como cualquier otra profesión se dota de su código deontológico, en el cual existen esas pautas que debemos seguir para ser un buen profesional. Ademas es de obligado cumplimiento.

En mi opinión, creo que una de las situaciones más complicadas que yo podría encontrarme y que no sabría que hacer, es decir, debatiría mi profesionalidad y mi ética personal, sería una situación de relación marital en la que ‘’crea’’ sin que exista algo claro y contundente, que la mujer pueda estar sufriendo malos tratos llevados varias sesiones. Según el código deontológico la actuación del mediador debe ser imparcial a sus clientes, sin entrar en un plano de relación personal o involucrarte demasiado con los clientes.

Por ello en este caso no sabría si el papel del mediador debería ser imparcial y neutral, simplemente dejando el caso o obviando el tema, o intervenir y hacer algo al respecto.

Carmen Fernández Dorado dijo...

Me ha parecido muy interesante el post de la semana porque al igual que otras profesiones, se necesita conocer y saber tratar los aspectos éticos que rodean la mediación ya que es una profesión que trata de manera directa con las personas. Todas las profesiones deben cumplir uno mínimos éticos por lo que en esta Universidad se imparte una asignatura de Ética enfocado en la carrera correspondiente. Creo que los temas más difíciles para tratar serían los familiares ya que me resultaría difícil ser imparcial a la hora del proceso de mediación porque de manera involuntaria quería que saliese beneficiada la persona más cercana a mí. Así mismo, es complicado mediar a tu pareja porque existe un vínculo especial y esto hace que se generen sesgos positivos hacia el/ella y que por “culpa” de nuestros sentimientos se comentan errores profesionales.

Carmen Fernández Dorado

Lucía Díaz Amor dijo...

En todas las profesiones se necesita de una ética y un código deontológico. Seguirlo es nuestro deber para ejercer de la mejor forma y poder ayudar con nuestros servicios al usuario que acude. Es fundamental seguir estas normativas y ser honestos con esto ya que si no somos los más adecuados para trabajar con un cliente por escasos conocimientos o relaciones duales, tenemos que derivarlo a otro colega profesional. Cumplirlo o no, nos define y diferencia.
Desde la mediación, considero personalmente que son en ocasiones difíciles de aplicar. La parcialidad y objetividad para no orientarnos hacia una de las parte, por ejemplo. Debido a nuestros valores muchas veces nos identificamos más con un lado que con otro. Pero es fundamental dar un adecuado testimonio.
Lucía Díaz Amor

Elena Cano Ríos dijo...

Los aspectos éticos y deontológicos son fundamentales en cualquier ámbito para ser un buen profesional, por lo que no podemos olvidar estos principios para ejercer de mediadores.
Es necesario seguir estas reglas y trabajar en base a ellas, aunque en ocasiones puede resultar complicado. Por ello, desde el punto de vista de la profesión, para mí, sería una situación muy difícil ser totalmente imparcial en algunas ocasiones. Puesto que algunas veces de forma inconsciente nos posicionamos en favor de alguna de las partes y puede existir la posibilidad de llevarnos estos problemas al ámbito personal. Además, cuando alguna de las partes pueda pedirte consejos y pudiese, como mediadora, ver una solución clara al problema que traen no poder comentarlo me resultaría difícil.
También, considero que otro aspecto que presentaría dificultad sería una situación en la que las dos partes lleguen a un acuerdo, pero yo vea que es injusta para alguna de las dos partes.

Joaquín de la Vega dijo...

Como toda disciplina, la Mediación, conlleva una serie de principios éticos y orientaciones profesionales, que conforman un código deontológico. Así, Ética y Deontología tienen gran importancia en una disciplina como esta, van unidas por el simple hecho de que estamos hablando de un servicio a la sociedad a la que nos debemos como profesionales.
La disponibilidad de un código deontológico permite conocer los fundamentos éticos y deontológicos de la profesión y ayuda a prevenir su vulneración. Ahora bien, por ahora, he estado hablando de la ética profesional, la cual va siempre unida a ese código deontológico al que me he referido anteriormente. Si embargo, creo que por muy profesional que sea, siempre habrá un choque entre la ética profesional y ese código ético que tiene cada persona.
Realmente esto no debe suponer un problema para el profesional, pues conocemos perfectamente como debemos desempeñar nuestro trabajo y según que normas. Pero, no debemos olvidar que somos personas y, personalmente, se que en el futuro encontraré numerosos conflictos entre lo que es ético profesionalmente y lo que es ético para mí.
Aun con este problema que he planteado, soy consciente de que los términos deontología y ético están íntimamente relacionados, ya sea para bien o para mal, y muchas veces tendré que hacer cosas, las cuales no aprobaré, pero que serán necesarias para el desarrollo efectivo de mi trabajo, ya sea como abogado; ya sea como mediador…

Carmen Cosano Navas dijo...

Como en todos los ámbitos profesionales, debe existir un código que regule el ejercicio profesional, y la mediación no iba a ser menos. La deontología es algo fundamental en la práctica profesional de cualquier profesión, ya que regula y establece unos límites claros para todas las personas, y evitar así que los derechos de las personas se vean afectados. También es importante marcar las obligaciones y los deberes de los mediadores, para que todos estén dentro de una misma línea. La ética también es fundamental en nuestra vida diaria, y cada persona se rige por unos principios, creencias o ideales, que hacen que construyan la realidad y las relaciones de una forma concreta. Aunque la ética no esté regulada por un código, como es el caso del código deontológico, todos deberíamos ser fieles a nuestra ética, y no dejarnos llevar por otros incentivos como el dinero, la fama... En este aspecto me refiero a cuando un mediador acepta un caso en el que mantener el código o su ética no va a ser posible, pero igualmente lo hace, ya sea porque ganará bastante dinero o lo vea como una gran oportunidad. Debemos ser fieles a nosotros y honestos con los demás, y no aceptar casos en los que no podamos asegurar principios del código deontológico, como la imparcialidad, la objetividad... Además, será inevitable que alguna vez nos llegue a nosotros un caso que choque con nuestros principios, y será en ese momento cuando tendremos que decidir qué pasará.

Paula Legrán García dijo...

En todas las áreas de la psicología hay que tener en cuenta siempre la ética y la deontología. Son 2 factores importantes a la hora de elaborar un buen desarrollo de ambos procesos. En el caso de que no lo tuviéramos en cuenta, en vez de ayudar a las personas, estaríamos perjudicándoles.

Al igual que la psicología está regulada por un código deontológico, en la mediación también requiere este resguardo ya que es de gran importancia.

Si por ejemplo yo tuviera que tratar mediando con algún familiar mío, por muy lejano que fuese, posiblemente me dejaría llevar por la relación que yo tengo con esta/s persona/s. Y esto es una simple realidad, ya que somos personas y sentimos; y estos sentimientos o emociones van a estar interfiriendo en nuestro trabajo por ello se adquiere aquí la ética de cada profesional en continuar con la mediación o pararlo, y derivar a otro profesional.

Rafael Ortiz Lara dijo...

Es realmente importante la deontología ya que ayuda a determinar dónde están los límites, que muchas veces nosotros no somos capaces de observar o darnos cuenta. La ética es realmente subjetiva y dependiente de donde nosotros creamos que es el límite, es por ello, que en realidad para mí una situación que no sabría que hacer según mi ética, es alguna que no esté completamente regulada por el código deontológico. Un caso que puede llegar a ser muy claro es el no saber si estoy siendo imparcial, veo que la situación mejora, pero estoy empezando a darme cuenta de que estoy apoyando más a un lado que a otro. A pesar de que haya mejoría, no estoy siendo un buen profesional ya que estaría imponiendo mi pensamiento y tal vez esa mejoría provenga de que la persona que no esté siendo favorecida por mi este dando consentimientos ya que yo estoy apoyando a la otra. Pero ellos están contentos porque se encuentran mejor en su relación. ¿Entonces que debería hacer? ¿Perder su confianza? Y volver al punto de origen o peor, ¿Qué no confíen más en la profesión de mediador y nunca más intenten resolver su disputa? Sería un tema difícil de tratar y yo en realidad no sabría qué hacer.

-Rafael Ortiz Lara

Marina Cano Alcalde dijo...

La imparcialidad de uno mismo y medida por uno mismo se ve un tanto subjetiva, aún así a grandes rasgos se es capaz de llegar al fin. Realmente la cuestión es ser capaz de no dejar constancia en nuestro trabajo, con ninguna decisión. Aún así siempre cabe la posibilidad de sentirte mas o menos a fin a alguna de las partes.
En mi opinión delimitar mas el código deontológico es una mala solución, pero moralmente, aunque cada uno piense distinto, creo que como cultura y sociedad partimos de los mismos valores que nos hacen saber actuar como mediadores.
Yo creo que cualquier caso en el que se trate un tema que uno mismo ha vivido en su carne, ya es un dilema y podría verse afectada la mediación por la imparcialidad.

Carlota Pereira Parra dijo...

Los mediadores procedemos de distintas profesiones de origen, y es ahí donde aparecen múltiples cuestiones que rodean a la mediación, o que quedan sin resolver acerca de su correcta praxis. En primer lugar, cabe destacar, el papel secundario que ocupa el mediador, y la objetividad con la que debe llevar el proceso. Esto, puede derivar en un problema base debido a la dificultad de ser imparcial, por un hecho que le afecta directa o indirectamente, y a la consecuente derivación que se debería realizar entonces. Es en este momento, además, donde se manifiestan los valores de la ética de la figura del mediador, el valor de ser coherente: pensar, decir y actuar en consecuencia.
Por otra, parte, tal y como leemos anteriormente, el mediador también tiene unas responsabilidades. “La aceptación de de la mediación obliga a los mediadores a cumplir fielmente el encargo, incurriendo, si no lo hicieren, en responsabilidad por los daños y perjuicios que causaren”, sin más, la responsabilidad del mediador. En la mediación, al contrario que asesores, no ofrecemos alternativas para que las partes escojan la que más “les gusta”, sino que a través de la comunicación, que ya no es posible por dos personas en solitario, facilitamos las herramientas para que ellas mismas propongan las soluciones y escojan la que se asemeja a sus prioridades para plasmar el acuerdo.
Y, por último, la calidad de la mediación, facilitada entre compañeros por los Estados; y puesta en marcha, por cada uno de ellos, en el proceso. Es por ello, que el profesional previo a la realización de la mediación debe indicar a las partes y comprobar acerca de su conocimiento del proceso, sus propias capacidades “mediadoras”, asegurar la confidencialidad del mismo y mantener “la visión en el futuro”, garantizando un acuerdo prolongable en el tiempo.

Alfonso Ortega Berral dijo...

Como en todos los ámbitos de nuestra vida, debemos ser consecuentes con nuestras actuaciones, pero sobre todo en el ejercicio profesional. Se extrae de esto, la importancia de adecuar nuestros comportamientos en el desarrollo profesional a lo dispuesto por los códigos deontológicos, y por supuesto, de acuerdo con nuestra ética.

Recuerdo, mientras escribo este comentario, la disyuntiva que se nos planteaba, en la pasada sesión, ante un acuerdo que, a nuestro parecer, podría ser injusto, ¿firmaríamos? Es aquí donde vimos el juego de la deontología, por encima de la ética. Acudiendo a lo que llamamos el espíritu de la norma, el Preámbulo de la Ley 5/2012, de 6 de julio, de mediación en asuntos civiles y mercantiles nos recuerda que “la mediación está construida en torno a la intervención de un profesional neutral que facilita la resolución del conflicto por las propias partes, de una forma equitativa, permitiendo el mantenimiento de las relaciones subyacentes y conservando el control sobre el final del conflicto.” ¿Cómo debemos interpretar esta ultima frase?, ¿Quiere decir, que al conservar el control sobre el final, dispone libremente a la hora de firmar el acuerdo? Entiendo que esto debe ponerse en relación con el siguiente enunciado de ese mismo Preámbulo, el cual dicta que “el modelo de mediación se basa en la voluntariedad y libre decisión de las partes y en la intervención de un mediador, del que se pretende una intervención activa orientada a la solución de la controversia por las propias partes.”. Es por ello que me reafirmo en que el mediador tiene la obligación legal de firmar el acuerdo, entienda o no que este es injusto, incurriendo en caso de no firmar en responsabilidad por daños del art. 14 del mismo cuerpo legal.

Entonces, ¿en qué situaciones sería difícil decidir qué hacer o decidir según nuestra ética?, considero que lo más difícil me seria aceptar el encargo de un caso que considere complejo, no por la materia sino por su trasfondo. Entiendo, que una vez aceptado se debe actuar, ante cualquier dilema moral, ético o deontológico, conforme a las normas y costumbres de la deontología y tu propia ética.

Blanca Hispán Cerrada dijo...

Tras leer este blog, se me hace difícil no comparar lo leído con mi rama de estudio, la psicología. La mediación, al igual que la psicología, trabaja con personas que acuden a ti para que le resuelvas un problema que no pueden solucionar ellos mismo pese a haberlo intentado.

Pese a que la mediación está más orientada a guiar a las partes a que ellas mismas lleguen a la solución, más que en orientar o hacer terapia, se hace evidente la responsabilidad que se tiene con las personas que vienen al despacho. Lo que decimos, lo que hacemos, lo que trasmitimos… influye en el otro. De nuestra intervención puede depender que los mediados se vayan sintiéndose escuchados, confiando en el proceso o incluso viendo su conflicto como algo que puede llegar a zanjarse si ponen de su parte y se escuchan ambas partes.

Es por ello, que considero, que los códigos deontológicos son esenciales en las disciplinas en las que se aplica, al final, pese a estudiar una rama o disciplina, nuestra ética personal puede chocar con lo que se espera o debe ser atendido en nuestra profesión. Radicando aquí, la parte que considero más difícil a la hora de decidir: cuando la ética personal sea tan contraria al asunto a tratar que te impida ser neutral o imparcial, viéndose necesario una derivación del caso a otro compañero/a mediador/a.

Por otra parte, considero que el código deontológico no te asegura que puedas llegar a hacer algo mal en la práctica, pero si considero que acorta el margen de error, pues al final los códigos se van actualizando y adecuándose a los nuevos avances que se van descubriendo de la disciplina en cuestión, por lo que se contempla como una normas cotejadas para el buen funcionamiento de esta.

Manuel García del Corro dijo...

El mediador desde un punto de vista ético debe considerarse capacitado para estar al frente de un proceso de mediación y para entender la materia de la que trata la controversia. Por lo tanto, el mediador debe contar no solo con una preparación académica, sino debe tener experiencia profesional tanto de lo que atañe al propio proceso de mediación, como a la materia en concreto de la que trate el asunto o controversia. La autodeterminación es otro principio fundamental que se ha de respetar, ya que debe ser criterio y voluntad de los mediados, alcanzar una solución pactada o negociada del conflicto del que es base la mediación. La imparcialidad también se puede tratar como una obligación deontológica, ya que el mediador debe guiarse por una postura imparcial, es decir, el mediador debe ser siempre neutral. Por ello, lo ético con respecto a la imparcialidad y hacerla cumplir, supone que, si el mediador tiene un conflicto de intereses con el problema a tratar, este debe apartarse del proceso de mediación o retirarse de él si el proceso se ha iniciado. Por último, la confidencialidad, tratar el asunto de forma objetiva y con honradez, se asumen imprescindibles y deben ser inherentes al mediador.

Manuel García del Corro

Ines Hierro dijo...

Como bien sabemos los conceptos de ética y deontología son dos conceptos muy ligados a la profesión de mediación, esto así ya que la ética nos ayuda a tomar decisiones acertadas y orientadas a lo bueno mientras que la deontología da ese punto en el cual también hay que tener en cuenta unos códigos y un respeto. Por ello la deontología debe orientar al mediador a la toma de decisiones ya que esta siempre debe estar bajo los parámetros de la ley y la normativa vigente.
Lo más complicado de decidir según nuestra ética pueden ser aquellas cosas que van en contra de nuestros criterios personales ya sea por nuestras creencias, religión etc. pero que es lo acertado para ambas partes y aceptado por las mismas. También considero que podría ser complicado aquellos temas que en parte nos ha tocado vivir ya que pueden posicionar al mediador según el sentimiento que tuvo cuando fue vivido por el mismo. Los problemas familiares y de amistad también pueden ser complicados de lidiar y controvertidos por todos los sentimientos positivos que existen entre ambas partes y que conllevan a que el daño sea mayor.
Bien es cierto que el código deontológico de la mediación debe ser seguido por el mediador, ya que el mismo guiará al profesional en el camino hacia la resolución del conflicto y en base a unos principios sobre los que actuar.
Inés Hierro Peláez

Pilar García Gómez-Luengo dijo...

En numerosas ocasiones nos surgen dudas sobre cómo actuar o qué hacer con lo que al mundo laboral se refiere. Gracias a la ética y deontología se nos plantean una serie de principios que nos ayudarán y guiarán hacia el camino correcto y lo más importante, evitar el daño a terceros (iatrogenia).

Respondiendo a la pregunta, ¿ qué es lo que me resultaría más difícil decidir o hacer según mi ética? Como estudiante de Psicología tengo una formación que me permite ayudar, acompañar y resolver conflictos internos. Es un lujo poder contar con esa formación, pero, se me ocurre una situación en la que alguien cercano a mí viva una situación complicada, ser yo consciente de ella, pero no poder intervenir. Por ejemplo, una amiga con depresión. Va a terapia una vez en semana, pero yo la veo todos los días, me cuenta lo regular que está y cómo va evolucionando, pero yo siempre desde fuera (escucha) sin poder intervenir de manera directa aún teniendo conocimientos. Aquí surge el dilema entre ¿Ayudo ofreciendo el conocimiento que poseo en la materia o simplemente estoy y espero a que mejore?

Gracias a la ética y deontología llevo esta pregunta a reflexión y comprobación de qué es lo correcto.

Pilar García Gómez-Luengo

Álvaro Pérez-Marín Gajón dijo...

Tras la lectura de este post, creo que es un buen momento para reflexionar y pensar sobre el papel de la ética en todos los campos de la vida, en todos los trabajos en todas las actividades que realizas ya que es la base para vivir en una sociedad sana y proactiva de buenos hábitos y saludables.
La ética es la base de cualquier sociedad para el equilibrio y la ciudadanía, sin ella nos sumiríamos en un caos de delincuencia y malas conductas que no nos llevaría al desarrollo como especie y como personas.

Rafael López-Crespo dijo...

Para poder ejercer una profesión de una forma honorable, hace falta someterse a un código ética y deontológico, y más en las profesiones en las que administran un servicio a una persona que realmente lo necesita, como puede ser un abogado o un mediador. El mediador es fundamental que se rija a esos principios ya que si no lo hiciera podría ser peligroso para una de las partes, por ejemplo, un mediador que pacta con una de las partes para encauzar a la otra de la forma que ella quería. Por eso la imparcialidad del mediador es fundamental. El código deontológico son las normas que plasman el deber ético de los mediadores. Este tipo de códigos son fundamentales, y más hoy en día, ya que vivimos en una sociedad con casi ningún tipo de principio o valor ético y eso hace que vayamos a la deriva, ese código deontológico hace que las personas que no tengan ningún tipo de principios, deban cumplir esas normas por obligación, lo que garantiza que funcione bien la profesión.

Unknown dijo...

Desde mi punto de vista, una de las situaciones que más comprometen nuestra ética es cuando no somos imparciales porque estamos de acuerdo con una de las partes. Por ejemplo, un conflicto entre vecinos en el cual consideramos a uno como culpable y al otro como la víctima.
Otro conflicto difícil en el que se puede comprometer nuestra ética es cuando mediamos con conocidos o familiares, porque solemos tomar partido y nos posicionamos según nuestros valores y sentimientos.
Lucia García Jurado

Carlota Aguirre Rodríguez de Hinojosa dijo...

La imparcialidad, es uno de los aspectos principales, por no decir el principal, que debe regir el trabajo de los mediadores profesionales. Si un mediador cree en un conflicto que se le presente, que no puede ser imparcial, debería traspasar dicho conflicto a otro profesional, ya que no estaría obrando de la forma correcta en beneficio de las partes que conforman el conflicto, y esto no sería justo para ellas.

Si me pongo a pensar en situaciones, pienso que una de las más comunes en las que a un mediador le puede resultar difícil ser imparcial, es aquel conflicto en el que se encuentren familiares o conocidos. Creo esto, ya que lo más normal que hagamos los seres humanos es mirar por aquellos que nos importan, por lo que, en este caso, el mediador podría estar mirando por el bienestar de aquel al que conoce, olvidando que su función principal consiste en que ambas partes alcancen los máximos beneficios, no que uno quede por encima de otro. Desde mi punto de vista, pienso que estas situaciones no se deberían dar, y al igual que en la psicología, un terapeuta no puede tener como paciente a un conocido/familiar, considero que en la mediación debería ocurrir lo mismo, para evitar ciertas tentaciones.

Es de vital importancia, que antes de actuar, pensemos en las consecuencias que puedan tener nuestros actos, y en este caso, que antes de meternos a fondo en un conflicto, seamos conscientes de los principios básicos de la mediación, y pensemos con claridad si vamos a ser totalmente sinceros con las partes, y no vamos a beneficiar, directa o indirectamente a unos, perjudicando de esta manera a otros.

Alberto herrerias moreno dijo...

La propia imparcialidad, medida por uno mismo, es algo subjetiva, aunque generalmente se puede avanzar. Realmente la cuestión es que no podemos dejar ningún rastro en nuestro trabajo, ni una decisión. Sin embargo, siempre existe la posibilidad de sentir de una forma u otra el final de un juego.
Desde mi punto de vista puedo citar que, la definición más clara de un código ético no es una mala solución, sino una moral, aunque la gente piense diferente, creo que como cultura y sociedad partimos de los mismos valores, es decir, debemos saber cómo actuar como mediadores.

Alba Peláez López dijo...

Existen multitud de situaciones que podemos encontrarnos en una mediación y debemos saber cómo solucionarlas. En ocasiones, basta con ser una persona ética con un poco de coherencia para saber lo que está bien y lo que no; lo que puedes hacer y lo que no. Pienso que la clave está en respetar los acuerdos firmados al principio, en mantener la idea de voluntariedad para no agobiar a los clientes; en mantener en todo momento la confidencialidad; y en ser una persona neutral en todo momento, no podemos dejar que nuestros prejuicios nos dominen.
Sin embargo, es cierto que existen otras situaciones ambiguas en las que podemos dudar qué es lo correcto y que no, y es por ello que el código deontológico juega un papel fundamental para poder llegar a solucionarlas.

Paula Gavilán López dijo...

El papel del mediador nace desde la necesidad de plantar una justicia en los problemas que se atañen a las relaciones humanas. Es por eso, que la persona que ejerce como mediador en conflictos debe ser conocedor nato de la ética y de la deontología en la que centra sus esfuerzos.

Dado que los principios de ética y moralidad son consecuencia directa de la vivencia en sociedad, debe existir una normal por encima que identifique y solucione los problemas de injusticia existentes. Es por eso que el mediador debe utilizar el código deontológico como herramienta para señalizar y corregir aquellas situaciones que no estén permitiendo un flujo correcto de mediación o donde alguna de las partes esté siendo gravemente perjudicada, puesto que se basa en subsanar y proteger los derechos de ambas partes en un conflicto.

A pesar de no existir la objetividad pura dentro de cualquier conflicto de intereses, el mediador debe reconocer esta situación de desventaja y regirse por el código deontológico profesional que se ha elaborado desde el principio de justicia y bienestar del individuo.

Isabel Luna Torres dijo...

En este artículo podemos observar la importancia que tiene la deontología y la ética en el ámbito profesional, y en concreto en la mediación. Son conceptos que abarcan como se deben hacer las cosas de la manera más justa y moral, para que se haga una mediación correcta.

Es de gran importancia hacer uso de estos términos ya que en algunas situaciones pueden haber ciertas confusiones y hay que establecer unos límites.

Un ejemplo donde me resultaría difícil trabajar sería en el momento en el que interfieran mis sentimientos/emociones y pueda condicionar y atentar contra el código deontológico.

Isabel Luna Torres

María Espino Gómez dijo...

Al igual que en el resto de los empleos, en los procesos de mediación es fundamental que el profesional conozca los valores y normas que debe seguir y tener en cuenta, sin olvidar, además, las posibles consecuencias que su infracción supondría, tanto para el mismo como para los clientes, ya que en vez de trabajar con ellos para buscar una solución a la situación que le plantean, lo que haría sea empeorarla más.
Algunas de las situaciones más complejas a las que tendría que enfrentarse el mediador y que atentarían ante dichas reglas y normas propias del buen profesional, podrían ser, las siguientes:
Cuando algún familiar o conocido acude al mediador con la esperanza de poder poner fin a lo que le sucede. Ahí el mediador tendrá que hacer de tripas corazón, y derivar el caso a otro profesional, ya que lo más probable es que se vea influenciado por sus sentimientos, que le impedirán ser imparcial, entorpeciendo su trabajo y por ende quebrantando una de las premisas principales de la mediación.
Otra posible situación en la que resultaría extremadamente complicado obrar correctamente, sería cuando a pesar de seguir todas las normas y principios, la situación nos sobrepase, de tal forma que “nos llevemos el trabajo a casa”, esto podría ocurrir bien porque el mediador, haya pasado o este pasando por una situación igual o similar, o porque el nivel de impacto de la situación haya sido excesivamente fuerte

Antonio Fernández Martínez de los Llanos dijo...

Al igual que muchos otros oficios, la mediación también tiene un código deontológico o una propia ética. Es verdaderamente importante respetar esto, pues el que puede salir menos beneficiado puede ser la persona que acude a nosotros.

En tema es algo que tratamos bastante en mi grado de psicología, y verdaderamente pienso que estamos en una situación muy similar. En la mediación no creo que sea tan claro como en la psicología, pero nos encontramos en una posición "superior", pues somos un profesional que va a intentar solucionar un problema, por esto es muy importante respetar este código.

En cuanto a la existencia de estos códigos, yo siempre lo llevo al absurdo. ¿Deben existir? Obviamente, y porque hagan falta distintas normas deontológicas, si no porque si se crean estas normas, es por que hay ciertos profesionales que las realizan.