lunes, 28 de abril de 2025

Enfrentemos las palabras, no las personas

 


Esa es la verdadera dimensión de una mediación. Somos expertos en comunicación, ya que el poder de la palabra es nuestra única “arma” para poder gestionar un conflicto y es uno de los factores clave del éxito organizacional y de la confianza para pensar, que una salida se puede producir al conflicto surgido.   

Entender las dinámicas comunicacionales es fundamental para escuchar y comprender las distintas posturas, intereses o necesidades y así construir posibles acuerdos de futuro. Por ello, me atrevo a proponerte querido lector o lectora, las diferencias sutiles entre determinados conceptos como el diálogo, el debate, la discusión o la conversación

Cuando preguntamos en una sesión y las partes comienzan a hablar, muchas veces o casi siempre interrumpiéndose, ¿de que estamos hablando: es diálogo, es una discusión, una conversación o más bien es un debate? Hay grandes diferencias, y cada uno de estos conceptos tiene su propio valor a la hora de negociar.

El diálogo, busca encontrar una conexión compartida. Quizás este sea nuestros principal objetivo como mediadores, hasta el punto que las partes no se preocupan por ganar o perder en sus intervenciones, sino más bien, aspira a escuchar  y comprender lo que cada parte aporta a la mesa de diálogo.

Si hablamos de debate, nos referimos a un ámbito combativo y las partes buscan salir victoriosas ante sus argumentaciones.

Y la discusión, una palabra a la que los mediadores tienen mucho respeto, pero que aseguro que muchas veces es necesario, podemos describirla como un debate que intenta ser amable, pero que muchas veces termina en un enfrentamiento. Se defienden puntos de vista sobre el problema y se desafía el criterio o la palabra de los demás.

Siempre se dijo que “cuando la diversidad de personalidades y opiniones crean momentos de conflicto y tensión, el diálogo interviene y media la conversación, dirigiéndose de nuevo al sentido de conexión”.

Debemos promover el diálogo que es lo que impulsa el crecimiento y la búsqueda creativa de una solución pactada. En otras palabras, el diálogo y la diversidad, la equidad y la inclusión toman protagonismo y eso nos permiote llegar a la palabra mágica: la conversación.

El diálogo y la conversación nos permite centrarnos en varias claves de nuestro trabajo:

-          Realizar una escucha activa

-          Dejar a un lado el juicio y la búsqueda de culpables

-          Saber preguntar de forma eficiente y eficaz

-          Y poder explorar las distintas vías de salida libremente elegidas, del conflicto

Podemos decir, que cuando las partes se deciden no juzgar, se aparta de la mente pensamientos negativos y surge la capacidad de participar como oyentes. Una mayor indagación en los puntos de vista de los demás nos ayuda a comprender aunque no compartamos, los puntos de vista de los demás.

La conversación y el diálogo es nuestro desafío y permite observar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, entre la palabra y la acción.

Por supuesto esta cultura del diálogo nos pide que consideremos que lo que opinamos no siempre es lo correcto y que hay otros medios para buscar soluciones.

¿Cómo saber si estás creando una cultura de diálogo con la conversación de los mediados?

La conversación es un acto comunicativo para que ellos intercambien conceptos, ideas, pensamientos, opiniones y sentimientos. En este sentido, la rapidez y fluidez de la misma, es nuestra ansiada meta cuando nos sentamos con ellos.  

Por tanto concluyo: dialoguemos, conversemos, permitamos el debate y la discusión positiva, todo ayuda en la búsqueda del acuerdo mediado


26 comentarios:

Álvaro Amo de la Prida dijo...

Como he comentado en clase varias veces, uno de los principales problemas que nos podemos encontrar ya no como mediadores sino como personas en general es el hecho de encontrarnos en el medio de una disputa en la cual una de las dos partes o las dos están a la defensiva. En dicho caso, ¿qué haces?

Otro reto, sin duda, tanto en la psicología como en la mediación (aunque la considero como un híbrido entre derecho y ciencias sociales) es considerar el hecho de que ambas partes van a buscar culpables, siempre, a no ser que ambas partes vayan con una base acordada.

Por último, sobre todo en el caso de mediadores jóvenes como sería el caso de los que empezaríamos en poco, el respeto. El hecho de que el mediador sea una figura juvenil, al ser una profesión que trata de ser resolutiva y generar esa seguridad, puede que pierdas el control de la situación o conversación con más facilidad al no sentir los implicados que tienes la autoridad del todo para gestionarlo.

En conclusión, varias son las dificultades que un mediador se puede encontrar en su labor pero con práctica y un poco de "saber llevar la situación", se puede, poco a poco, aprender a salir de las situaciones, improvisando y con paso firme.

Victoria Navarro dijo...

Creo que provocar una conversación en mediación puede ser complicado porque a veces las personas no quieren hablar o se interrumpen mucho. También puede ser difícil que dejen de juzgar o de culparse entre ellas. Pero si conseguimos que escuchen y se entiendan, aunque no estén de acuerdo, se puede llegar a algún acuerdo. En resumen, el diálogo es clave, aunque no siempre sea fácil.

Irene Gómez Almenara dijo...

Creo que una de las primeras dificultades que podemos encontrar cuando provocamos una conversación en la mediación es que las personas a veces llegan con sus emociones muy fuertes, con el sentimiento a flor de piel y con ganas de ganar la discusión incluso antes de escuchar. También puede ser complicado lograr que todos se sientas escuchados y no interrumpir a nadie mientras hablan. Por otro lado, cuesta dejar a un lado los juicios o ideas previas que se tengan sobre la otra persona. Por lo que generar ese espacio seguro para sentirse entendidos es esencial aunque no siempre sea fácil.

María Gragera Descalzo dijo...

Creo que una de las principales dificultades a la hora de provocar una conversación en mediación es que muchas veces las personas llegan con una carga emocional muy alta, lo que hace que hablen más desde la impotencia y la rabia, la frustración o la necesidad de tener razón que desde la disposición a escuchar. También puede pasar que se interrumpan constantemente o que intenten convertir la conversación en un debate para "ganar", en lugar de un diálogo para entenderse.

Otra dificultad que imagino es el desequilibrio en la participación, como hemos hablado en clase: que una de las partes hable mucho más que la otra, o que alguna se quede callada porque no confía en el proceso o porque siente que no va a ser escuchada. Además, creo que puede costar mucho dejar de lado el juicio y la búsqueda de culpables, ya que en un conflicto es normal que cada persona se centre en señalar lo que el otro ha hecho mal.

Al final, lo difícil no es que hablen, sino que conversen de verdad, entendiendo que el objetivo no es convencer al otro, sino buscar puntos en común que les permitan avanzar y beneficien a ambos.

Ley1710 dijo...

Leilany Trejo Cabrera. Universidad Loyola Córdoba
¿Qué dificultades crees que te puedes encontrar a la hora de provocar una conversación a la hora de una mediación?
Si bien ya ha comentado el profesor sobre las ventajas que tiene una conversación activa a la hora de una mediación, es necesario enfocarnos en sus dificultades. En un primer momento, como se menciona en el blog, el diálogo es la base para una buena conversación pero yo agregaría a la escucha activa como pilar fundamental en estos casos, ya que como lo hemos visto en clase, una de las principios de la mediación es que las partes cuenten con actitud para poder llegar a un acuerdo y al tenerla se favorece el sentido de una escucha activa; el entender que hay otros puntos de vista diferentes al tuyo, y por tanto, ampliar tu conocimiento para llegar a una solución. Empero, esto no es una tarea fácil ya que las personas no estamos acostumbradas a escuchar sino a oír, estamos tan ensimismados en nosotros que solo nos preocupa el ganar con nuestra perspectiva y pese a que no siempre sea la mejor solución, nos apegamos a ella dejando de lado las ideas o propuestas de los demás.
En este sentido, considero que una mediación sin conversación es una simple discusión para saber quién está bien o quién tiene un punto válido, pero como ya se dijo, lograr esto no es fácil, implica tener un profesionalismo, paciencia y actitud para afrontarlo con nuestros futuros clientes, el saber qué hacer si es que se empieza una discusión para no alentarla sino guiarla para convertirla en una conversación.
Ahora bien, considero importante la entonación y vocabulario a utilizar en una mediación para comenzar una conversación, ya que si no medimos nuestras palabras e incluso acciones los clientes no tendrán esa sensación de confianza que los haga llegar a una conversación y posterior un acuerdo para resolver su conflicto.
En síntesis el llegar a una conversación no es sencillo, se necesita de un conjunto de conocimiento, actitud, saber escuchar, profesionalismo y dejar de lado el egoísmo por todas las partes y solo de esta manera se llegará a una conversación positiva que incluya y trate de satisfacer las necesidades de todos.

Samuel Mate dijo...

Cuando intentas que alguien se abra en una mediación, no siempre es fácil. Al principio, una de las mayores dificultades es la tensión de las personas. Muchas llegan con rabia, frustración o miedo, y eso hace que no quieran hablar o simplemente digan lo que creen que quieres oír. Romper esa barrera inicial es todo un reto.

Otro problema es el lenguaje no verbal. A veces alguien puede decir que está dispuesto a dialogar, pero su cuerpo dice todo lo contrario: brazos cruzados, mirada esquiva, voz seca… si no lo notas, la conversación se bloquea antes de empezar.

También está el miedo a mostrarse vulnerable. Nadie quiere parecer débil o “ceder primero”, así que cuesta que den el primer paso. Y si tú, como mediador, intentas forzar demasiado, puedes empeorar la situación.

Por último, puede ser difícil encontrar el equilibrio entre escuchar y guiar. Preguntas muy directas pueden parecer acusatorias; si te callas demasiado, pueden sentir que no aportas nada. La clave está en crear un espacio seguro donde la otra persona quiera hablar, no solo donde “tiene que hablar”.

Paula González Ortega dijo...

Creo que una de las principales dificultades a la hora de provocar una conversación en una mediación es lograr que las partes pasen de una discusión o debate a un diálogo real. Muchas veces llegan con la idea de defender su postura o de “ganar” frente al otro, y eso complica que escuchen de verdad lo que la otra persona quiere expresar.
Otra dificultad importante es gestionar las emociones: la rabia, la frustración o la desconfianza pueden bloquear la comunicación y hacer que la conversación se convierta en algo hostil.
También puede ser complicado que ambas partes participen de forma equilibrada. A veces una habla demasiado y la otra apenas se atreve, lo que dificulta que la conversación fluya.
Finalmente, creo que lo más difícil es crear un ambiente de confianza. Si los mediados no sienten que pueden expresarse sin ser juzgados, será casi imposible que surja un diálogo constructivo.
Por lo tanto, pienso que los principales retos serían: transformar la discusión en diálogo, manejar las emociones, equilibrar la participación y fomentar la confianza. Todo esto exige paciencia, escucha activa y mucha neutralidad por parte del mediador o mediadora.

Mario Toro Peinado dijo...

Creo que una de las principales dificultades es que, al inicio, las personas llegan con mucha carga emocional. Muchas veces no quieren escuchar al otro, solo quieren ser escuchadas ellas. Eso hace que la conversación se corte rápido, porque en lugar de dialogar empiezan a interrumpirse o a repetir sus argumentos una y otra vez. Otra dificultad es la desconfianza. Si alguien siente que todo está en su contra, es muy difícil que se abra realmente. Ahí cuesta mucho provocar una conversación sincera, porque cualquier palabra puede sonar como un ataque. Y también está el miedo. A veces las partes no hablan por temor a exponerse, a que lo que digan sea usado en su contra, o simplemente porque no saben cómo expresar lo que sienten sin herir al otro. Creo que el reto es ayudarles a soltar esas barreras poco a poco. Crear un espacio donde sientan que pueden hablar sin ser juzgados, que lo que digan va a ser escuchado. Eso no se consigue de inmediato, lleva tiempo y mucha paciencia.

juan cabello dijo...

Creo que una de las mayores dificultades al provocar una conversación en mediación es que las personas suelen llegar con ganas de defender su postura y no de escuchar. A veces las emociones, como la rabia o la frustración, hacen que interrumpan o que hablen más de lo que escuchan. También pasa que se culpan mutuamente y eso corta el diálogo.
Pienso que el reto del mediador es lograr que esa conversación no se convierta en un debate, sino en un espacio donde ambos puedan expresarse y comprenderse, aunque no piensen igual.

María García Paredes dijo...

Pienso que la idea en una mediación es mantener siempre una conversación desde el diálogo y con un tono de respeto que permita a las dos partes escucharse sin interrumpirse. Pero esto no siempre es posible, ya que precisamente se acude a la mediación porque existen desacuerdos y distintos puntos de vista que pueden provocar interrupciones, discusiones o enfrentamientos, y esa es la verdadera dificultad, el hecho de conseguir que la conversación no se descontrole y se mantenga de la manera más constructiva y respetuosa posible.

Giada Scola dijo...

Creo que una de las principales dificultades para provocar una conversación en una mediación es que las partes llegan con mucha tensión y con la idea de "defender su posición". Muchas veces no quieren escuchar al otro, sino solo hablar de lo que sienten o de lo que piensan que está bien. Esto puede hacer que la conversación se convierta en una discusión o debate, en lugar de un diálogo donde las personas escuchan.

Otra dificultad es que a veces las personas interrumpen, alzan la voz o se cierran en sus ideas. En estos momentos es difícil conseguir que todos se expresen con respeto. Cuántas veces las personas discuten y alzan la voz entre ellas cuando sería suficiente escucharse. También puede suceder que haya desconfianza hacia el mediador o hacia el proceso, y esto frena la posibilidad de un intercambio sincero, las personas deben sentirse a gusto.

Por eso creo que el mayor desafío es crear un entorno seguro, donde la gente sienta que sus palabras son valoradas y escuchadas. Solo así las personas pueden abrirse al diálogo y darse cuenta de que no es necesario levantar la voz o prevalecer sobre la otra persona para resolver un conflicto. Es importante dejar claro que la conversación y el diálogo son el primer paso para hacer funcionar la mediación.

Paula Rodas dijo...

Creo que una de las dificultades a la hora de provocar una conversación en una mediación es que ambas partes vayan con la idea de "defenderse" antes que dialogar. A veces el conflicto genera que cada parte quiera tener la razón y se cierre a escuchar, haciendo que la conversación sea un enfrentamiento en vez de buscar un entendimiento mutuo. Creo que lo complicado no es únicamente hablar, sino que realmente se esté dispuesto a escuchar sin interrumpir ni juzgar. Además, algunas emociones como la desconfianza o el enfado pueden hacer que se bloquee el proceso. Por tanto, lo más complicado es la transformación de la confrontación en un verdadero diálogo que sirva a ambas partes como puente hacia el entendimiento.

Lucia Sotillo Peso dijo...

Durante la mediación de cualquier conflicto además de aspectos positivos, también podemos encontrarnos con ciertas dificultades. Entre ellas estaría por ejemplo la confusión de dialogar para ganar ese conflicto en lugar de para llegar a comprenderlo, ya que en ocasiones las personas se enfocan mayormente en su visión y se muestran cerradas a cualquier otra perspectiva que pueda tener el problema, implicando esto falta de empatía hacia el otro. El objetivo de la mediación no es ganar una discusión, si no llegar a un acuerdo mutuo en el que ambas partes se encuentren satisfechas o al menos que no haya desequilibrio entre ellas. También puede haber en algunas ocasiones, resistencia a participar o incluso faltas de respeto o lenguaje ofensivo, por ello es importante marcar límites y el mediador debe siempre orientar el diálogo.

Otro obstáculo podría ser la falta de escucha activa, ya que no pretenden comprender Liu no responder a la otra persona. Otro factor podría ser también las emociones, ya que estas a veces pueden impedir que continúe la comunicación.

José María dijo...

A la hora de provocar una conversación en un proceso de mediación, creo que una de las principales dificultades está en las emociones de las partes. Muchas veces llegan cargadas de tensión, enfado o desconfianza, lo que puede bloquear la escucha activa y favorecer la interrupción constante. Esto hace que, en lugar de diálogo, se genere discusión.
Otra dificultad importante es el lenguaje. No siempre las partes expresan con claridad sus intereses o necesidades, y pueden utilizar reproches o venganzas que hieren al otro, dificultando que se mantenga un espacio de conexión.
También puede surgir la falta de disposición a hablar. En ocasiones, una de las partes se cierra, bien por miedo, por desconfianza o por pensar que no será escuchada. Ahí la labor del mediador es más compleja, porque debe estimular la participación sin presionar.
En definitiva, creo que la mayor dificultad es lograr que la conversación se convierta en diálogo y no en una guerra. Recordar que no se trata de ganar, sino de comprender y encontrar una salida compartida.

Marta Maqueda dijo...

Algunas dificultades que pienso que nos podemos encontrar a la hora de provocar una conversación en mediación es que, ambas partes se reprochen cosas y se pongan a la defensiva lo que puede provocar que la mediación se bloquee y no avance debido a que ninguna de las partes está poniendo interés en que se solucione el conflicto solo se preocupan por defenderse o atacarse mutuamente y no por resolver la cuestión que los ha llevado a mediación.

Otra dificultad que nos podemos encontrar es que alguna de las partes piense que el mediador no es objetivo, sino que toma partida por una de las dos partes, lo que puede provocar que la otra parte se niegue a hablar y no quiera continuar con el proceso de mediación.

iyfuyfkulfliy dijo...

Tras la lectura encuentro varias dificultades que aparecen al intentar provocar una conversación en una mediación, entre ellas:
Las interrupciones constantes, cuando no se respetan los turnos de palabra, se pierde le hilo de la conversación y se convierte en un enfrentamiento.
Desconfianza entre las partes, si no hay un mínimo de confianza mutuo, la conversación puede quedarse en lo superficial y no llegar a un verdadero diálogo.
Otra de ellas que encuentro es la falta de claridad en los roles, si el mediador no marca bien los tiempos, las reglas y la finalidad de la conversación, puede derivar en un "caos conversacional" en vez de un diálogo productivo. Y por último a mencionar la falta de escucha activa, la mayoría de veces las partes escuchan solo para responder y no para comprender. Esto bloquea la posibilidad de encontrar puntos comunes.
Comentario realizado por: Antonio Jesús Maraver Moreno

Paula Aparicio Moñino dijo...

Después de leer la lectura, pienso que una de las principales dificultades a la hora de provocar una conversación en una mediación es que muchas veces las personas llegan muy cargadas emocionalmente y eso hace que sea más difícil escucharse de verdad. Cuando están enfadados o dolidos, lo normal es que se interrumpan, se centren solo en defender su postura o incluso se queden en silencio.

Otra dificultad que creo que puede aparecer es la falta de confianza, tanto hacia el mediador como hacia la otra persona. Si no creen en el proceso, es más fácil que hablen de manera mas cerrada y estricta y que no haya un diálogo real. También pienso que los prejuicios o la idea de que “el otro nunca va a cambiar” pueden cortar la conversación incluso antes de que empiece.

En conclusión, creo que las dificultades más comunes serían: las emociones intensas que bloquean la escucha, las interrupciones, la desconfianza y los juicios previos. Por esto el papel del mediador es tan importante, para ayudar a que poco a poco se cree un clima de seguridad y se vaya favoreciendo el diálogo auténtico.

ALEJANDRA GARRIDO PERIS dijo...

Creo que una de las mayores dificultades al provocar una conversación en una mediación es que muchas veces las partes llegan más dispuestas a defenderse a sí mismas o a centrarse en su postura que a escuchar. Como dice el texto, se interrumpen y se pierde el diálogo y con ello el cuestionar que no siempre lo que opinamos es lo correcto o la única solución.
También influyen las emociones porque cuando alguien está muy dolido o enfadado cuesta que se dejen de juzgar. Es por eso, que conseguir que se mantenga el respeto no es siempre fácil o el tono o los gestos utilizados pueden generar más tensión todavía.
Para mí, lo complicado no es conseguir que hablen, sino precisamente lograr que esa conversación se convierta en un diálogo o discusión positiva y no en un cruce de reproches sin sentido.

Mercedes Romero dijo...

Algunas dificultades que pueden surgir al provocar una conversación en mediación son que las partes se interrumpan constantemente, lo que impide un diálogo fluido, que se genere un debate combativo en lugar de una conversación constructiva, que la conversación derive en discusión negativa, con confrontación y sin apertura al entendimiento, la falta de escucha activa, ya que muchas veces las partes hablan más para defender su postura que para comprender al otro y la tendencia a juzgar o buscar culpables, lo que bloquea la posibilidad de llegar a acuerdos.
En resumen, el reto está en encauzar la conversación hacia un verdadero diálogo, donde prime la comprensión y la búsqueda conjunta de soluciones.

Maria Peña alonso dijo...

Creo que una de las principales dificultades para provocar una conversación en mediación es que las personas no siempre están dispuestas a hablar con calma. Muchas veces llegan con enfado, desconfianza o con la idea de que solo importa tener la razón, y eso hace difícil empezar un diálogo real.

También puede pasar que las partes confundan lo que es una conversación con una discusión o un debate. En lugar de escucharse, suelen interrumpirse, hablar al mismo tiempo o intentar convencer al otro a toda costa. Eso complica mucho el trabajo porque se pierde el objetivo de entenderse.

Otra dificultad es la falta de confianza. Si no creen en el proceso o en la figura del mediador, es normal que no quieran abrirse y contar lo que de verdad sienten o necesitan.

Además, hay que tener en cuenta que muchas personas tienen miedo a ceder o a cambiar de postura, porque piensan que eso significa perder. Esa rigidez frena mucho la conversación.

En resumen, creo que lo más complicado de iniciar una conversación en mediación es superar esas barreras emocionales, la confusión entre distintos estilos de comunicación y la falta de confianza. El reto está en guiar poco a poco para que la charla no sea una pelea, sino una oportunidad de acercamiento y posible acuerdo.

Nuria Cabrera Galiano dijo...

Desde mi punto de vista, una de las mayores dificultades a la hora de provocar una conversación en una mediación es que muchas veces las personas no escuchan de verdad, se interrumpen o están más preocupadas por defender su punto de vista que por entender al otro. También puede ser complicado superar la desconfianza o el miedo a mostrarse vulnerables, y a veces las emociones se desbordan, como la ira o la frustración, lo que hace que la conversación se tense y se aleje del objetivo de encontrar soluciones. Además, cada persona comunica de manera diferente, y eso puede generar malentendidos o bloqueos si no logramos crear un espacio seguro donde todos se sientan escuchados y respetados.

Amalline 🎭 dijo...

Provocar una conversación en una mediación es un arte que mezcla escucha, técnica y empatía. Es saber cuándo hablar, cuándo guardar silencio, y cómo crear un espacio donde cada persona se sienta reconocida como alguien que tiene una verdad. No la única, pero sí una que merece ser escuchada.
A veces, la mayor dificultad es el miedo a ser escuchado de verdad. Porque cuando uno habla desde el dolor, desde la frustración o desde la decepción, teme que lo que diga no sea comprendido, o peor, que sea juzgado. Y ahí es donde el mediador tiene que estar presente, no solo con técnicas, sino con presencia emocional, con una mirada que diga: “Aquí puedes hablar sin miedo”.
Cabe destacar, que la mediación no es un campo libre de reglas. Está protegida por principios recogidos legislativamente como la confidencialidad, la imparcialidad o la igualdad de las partes. Y aquí entra la segunda dificultad: a veces las personas no confían en este marco jurídico, pues creen que si hablan pueden perder algo. Por ello, es clave hacer sentir a las partes que el proceso es seguro y que no hay trampas ni imposiciones, solo un camino hacia un acuerdo que ellas mismas construirán.
Otro problema que puede surgir es la “inercia” del conflicto. Las personas pueden llegar con discursos ensayados, o con ganas de atacar, y romper ese patrón requiere dinamismo. Aunque a veces basta con una frase como: “¿Qué crees que necesita escuchar la otra parte para poder avanzar?” Y ahí, algo se desbloquea.

Laura Misas Tamajón dijo...

En un ambiente de mediación donde se respira tensión, no siempre es fácil provocar el inicio de una conversación. En estos momentos, las emociones son muy intensas y están a flor de piel; ademas de que, posiblemente, las partes involucradas no vayan a dar su brazo a torcer fácilmente.

Para mi, lo más complicado en este tipo de situaciones es que no se falten el respeto y se mantengan en silencio mientras la otra persona expone su punto de vista del problema. Esto va muy ligado a la resistencia que ponen las partes a la hora de dialogar como personas civilizadas. Se comportan mal durante la mediación y no les importan los medios que tengan que utilizar para ganar la discusión. Sus posiciones son rígidas y no tienen intención real de arreglar el conflicto que les ha llevado a mediación, o al menos eso parece.

Inés López-Cirera dijo...

El objetivo del mediador es fomentar el diálogo, ya que permite la escucha activa, formular preguntas eficaces y explorar distintas vías de solución.
Sin embargo, provocar una verdadera conversación durante la mediación puede ser complicado y aparecen diversas dificultades: la falta de disposición a dialogar, la confusión entre diálogo y debate, la presencia de emociones, el uso de lenguaje agresivo, la desconfianza hacia el proceso, los desequilibrios de poder. Superar estas dificultades requiere crear un ambiente seguro y empático, establecer reglas de comunicación, reconocer las emociones, fomentar un lenguaje respetuoso y equilibrar la participación de las partes.
Provocar una conversación en mediación implica mucho más que hacer hablar; requiere crear un espacio de respeto, confianza y escucha, donde el diálogo sustituya al enfrentamiento.

Ángela Barrera dijo...

Desde mi punto de vista, una de las mayores dificultades para provocar una conversación en una mediación es superar las emociones iniciales: ya que muchas veces las partes llegan con mucho enfado, desconfianza, frustación o tristeza, o ganas de imponerse más que de dialogar. Incluso puede ocurrir que el tema que se tenga que hablar en la mediación sea algo traumático o que les genere mucho rechazo provocando que no se tenga la mejor actitud frente al diálogo. También influye mucho la asimetría comunicativa, cuando una parte habla demasiado y la otra casi no se expresa y por mucho que queramos, no somos capaces de conseguir el equilibrio en las veces que uno u otro interviene. Además, tal y como hemos podido ver y experimentar en algún momento, existe el riesgo de confundir conversación con discusión, inclusive de comenzar la mediación como un dialogo y acabar en una confrontación entre las personas, lo que puede bloquear el entendimiento. Por tanto, el reto del mediador es transformar esa tensión en un diálogo real, donde ambas voces sean escuchadas y se abra espacio a soluciones posibles, creando un espacio donde las personas estén cómodas y seguras, pudiendo llegar a una negociación sin riesgo de que en algún momento se pueda desviar la conversación y pasar a una discusión.

Ana Lucía Reyes dijo...

Una de las principales dificultades a la hora de provocar una conversación en una mediación es que las partes suelen llegar con una actitud defensiva, cargadas de emociones intensas como la ira, la frustración o la desconfianza. Esto puede hacer que, en lugar de abrirse al diálogo, caigan fácilmente en la discusión o incluso en un debate, donde lo importante es “ganar” en lugar de comprender.

Otra dificultad es que muchas veces las personas interrumpen constantemente para reafirmar su postura, lo que impide una escucha activa y bloquea el verdadero sentido del diálogo. También puede aparecer la resistencia a dejar de juzgar al otro, lo que dificulta que se construya un espacio de confianza.

Además, no siempre resulta sencillo hacer que las partes distingan entre expresar sus intereses y necesidades, frente a solo defender posiciones. En ocasiones, se aferran a sus argumentos como verdades absolutas y cuesta conducir la conversación hacia un terreno de apertura, empatía y búsqueda de soluciones.

Por todo esto, el reto del mediador no es únicamente iniciar la conversación, sino guiarla para que se transforme en un auténtico diálogo. Eso implica saber preguntar con cuidado, manejar los silencios, legitimar lo que cada parte expresa y, sobre todo, generar un clima donde las personas se sientan escuchadas sin miedo a ser juzgadas. Solo así es posible que la conversación se convierta en una herramienta constructiva para alcanzar acuerdos.