Ahora que llega la Semana
Santa y que de alguna forma celebramos lo que fue la muerte y resurrección de
Jesús, para los creyentes cristianos, poco se habla como personaje secundario
de esta mujer, que bien podría darnos una lección según las escrituras. La
mujer de Pilato es mencionada una vez en el evangelio. Fue durante el juicio de
Jesús ante el Procurador romano. Después de un proceso judío ante el Sanedrín, Jesús
es presentado al tribunal romano, donde el procurador romano Poncio Pilato,
escucha las acusaciones de los judíos. El es un representante de Roma en Jerusalén y
no olvidemos que incluso la figura representativa del procurador sigue siendo
hoy en día necesario, cuando una persona desea acudir ante los tribunales de
justicia.
Después de un interrogatorio a
Jesús y se da cuenta de su inocencia, algo que manifiesta claramente ante
aquellos que lo han llevado preso. Al ser consciente de su inocencia, intenta
eludir su juicio al llevarlo ante Herodes e incluso con la posterior “provocación
al pueblo” intenta su liberación por encima del “peligroso” Barrabás. Pero nada
más lejos de la realidad. Es ahí donde aparece el personaje de Claudia quien le
manifiesta “no te mezcles en el asunto de ese justo; pues hoy en sueños he
sufrido por causa suya”
La aparición repentina en
escena, nos muestra los reiterados problemas de conciencia que ocurre en muchos
momentos de la vida y también de los conflictos. Sin querer hablar de la
reacción de Pilato (lavarse las manos) o las manifestaciones que realizara en
aquél acto, Prescindamos ahora de la reacción de Pilato para centrarnos en la intervención
de Claudia Prócula. La Iglesia Ortodoxa la venera como santa. De ahí que nos
preguntemos si ¿Conocía a Jesús antes del proceso? Sea así o no si podemos
decir que Claudia fue la única defensora en el juicio humano de Jesús y nos permite, a mi como mediador, hablar del
valor de la “conciencia humana” y las formas de actuar ante un conflicto ante
la justicia o actuar contra la verdad.
La conciencia cuando hay un
problema actúa con “voz baja” y te dicta muchas veces lo que debes hacer y
advirtiéndote de la importancia de llegar a una solución factible y justa.
Es la conciencia muchas veces,
la que debemos “encontrar” en la mesa de negociación, para que las partes sean
conscientes (valga la redundancia) de la importancia de ceder y conceder. Solo
así somos capaces de asomarnos a nuestros “valores humanos” y por tanto vivir
en la tan ansiada “cultura de paz”.
Dicen los verdaderos expertos
que la salud de una sociedad depende de que existan en ella muchas personas fieles
a los dictados de la conciencia. Toda persona debe ser un gran escuchador de su
conciencia, porque es allí donde puede encontrar el valor de lo que hacemos en
nuestro trabajo: servir de puente para reconstruir una relación y construir un
acuerdo
En el juicio de Jesús, Claudia
es la voz de la consciencia, que refleja la fidelidad a la verdad y defiende a
Jesús como justo y lo cierto es que Pilato recibió una ayuda considerable para
poder actuar con justicia.
Queridos amigos, actuemos en
conciencia que no es más que analizar el conocimiento del bien y del mal que
permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos,
especialmente los propios y darse cuenta de la necesidad de acabar con las
aristas de un conflicto y buscar ese deseado acuerdo.
Y para ello nada mejor que
acudir a un mediador. Feliz Semana Santa
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