SOBRE EL DISCURSO DEL ODIO
Avanzaba el mes de septiembre
de 2015 cuando tuve el honor de escuchar la Lección Inaugural del curso
académico por parte del Profesor Carrillo Donaire que versaba sobre “el
discurso del odio”. Fue entonces cuando comprendí la deliberada intención
muchas veces de los mediados en provocar expresiones hirientes cuando tratan de
exponer su visión parcializada del conflicto y su posicionamiento ante
realidades sociales. El discurso del odio o hate speech suelen referirse a expresiones
racistas, xenófobas, discriminatorias, machistas, homófobas, entre otras, pero
también a expresiones que marcan el dolor y que de ser conscientes, impiden
nuestra intervención como mediadores.
Nuestro trabajo no se cierne
sobre el llamado discurso del odio, ya que los mediados tienden a ofensas
individuales tales como difamar, calumniar e incluso injuriar y el discurso del
odio intenta principalmente provocar una especie de "dolor
lingüístico" a determinado colectivo en el que muchas veces se puede
integrar la llamada “otra parte”. En todo caso en nuestra mano está evitarlo,
traducirlo y en su momento atajarlo de raíz.
Pero me preocupa especialmente
en el ámbito de la religión. La libertad de expresión “permite robustecer el
debate, generar opinión pública e incentivar la pluralidad de ideas”. Sin
embargo, el abuso de dicha libertad puede generar serios conflictos con otros
derechos, y sobre todo lo que supone la capacidad de la palabra para hacer daño
al otro
El ejercicio de derechos como
la libertad religiosa y la poca o nula tolerancia a la diversidad de creencias
ha generado históricamente choques entre los diferentes credos. En los
países occidentales, la mayoría de ciudadanos se identifica con la religión
católica y cristiana, mientras que en los países de medio oriente la mayoría de
las personas profesan la religión musulmana. Esta situación ha provocado históricamente
una enorme hostilidad entre ambos sectores religiosos. Sin embargo, en la
actualidad dicha problemática se ha redimensionado, y se presenta de nuevas y
sugestivas maneras. Y no solo eso, aparecen radicalismos de personas o
colectivos que niegan la posibilidad de por ejemplo ceder espacios públicos
para la practica de algún acto religioso, bajo la bandera de agnósticos y ateos
Ejemplos como los Versos satánicos de
Salman Rushdie en 1988, o lo reflejado en la película titulada La última tentación de Cristo y
hasta en el caso de las caricaturas de Mahoma, han producido fracturas
sociales, donde anida el fanatismo, el excepticismo y la ira.
No dejemos que nos colonice el
odio porque si bien, una de nuestras características como mediadores es la de
ser tolerantes, también es cierto que debemos erradicar de raíz cualquier
expresión que en nuestra presencia podamos inducir que conduce al odio, que un
buen día hizo que personas que estaban relacionadas hayan roto totalmente su
comprensión al discurso del otro.
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