Publicado en la Revista "Palabras de Mediación" https://ammediadores.es/revista-palabra-de-mediador/
Autor: Javier Alés
Siempre
pensé que es necesario aprender de otros saberes para ser un buen mediador. Eso
me llevó a tratar temas de sociología para conocer el entorno y el momento del
conflicto, de psicología para entender las emociones que viven las partes; de
derecho para comprender que hay un marco legal para el acuerdo; de educación
siendo consciente que cuando mediamos estamos educando en el conflicto; y
también de filosofía porque al fin y al cabo, nuestro trabajo requiere de
conceptos científicos y filosóficos para poder generar encuentros y conseguir
que se hagan acreedores del acuerdo.
Y me
quiero referir hoy a lo que se denomina “la ironía socrática”. Ésta
podemos definirla como una técnica filosófica que puede utilizada en los
diálogos y conversaciones con las partes, en la que se puede aparentar
ignorancia o humildad y con ello conseguir estimular la reflexión en los
mediados y llevarlos a cuestionar sus propias ideas, sus conocimientos y por
qué no, sus posiciones o necesidades ante el problema.
La
ironía muchas veces no está bien valorada, porque se piensa que tiene algo de
sarcasmo o incluso burla o engaño, pero lo cierto es que como herramienta
pedagógica puede servir en gran medida para flexibilizar posiciones rígidas en
una negociación. Con ello conseguimos también, un análisis crítico de las
peticiones y lo sucedido.
Tenemos
que ser conscientes que la ironía ayuda también a que se promueva un
autoconocimiento que permitiéndote ser asertivo, también busque el
reconocimiento del otro. Esta ignorancia fingida, con la idea de crecer y
aprender de nuestros mediados, también nos va a permitir nuestra necesaria
objetividad e imparcialidad, porque nunca debemos de olvidar que no es nuestra
misión darles una solución, sino bucear con ellos en las posibles salidas y
sean ellos mismos los que encuentren “la puerta” ideal . ¿Cómo lo haremos? Pues
los mediadores realizaremos muchas veces preguntas, abiertas, introspectivas,
ingenuas, y con ellas analizaremos contradicciones que ellos en su explicación
a buen seguro harán, hasta tal punto que en ese debate o diálogo (a mi me gusta
más llamarle conversación) al ver las incoherencias de los relatos, uno
comienza a cuestionarse el suyo.
No es
ningún secreto decir, que muchas veces gracias a ello, se consigue una vez que
hemos deconstruido el conflicto, entrar en la etapa del reconocimiento del otro
y escuchar esa frase mágica de “te entiendo aunque no lo comparto”; solo en ese
momento, podemos decir que estamos ya en el camino de buscar una acuerdo.
También
me gustaría resaltar, que este proceso de utilizar la ironía necesita de dos
momentos importantes: En un primer momento afirmar la ignorancia del
conocimiento.
A modo de ejemplo: tengan en cuenta que yo no
se realmente lo que supone tener una hipoteca en la deuda que ustedes tienen.
Con ello lo que conseguimos es que expliquen y razonen sus posturas Y en
segundo lugar, dominar lo que los expertos en oratoria llaman la “refutación”:
Ello supone contradecir el argumento del contrario
Esta
acción de contradecir, impugnar con argumentos o razones [lo que otros dicen]
supone una crítica a la credibilidad de una narración, con el objeto de
invalidarlo. Con la refutación pretendemos demostrar que lo dicho por otra
persona no es válido, conveniente o útil.
Evidentemente
no es fácil, pero debemos ser capaces de ver que ha establecido falsas
relaciones entre causa y efecto, presentar casos aislados como situaciones
comunes y a veces exagerar sus argumentos para hacerle ver su inconsistencia.
Para
ello la auténtica herramienta que poseemos los mediadores es la pregunta,
porque para Sócrates el verdadero conocimiento surge del autodescubrimiento,
solo así abandonan creencias infundadas, que muchas veces nos impide ver más
allá en una mediación. Nos situamos por tanto en un escenario, que deben
transitar los mediados, en el que la apertura mental les produce “sacar la
basura de su cabeza”, es decir todo aquello que les impide centrarse en lo
verdaderamente importante, el “aquí y ahora”; por eso entendemos que la
mediación es una gran oportunidad para encontrar una solución.
Ni que
decir tiene que la “ironía” ha servido en numerosos procesos educativos, en
terapia, en el desarrollo del pensamiento y el personal, además de ser ya una
herramienta muy útil en la mediación.
Es un
auténtico reto, que nos llevará a los mediadores a ser conscientes de una
especial sensibilidad a la hora de hacer preguntas: una buena pregunta avanza;
una mala pregunta retrocede en el proceso.
No
quisiera terminar este breve artículo querido lector o lectora sin reflexionar
que también esta “ironía socrática” me sirvió mucho en mi vida profesional para
ser consciente de la humildad intelectual que se nos debe presumir, porque
siempre estamos aprendiendo de los demás y os lo dice un profesor universitario
senior, que sigue aprendiendo de sus alumnos cada día.
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