jueves, 5 de diciembre de 2024

La necesidad de utilizar la ironía para que aflore el pensamiento de los mediados

 

Publicado en la Revista "Palabras de Mediación" https://ammediadores.es/revista-palabra-de-mediador/

Autor: Javier Alés

Siempre pensé que es necesario aprender de otros saberes para ser un buen mediador. Eso me llevó a tratar temas de sociología para conocer el entorno y el momento del conflicto, de psicología para entender las emociones que viven las partes; de derecho para comprender que hay un marco legal para el acuerdo; de educación siendo consciente que cuando mediamos estamos educando en el conflicto; y también de filosofía porque al fin y al cabo, nuestro trabajo requiere de conceptos científicos y filosóficos para poder generar encuentros y conseguir que se hagan acreedores del acuerdo.

Y me quiero referir hoy a lo que se denomina “la ironía socrática”. Ésta podemos definirla como una técnica filosófica que puede utilizada en los diálogos y conversaciones con las partes, en la que se puede aparentar ignorancia o humildad y con ello conseguir estimular la reflexión en los mediados y llevarlos a cuestionar sus propias ideas, sus conocimientos y por qué no, sus posiciones o necesidades ante el problema.

La ironía muchas veces no está bien valorada, porque se piensa que tiene algo de sarcasmo o incluso burla o engaño, pero lo cierto es que como herramienta pedagógica puede servir en gran medida para flexibilizar posiciones rígidas en una negociación. Con ello conseguimos también, un análisis crítico de las peticiones y lo sucedido.

Tenemos que ser conscientes que la ironía ayuda también a que se promueva un autoconocimiento que permitiéndote ser asertivo, también busque el reconocimiento del otro. Esta ignorancia fingida, con la idea de crecer y aprender de nuestros mediados, también nos va a permitir nuestra necesaria objetividad e imparcialidad, porque nunca debemos de olvidar que no es nuestra misión darles una solución, sino bucear con ellos en las posibles salidas y sean ellos mismos los que encuentren “la puerta” ideal . ¿Cómo lo haremos? Pues los mediadores realizaremos muchas veces preguntas, abiertas, introspectivas, ingenuas, y con ellas analizaremos contradicciones que ellos en su explicación a buen seguro harán, hasta tal punto que en ese debate o diálogo (a mi me gusta más llamarle conversación) al ver las incoherencias de los relatos, uno comienza a cuestionarse el suyo.

No es ningún secreto decir, que muchas veces gracias a ello, se consigue una vez que hemos deconstruido el conflicto, entrar en la etapa del reconocimiento del otro y escuchar esa frase mágica de “te entiendo aunque no lo comparto”; solo en ese momento, podemos decir que estamos ya en el camino de buscar una acuerdo.

También me gustaría resaltar, que este proceso de utilizar la ironía necesita de dos momentos importantes: En un primer momento afirmar la ignorancia del conocimiento.

 A modo de ejemplo: tengan en cuenta que yo no se realmente lo que supone tener una hipoteca en la deuda que ustedes tienen. Con ello lo que conseguimos es que expliquen y razonen sus posturas Y en segundo lugar, dominar lo que los expertos en oratoria llaman la “refutación”: Ello supone contradecir el argumento del contrario

Esta acción de contradecir, impugnar con argumentos o razones [lo que otros dicen] supone una crítica a la credibilidad de una narración, con el objeto de invalidarlo. Con la refutación pretendemos demostrar que lo dicho por otra persona no es válido, conveniente o útil.

Evidentemente no es fácil, pero debemos ser capaces de ver que ha establecido falsas relaciones entre causa y efecto, presentar casos aislados como situaciones comunes y a veces exagerar sus argumentos para hacerle ver su inconsistencia.

Para ello la auténtica herramienta que poseemos los mediadores es la pregunta, porque para Sócrates el verdadero conocimiento surge del autodescubrimiento, solo así abandonan creencias infundadas, que muchas veces nos impide ver más allá en una mediación. Nos situamos por tanto en un escenario, que deben transitar los mediados, en el que la apertura mental les produce “sacar la basura de su cabeza”, es decir todo aquello que les impide centrarse en lo verdaderamente importante, el “aquí y ahora”; por eso entendemos que la mediación es una gran oportunidad para encontrar una solución.

Ni que decir tiene que la “ironía” ha servido en numerosos procesos educativos, en terapia, en el desarrollo del pensamiento y el personal, además de ser ya una herramienta muy útil en la mediación.

Es un auténtico reto, que nos llevará a los mediadores a ser conscientes de una especial sensibilidad a la hora de hacer preguntas: una buena pregunta avanza; una mala pregunta retrocede en el proceso.

No quisiera terminar este breve artículo querido lector o lectora sin reflexionar que también esta “ironía socrática” me sirvió mucho en mi vida profesional para ser consciente de la humildad intelectual que se nos debe presumir, porque siempre estamos aprendiendo de los demás y os lo dice un profesor universitario senior, que sigue aprendiendo de sus alumnos cada día.


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