martes, 17 de septiembre de 2024

¿Y si los mediados se creen sus propias mentiras?

 

Tras una sesión de mediación en el día de ayer, pensé en escribir este post, motivado porque tras diferentes sesiones individuales o caucus, todos o ninguno, parecen los buenos de la película. ¿No será que alguno miente deliberadamente?, o mejor ¿quizás se estén creyendo sus propias mentiras?

Podemos decir de alguna forma que todos mentimos en alguna ocasión y generalmente somos conscientes de ello, pero es parte de nuestra vida y muchas veces lo utilizamos con arma arrojadiza en una negociación. Decimos ¡yo no fui y lo sabes!; aun siendo consciente que no es así, lo aseveramos para ver una reacción o la duda en nuestro opositor.

Pero, hay ocasiones en las que todos podemos llegar a creernos nuestras propias mentiras y eso nos lleva a otro escenario muy distinto. Los gestos no nos pueden delatar, porque lo creemos fielmente y además no estamos dispuesto a cambiar nuestra versión porque creo que fue así y punto.

Podemos decir que es un proceso de autoengaño, sencillo y que nos va a llevar a los mediadores a trabajar con posiciones, hechos o intereses que no son reales.

Siempre dije en otros artículos, que nosotros no estamos para verificar nada, no somos detectives de nuestros clientes, hasta el punto de que si mienten, el resultado de la negociación les llevará a un espacio que aun querido por ellos, no es real. 

Lo que marca a todo aquel que mintió, no es tanto la mentira que dijo, como el convencimiento que tuvieron que realizar para si mismos de que esa es la verdad. Justificar lo injustificable, se convierte en una parte de la conversación de la mediación.  

El verdadero problema querido lector, está en arrastrar a otros con esas mentiras, entre ellos, a nosotros mismos, ya que el autoengaño es increíblemente común cuando vives una situación conflictiva, para la obtención de beneficios personales.

La mentira consciente, que nos creemos, nos permite proteger nuestra imagen, conseguir persuadir a los demás, incluso justificar muchas de nuestras actuaciones. Por eso si empezamos a creer nuestras propias mentiras, es mucho más fácil hacer que otras personas también las crean.

Creernos una mentira nos ayuda a vernos como mejores de lo que en realidad somos, aseguran los expertos "significa que podemos seguir viéndonos a nosotros mismos como buenas personas", afirman algunos expertos en la materia, e incluso cuando nuestras acciones sugieran lo contrario.

Pero en una mediación ¿Qué hacer? Para mi el gran problema es que el que un mediado se crea su propia mentira, puede llevar a persuadir a las partes de lo que se esta negociando, principalmente porque ese autoengaño, produce mucha más confianza en lo que se dice, en lo que se cede o concede

Muchas veces lo he visto en mi vida profesional. Lo que hoy es blanco, mañana es negro; lo que hoy defiendo, mañana no. Pero también me gustaría introducir otra clave más: la edad. Las personas mayores que han vivido situaciones, con el paso del tiempo cuando lo cuentan, lo hacen en primera persona, como si hubieran estado allí, cuando no fue así. A base de repetir una historia, se introducen elementos que no se encontraban al inicio. Incluso observaciones o distorsiones de la realidad. Nuestra consciencia nos juega una mala pasada.

A ello, os pido que unáis, según el tipo de conflicto, el tiempo que llevan enfrentado, la relación de las partes entre si, la confianza en el tercero que les ayuda… por eso mi pregunta hoy tan importante de que hacer cuando uno se cree su propia mentira…

Nunca podemos saber qué pasaba realmente por la mente de nuestros mediados, a quienes desde el primer momento pedimos, colaboración, respeto y buena fe; pero la verdad es bien distinta ya que todos nos hablan de lo “malo que es el otro” y lo bueno que son ellos mismos. Por eso la única fórmula que conozco y aplico en mis mediaciones es conseguir que ambos se reconozcan la parte de razón aunque no la compartan, solo así se puede diluir una mentira con visos de verdad.


17 comentarios:

Candela Perea Alarcón dijo...

Si los mediados se creen su propia mentira, la dinámica se complica, esto implica que la persona no solo engaña al resto de personas sino también llega a convencerse de su propia falsedad llegando a tener una serie de consecuencias como se ha comentado en el blog, la distorsión de la realidad, la cual puede afectar a la toma de decisiones. Además, cuando la persona crea sus mentiras a la vez crea una tensión que puede causarle ansiedad y estrés y finalmente un impacto a nivel social en el que la persona a través del autoengaño puede generar desconfianza en el resto de las personas.
En conclusión, el autoengaño parece una forma de autoprotegerse a nivel emocional pero a lo largo del tiempo suele acarrear mas problemas que beneficios.

carmen dijo...

Algo que puede ocurrir cuando los mediados se creen sus propias mentiras, es que el proceso de mediación puede verse gravemente afectado y desviarse de su objetivo principal que es facilitar un acuerdo justo e imparcial. Por otro lado, también podría llevar a soluciones basadas en percepciones erróneas, en lugar de las verdaderas necesidades e intereses de los implicados.

Es por ello, que para evitar caer en este autoengaño, los mediadores deben revisar constantemente sus propios sesgos y emociones, y estar abiertos a la autocrítica, con el fin de mantener la objetividad y garantizar que el proceso sea lo más justo y equilibrado posible.

Claudia Mateo Camacho dijo...

El hecho de que los mediados se crean sus propias mentiras durante el proceso de comunicación puede estar relacionado a los sesgos y experiencias pasadas que estos han podido vivir, ocasionando que surjan nuevas verdades absolutas en dicha mediación.

Además, todo esto causa una gran distorsión del conflicto, debido a que hay veces que lo que busca o obtiene el mediador no concuerda con los intereses del cliente.

María Martín Torres dijo...

En mi opinión, cuando alguien se convence a sí mismo de sus mentiras, ocurren una serie de consecuencias que afectarán a la persona tanto de forma emocional como a nivel social.

A nivel emocional, diría que lo más destacable es la falsa sensación de control. A través de la mentira, posiblemente se consigue un aumento de la autoestima (aunque sea temporal). Del mismo modo, el creerte tu propia mentira es un claro ejemplo de mecanismo de defensa: si me creo mi realidad no tengo que plantarle cara a los conflictos.

Por otro lado, a nivel social veo muy claro dos posibles efectos. Puede ocurrir que el que miente se salga con la suya y acabe influyendo a otros, haciendo que su mentira se convierta también en la realidad de los demás.
Sin embargo, todos conocemos la frase “la mentira tiene las patas muy cortas”. Esto viene a decirnos que antes o después, la realidad suele salir a la luz, y cuando esto ocurre, el mentiroso se verá afectado negativamente, viéndose dañadas sus relaciones.

En estos casos, el papel del mediador es especialmente complejo. Posiblemente algo que le ayude a resolver la situación con éxito, es un equilibrio entre su capacidad de abstracción, empatía, y conciencia de sí mismo.

Cristina Guerrero García dijo...

En una sesión de mediación, los clientes usan la mentira como escudo ante el opositor.
El problema es cuando esa mentira se vuelve continua y termina siendo una historia ficticia pero real para nuestro cliente que la afirma y defiende con total seguridad. En estos casos, el trabajo que se construye en cada sesión podríamos decir que también es una mentira ya que está fundamento a partir de la información que nuestros clientes exponen creando un obstáculo significativo para el proceso de resolución de conflictos.
Este suceso puede tener varias implicaciones en las sesiones de mediación como la falta de apertura y disposición para escuchar al otro ya que presenta una convicción sobre la veracidad de su versión y la incapacidad para pensar de manera racional y objetiva.
Desde la perspectiva del mediador, este escenario supone un gran desafío.
El mediador, aunque no está en la obligación de hacer hincapié en la veracidad de las versiones, como profesional, si va a reconocer la distorsión de la realidad en la mayoría de los casos por lo que, deberá fomentar un ambiente de confianza y respeto, donde las partes se sientan seguras para explorar sus creencias y cuestionar sus narrativas.

Claudia Corbacho dijo...

Si se da el caso en el que los mediados se creen su propia mentira el proceso de resolución del conflicto se vuelve mucho más complicado. En primer lugar porque se dificulta el diálogo honesto entre las partes y el mediador, no se va a abrir completamente y puede ser que se obstaculice en gran parte la capacidad de llegar a un entendimiento mutuo.
Por otro lado, puede que se vuelvan muy resistentes a la autocrítica y que no sean capaces de entender la posición del otro, por lo que se polarizan bastante de cara a las ideas de otros.
Y por último, creo que conlleva un gran desgaste emocional y se llega a encontrar en una situación insostenible al tener que mantener su mentira durante todo el proceso cuando queda muy lejos de la realidad del conflicto.

Berta Patrocinio Romo dijo...

Si los mediados se creen sus propias mentiras, poco puede hacer el mediador.

Que una persona se crea su propia mentira y viva engañada lo que provoca es que, si está acudiendo a un profesional mediador para solucionar un conflicto, no servirá de nada. Está contando su falsa realidad y con eso no se puede llegar, por lo tanto a una real solución.

El problema es cuando empiezan a vivir su propia mentira, será difícil salir de esa realidad distorsionada, y será aún más complicado si las demás partes hacen lo mismo. No existirá ninguna posible solución o acuerdo objetivo que pueda ayudarlos. Y el mediador será incapaz de reconocer la pura verdad.

Pienso que la mediación es una vía que tienen que elegir las dos partes (o las que sean) y que los dos estén de acuerdo o convencidos de utilizar esta metodología para acabar con los propios desintereses que les hayan llevado a ese lugar. Con esto quiero decir que, las partes si están de acuerdo en utilizar la mediación será, seguramente, un pasito más para que colaboren con el profesional y se eviten esos autoengaños. Porque si no lo actividad profesional no habrá servido para nada y será una realidad errónea y distorsionada.

Marietta dijo...

Marietta Martínez Barón (grupo Sevilla)

La principal consecuencia de que los mediados mientas es que el conflicto se vuelve aún más grande.
Pienso que un mediador pocas veces tendrá como objetivo la misión de arrojar verdad sobre la historia, simplemente se limitará a acercar dos posturas que se encuentran separadas por el motivo que sea.
Es por ello que aquí el problema principal lo tienen los que mienten, ya que sabemos que al fin y al cabo una mentira genera en uno mismo sentimientos negativos como pueden ser la intranquilidad o el remordimiento.

Es por ello que en mi opinión, el mediador debe centrarse principalmente en hacer que las partes olviden todo ese “mal rollo” que les ha llevado a esa situación, dándole parte de razón tanto a unos como a otros.

Alba Toscano dijo...

La mayoría de los mediados en mediación no solo mienten, sino que muchos se convencen de que su versión es la realidad de los hechos que ocurrieron. Este autoengaño les proporciona una protección de su imagen y les ayuda a poder manipular la percepción que tienen los demás integrantes del conflicto.

Cuando uno o los dos mediados toman esta posición, el papel del mediador se vuelve aún más crítico en la mediación bajo mi opinión. Esto se debe a que creo que si ocurre esto, el objetivo principal de la mediación debería ser crear un ambiente de confianza, donde se promueva la empatía y la escucha activa. De esta manera, puede salir a relucir con más facilidad aquellos trazos de verdad que tienen las versiones de los mediados, como el texto menciona.

Aunque no se pueda comprobar quién tiene razón, se puede trabajar hacia un entendimiento mutuo.

Lucía de la Corte Gasch dijo...

Ante una mediación cada cliente tiene derecho a contar lo vivido, la verdad, o más concretamente, su verdad. Es cierto que cada persona puede interpretar una situación de diferentes formas pero, es indudable que un acto es el que es, sin tener en cuenta las emociones o sentimientos en otros, o incluso hacer interpretación. Sin embargo, hay veces que nuestro cerebro puede generar información adicional o hacer un cambio de esta de forma inconsciente con el fin de salvaguardar nuestra postura. Inclusive, si imaginamos de forma persistente una escena nuestra mente puede llegar a pensar que finalmente ocurrió.

Cuando este cliente se encuentra en una mediación, normalmente dará lugar a enfrentamientos con la otra parte, ya que cada uno dice una cosa. Sin embargo, rara es la mediación en la que no hay conflictos de este tipo, sea por verdad / mentidad o que directamente no están de acuerdo en un inicio, pero seguro que con el tiempo y conversando llegarán a una solución conjunta.

Sofía Guerrero Vacas dijo...

En una mediación, los participantes pueden no solo mentir, sino también convencerse de sus propias mentiras, haciendo más tediosos el proceso de negociación. Este autoengaño refuerza las posturas de los involucrados y obstaculiza la búsqueda de una solución. También es necesario mencionar que el mediador no debe actuar como un detective, sino más bien fomentar un ambiente de confianza en el que las partes puedan identificar elementos de verdad en la visión del otro. Así, el objetivo es desactivar las mentiras y alcanzar un acuerdo, evitando que las visiones distorsionadas tomen el control de la discusión.

Lucía Llamas González dijo...

Los mediados pueden llegar a creerse sus propias mentiras debido a que el engaño ofrece una forma de lidiar con la realidad, así pues el mediado puede protegerse emocionalmente. En mi opinión, es un problema que el mediado se crea sus propias mentiras ya que se puede generar desconfianza entre ambas partes, lo cual puede dificultar la comunicación entre ellas. Por otro lado, no aparecerán soluciones adecuadas o efectivas y se socavará el proceso de mediación.

BASIC dijo...

Sara Martín Huguet
Es cierto que en muchas situaciones como puede ser en una mediación, la persona puede mentir. Hay que tener en cuenta que esta mentira que nos pueden estar contando en verdad es la verdad que la persona esta viviendo, es decir, es su realidad. Lo que hay que preguntarse es si siempre lo ha creído la persona como su realidad o con el paso del tiempo esa mentira se ha ido creando en su realidad.
En una mediación tenemos que tener en cuenta que van a haber contradicciones entre la persona y es algo normal porque cada uno vive un acto de una forma u otra, pero la situación que han vivido es real y no se puede inventar.
Las mentiras que se pueden dar en una mediación, aunque sean la realidad de la persona tenemos que tenerlas en cuenta porque pueden ser un escudo para la persona que poco a poco se ha ido creyendo y esto puede afectar en el proceso de la mediación.

Antonio Morales López dijo...

Es un tema interesante, pues el ejercicio de un abogado ante un representado que cree en su propia historia no es desmontarla, sino procurar que se cumplan las normas y se le pueda dar una asistencia adecuada. En el caso de la mediación, en que hay dos individuos con dos historias diferentes, debe ser altamente complejo. Entiendo que habrá mentiras más gordas que otras y más o menos relevantes, según el punto de la discusión. Supongo que la meta, como usted dice, es diluir la mentira; apartar ese asunto del punto central de la conversación y reconducir hacia otra parte de modo que, poco a poco, se llegue a la misma solución por otro camino… Aunque haya que dar rodeos. En definitiva, a nadie agrada tratar con mentirosos, aunque la mentira se camufle de «punto de vista».

Guillermo Velasco Sánchez dijo...

Para mí, que el mediado se crea su propia mentira es un mecanismo de defensa. En una mediación nos vemos severamente vulnerados y expuestos, más cuando no hay una predisposición a resolver el problema, por eso, la mentira, es un acto natural de las personas que puestas en esa tesitura, y sin ningún deseo de que la mediación prospere, mienten para mantener la balanza a su favor, ya sea sobre cuestiones banales o de considerable peso. Este comportamiento lastra el proceso de mediación, ya que el mediador y la parte contraria no van a disponer de la historia completa y real, sino que obtienen una versión viciada e irreal.
La constante que no cambia es que el mentiroso habrá de creer su propia mentira, por supuesto, para no ofrecer versiones inverosímiles durante la mediación ni delatarse a sí mismo o ser delatado por la otra parte, que puede conocer el hecho o la situación sobre la que se está mintiendo y arrojar luz sobre la verdad de lo ocurrido.

Patricia dijo...

El creernos nuestras propias mentiras es algo que todos hemos hecho en algún momento de nuestras vidas, muchas veces diría en realidad, porque efectivamente es una manera de protegernos de ese juicio que nosotros hacemos sobre nosotros mismos, de reafirmarmos en qué como bien dice el texto "somos buenas personas", si todos lo hacemos, debemos dar por hecho que en una mediación nos lo encontraremos con frecuencia, y debemos saber cómo descubrir si lo que nos están diciendo es cierto, creo que el que ambas partes reconozcan que entienden de alguna manera a la otra parte es un buen comienzo para ello

María Bonilla Torres dijo...

Un proceso de mediación es una manera de abrir al conflicto, esto nos hace vulnerables. El hecho de que expongamos nuestros errores y admitirlos hace que demos pie a que los demás nos conozcan o vean que hemos sentido al respecto. Es por esto, que creernos nuestras propias mentiras no es más que una manera de ponernos una coraza, de defendernos o simplemente de no abrirnos completamente. Esto no son más que mecanismos de defensa que tiene el ser humano ante situaciones que nos pueden hacer daño.
Es cierto que admitir nuestros errores a veces a sentar la base a sentirnos mal con nosotros mismos e incluso a veces es cuestión de orgullo, pero esto debe trabajarse y hacer sentir a las personas como que no se les está sometiendo a un juicio, que el objetivo es buscar soluciones y no culpables.