jueves, 17 de junio de 2021

Viaje al Centro de la Tierra o como gestionar un conflicto

 

Hace mucho tiempo leí la más famosa de las novelas de Julio Verne “Viaje al centro de la Tierra”, en plena adolescencia, donde descubrimos más allá, mediante la lectura, esa fascinación que nos produce lo desconocido. Esta novela publicada en 1864, en su argumento, trataba de la expedición de un profesor de mineralogía y dos personajes más, que viajaban al interior de la Tierra y se encuentran en su aventura con una gran sorpresa al llegar.

Tal es así que, según la novela, dentro de nuestro planeta, existían bosques de hongos, mares subterráneos, criaturas que ya habían desaparecido en la corteza de la tierra, incluso tormentas y relámpagos nunca vistos.

Y hoy, ya como mediador, vuelvo a releer la novela y me parece fascinante todo lo que tiene que ver con los conflictos que a diario tenemos a nuestro lado. Buscar y viajar al centro de la tierra, supondría para mí, viajar al centro del conflicto, donde no sabemos que nos vamos a encontrar, pero como en la novela, los aventureros, lo haremos mediante el proceso de mediación y la pregunta es, ¿Qué nos encontraremos? Yo os puedo asegurar, que con esta simbología, podemos entrar en un mundo fascinante, de novela, en cada caso, en cada mediación, en cada conflicto.

Podemos encontrar “erupciones volcánicas”. Una erupción volcánica es un evento geológico que se caracteriza porque se emite, a la corteza terrestre, por parte de lo que llamamos volcán una serie de “ríos de lava” incluso gases producidos del centro de la tierra.  Dicen los expertos que este fenómeno natural constituye, a corto o mediano plazo, un desastre natural que tiene un impacto local o global y que puede alterar los hábitos animales y humanos, el clima, la topografía, etc. Y me pregunto yo, querido lector, cuando entramos a conocer en profundidad el problema por el que nos legitiman para mediar, ¿no se producen erupciones volcánicas? ¿no existen malas frases, insultos, amenazas, faltas de respeto que hemos de evitar? ¿no es esta la “lava” que luego puede hacer que no quede vida haya por donde pasa?

En este análisis puedo sin temor a error decir, que muchas erupciones volcánicas se producen, cuando las partes no están dispuestas a salir de su posición inicial

La lava es magma que, durante su ascenso a través de la corteza terrestre, alcanza la superficie. Cuando sale a la superficie, la lava suele tener temperaturas que oscilan entre 850 y 1200°C y esta lava, este “vomitar” por la boca de nuestros mediados, produce temperaturas ambientales insostenibles, gases que no les dejan respirar y que debemos evitar a toda costa. Y cuidado, en muy poco tiempo los ríos de lava, solidifican, lo que impide en un primer momento, que renazca nada de esa roca surgida. Porque no olvidéis que al solidificarse, la lava forma rocas y eso impedirá una mediación.

También permitirme en esta “nueva novela” hablaros de que en vuestro viaje vais a encontrar, tormentas, un fenómeno meteorológico que se asocia al desarrollo de nubosidad acompañado de descargas eléctricas o rayos y, habitualmente, precipitación y rachas de viento intensas en superficie. En mediación, en vuestro viaje por el proceso os vais a encontrar a buen seguro “tormentas”, unas leves y fáciles de tratar, otras con grandes descargas, truenos y rayos. De hecho, cuando se hace alguna representación gráfica en comic, de una discusión, fijaros que, de la boca de los protagonistas, salen nubarrones, tormentas y rayos, imaginados por el dibujante.

De la tormenta, surgen una serie de fenómenos atmosféricos violentos que, en la superficie de la tierra se asocian a lluvia, hielo, granizo, electricidad, nieve o vientos fuertes. De la tormenta surgen, malos entendidos, perdida de amistades que eran comunes a los enfrentados o sentimiento frustrados.

Y que me decís en este viaje imaginario del “terremoto” un movimiento brusco de la Tierra causado por la  liberación de energía acumulada durante un largo tiempo. Los expertos vaticinan que la corteza de la Tierra está conformada por una docena de placas tectónicas que se acomodan, en un proceso que lleva millones de años. ¿Os imagináis un proceso de acomodación tan largo? Pero gracias a ello tenemos nuestros continentes, montañas, ríos… es decir nuestra vida. Cuando estas placas chocan… “es cuando surge el conflicto”, el “terremoto” que nos circundan la vida, bien sea por un mensaje, una infidelidad, una falta de convivencia o respeto.  Estas situaciones originarán, lentos cambios en la “topografía de la corteza terrestre y de la vida”. Ahí se encuentra el origen del terremoto.

El fenómeno sísmico es determinante del conflicto a tratar por el mediador, donde surgen “las fallas”, ese lugar donde las partes chocan y ejercen su fuerza, que les impide solucionarlo.

En nuestro viaje, nuestra novela, también nos encontraremos con “relámpagos”, entendidos como es un resplandor muy vivo producido en las nubes por una descarga eléctrica.

Ello normalmente se produce por la diferencia de temperaturas entre los distintos estratos en las nubes, así como a la diferencia de temperaturas entre día y noche. A diferencia del rayo, el relámpago desciende de las nubes en forma ramificada y jamás llega a la tierra, lo que si hace el relámpago Estas fricciones y colisiones son comunes en una negociación, rayo, relámpagos, que suponen desavenencias y “fogonazos” de lo que no debe ser, y que más de una vez nos lleva a salvarlos, mediante sesiones individuales o caucus. Surgen lo que llamamos disociaciones, como si de una descarga eléctrica fuera, es difícil que llegue a afectar a la persona, al igual que en la realidad, pero hemos de mantenerlos, recordar fuera de espacios naturales, arboles etc, para que no les afecte y ojo, esa mala frase, esa mala gestión de problema se detecta ya que nuestra intuición nos lleva a entender que hay que reguardar a las `partes porque… hemos oído el trueno.

¿Te gustó querido lector?, pues ahora ayúdame dejando un comentario de en que casos, en tu viaje al centro de la tierra, te encontraste con una tormenta, un volcán con lava o un rayo.


73 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente analogía, me transportó al centro del volcán.

Mary De Simone dijo...

Pasamos por todas querido Maestro!!!!Gracias siempre por tus enseñanzas.!!!

Unknown dijo...

Mientras te leía no pude dejar de pensar en las casitas que están en las faldas de los volcanes. Pensé en las personas o personitas que, hacen su vida en torno al volcán y nunca esperan que la lava pueda afectarle...
Me pregunto entonces cómo algo tan natural puede encausarse o controlarse, o será que hay que llegar o asentarse en una zona de seguridad o tener una vía de evacuación para no dañar a esos pequeñitos que admiran día a día a ese gran volcán lleno de nieve en invierno para juegos y en verano un lugar para explorar y crecer.

...Acá en Chile tenemos gran actividad volcánica...me hizo mucho sentido.
Un abrazo fraterno Javier. Desde Temuco, Chile. Sylvia.

María Pérez dijo...

Excelente símil entre una novela tan estupenda y fantástica como es " Viaje al Centro de la Tierra", en el que cada paso/ fase está llena de peligros y sorprendentes aventuras y escenas, donde nuestra imaginación es la principal aliada; y el proceso de mediación, en el que en cierto modo, cada fase está llena de incertidumbre y peligros ante la reacción, comportamiento o actitud de las partes, así como también de aventuras, porque ya el hecho de embarcarse en tal procedimiento es una aventura porque jamás tendremos la certeza total de si las partes llegarán nuevamente a la corteza o continuarán en el interior de la Tierra, acompañados de tales fenómenos meteorológicos y geológicos, sin retornar o lograrán superar todos y cada uno de los obstáculos colaborando con la otra parte y conseguir solventar el conflicto.

Nuevamente, enhorabuena por el artículo

Sumaya dijo...

En más de una ocasión he percibido el ambiente tan candente en un conflicto,propio y previo al estallido de un volcán,millones de gracias por todo lo que nos aportas siempre,me ha encantado!!

Unknown dijo...

Excelente analogía, el viaje al centro de la tierra en la mediación y en la vida diaria de cada uno de nosotros, somos lava?piedra? o corteza?podemos cambiar para que camben las cosas a nuestro derredor o nos quedaremos en el interior de nuestra tierra?

Leonel dijo...

Gran trabajo! Gracias!

Anónimo dijo...

La analogía descrita entre un conflicto entre dos personas y las fuerzas naturalezas me parece muy acertada porque al fin de al cabo cada persona es como un volcán que en cualquier momento podría estallar. Y el trabajo del mediador es en parte como el de un busca tormentas ya que nuestro trabajo es meternos de lleno en un conflicto para poder solucionarlo.

Fernando Niño

Paula Paya Bellido dijo...

Excelente símil entre la novela "Viaje al centro de la tierra" y la mediación. Los fenómenos geológicos y medioambientales son como un conflicto que el mediador tiene que tranquilizar. Hoy día, estamos viviendo una situación grave con un volcán en una parte de España y todas las personas están involucradas o involucrándose de alguna manera con las personas que viven allí, y cómo lo están pasando para ayudar, y me parece perfecto. Sin embargo, todos los días hay un conflicto (familiar, entre amigos, entre países, etc.) y no se le da tanta importancia como a un fenómeno meteorológico, teniendo el mismo nivel de gravedad como es el de la erupción de un volcán.

Fernando Moyano Moreno dijo...

La comparativa realizada en el articulo el viaje al centro de la tierra con el viaje al centro del conflicto me parece muy interesante al relacionarlo con los conocimientos que estamos adquiriendo en la asignatura.
Tal y como se describe en las discusiones que surgen en nuestro día a día, aparecen esas erupciones de sentimientos y emociones que conllevan a consecuencias similares a las de un volcán pero en una diferente escala.

Sin embargo me gustaría añadir que, a pesar de las consecuencias negativas y desastrosas que surgen tanto en las tormentas, los terremotos, o en los conflictos, siempre surgen nuevas opciones y nuevas oportunidades aunque aparentemente no podamos verlas. En el caso de los terremotos se producen nuevas vivencias y nuevos aprendizajes, además ecológicamente hablando supone una oportunidad para aportar nuevos minerales a los terrenos. Cuando las tormentas descargan esas masas de agua, se limpia la atmósfera y se limpia el ambiente. Por ultimo en el caso de los volcanes, una erupción permite salir al exterior una enorme cantidad de lava que es destructiva, pero a largo plazo enriquece la tierra de minerales y rocas que permitirán en el futuro generar terrenos fértiles.


Lo interesante en cuanto a las relaciones personales se refiere, considero que es que antes de llegar a esos “choques”. Podríamos tratar de escuchar de manera más empática a las otras partes para tratar de evitar esas posibles futuras consecuencias negativas y de esa manera aprender puntos de vistas diferentes que en un futuro puedan sernos muy beneficiosos, al igual que pasa en los fenómenos anteriormente comentados y llevarnos a la larga a un crecimiento personal satisfactorio.

Elena Herencia Aguilar dijo...

Tras la lectura destaco el fantástico símil que se realiza entre la novela “Viaje al Centro de la Tierra”, así como los elementos meteorológicos con al concepto del conflicto y de la mediación. En esta línea, el interior del conflicto es aquello que nosotros como mediadores debemos estudiar a través de la radiografía previa. Por otro lado, los elementos meteorológicos conforman, por desgracia, parte del proceso de mediación en algunas ocasiones.

En mi caso, me centraré en éstos últimos debido a la importancia que presentan durante el proceso. Así, durante el proceso de mediación intentamos reestablecer parte de la comunicación bidireccional entre las partes para alcanzar la mejor alternativa posible para ambas. Por ello, los insultos y las amenazas obstaculizan alcanzar el acuerdo de las partes, incluso pueden suponer el rechazo de una de las partes para seguir participando en la mediación. Profundizando esta última idea, las personas necesitamos sentirnos escuchadas y entendidas, por lo que ante los insultos y las amenazas resulta imposible poder transmitir con claridad nuestra ideas y sentimientos. Además, ante estas actitudes hostiles resulta más probable que aparezcan la ira y el enfado, rompiendo aun más la comunicación entre las partes.

Teniendo en cuenta todo lo anteriormente expuesto, el conflicto requiere de la comunicación bidireccional entre las partes, por lo que la lava, las tormentas o los rayos dificultan este proceso. Todos sufrimos conflictos diarios en nuestra vida, pero debemos aprender a gestionar nuestras emociones para evitar los insultos y poder llegar al mejor acuerdo posible.

Elena Herencia Aguilar

Unknown dijo...

Comienzo destacando lo que me parece un maravilloso símil, el de Viaje al centro de la tierra, con aspectos relacionados con la mediación que nos podemos encontrar a diario en nuestros conflictos o en aquellos que ayudamos a solventar. Es interesante cómo desde la simbología, la lava, las erupciones, el terremoto, tormentas… se resumen muchos de los elementos que forman parte de los conflictos, y que, con frecuencia, dificultan llegar a una buena solución. Por ello, como mediadores o como personas que, diariamente, protagonizamos conflictos, estimo fundamental tenerlos presentes, conocerlos y estar atentos a ellos.
Por otro lado, y, siguiendo con la metáfora, destaco que, en el plano personal, como protagonistas de conflictos, hacer surgir “las fallas”, ejercer fuerza y chocar con la otra parte, no es obviamente agradable. Pero, como todo fenómeno atmosférico, es natural. Nos caracteriza como seres humanos, y, en mi opinión, es necesario y útil cuando tras él extraemos un aprendizaje. La clave cuando estamos ante un conflicto es, bajo mi punto de vista, anticiparnos a él antes de que esté en sus consecuencias más graves. Siguiendo la metáfora "coger el paraguas antes de la tormenta". Pienso que esto solo se consigue desde la buena y temprana comunicación entre partes, una comunicación que ayude a evitar, parafraseando el contenido del artículo, que surjan de la tormenta malos entendidos, pérdida de amistades o sentimiento frustrados, entre otros.

Mª Dolores Pacheco Romero

Unknown dijo...

Al igual que un viaje al centro de la tierra, las relaciones y sus conflictos suponen un complejo y frenético misterio. Los fenómenos meteorológicos citados anteriormente como posibles situaciones en mediación pueden darse en un contexto terapéutico clínico -otra de las ADR mencionadas en clase-.
Así como las erupciones emergen desde la profundidad de la corteza causando desastres naturales que alteran el ecosistema, a veces de manera permanente. Podemos encontrar casos en consulta donde los usuarios han retenido información alejada de la otra parte por distintas causas, y al colapsar, se ven expuestas o "erupcionan" de manera efusiva. Además, debido a su fragilidad, sus consecuencias corren el peligro de "solidificarse" o de ser cada vez más difíciles de tratar. Por ejemplo, en conflictos familiares donde un conflicto irresoluto resurge pero el tiempo no permite cambiar sus consecuencias. Las tormentas del centro de la tierra conforman una escala gradual que define las diferentes intensidades de los desacuerdos y confrontaciones diarias. Encontrando nubosidad, rayos y lluvia en situaciones de irritabilidad, gritos y llantos. Cuando se habla de terremotos, se nombra la acumulación de presión sobre las placas tectónicas de la tierra. Estas, a pesar de realizar un continuo movimiento adaptativo, a veces no logran encajar perfectamente y liberan la presión acumulada en forma de seísmo. En ocasiones, los conflictos relacionales de desarrollan del mismo modo, ya que las partes intentan amoldarse a las situaciones de manera rápida o despreocupada, generando tensiones o "presión" que posteriormente impacta en la relación de manera integral. Por último, los relámpagos son percibidos como resplandores causados por una diferencia de temperaturas, pero que no llegan a la corteza terrestre. Esto podría ser visto como lo que comúnmente llamamos "red flags", es decir, situaciones que a pesar de no conllevar un conflicto directamente, se consideran que necesitan atención urgente, ya que pueden generar consecuencias de mayor gravedad o profundidad a largo plazo.
Por tanto, nos centramos nuevamente en realizar una correcta radiografía de la situación teniendo en cuenta sus diferentes elementos para posteriormente saber cómo actuar o trabajar sobre estos.
Ana Cailang Villalba Quesada

María Villa-Zevallos Luque dijo...

Los desastres naturales tales como erupciones volcánicas, lluvias torrenciales o terremotos, se asemejan hasta cierto punto a los conflictos humanos sobre los que trabajan los mediadores; pues, es frecuente que las personas no acudan en busca de ayuda profesional o asesoramiento hasta que la situación es insostenible por si misma.

Si bien es cierto que existen casos concretos que según la ley no pueden ser mediados, como por ejemplo casos de violencia o casos en los que una de las partes implicadas sea un familiar, y eso pueda llevar a ser parcial; casi cualquier caso puede mediarse, con el fin de reducir los daños provocados por el conflicto, tanto para las personas implicadas directamente en el mismo, como para "los personajes secundarios", por así decirlo (hijos que se ven obligados a posicionarse en un divorcio, o amigos que se ven obligados a posicionarse cuando dos amigos cortan su relación de pareja, por ejemplo).

Lo mismo sucede con las catástrofes naturales, a pesar de que no puedan impedirse en muchos casos, si que se pueden tomar medidas preventivas para evitar que los daños provocados por las mismas sean mayores, como por ejemplo, añadir muros de hormigón en los edificios de aquellas zonas que por su localización geográfica son más sensibles a los terremotos, con el objetivo de prevenir daños mayores.

Paula Gavilán López dijo...

El símil entre un desastre natural, como es la erupción volcánica, y los conflictos interpersonales me parece completamente acertada.
En numerosas ocasiones, se tejen en las intimidades del volcán pequeños movimientos que van anticipando la salida de la lava. Esto es fácilmente extrapolable a las relaciones humanas, sobre todo cuanto más íntimas son estas, puesto que se crea una cámara como la del mismo volcán. Es decir, se forma un hogar, una familia, un negocio, etc. En estas situaciones la cercanía humana provoca que salten chispas, las cuales van encendiendo el movimiento del volcán. Cuando estas interacciones encuentran el conducto de una mala racha, acaba formando la salida brutal del problema que arrasa con todo lo que encuentra en su camino.
Frente a esta situación, se me ocurren a voz de pronto dos opciones:
En un primer lugar, mantener a las personas partícipes de las interacciones pendientes de los pequeños movimientos que se da en el volcán. Anticipándose a la descontrolada salida de problemas que se da en muchísimas ocasiones por pequeñas gotas que colman el vaso.
Por otra parte, encontramos la figura del mediador como un bombero que pretender salvar la mayor parte de las vidas que se presentan ya tras la erupción del volcán.
La elección entre estas dos opciones se viene a dar por la personalidad y la capacidad de respuesta de los individuos frente a los sutiles movimientos que anticipan los desastres naturales.

Pilar Garcia Gomez-Luengo dijo...

Una vez leído el artículo reflexiono sobre las emociones que generan los conflictos. En muchas ocasiones pueden resultar un obstáculo para facilitar su resolución. Los terremotos, la lava, erupciones, tormentas... son fenómenos resultantes de que algo no marcha como debe.

Yo lo llevo a mi terreno. En mi caso podría ser una explosión de ira. Hay una interacción entre lo que pensamos, las emociones que tenemos y acciones que realizamos. Es importante conocer nuestro funcionamiento emocional para tener en cuenta las emociones que nos afectan, de qué manera lo hacen, y cómo reaccionamos ante ellas. Las emociones son esenciales porque predisponen a la acción. Cada emoción despliega un abanico de posibles respuestas.
Personalmente tiendo a explotar como un volcán cuando me encuentro con hechos que me frustran. Sabiendo que esta no es la respuesta más acertada antes de echar lava, lo mejor es reflexionar, ordenar mis sentimientos y dirigir mi acción hacia un camino positivo.

Pilar García Gómez-Luengo

Blanca Vázquez de la Torre Orta dijo...

La sensación de incertidumbre, a la vez que un poco de temor y emoción, que tuvieron los protagonistas del Viaje al centro de la tierra, es lo mismo que puede llegar a sentir un mediador cuando le llega un nuevo caso con el que trabajar, por ello es muy importante una buena preparación y profesionalidad para poder controlar aquellos fenómenos atmosféricos que se puedan dar durante la consulta, es necesario controlarlos, por que si no nunca se llegará a la solución ni habrá entendimiento por las partes.
En mi punto de vista, creo que es inevitable que durante un conflicto te encuentres con alguna tormenta o con un volcán con lava, ya sea provocado por ti o por la otra persona, porque el ser humano tiende a querer llevar siempre la razón para no perder su orgullo y ganar en la discusión, nadie quiere dar su brazo a torcer, no ven más allá, por eso en la mayoría de casos se ve necesario acudir a un profesional para que les abra la mente y sofoque la tempestad que se está dando entre las partes, e intentar evitar que alcance a terceras partes.

Fátima Álvarez dijo...


Maravillosa analogía, “Viaje al Centro de la Tierra” en la mediación y en nuestra cotidianidad. El trasfondo de un conflicto es aquello que, como mediadores, previamente debemos examinar con cautela a través de una “radiografía”. En esta evaluación al conflicto, podemos observar diferentes elementos meteorológicos que nos facilitan el desenlace de la mediación, a estos se les podría considerar predicadores de la mediación.

Las personas necesitamos una retroalimentación a nuestras ideas y sentimientos, sentirnos escuchadas y entendidas, por lo que ante actitudes hostiles es imposible que la persona pueda exponer sus ideas con claridad siendo probable que aparezcan connotaciones de ira y enfado ademas de discusiones fuera de lugar, es decir, se podría decir que la persona entra en erupción rompiendo la comunicación entre las partes.

Como conclusión y en referencia al anterior post, para que se dé una buena relación el conflicto necesita de la comunicación bidireccional entre las partes, por lo que la “lava” y otro elementos como las conductas hostiles pueden dificultar el proceso de mediación. Debemos aprender a gestionar nuestras emociones para poder llegar al mejor acuerdo posible y alcanzar la mejor alternativa.

Manuel de Luque Íñigo dijo...

Me ha parecido realmente interesante la interpretación que se realiza de los fenómenos naturales, así como la forma en la que esta es aplicable a los obstáculos que pueden aparecer durante la mediación de un conflicto.

En mi caso, he imaginado ese "viaje al centro de la tierra", no tanto como un proceso de investigación o análisis dirigido hacia el núcleo de un problema surgido entre dos partes, sino como una aproximación a lo más profundo de la personalidad de una persona.

Como bien sabemos, nuestro autoconcepto tiene mucho que ver con las ideas que diariamente generamos sobre nosotros mismos, pudiendo ser positivas o negativas. Dicho esto, la lava que brota desde el interior de la tierra me recuerda a los estados emocionales más negativos que experimentamos, impulsados por ciertas ideas y que, en ocasiones, pueden hacer que perdamos el control y protagonicemos conductas comparables a tormentas, cargadas de toxicidad.

Hagamos pues más introspección, conozcámonos primero a nosotros mismos e identifiquemos esas ideas tan crueles que caracterizan el "autoboicot" y que pueden ocasionar erupciones de odio que hacen que entremos en conflicto con nuestro entorno y, por ende, con las personas que lo conforman.

Este proceso de autoconocimiento, con cierta seguridad, favorecerá nuestros niveles de empatía y, por tanto, optimizará nuestro entendimiento de las personas como mediadores de conflictos.

Tania María Pérez Serrato dijo...

En primer lugar, cabe destacar la fantástica metáfora que se ha hecho entre la mediación y los fenómenos naturales que a día de hoy tenemos tan presente. Con este símil, siento que tenemos un gran poder al conocer como radiografiar un conflicto, para tratar que los volcanes no consigan erupcionar, si es que no lo han hecho ya. Esta lectura me ha hecho reflexionar no solo sobre lo difícil que resulta controlar los conflictos entre dos personas, sino controlar nuestro propio volcán cuando somos nosotros los principales personajes del mismo. Por tanto, los conocimientos que me aporta la asignatura me hacen crecer tanto a nivel profesional como personal, de forma que las herramientas recibidas me ayudan a tener un mayor control sobre mi comportamiento.

Carmen Núñez Moyano dijo...

Este símil me ha hecho reflexionar sobre lo importante que es la mediación, ya que esta busca la solución a un conflicto que poco a poco se ha ido formando entre dos o más partes.
Actualmente, una erupción volcánica en La Palma ha dejado a muchísimas familias sin hogar, y muchas personas se preguntan si los expertos no han podido prever que este fenómeno ocurriese.
Y es que la erupción volcánica, como se ha hablado en el texto, para que ocurra, necesita muchísimo tiempo de formación, al igual que un conflicto, el cual no surge de la nada, sino que poco a poco, el problema va quemando a ambas partes, hasta estallar.
Es en ese momento cuando intervienen los mediadores. Sin embargo, si ambas partes prevén lo que puede suceder, pueden acudir a mediación mucho antes, y no provocar una "erupción volcánica" como tal.

Unknown dijo...

El artículo narra una perfecta similitud entre el mundo de la mediación y los fenómenos naturales haciendo referencia en todo momento a la gran novela “Viaje al centro de la Tierra”. Se nos propone reflexionar sobre si en algún momento en nuestro viaje al centro de la Tierra nos hemos encontrado con algunos de estos fenómenos, y la respuesta es sí.
En numerosas ocasiones se producen discusiones o “tormentas” como se señala en el texto que originan en malentendidos con nuestros familiares o amigos. Dependiendo de la intensidad que se genere serán más o menos difíciles de solucionar. Por ejemplo, si de estas discusiones surgen “lavas volcánicas” como son los insultos, las faltas de respeto, ofensas, humillaciones etc. Esa “tormenta” se convierte en insostenible y por tanto difícil de mediar y solucionar.

Sara Madueño Ortiz dijo...

Esta analogía entre la mediación y un viaje a lo que podría ser el centro de la Tierra me ha hecho ver lo interesante que puede llegar a ser el símil entre la propia naturaleza y la naturaleza humana, puesto que como ud. mismo escribe, aquello que vemos a diario en nuestros conflictos y en nuestra manera de relacionarnos con los demás podría semejarse a fenómenos atmosféricos naturales como los rayos, los terremotos o las erupciones volcánicas.

Así pues, en todos estos fenómenos, su lado negativo resulta necesario para abrir nuevas puertas y brindar oportunidades e incluso soluciones. Aunque no nos resulten muy agradables es inevitable. Las erupciones volcánicas, por ejemplo, siempre seguirán ocurriendo, pues es obvio que toda la lava tiene que ser expulsada, igual que ocurre cuando chocamos con otras personas y “entramos en erupción”, con rayos, terremotos y lava incluidos.

Me parece muy necesario el autocontrol emocional propio y de terceros para evitar estos fenómenos en nuestra vida cotidiana, así como la mediación.

Mª Ángeles Ramírez López dijo...

Este artículo me ha parecido muy útil para relacionar asuntos naturales como terremotos o tormentas, a un conflicto entre dos o más personas.
Como se ha mencionado, es importante saber que no todo siempre será fácil y nos encontraremos con erupciones volcánicas. Después de estas erupciones, se solidifica la lava que se ha producido por este conflicto, y es cuando se solucionan los problemas existentes y podemos observar como la situación, tras haberlo hablado, se calma e incluso se soluciona.

Por lo tanto, tras intervenir en estos conflictos, podemos observar como existen diversas maneras de reaccionar ante dichos problemas. Desde lo llamado "tormentas" que se podría definir cuando una persona estalla al estar en contradicción con una persona, hasta los "terremotos" que ocurre cuando una persona aguanta cualquier situación que podría sobrepasarle y al llegar un punto, no aguanta más y tiembla con cualquier cosa.

Para terminar, me ha llamado la atención, la forma en la que podemos comprender con más facilidad estos conceptos en la vida cotidiana.

Cristina Rodríguez Blanco dijo...

Una lectura muy interesante, sobre la que me gustaría subrayar la importancia de ese viaje al centro de la Tierra, es decir, de adentrarnos en el conflicto, siempre siendo conscientes de que, como mediadores o aventureros, como refiere el texto, nos vamos a encontrar con una serie de "obstáculos" que dificultan la negociación, y aportarán algo de aventura a nuestro viaje: malas contestaciones, falta de empatía, inflexibilidad, etc. No obstante, el conocimiento de estos fenómenos nos dará más posibilidades de salir airosos de la aventura.
Además, es importante puntualizar el hecho de que estos fenómenos, son tan naturales en el conflicto, como lo son los rayos, tormentas, y volcanes en la propia naturaleza, y por ello en la mediación debemos verlos y afrontarlos con la misma naturalidad.

Paula Vázquez Portillo dijo...

En mi opinión, es bastante interesante la comparación entre los distintos fenómenos meteorológicos y los conflictos que existen en nuestro día a día. Tal y como dice el artículo, viajar al centro de la tierra sería viajar al centro del conflicto y para emprender ese viaje debemos estar preparados para saber qué es aquello que nos vamos a encontrar.

Todos nosotros, a lo largo de nuestra vida hemos tenido ''viajes al centro de la tierra''. Muchas veces, con otras personas, aunque también otras muchas hemos tenido conflictos con nosotros mismos. En un conflicto entre dos partes, las erupciones volcánicas son aquellas que nos impiden avanzar en la solución del conflicto, muchas veces, porque alguna de las partes no está dispuesta a negociar. Por otra parte, la lava, son todos esos pensamientos que han ido haciendo que el problema se vaya haciendo cada vez mayor.

La figura del mediador, me parece fundamental en todo este proceso, ya que la mayoría de las veces, las dos partes cuando están enfrentadas no saben diferenciar todo este tipo de fenómenos que lo que están haciendo es impedir a que lleguen a un mutuo acuerdo. Para ello, existe la mediación, para que ambas partes emprendan ''su viaje al centro de la tierra'' y se den cuenta por ellas mismas (con la ayuda de un mediador) cuales son aquellos fenómenos que hace que no avancen y que no lleguen a un acuerdo en el conflicto.

Marta Pérez Balbuena dijo...

Como bien se comenta en el artículo, cuando ninguna de las partes quiere dar su brazo a torcer, se produce "erupción del volcán" es decir, el problema empieza a ponerse cada vez más agudo y más violento.
Cuando esto se produce, este problema es más difícil de controlar y mediar.
Me ha parecido realmente ingenioso la comparación que se ha hecho de las negociaciones con los volcanes, esto nos hace entender que las negociaciones y los problemas están presenten en todos los contextos de nuestra vida y de la tierra.

Marta Pérez Balbuena


Pilar Insignares dijo...

La comparación en el artículo sobre el viaje al centro de la tierra y el viaje al centro del conflicto me parece muy interesante dado el conocimiento que adquirimos sobre este tema. Como se describe en las discusiones que surgen en nuestra vida diaria, estas erupciones emocionales y emocionales parecen tener consecuencias similares a las de los volcanes pero en una escala diferente.
Lo interesante de las relaciones personales es que creo que es la relación que precede a estos "choques". Podemos intentar escuchar a los demás con más empatía para intentar evitar posibles consecuencias negativas en el futuro y así aprender diferentes perspectivas que en el futuro pueden ser de gran ayuda y beneficiosos para nosotros, como ha sucedido en fenómenos anteriores. Nos ha comentado y guiado a largo plazo para un desarrollo personal satisfactorio.

Pilar Insignares Rodríguez

Elena Cano Ríos dijo...

La comparación que se realiza respecto a la mediación y los fenómenos naturales es bastante interesante para entender algunas circunstancias que se dan durante el desarrollo de esta.
Pienso que, durante cualquier proceso, en este caso de mediación, vamos a encontrarnos con ciertos obstáculos en el camino que nos dificultarán nuestro trabajo. Las “erupciones volcánicas” van a ser ese momento en el que choquen las partes opuestas que intervienen en la mediación que será creado por el conflicto, cuando llegue ese momento será aún más importante nuestro trabajo como mediadores.
Por otro lado, hay que destacar que indagar el por qué de esas “erupciones” también pueden servir de ayuda para conocer la raíz del problema y ayudar de manera más eficiente a llegar a ciertos acuerdos. En definitiva, las erupciones volcánicas van a surgir en cualquier momento de nuestra vida tanto personal como profesional, y es importante intentar actuar para prevenirlas y sino fuese posible como es muchas circunstancias, ser capaces de entender como se ha llegado a esa situación y entender la raíz del problema.

Alba Molleja Ocaña dijo...

Para empezar, la metáfora de este texto comparando fenómenos naturales con los pasos que suceden dentro de un conflicto me ha parecido fantástica y muy acertada, ya que las personas tenemos reacciones muy similares y que se pueden asemejar con este tipo de sucesos.

Es cierto que, como mediadores, y algunos como futuros psicólogos, vamos a tener que equiparnos de estrategias para viajar al centro de las demandas de nuestros clientes. Una vez ahí, tendremos que profundizar para buscar todo aquello que les preocupe o les genere malestar, y entre las posibilidades de lo que encontremos podríamos hallar diferentes problemas o conflictos.

Por ejemplo, en los juicios por la custodia de los hijos a veces se llegan a sobrepasar límites muy extremos y existe la tendencia de, por ambas partes, estallar como lo haría un volcán ya que ninguno quiere ceder ante el otro; se dice y se hace todo lo posible por dejar mal al otro progenitor, acabando con toda posibilidad de acuerdo y conciliación, como lo haría la lava.

Es por ello que, una vez que nos topamos con esta clase de conflictos, tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano por favorecer una negociación entre las partes y prevenir al máximo todos los daños posibles, para así no permitir que una tormenta pasajera se convierta en un tornado que arrase con todo.

Alba Molleja Ocaña.

Ana Hernández Sanz dijo...

Personalmente, no he leído nunca la novela de Julio Verne "Viaje al centro de la Tierra" en primera persona. Sin embargo, es tan sumamente famosa que raro sería encontrar a una persona que no tenga una idea sobre ella o no pudiera describirla, aunque sólo sea, brevemente.
Tras la creativa analogía empleada entre los elementos que podemos encontrar en el interior de la Tierra y los aspectos incandescentes de la mediación, dicha novela se vuelve a mi parecer más atractiva si su lectura se realiza teniendo en cuenta la presente comparación. Además, la metáfora empleada en este post también puede relacionarse con las sustancias «tóxicas» de las que se hablaban en la anterior publicación (sustancias que podemos encontrarnos en nuestro futuro recorrido profesional y que pueden dificultar nuestra labor como mediadores de conflictos).
Finalmente y en referencia a los casos en los que he encontrado tormentas, volcanes o rayos en mi viaje personal al centro de la Tierra, he de decir que han sido muchos los conflictos de los que he formado parte y en los cuales han tenido lugar «erupciones volcánicas», «lava, «truenos y rayos», «terremotos» o «relámpagos» las cuales no he sabido identificar hasta el momento, posiblemente, por el desconocimiento sobre el mundo de los conflictos y la vivencia en primera persona junto con la pérdida de objetividad. Por ello, se hace importante la intervención de algún profesional en mediación que nos ayude a determinar los elementos estallan durante la comunicación y, por ende, la dificultan.

Manuel Cabezas dijo...

Tras la lectura de este artículo, me ha parecido muy interesante la semejanza existente entre el proceso de mediación de un conflicto y el viaje al centro de la Tierra, ya que implica adentrarnos en el problema, pudiendo llegar a encontrarnos cosas que no nos esperábamos en un principio.

Por otro lado, el aspecto de que la lava se solidifica me ha llamado mucho la atención, ya que es cierto que si no tratamos la mediación de una manera adecuada, empatizando con ambas partes y adentrándonos en el problema se puede llegar a complicar el proceso empeorando la relación entre ambas partes del conflicto.

En resumen, me ha gustado mucho este artículo y me he dado cuenta de la importancia de ser cuidadoso en el proceso de mediación para que no se produzca ninguna "erupción volcánica" que lo pueda empeorar.

sara dijo...

En primer lugar, me gustaría destacar lo interesante que me ha parecido la comparación simbólica entre los fenómenos de la naturaleza y la mediación. Como se indica en el artículo la naturaleza tienen un símil con el conflicto, ya que al principio del problema a tratar cada una de las partes se mantiene en su posición y no están dispuestas a salir de su propia perspectiva, llevando en este caso a exteriorizar faltas de respeto, amenazas, insultos simbólicos a las erupciones volcánicas de las cuales habla el texto lo cual dificulta la mediación en este caso.

Haciendo referencia a lo anteriormente expuesto, considero que esta serie de erupciones volcánicas, terremotos, tormentas es algo que las personas llevan intrínseco cuando quieren llegar a una solución, pero la otra parte no está dispuesta a mediar o viceversa. Por ello, como futura psicóloga recalco la importancia del autocontrol tanto del propio mediador para poder lidiar con las difíciles situaciones que se les presente como el más importante en este caso que es el de las partes implicadas.

Sara Díaz Cuello

Mercedes Sánchez Cumplido dijo...

En primer lugar, he de mencionar que esta comparación entre conflicto y la novela "Viaje al centro de la tierra" me ha parecido fascinante y muy completa, ya que gracias a ello se han podido comprender a la perfección lo más relevante del conflicto, a través de una comparación que va a ser difícil de olvidar y que siempre vamos a recordar.

Es cierto que cuando los mediadores nos enfrentamos a un conflicto no sabemos lo que nos vamos a encontrar, no sabemos el por qué de su origen, ni su gravedad. Pero eso resulta fascinante, ya que lo desconocido lo es. Los conflictos suceden diariamente, y gracias a esta lectura hemos obtenido un gran conocimiento sobre ellos.

Gracias a la mediación, vamos a conseguir viajar al centro del conflicto. Nos encontramos erupciones, como faltas de respeto e insultos, donde las partes no están dispuestas a salir de su posición inicial; lava, la cual puede eliminar la vida por allí por donde pasa, haciendo referencia a aquello que nuestros mediados dicen, lo que debemos evitar y actuar rápidamente ya que si se solidifica será imposible mediar; tormentas, las cuales son tratables pero originan enormes malentendidos y frustración.

Cuando las placas chocan, es cuando se origina el conflicto, el conflicto que los mediadores debemos tratar. Este choque es lo que provoca aquello que les impide solucionar el conflicto.

En ocasiones cuando he ejercido el rol de mediadora en un conflicto, entre amigas por ejemplo, ha habido lava, como por ejemplo problemas que tenían entre ellas o cosas que le habían molestado, donde hay que actuar rápidamente para que se solucionen esos temas y conseguir que no se solidifiquen y sean intratables.

Elena Tello Luque dijo...

Para comenzar me gustaría destacar la fantástica comparación que se realiza en este artículo, donde se compara el conflicto con un desastre natural. A partir de este símil, se puede comprender el conflicto de una manera más clara y entender lo peligroso que puede resultar no sólo para uno mismo, sino también para los demás.

Por un lado, me gustaría remarcar una frase que aparece en la lectura que dice “viajar al centro de la tierra, del conflicto, donde no sabemos que nos vamos a encontrar”. Esto es cierto, ya que como mediadores, no podemos predecir qué va a ocurrir, debido a que de un conflicto leve, puede ocurrir que con el tiempo se convierta en algo grave, y al contrario. En este caso, ocurre lo mismo con un desastre natural, ya que como bien estamos percibiendo en el volcán de la Palma, al comienzo se pensaba que era un volcán pequeño, sin embargo, está acabando con toda una isla.

Por otra parte, a pesar de todas las consecuencias negativas que puede provocar un conflicto y un desastre natural, también debemos de observar algunos de los aspectos positivos que estos presentan. En el caso de los desastres naturales, continúo con el ejemplo del volcán de la Palma, dentro de unos años la isla se habrá vuelto más grande. Sin embargo, en el caso de un conflicto, este puede ayudar a cambiar aspectos negativos de personas, situaciones, etc. Aunque es difícil percibir lo positivo, de algo tan destructivo como un desastre natural o un conflicto, debemos de encontrar un punto positivo en estas situaciones.

Para terminar, es importante tener en cuenta que en el momento en el que nos encontremos con un conflicto, en primer lugar debemos reflexionar sobre el problema, pensarlo detenidamente, encauzar por el camino positivo nuestras emociones y sentimientos, y buscar soluciones lo más favorables posible, para ambas partes.

Elena Tello Luque

Beatriz Rojas López dijo...

Con la comparación que se realiza en el artículo anterior, se puede comprender de manera muy clara las partes que constituyen un conflicto. En ocasiones, cuando surge un problema con otra persona, tiende a contemplarse como algo muy complejo y que no tiene solución; aún sin conocer a veces la razón principal que lo está provocando. Por ello, si separamos cada componente y lo analizamos como una erupción volcánica, posiblemente se llegaría a una solución, o por lo menos, un punto de encuentro entre las partes.
El papel del mediador es de gran relevancia para guiar a las personas en ese viaje al centro de la tierra, pasando por choques entre placas, erupciones y tormentas, entre otros.

Por último, me gustaría destacar el símil planteado con la lava. Esta destruye todo a su paso, y como en muchas situaciones que pueden presentarse con nuestros usuarios, cuando se solucione el conflicto, puede que la vida de esa persona cambie radicalmente. En el caso de un divorcio, cuando la lava se solidifique aparecerá una nuevo paisaje totalmente distinto.

Beatriz Rojas López

Blanca Lozano Estefani. dijo...

Gran símil entre la novela “Viaje al Centro de la Tierra” y la gestión de conflictos. El artículo detalla las diferentes similitudes entre los eventos geológicos y las mediaciones de la vida. De este artículo, sobre todo, destaco que es necesario atender a todas las dimensiones de un conflicto ya que, no podemos saber, con certeza, qué existe ni qué es lo que habita en lo más profundo de un conflicto.

Como profesionales, debemos tener en cuenta que existen situaciones o variables externas que pueden incrementar e incluso hacer erupcionar un conflicto. Es de gran importancia saber cuándo puede estallar un conflicto con el fin de controlar que esos “ríos de lava” no salgan a la luz. Esto es debido a que, una vez fuera será mucho más difícil gestionar un conflicto.

La medicación también puede verse interrumpida por las “tormentas” que subyacen a los sujetos implicados. No todo es tan bonito. Pueden ocurrir situaciones que, por lo general, nos desagradan y con las que hay que lidiar. Por ejemplo, las perdidas de amistades, como bien explica en el artículo.

Por otro lado, hay otras situaciones que puede generar “terremotos”, en mi opinión, son más propensos a ocurrir cuando hay engaños o cuando acumulamos ciertas actitudes que no nos gustan, hasta explotar. Una vez que las partes implicadas o una de ellas exploten, el terremoto habrá comenzado. Estos terremotos suelen tener un coste y daño en la vida de las personas y por las que pueden verse afectas terceras personas.

Por último, me gustaría añadir un dato que ha expuesto un compañero, “Fernando Moyano Moreno”, en su comentario. No todas las consecuencias que puede tener un conflicto tienen que ser negativas. Además, creo que en estas circunstancias debemos saber que por muchos problemas que surjan, también surgirán situaciones positivas, como el aprendizaje, crecimiento personal y/o la satisfacción personal de haberlo intentado.

Blanca Lozano Estefani

Jorge Jiménez Romera dijo...

En Viaje al Centro de la Tierra se describen paisajes ocultos, bellos y peligrosos, con muchas situaciones totalmente novedosas para los personajes que descienden al abismo con la intención de explorarlo y descubrir qué se esconde en las profundidades del planeta. En este artículo se realiza una comparación entre los distintos peligros y demostraciones de fuerza que hace la Tierra según la novela, como el magma ardiente y los relámpagos, con las situaciones violentas a las que se puede llegar en la mediación y que hay que controlar para evitar que se cause una destrucción en la negociación, similar a cómo la lava destruye la vida en la superficie al emerger descontroladamente.

Sin embargo, también me gustaría expandir esta comparación: así como los personajes no sólo encontraban horrores subterráneos en las profundidades, sino también maravillas que no sabían que existían ocultas bajo sus pies, en la mediación podemos obtener muy buenos resultados incluso aunque la amenaza de estas posibles situaciones violentas nos intimide, y también a partir de resolver estas situaciones, igual que de la tierra volcánica se obtienen buenos cultivos.

María Espino Gómez dijo...

Tras realizar la lectura del post me gustaría destacar la comparación que se ha realizado entre la novela de Julio Verne y el “viaje” a lo más profundo del conflicto, ya que tal y como se explica a lo largo de la lectura, el proceso de indagación propio del mediador se correspondería con el que realiza el protagonista de la obra para llegar al centro de la tierra.
Y es que ambos procesos comienzan en la parte más externa, la más superficial, en el caso del profesor, para llegar al núcleo de la tierra donde se encuentran aquellas criaturas y sucesos más sorprendentes y nunca vistos, debe atravesar antes numerosas “capas”, al igual que el mediador, que para encontrar una manera de solucionar el conflicto que termine beneficiando a los mediados, debe comenzar a su vez, por las capas exteriores del problema e ir investigando y trabajando poco a poco, para así no pasar por alto ningún detalle que le dificulte el proceso y que le impida encontrar dicha solución. Aún así es muy probable que durante la trayectoria, el mediador encuentre problemas y situaciones que podrían asemejarse a alguno de los fenómenos terrestres citados posteriormente en la lectura, los cuales a simple vista parecerán incontrolables y capaces de infringir daños irreparables, pero que podrán solucionarse mediante el trabajo minucioso y la colaboración entre mediador y mediados.

María Espino Gómez

Carmen Calo Díaz dijo...

No puedo estar más de acuerdo con la analogía entre los fenómenos medioambientales y las personas. No somos todo lo que se ve desde fuera, dentro de nosotros se encuentran todas aquellas situaciones que no conseguimos digerir y solventar que nos crean un nudo y que nos impiden estar a gusto tanto con nosotros mismos como con nuestro entorno. Siempre que tenemos un problema escuchamos la frase “lo mejor es desahogarte”, ahí entra en juego el papel de la mediación. El mediador escuchar a las dos partes, las comprende e intentar buscar una vía de escape para ese conflicto ya que, si cualquier persona va acumulando una serie de problemas en su interior harán que, con el tiempo, y por la mayor tontería de todas, explote y saque toda la lava que acumularía un volcán, arrasando con todo su alrededor como lo haría una tormenta o un terremoto.

Carmen Calo Díaz.

Loli Delgado Cosano dijo...

Un símil que me ha gustado mucho y que hace referencia a la rápida actuación que debe hacer una mediadora en el proceso inicial de un conflicto, es el de "la solidificación de las rocas" impidiendo que ambas partes lleguen a un acuerdo. Si las partes se mantienen en una posición rígida, seguida de erupciones volcánicas, la negociación se resistirá y el acuerdo se verá en riesgo de fracasar. Es por ello, por lo que la mediadora debe estar dotada de buenas habilidades sociales y comunicativas, además de: paciencia, entusiasmo, carisma y mucha creatividad. Para que, de esta manera, pueda ganar eficazmente la confianza de los protagonistas y alcanzar acuerdos que cumplan con las demandas y expectativas de los afectados.

A lo largo de las diversas lecturas que hemos analizado durante estas semanas en este blog, se repite una y otra vez un elemento distintivo y esencial para que se origine una apropiada mediación: la comunicación. Que se establezca una buena comunicación entre ambas partes es la base principal en la que debe sustentarse la negociación. Es la mejor herramienta que podemos ejercitar para llegar a un entendimiento y evitar esas tormentas de las que se habla en el presente escrito y que ocasionan a menudo: confusiones, sentimientos negativos y separan a los protagonistas. Y con ello, provocan que estos terremotos, erupciones y tormentas se mantengan en el tiempo arrasando con todo lo que está a su paso.

Anónimo dijo...


Me ha parecido muy interesante la comparativa del artículo, el viaje al centro de la Tierra, con el viaje al centro de los conflictos que suceden en el día a día, es muy clara esta metáfora formulada. Cada día surgen discusiones y conflictos que se pueden comparar perfectamente con las erupciones volcánicas en cuanto a sentimientos y emociones que florecen. Con este artículo reflexiono sobre las emociones que se van generando cuando surgen los conflictos y que son obstáculos para la resolución de este mismo.

Lo que más me ha gustado de este maravilloso artículo es la comparativa de los fenómenos naturales con los numerosos obstáculos que surgen en la mediación de un conflicto.

Paula Legrán García

LUCIA LUNA MORENO dijo...

Este símil entre los desastres naturales que estamos contemplando en este momento y la mediación que se aplica a un conflicto en mi opinión es muy acertada. Diariamente, y en todos los ámbitos de nuestra vida vemos como surgen conflictos de los que a veces soltamos lava de la boca… (insultos, amenazas, palabras hirientes) la comparación me parece tan acertada porque el daño que hacen los desastres naturales al mundo, lo hace esa lava que se expulsa de la boca a la persona en conflicto. Sin embargo, por suerte existe la mediación y especialistas que pueden intervenir en estos desastrosos conflictos, no siendo por igual lo que ocurre por obra de la naturaleza. Con esto quiero decir que hay que aprovechar la oportunidad que se tiene para mediar y hacer frente a las cosas, para buscar soluciones sin demoras y terminar siendo feliz sin dilaciones.

Marta Osuna Guerrero dijo...


Muchas veces cuando afrontamos un problema nos fijamos en lo más visual, apartando la vista de otras causas que provocan este conflicto. Es por ello, que en el papel del mediador es primordial abarcar todo tipo de causas tanto las que se ven a simple vista, como las que se encuentran más ocultas.

Por otro lado, la mediación trabaja sobre un conflicto, este es muy inestable pudiendo desencadenar diferentes sucesos, discusiones, tensión, agresividad... Por este motivo, el profesional debe actuar con cautela teniendo como única herramienta la pregunta que dirija al receptor. Asimismo, trabajar con personas es muy similar a la una erupción de un volcán, pues el conflicto a resolver puede llevar varios años formándoselas antes de estallar, Además, los sentimientos y actitudes de las personas protagonistas pueden desencadenar la erupción del problema, y a la erosión de sus vidas personales.

Rafael Ortiz Lara dijo...

La analogía que se realiza sobre el conflicto es muy acertada, te ayuda a comprender más cómo funciona el interior del conflicto.

Equiparan los sentimientos y las emociones con las erupciones, por ejemplo, la ira o en mi opinión la lava como el rencor y dolor que deja el haber erupcionado.

Las erupciones a menudo están vistas como una catástrofe inmensa e injusta pero también se debe recalcar que de las erupciones nacen nuevas tierras, solapan el terreno que existía antes creando así uno totalmente nuevo y puro. En mi opinión lo mismo pasa con conflicto, después del desastre llega la calma, cuando ese conflicto termina puede crear nuevas maneras de ver a la otra persona y puede generar una relación nueva y totalmente sana.

Elena González Martín dijo...

Este pequeño post me ha recordado a las trágicas noticias del volcán en erupción de La Palma.
Extrapolándolo a la mediación, deberíamos de concienciar a las personas a acudir más a aquellos profesionales que son expertos en cada tipo de problema/preocupación que nos concierne y por consiguiente, antes de que el "volcán" llegue a expulsar toda aquella lava, gases, ceniza.. que nos hace tanto mal a las personas a la hora de tener un conflicto.

Alba Peláez López dijo...

Realmente me ha parecido una comparativa bastante útil, acertada y práctica para todos los públicos ya que es cierto que a veces es necesario acudir a los estímulos emocionales para llamar la atención del usuario y más aún para que no quede en el olvido.
He entendido la metáfora de dos formas distintas:
La primera: la lava que después se solidifica y forma rocas como la importancia de comenzar tanto una mediación como una terapia a tiempo, porque luego puede volverse más complicado (como en el caso de la formación de nuevas rocas). Si no se hace a tiempo empiezan a salir más ramas o más caminos de lava, siguiendo con la metáfora del volcán llegando a veces incluso a ser incontrolable. En cuanto a una intervención, al tratar por ejemplo una ansiedad, es importante que se tome en cuenta al inicio de los síntomas y no cuando ya sientas que está influyendo en tu vida diaria, incapacitándote a seguirla con normalidad. Lo mismo pasa con una enfermedad física y por lo tanto, con una mediación de un conflicto interpersonal.
Por otro lado, pienso que a veces es necesario que la lava se solidifique, o al menos esperar a que esté un poco más calmada porque 'en caliente' (nunca mejor dicho) es probable que se saquen a relucir emociones o expresiones inadecuadas ya que un volcán en erupción no atiende a la razón, sino arrasa con todo lo que existe.
Sin embargo, al igual que los desastres, las emociones son naturales y además necesarias y hay que darle espacio a cada una porque después del desastre llegará la calma.
Dicho esto, me surge la inquietud de saber ¿Cuándo es el momento exacto/ más efectivo para empezar a mediar?

Joaquín de la Vega dijo...

¿Te gustó querido lector?, pues ahora ayúdame dejando un comentario de en qué casos, en tu viaje al centro de la tierra, te encontraste con una tormenta, un volcán con lava o un rayo.

En el día a día es normal que las personas se encuentren con situaciones de conflicto permanente, en el ámbito laboral, personal, familiar… Así, el ser humano se encuentra en una continua lucha por sobrevivir a esas erupciones volcánicas, terremotos y tormentas descritas en este artículo.
Obviamente en “ mi viaje al centro de la tierra” no soy distinto a los demás y cada día me enfrento a esas “tormentas”. Aunque en general mi vida no ha sido un volcán, siempre están aquellas ocasiones en las que me encuentro inseguro, frustrado y triste. Recientemente tras un duro año académico condicionado permanentemente por la situación del COVID, llegó el momento de retomar el contacto con mis amigos/amigas. Justo en ese momento di positivo en COVID, contagiando a mis padres a los pocos días. Eso me hizo sentir muy responsable por haber creado esa situación tan complicada consecuencia de mi falta de responsabilidad. Afortunadamente, lejos de encontrar reproches por parte de mis padres, encontré una absoluta comprensión en relación a la situación creada y a las consecuencias de la misma, que finalmente se solucionó satisfactoriamente para todos ya que pasamos la enfermedad sin mayores problemas, sobrepasando aquella tormenta personal que me carcomía al sentirme responsable de la situación creada.

Alfonso Ortega Berral dijo...

Como en todo trayecto, la solución de un conflicto personal, pasa por esos volcanes, terremotos, tormentas y relámpagos. La cuestión en la mediación no es solo pasar, sino observar, analizar y sacar conclusiones de los mismos.

Para saber como abordarlos considero importante la labor del mediador en la búsqueda del germen del conflicto. Es complicado resolver o intentar dar una solución a cualquier situación o conflicto sin previamente conocer mínimamente el origen y, por supuesto, la situación previa al conflicto. No podemos confundirnos con restablecer las situación inicial. En una gran parte de los conflictos, debido a los daños sufridos, ya sean morales o patrimoniales, que dan origen al problema o que se ocasionan durante la mediación (que no por el mediador), es imposible restablecer la situación previa a dicho conflicto. Es por esto último, por lo que se debe trabajar con suma cautela durante la mediación, para procurar que dichos volcanes, terremotos, etc. no devasten completamente la relación.

Cuánta importancia tiene la creatividad en el mundo del profesional del derecho, y más concretamente en el mediador. Asombrado por la originalidad de sus analogías, ¿Qué figura podría darse al mediador ante estos fenómenos geográficos?

Carmen Cosano Navas dijo...

Me parece realmente buena la comparación de los conflictos con la novela, ya que creo que no podría describirse mejor. Siempre oímos la frase “cada persona es un mundo”, pero realmente no somos conscientes de cuánta veracidad hay en esa frase. Cada persona es un planeta único y diferente de los demás y adentrarnos en cada planeta supone una verdadera aventura, y como futuros psicólogos, estamos dispuestos a embarcarnos en ese viaje al centro de ese planeta. En la mediación nos encontraremos con todos esos fenómenos naturales que se comentan en el artículo, y de nosotros depende reaccionar a ellos y saber sacar el lado positivo a esas erupciones volcánicas, terremotos, y darles un nuevo rumbo y sentido a la relación que surja tras ellos. Al igual que la novela, la mediación y la psicología son un fantástico viaje a lo desconocido.

Carmen Cosano Navas

Carmen Fernández Dorado dijo...

Me parece muy interesante la comparativa que se realiza en el artículo sobre el viaje al centro de la tierra y el viaje al centro del conflicto en la mediación, ligado al conocimiento que hemos adquirido del tema visto en clase. El artículo describe cómo en las discusiones que surgen en nuestro día a día, se puede observar el símil con estas "erupciones" emocionales pero con escala diferente.
Estas erupciones volcánicas, son el “choque” que se produce en un conflicto entre las partes opuestas. Por otro lado, es interesante saber que gracias a esas erupciones podemos saber cual es la raíz del problema y profundizar más en él.
Como conclusión, tenemos que tener en cuenta que estas !erupciones! van a surgir en cualquier momento y tenemos que estar preparados para saber interpretarlas, prevenirlas y entenderlas de la mejor forma posible

Carmen Fernández Dorado

Carlota Pereira Parra dijo...

Podríamos igualmente hablar de una tempestad cuando nos adentramos en un proceso de mediación. Puede que sólo parezcan una nubes amenazantes en el horizonte, o que cuando nos veamos inmersos en ella, ya ha haya desatado toda su furia. ¿Quiénes serán los pobres barcos de pescadores que quedan a su merced? Y lo más importante, cómo acabarán tras la tempestad… ¿Hundidos en el fondo del mar, o varados, aunque vivos en una playa desierta?. En cualquier caso, cuando esos pescadores lleguen a nuestras sesiones, serán como una cáscara de nuez a merced de las olas, incapaces de fijar rumbo alguno, y desorientados ante la furia del mar. Qué maravilla si podemos convertirnos en un pequeño faro, que aunque de forma intermitente, su visión les permita “no perder el norte”, y darse cuenta que hay tierra firme al final de la travesía. Todo ello, además, con una idea clara, al final, cuando todos salgamos de la tempestad no seremos las mismas personas que entraron en ella. La pregunta es ¿tampoco nosotros, los mediadores, seremos los mismos?.

Blanca Hispán Cerrada dijo...

Tras leer este post, ha venido a mi mente un símil al método de trabajo: cuando nos encontramos ante un conflicto, no hay un guión prefijado, no hay una regla matemática que te diga que 2 más 2 van a sumar 4; como en la consulta de un psicólogo, toda persona que llega tiene un problema diferente, y la terapia, o la solución, en términos de mediación, será única para esa persona que tenemos delante. De hecho es curioso, y gracias a esto podemos llegar a entender la complejidad del ser humano, pues dos personas viven y afrontan un problema de manera totalmente diferente, lo que hace la mediación, igual que el tratamiento psicológico, toda una aventura para el requerido (psicólogo o mediador).

Igual que no hay dos conflictos iguales, no hay dos personas iguales que piensen del mismo modo, y precisamente de ahí radica el conflicto. Tanta diversidad trae consigo, como dice el post, que nos encontremos con partes con las que sean fáciles de mediar y otras con las que las erupciones sean un continuo que controlar.

Más que ver esto como una represión a lo que inminentemente va a surgir tras el comienzo de la mediación, yo lo veo como una manera de expresar de manera canalizada todo aquello que las partes tengan y quieran decir, al final se trata de que ninguna de las partes se imponga sobre la otra, sino que sea una oportunidad para que “los truenos, los rayos y los terremotos” aparezcan, se canalicen y la mediación pueda continuar su cauce; pues yo considero que para llegar a una solución, la explosión de ideas y sentimientos, es necesaria.

Blanca Hispán Cerrada.

Unknown dijo...

El símil del viaje al centro de la tierra con los diversos comportamientos que pueden desarrollarse en una mediación me parece impresionante. Son aspectos que habitualmente todo mediador se encontrará al desempeñar su trabajo, o incluso aspectos de la vida que vivimos a diario en cada uno de los conflictos que pueden surgir.
Enfocándolo desde mi punto de vista, al igual que las catástrofes naturales debemos ser capaces de prevenir el daño que pueden causar, anteponiendo y reforzando a su vez los puntos débiles. Antes de intentar anteponernos a un conflicto debemos conocer nuestras erupciones, colisiones y terremotos, ya que debemos comprender nuestras emociones y ser consciente de como actúan ante una catástrofe.
Gracias al autoconocimientos de nuestras emociones aprenderemos a no expulsar lava y a no erupcionar.
María Muñoz Gómez

Alberto Herrerias Moreno dijo...

La comparación que nos encontramos en dicho articulo el viaje al centro de la tierra con el viaje al centro del conflicto, donde la mediación es el protagonista, tiene una gran relación con todas las técnicas que estamos desarrollando a los largo de nuestra asignatura.
Este artículo lo podemos extrapolar a nuestro día a día, debido que en nuestro día aparecen numerosas situaciones de conflictos, donde entran en juego todas esas erupciones, tormentas, etc, que tenemos que sobrepasar aplicando el arte de hablar, para intentar llegar a la solución necesaria.

Lucía López Gallego dijo...

En primer lugar, considero muy interesante y original la comparación de los conflictos interpersonales con los fenómenos meteorológicos presentados, como un problema o conflicto pequeño puede llegar a erosionar como un volcán haciendo que este tenga daños irreparables entre las personas afectadas y arrasando o provocando daños a su paso en segundas personas ajenas al conflicto, como pueden ser los hijos en el caso de una separación.
Por otro lado, es interesante que al igual que el trueno nos avisa o nos pone en alerta, ciertos comentarios u opiniones nos avisan como mediadores de lo que puede llegar a venir o donde puede derivar el conflicto en el que estemos mediando, dejándonos así cierta ventaja para actuar y prevenir daños mayores, por lo que es imprescindible estar atentos a todos los aspectos, comentarios y opiniones de nuestros usuarios.
Lucía López Gallego

Unknown dijo...

¿En qué casos, en tu viaje al centro de la tierra, te encontraste con una tormenta o un volcán?
En primer lugar, me fascina el símil de este artículo sobre el conflicto con los elementos metereologicos o estructuras geológicas. Comparto la analogía de que un conflicto es muy parecido a un volcán, en el sentido de que cuando una pelea o conflicto explota, muchas veces se dicen cosas como insultos o amenazas que destruyen tanto a personas como a sus relaciones.
Un ejemplo de esto podría ser una pelea con mi hermana. Surge la chispa del conflicto por una mala interpretación vía WhatsApp de que ella quería ponerse una camiseta mía. Al malinterpretsr la situación comienza el volcán y la lava, los insultos iban destrozando poco a poco la relación.
Un buen mediador sería el que evita la lava y se centra en la chispa del conflicto para conseguir una positiva mediación.

Lucía Garcia Jurado

Lucía Díaz Amor dijo...

Después de la lectura de este post, he de destacar la curiosa simbología entre los fenómenos naturales y los conflictos. Por una parte, considero que es una buena comparación pues los conflictos se dan de manera natural y constante a lo largo de la vida y en todo el mundo; incluso, en ciertos lugares o culturas son más propensos unos fenómenos naturales que otros al igual que unos conflictos son más comunes que otros. Sin embargo, no coincido en su similitud si nos centramos en que los desastres naturales no pueden frenarse y acaban en catástrofes y los conflictos están en nuestra mano y la del mediador poder poner solución y ayudar a que desemboquen en el menor daño posible. Aunque como dice el post, si lo dejamos pasar sin mediar, el conflicto puede tener un impacto a corto o largo plazo si las partes no cooperan de manera flexible, abierta y saliendo de su posición. Por lo tanto, el papel del mediador en su simbología de aventurero buscando el centro del conflicto sin saber que encontrará, es el más acertado.
Lucía Díaz Amor

Marina Cano Alcalde dijo...

Yo diría que me he visto envuelta en un terremoto importante, pero como decía alguien en su comentario en todas. Me veo reflejada en el símil del terremoto por ser causado por una acumulación continuada, que crea una enorme desconfianza en uno mismo a base de decepciones diarias a las que no se le da mucha importancia para poder seguir los días con buena actitud y tratar de estar bien, pero a la larga comienza a pesar hasta que de pronto por la cosa mas absurda todo se rompe, todo se destruye y aún así puedo decir que con esfuerzo, sudor y muchas lágrimas se puede levantar la ciudad de nuevo y arreglar las grietas, aunque por supuesto las marcas están ahí y eso por mucho tiempo que pase no se arregla, simplemente se aprende a vivir con ello y forma parte de tu ser, es un símil muy muy duro, pero muy bonito, salga bien o salga mal siempre está la oportunidad de continuar por un lado u otro, hay mil formas de salir adelante y la mediación y el hecho de hablar, empatizar, entenderse y poner de tu parte es la clave de la vida.

Antonio Felipe Priego Fernández dijo...

Yo diría que los terremotos más intensos son los de uno mismo, pero cuando realmente se vuelven peligrosos es cuando nuestra placa tectónica choca con otra, es decir, encontramos una serie de intereses contrapuestos.
Cuando la lava llega al mar, se produce una nube de gases que lo oculta todo desde kilómetros, se produce una "catarsis", en la que la lava le gana terreno al mar, previamente pagando el peaje de arrasar toda vida a su paso.
Podríamos decir que esta lava que todo lo arrasa pueden ser las posturas iniciales de los mediados o las percepciones sobre el adversario sentado al otro lado de la mesa, pero a diferencia de los desastres naturales que son imparables e implacables, los humanos poseemos una capacidad de control y raciocinio, podemos resultar hasta ciertamente predecibles.

El papel del mediador, esta en ser de puente que una lazos, pero también de cortafuegos que eviten la retroalimentación del incendio, en mostrar que hay vida más allá de las posturas iniciales, y que de nada sirven las ganas de arrasar todo a su paso, porque aunque la lava le pueda ganar terreno al mar, cuando llega allí, su calor abrasador muere al tocar el agua.

Ejemplos de conflicto contemporáneos plagados de rayos, truenos y otros desastres naturales podrían ser los que acaparan el foco mediático de las redes sociales, especialmente twitter, donde el papel del ego y quedar por encima del otro ocasiona una tormenta digna del arca de Noé, sobretodo cuando acapara la escena política.

Antonio Felipe Priego Fernández.

Irene Navarro Navajas dijo...

Como bien comienza el post, haciendo una gran comparación entre "Viaje al centro de la Tierra" ya que veo que es una buena metáfora como inicio de partida en la que compara la novela con lo que nos podemos encontrar a la hora de hacer una radiografía del conflicto y observar las erupciones volcánicas es decir lo que entendemos como aquellas faltas de respeto, malas palabras, frases mal interpretada que hacen avivar el conflicto y hacer más complicado llegar a un acuerdo entre ambas partes.
En mi opinión y respecto a este artículo o más bien analizando los post vistos anteriormente me parece indispensable analizar en papel que tiene el mediador como "extintor" de todo aquello que perjudica llegar a un acuerdo entre ambas partes.
Dejando esto aparte, me parece un símil muy inteligente las partes del conflicto con estos fenómenos naturales y haciendo un ejemplo sobre esto referido a mi vida podría asemejarlo con el concepto "erupciones volcánicas" cuando hay una pelea con mi madre ya que que tenemos malas palabras y ciertos encontronazos por teléfono que hace que la lava vaya con más fuerza y dificulte una conversación más pacífica.

Irene Navarro Navajas

Isabel Luna Torres dijo...

La lectura de este artículo me ha parecido muy interesante ya que el explicar conceptos del conflicto a través de dicha analogía es muy práctico. Los fenómenos meteorológicos y nuestras emociones presentan cierta semejanza en todas sus formas. Esto es una de las causas que puede provocar que interpretemos el conflicto de una manera u otra y por consecuente comportarnos en base a ello. Para regular y evitar que estalle el volcán (emociones negativas, expresiones desafiantes, malas caras...) hay que hacer uso de la mediación, en el que el mediador debe escuchar a ambas partes para encontrar la solución más adecuada.
De esta manera se evitará que la lava se solidifique, convirtiéndose en roca (provocando así, que no se pueda solucionar el conflicto).
Isabel Luna Torres

Isabel Luna Torres dijo...

La lectura de este artículo me ha parecido muy interesante ya que el explicar conceptos del conflicto a través de dicha analogía es muy práctico. Los fenómenos meteorológicos y nuestras emociones presentan cierta semejanza en todas sus formas. Esto es una de las causas que puede provocar que interpretemos el conflicto de una manera u otra y por consecuente comportarnos en base a ello. Para regular y evitar que estalle el volcán (emociones negativas, expresiones desafiantes, malas caras...) hay que hacer uso de la mediación, en el que el mediador debe escuchar a ambas partes para encontrar la solución más adecuada.
De esta manera se evitará que la lava se solidifique, convirtiéndose en roca (provocando así, que no se pueda solucionar el conflicto).
Isabel Luna Torres

Carlota Aguirre Rodríguez de Hinojosa dijo...

Me parece un acierto, la similitud empleada entre las erupciones volcánicas y los conflictos. Considero que es totalmente cierto que en el viaje al centro de la tierra nunca sabes lo que te vas a poder encontrar. En el caso de la mediación, como bien dice el artículo, sería indagar en el conflicto, ver realmente qué es lo que ha sucedido, para poder comenzar a trabajar, a reconstruir todo lo “arrasado por el volcán”.

Como bien ocurre con los volcanes, los gases que estos expulsan, la lava, las rocas de fuego que luego se enfrían… son elementos que en un primer momento no se pueden tocar, ya que te pueden provocar una catástrofe, pero que, con el paso del tiempo, una vez enfriado es mejor recogerlo y que desaparezca, y eso mismo sucede con los conflictos. En las mediaciones, no es bueno hablar desde el odio, el enfado, el rencor… ya que eso no va a derivar en ningún punto positivo para las partes, pero una vez pasado ese momento de rabia o enfado, se puede comenzar a reconstruir desde las cenizas que nos quedan de las batallas anteriores, y eso es lo realmente importante, ahí es cuando se viaja al centro del conflicto, y desde ese momento es cuando como mediador, vas a comenzar a trabajar con perspectiva del conflicto.

Unknown dijo...

Me ha encantado la relación entre la novela, el fenómeno meteorológico de un volcán y la relación con la mediación.
Es cierto que cuando se llega al proceso de mediación es por la existencia de una conflicto entre personas o instituciones, las cuales han ido soltando "magma" y se han solidificado como rocas dejando su opinión firme ante el conflicto, de este modo se hace más complicado el proceso de mediación.
Es cierto que ahora en España estamos sufriendo un proceso de devastación ante el volcán de Las Palmas, arrasando con todo lo que encuentra a su paso y destrozando viviendas con todos los recuerdos que se quedan atrapados dentro. Igual ocurre con los conflictos cuando se hacen complicados, arrasan con la parte más humana y nos centramos en el bienestar propio y nos volvemos firmes como rocas.

María Galisteo Pérez.

Rocío Benítez Rodríguez dijo...

En esta lectura vemos como nos compara los conflictos que podemos ver en una mediación con fenómenos naturales como las erupciones volcánicas. Estas erupciones se producen cuando las partes no están dispuestas a salir de su pensamiento inicial.
Otro fenómeno con el que lo compara es el terremoto. Cuando chocan las placas, surge el conflicto, ya sea por una infidelidad, una falta de respeto o cualquier otra cosa.
Esto es importante que el mediador lo trate ya que es aquí donde las partes chocan y puede haber un impedimento para solucionar el conflicto.
Me ha resultado muy interesante la comparación de todos estos fenómenos con lo que es el proceso de mediación en sí, y lo parecido que pueden llegar a ser dos cosas que a priori podemos ver que son tan distintas.

Rocío Benítez Rodríguez.

Ines Hierro dijo...

Una vez realizada la lectura “Viaje al centro de la tierra” me gustaría destacar en primer lugar la relación que se hace entre viajar al centro de la tierra y conocer el conocer el conflicto, esto supondría emprender un viaje a través de ambas partes para llegar a como bien expone el “el centro del problema” y de esta manera buscar una conexión entre lo expuesto por ambas partes. Las erupciones volcánicas tendrían una relación con la exteriorización de un problema y las consecuencias del mismo en el entorno del problema siendo este efecto del problema en los demás como la lava de dicho volcán. Considero que esta metáfora es muy adecuada para el tema que estamos tratando ya que también relacionándolo con otros desastres naturales podemos llegar a dar nombre a conflictos que derivan del problema principal.

Las tormentas de las que hablamos no pueden ser evitadas pero si pueden tomarse medidas para conseguir que dañen al menor número de personas posibles. Estas medidas entre ellas puede ser la mediación y extrapolándolo al tema que nos atañe conseguirán buscar en conjunto una resolución del problema.

Inés Hierro Peláez.

Manuel García del Corro dijo...

Como bien establece el artículo, cuando los mediadores entran en el fondo del asunto que están mediando, se pueden llegar a producir malas frases, insultos, amenazas o faltas de respeto; que como bien expresa el autor del artículo, son “erupciones volcánicas” que el mediador debe evitar. Esta es una magnífica analogía por parte del autor, ya que, llevada al campo de la mediación y resolución de conflictos, podemos observar posturas e ideas inamovibles que tienen las partes, sin que ninguna de su brazo a torcer y que pueden provocar esas “erupciones volcánicas” que produzcan dificultades en la mediación del problema o asunto a tratar. Finalmente, podemos entender desde otro prisma que esas “erupciones volcánicas” son los obstáculos o dificultades que un mediador debe evitar y resolver con una serie de características que debe reunir entorno a su figura, entre ellas: establecer un entorno adecuado, orientación a las partes, neutralidad con respecto a los mediados y establecer un clima de confianza con respecto al proceso de la mediación, entre otras muchas cualidades.

Álvaro Pérez-Marín Gajón dijo...

En este texto se hace un símil entre las diferentes fuerzas que puede tener la naturaleza, en este caso un volcán, con el transcurso de la mediación y de cómo sus consecuencias pueden afectar a la relación de las personas. Al igual que las coladas de lava de un volcán, hay veces que cuando algo explota, comienzan a emerger ríos de "lava" o de malos rollos entre los sujetos dejando tras de sí destrucción. Además podemos hablar también de la nube de ceniza, esta se toma menos enserio que la lava a priori porque puede ser más silenciosa y escandalosa pero esa nube acaba asfixiando a toda relación entre dos personas. La cantidad de similitudes y similitudes que podemos hacer con un desastre natural como puede ser un volcán o cualquier otro fenómeno con la mediación es cuanto menos asombrosa y curiosa

Antonio Fernández Martínez de los Llanos dijo...

De primeras, el comentario me ha recordado una vez más que trabajamos con personas, no con números, materiales etc. Esto ha vuelto a despertar en mi el pensamiento de porque estoy estudiando psicología, por las personas y supongo Javier que será uno de sus motivas también.

Rápidamente, con esta ésta metáfora mis pensamientos han comenzado centrarse más en el mensaje del texto.

Mientras lo leía, no podía dejar de metaforizar, pues justo este mes después de unos cuantos meses he vuelto a leer un libro, y constantemente me he imaginado como el libro es una persona, de primeras solo tenemos la breve sinopsis de la contraportada, pero cuando nos introducimos en sus páginas, vamos descubriendo su historia, todos sus diálogos, problemas y personajes.

Aquí quería llegar, pues al igual que el volcán salpica a los hogares como de hecho podemos ver hoy mismo en la Palma, las acciones de nuestro personaje en un libro repercuten en el resto. Exactamente, no estoy hablando de las personas que intervienen en la mediación, si no a los que las afecta, pero no intervienen en este proceso. El ejemplo más claro podría ser un hijo en un divorcio.

Por desgracia al igual que no podemos controlar un volcán, si las partes no quieren no siempre podemos mediar, pasando a ser meros espectadores sin capacidad de cambiar esta historia, que si bien podría ser un libro de aventuras, pasa a ser un drama con un final agridulce.

Antonio Fernández Martínez de los Llanos.

Ignacio Martínez dijo...

Me ha parecido muy acertada la comparación entre los desastres naturales, la personalidad y la expresión de emociones y sentimientos por parte de los seres humanos. Específicamente, a través de un volcán se puede expresar de la mejor manera lo que implican los pensamientos, emociones y sentimientos en el desarrollo de las relaciones con los demás que lleva a cabo una persona.

Las erupciones se producen por el calentamiento del magma del interior de la tierra, que sale a través de los volcanes, al igual que ocurre con las personas. En las relaciones con los demás repercute de manera clara las emociones y pensamientos que podrían semejarse al magma que puede llegar a quemar cuando estos se traducen en un malestar personal.

De tal forma, que llevándolo al ámbito de la mediación una persona en pleno proceso de erupción, será complicada de mediar, pues no quiere parar sin antes llevarse por delante lo que encuentre a su paso, pues eso pensamientos o sentimientos (magma) hacen que la capacidad de reflexión quede anulada y las ganas de llegar a un punto en común sean nulas...

Rafael López-Crespo dijo...

Me parece realmente interesante la comparación de esta novela con el hecho del conflicto en sí, en donde no sabes hasta que cosas puedes llegar a ver, por ejemplo, tormentas en el centro de la tierra.
Este artículo que usa las erupciones volcánicas como ejemplo, coincide con lo que está pasando en la isla de La Palma con el volcán de Cumbre Vieja. Personalmente, creo que todas las personas pasamos por varios Cumbres Viejas a lo largo de nuestra vida, momentos en los que perdemos los estribos, y actuamos de una forma que nos puede costar un alto precio, por ejemplo, la pérdida de una amistad. Pero el otro día, leí en el periódico un artículo en donde un experto decía que tras la superficie arrasada por la lava, posteriormente sería más fértil para los cultivos. ¿Y si a raíz de esas erupciones volcánicas personales podemos volvernos mejores personas, o podemos crecer en las relaciones que previamente hubo un conflicto? Pienso que para que eso sea así, debemos de sembrar los cultivos en su determinado momento para que crezcan más fuertes, poniendo de nuestra parte en arreglar lo que arrasó la lava, y en aprender de ella.

Carmen Butrón Batista dijo...

Tras leer este análisis comparativo entre el proceso de mediación y las erupciones volcánicas, me ha sido imposible no recordar el artículo anterior sobre las sustancias inflamables en una negociación. Ahora bien, este artículo habla sobre el proceso, el “viaje” y el recorrido por el que nos lleva la mediación, cuyo destino es el centro y el núcleo del conflicto. A lo largo de este recorrido, en el que iremos indagando información, debemos ser conscientes de que dicha información vendrá acompañada de “erupciones volcánicas”, como son los insultos, las malas formas que pueden presentar las diferentes partes, las amenazas o las faltas de respeto y lo que nos quiere decir el texto, o al menos es lo que he reflexionado yo, es que es inevitable ya que nos estamos acercando al núcleo del problema y del conflicto, el cual les ha llevado al proceso de mediación. Todos nos hemos encontrado con conflictos en nuestra vida y en algunas ocasiones parece inevitable controlar nuestros impulsos e intentar no perder los modales. Esa lava le va quitando la vida a todo lo que toca en su paso, como bien dice el texto, y hay que entender que es parte del proceso de mediación y ser conscientes y lidiar con ellas.

Carmen Butrón Batista