Querido lector, recientemente
no paro de indicar que nos preparemos para un nuevo escenario, porque
nuestro cliente, los mediados, ya no serán los mismos que antes de la pandemia
y debemos estar preparados. ¿Qué nos va a quedar después de tanto
confinamiento, desescalada, toque de queda, alejamiento social…? Sabemos que el
conflicto es inevitable, y tenemos que vivir con ello, hasta el punto que los
mediadores hablamos de una oportunidad donde ellos ven un problema, pero el
tiempo cambia, la sociedad se transforma, tanto, que se instaló en nuestro
interior, cierto miedo, ansiedad, preocupación por el futuro y que decir
de la situación económica que vivimos.
Todo ello significa que nos
vamos a encontrar con un cliente distinto, con empresas temerosas de
invertir. Cada vez oímos más que vayamos día a día, sin previsión de futuro,
porque nunca sabemos que ocurrirá y es mejor vivir el presente y quizás esta
situación nueva, tenga cierta contradicción con nuestro trabajo de ayudarles a
buscar y encontrar un acuerdo estable y duradero. Es más, hemos incluido en
nuestra previsión de futuro, hablar de la salud, algo quizás impensable hace
solo un año. ¿Qué ocurrirá si me encuentro mal? ¿cómo nos relacionaremos si
enfermo?
Me atrevo a decir que tenemos
que prepararnos ya a negociar, a través de la mediación, con situaciones
imprevistas, social y emocionalmente, entre el “tiovivo” o “la montaña rusa”.
Es aquí donde hice una pequeña introspección en la historia para comprender que
es un tiovivo o un carrusel de caballitos, y me encontré una analogía preciosa,
que me encantaría que leyeras.
Lo que llamamos en España “tiovivo”
es una plataforma circular giratoria, que tiene asientos para quien quiera
subirse a él, con figuras de animales o vehículos, que se instala en las ferias
de todos los pueblos. Y dicen que el origen de esta atracción, tiene que ver
con un madrileño llamado Esteban Fernández. Era un hombre que se ganaba la
vida con unos “caballitos de madera” que instaló en un paso de la
ciudad, donde los niños y niñas de la época, se subían para divertirse. Por culpa
del cólera (Ojo con el paralelismo de una pandemia en España) en julio de 1834,
Esteban falleció, lo que asoló a muchos niños al ver cerrado y sin funcionar el
carrusel de Esteban. La noticia se propagó por el vecindario porque el carrusel
era muy querido en el barrio y los padres estaban tranquilos dejando a sus
hijos divirtiéndose en la atracción.
Tras el fallecimiento de este
hombre, de forma urgente para evitar contagios (seguimos con los paralelismos
actuales) fue transportado hasta el cementerio, pero cuando era trasladado al
cementerio saltó del ataúd gritando: ¡Estoy vivo! ¡Estoy vivo! Desde
entonces, su aparato de caballitos tomo el nombre de los caballitos del
Tío Vivo. Por terminar esta historia, deciros que al parecer Esteban sanó al
paso del tiempo y fueron muchísimas las personas que acudían con sus hijos a
montarse en el carrusel del “Tio Vivo” y a ver en persona a “un resucitado”
Pues bien querido lector, para
mi, el Tiovivo, viene a tener mucho significado en nuestros mediados. En primer
lugar en cuanto a sus emociones. Podemos decir que seguramente se
encontrarán en un tiovivo emocional, que al igual que la atracción, sube
y baja continuamente de forma circular, sin un rumbo fijo y solo mirando al
centro, nada más evitará que se maree, con la visión del exterior. Pueden vivir
dos mundos diferentes tras la pandemia. Será difícil el equilibrio de sus
emociones
También nos podemos encontrar
con lo que llamaríamos una situación de “montaña rusa”. Al igual que
antes, me gustaría contaros su origen y dicen que debe su nombre a las
“diversiones desarrolladas durante el invierno en Rusia, donde existían grandes
toboganes de madera que se descendían con trineos
deslizables sobre la nieve” en los duros inviernos donde necesitaban cierta
distracción.
¿Y no es cierto también, querido
lector o lectora, que tras esta terrible pandemia que vivimos nos vamos a encontrar
clientes con constantes altibajos, avances y retrocesos, ultimátum y
acusaciones cruzadas, cual montaña rusa?
Nos vamos a mover en
negociaciones en búsqueda de acuerdos, entre el elevado optimismo de todo es
negociable tras este confinamiento o el pesimismo de será imposible acordar
nada.
Confiábamos en poder tener éxito
en este o aquel proceso, con nuestra experiencia, nuestra dirección en el
mismo, nuestro bagaje, pero me encontré en una verdadera montaña rusa
No me gustaría que tras la
pandemia lleguemos a decir “desafortunadamente, no pude cerrar el trato
después de varios intentos de último minuto para hacerles ver, la idoneidad de
que lleguen a un acuerdo, viendo sus solicitudes e inquietudes de cada
parte. No me lo puedo creer”
Estamos dicen ante una “nueva”
normalidad, y esa palabra nueva, me marca el destino. Querido amigo, hay que profundizar
y leer entre líneas para descubrir sus motivaciones no reconocidas, porque
nuestros clientes son “otros”, distintos, la pandemia les ha cambiado
Vamos a descubrir, que
aprender sobre su familia, la comunidad, su salud, la situación financiera, los
intereses y más fue invaluable, y sobre todo a corto plazo, hasta el punto de evitar
la conversación por completo si se trata del futuro.
Tenemos que estar preparados
para retrasos, elucubraciones y quizás cierta desconfianza en lo que
llegará.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo contigo Maestro. Gracias siempre.!!!!!
Publicar un comentario