domingo, 30 de mayo de 2021

Reconciliar o cuando la herida se convierte en cicatriz

 


Dicen los expertos que más que conciliadores, tenemos un rol de reconciliadores, porque nuestro trabajo en la gestión de conflictos es más cercano a esta palabra, si intentamos a lo largo del proceso que se reconstruya la relación. En este sentido se entiende por reconciliador, el que reconcilia, media, intercede, arregla, perdona, apacigua y olvida.

Cuando el conflicto aflora, hay grandes desacuerdos entre las partes implicadas en él y es cuando surgen los métodos para solucionarlos. Así, ante una sin razón, las partes hablan de forma racional y muchas veces lo solucionan de forma inmediata. Otras veces está la situación tan violenta que necesitan principalmente de nuestra ayuda para buscar una solución al mismo, sobre todo cuando surgen frases hirientes, duras, en la inconsciencia del dolor de quien recibe el mensaje. Y es entonces cuando nos preguntamos ¿cómo reconciliarse después de una gran discusión o de un  gran problema surgido?. Muchas veces os aseguro que es imposible, son esos momentos en los que por más que se intenta, las posturas son irreconciliables y la mejor vía sea la ayuda de los Tribunales.

Sin embargo, cuando la relación entre las partes, va a perdurar en el tiempo o es valiosa, hay que encontrar el camino para reconciliarse.

Decía John Perkins, “No hay reconciliación hasta que reconoces la dignidad del otro, hasta que ves su punto de vista, tienes que registrar el dolor de las personas. Tienes que sentir su necesidad”.

No quiero que se mal interprete la palabra, ya que reconciliar no significa en ningún momento, volver a estar juntos si es una pareja, volver a reconsiderar un negocio juntos, en el caso de socios, o mantener una amistad que no existía por ejemplo entre vecinos. Reconciliar para un mediador, es conseguir que la herida que tienen los mediados abierta, cicatrice y les permita encontrar un espacio distinto de relación, una vez que se han entendido y comprendido.

Para llegar a ello, como siempre, querido lector, me gusta dejarte algunas pautas que a mi me han servido en mi vida profesional y que reuniría en las siguientes:

          En Primer lugar tener paciencia. Las heridas físicas y del alma, tardan en cicatrizar ya que las cosas no se pueden arreglar muchas veces de forma rápida y requieren de un tiempo de maduración. Los expertos mejores que yo le llaman “duelo”. Se pierde serenidad y por tanto es difícil comprender. El tiempo ayuda a ampliar los puntos de vistas tan cercanos al conflicto

          En segundo lugar, domina el ego y consigue que tengan cierta humildad ya que, muchas veces ocurre que, las personas se mantienen alejadas tras el problema, por su propio orgullo y el ego es una barrera al intentar buscar la reconciliación. Si logramos ser más empáticos, seremos capaces de alejarnos del ego y conseguir ir a la causa que provocó el conflicto

          En tercer lugar yo os hablaría de conseguir las disculpas. Tienen que ser conscientes de que nadie es perfecto y deben aceptar errores cometidos. Cada vez que vienen a nuestro estudio, son más proclives a mencionar los males del otro, que los males propios, hasta el punto que tras reuniones individuales, se nos queda la “imagen” de que el malo es el “otro”.

          En cuarto lugar, evita que la conversación la monopolice una de las partes nada más, asegúrate de que todos tienen la oportunidad de expresar sus pensamientos y no les interrumpas mientras se encuentra relatando su sentir. Debemos ser capaces de escuchar asertivamente las palabras del cada uno, para que no se generen nuevos malentendidos.

En quinto lugar, intenta analizar los sentimientos involucrados, de cada uno de ellos, ya que es importante reflexionar sobre los estados de ánimo de todos, es bueno identificar todos los sentimientos que están involucrados. Miedos, culpas, enojos reprimidos o similares. De esta manera se encontrará el camino para reconciliarse después de un gran problema.

En sexto lugar, llévalos a lo que llamamos un “diálogo constructivo”. Este se produce si permitimos cambiar frases, sentidos hirientes, por otros neutros, que reflejen lo ocurrido pero sin dañar. Es más, muchas veces digo que incluso una pequeña discusión, siempre que sea controlada, puede llevar a un análisis importante de la via de reconciliación. Algo así como sacar fuera lo que llevas dentro, pero insisto, siempre controlado, porque hasta que no lo haces… no te sientes mejor. Tienen que exponer lo que sienten y cómo se sienten.  

En séptimo lugar, te pediría que lograras sacar conclusiones, de lo ocurrido. Somos expertos en ver una oportunidad donde ellos ven un problema, pues es tu momento, Resumiendo, veremos el calado del problema y daremos el primer paso a reconciliarse. Aquí es donde conseguimos que validen y comprendan los sentimientos del otro y se hagan responsables de los propios sentimientos   

En octavo lugar te pediría que “visualices la posible reconciliación”. Ello te ayudará a ir preparando el escenario del encuentro y de la búsqueda de opciones. Te ayudará mucho a afrontar posibles situaciones delicadas y asi gestionaras bien las expectativas creadas en la mediación. Ello te llevará de forma inequívoca a lo que llamamos la “escucha activa” en el proceso.

Y por último y no menos importante, algo que muchas veces olvidamos, para que, lo que es el objeto de este artículo, se produzca la cicatrización de las heridas producidas: Consigue si es posible que hablen del perdón y sanarán la relación. El perdón mutuo es un pacto que ambas personas deberían estar dispuestas a cumplir. Significa el empeño de la voluntad para no volver a caer en los errores que suscitaron el conflicto.  

Querido mediador o mediadora, Tómate tu tiempo, Roma no se hizo en un día, pero sí considéralo; si es posible reconciliar, la herida podrá cicatrizar aunque quede la señal de por vida


1 comentario:

Mary De Simone dijo...

Reconciliar, paciencia, tiempo, perdón,sanar, qué importantes momentos .!!! Gracias Maestro siempre!!.