Tenemos que ser conscientes, no solo de las técnicas y habilidades que debemos conocer para saber mediar. Ni tan si quiera, las estrategias que hemos de seguir para lograr que las partes enfrentadas en un conflicto acerquen posturas.
Hoy os quiero llevar al "Mapa mental" de todo mediador o mediadora. ¿Qué se "cuece" en la mente de un mediador cuando le encargan un caso?. Pues esta es mi propuesta. Esta podría ser la imagen de mi cerebro cuando pienso en el encargo de un caso al mediar:
1. Piensa en lo negativo de lo ocurrido: te hará ver la realidad y por tanto, analiza los datos objetivamente y analiza como restarle importancia para conseguir un buen proceso.
2.- Comprueba las emociones que tienen y cómo lo sienten: te permitirá ver si tienen capacidad de decisión en cada momento y si no habrá que esperar el momento oportuno o en su caso derivar si necesita ayuda externa.
3.- Comprueba lo positivo del caso: somos expertos en ver una oportunidad donde ellos ven un problema, por lo que debes conseguir y pensar como pueden ser capaces de reconocerse aunque no compartan posturas
4.- Bucea en tu mente creativa las posibles salidas: son ellos los dueños de la decisión que deben tomar, pero tu, como conductor del proceso debes analizar las opciones de futuro y sobre todo la durabilidad de lo que pudiera ser la salida al problema.
Queridos amigos y amigas, nuestro cerebro siempre a disposición de ver oportunidades

97 comentarios:
Es importante saber cuál es tu postura entre las dos partes, es decir, tú eres esa parte que los conduce y que es capaz de ver una solución en donde ellos ven problemas. Para todo esto se necesita una agilidad mental muy buena pues es difícil a veces ver la parte negativa y la parte positiva e incluso tener la capacidad de analizar opciones del futuro es en sí difícil porque tienes que tener claro y contar con todos los el.ementos que puedan perjudicar o ayudar a la hora de tomar una decisión correcta en conjunto
Es muy importante hacer un esquema ,un plan ,que del problemas surjan las respuestas para las soluciones que ellos la elejiran
A la hora de mediar es muy importante saber entre, otras cosas, parafrasear aquello que las partes expresan para poder llevar el diálogo de tal manera que resulte resolutivo. Partiendo de que nos encontramos en una situación de conflicto, si no somos capaces de redirigir el diálogo para que ambas partes se sientan más cómodas y que llegar a una solución es posible, es muy difícil que la mediación resulte de utilidad.
La verdad es que al leer el post y reflexionar sobre el papel del mediador, me he dado cuenta de que no es una tarea nada sencilla. Ser mediador implica mucho más que escuchar o intentar que las partes lleguen a un acuerdo; también requiere mantener la calma, ser objetivo y tener la capacidad de empatizar sin dejarse arrastrar por las emociones o los juicios personales.
Si me pusiera en el lugar de un mediador, creo que mi mayor dificultad estaría en mantener la neutralidad. A veces, cuando uno escucha las historias o las razones de cada parte, es inevitable sentir más afinidad por una que por otra, y creo que ahí está uno de los grandes retos: saber equilibrar la empatía con la imparcialidad.
Además, pienso que también sería complicado gestionar las emociones que surgen durante el proceso, tanto las de los participantes como las propias. Saber cuándo intervenir, cuándo guardar silencio y cómo reconducir una situación tensa sin imponer una visión personal me parece una habilidad que requiere mucha práctica y autoconocimiento.
Como mediador, puede ser complicado no involucrarse emocionalmente cuando el caso toca temas personales o injusticias evidentes. Esto puede afectar la objetividad al analizar lo negativo o incluso condicionar las salidas creativas que uno pueda imaginar.
Si yo fuera mediadora la dificultad que tendría para ver un caso sería a la hora de tomar distancia emocional para intentar analizar los hechos de forma objetiva porque es inevitable que a la hora de escuchar las diferentes versiones no se sienta empatía por una parte más que la otra y mucho más si estás percibiendo una injusticia o ves que esa persona lo está pasando mal. Por otro lado, creo que me resultaría complicado identificar el momento emocional para intervenir, es decir, cuando ocurre una situación en la que la persona está muy enfadada o llorando debemos intentar usar la técnica del semáforo pero aún así me costaría puesto que hay que tener mucha paciencia y observación para saber cuando es el momento adecuado para intervenir
Si yo fuera mediador creo que una de las mayores dificultades sería no dejarme llevar por las emociones de las personas que participan en la mediación, porque muchas veces son emociones muy fuertes y es importante aprender a gestionarlas. También sería complicado mantener una mediación pacífica y conservar la neutralidad entre las partes, sin inclinarme por ninguna de ellas. Pero creo que lo más complejo sería encontrar una solución que sea buena para ambos, una salida justa y duradera que permita cerrar el conflicto de forma positiva. El mapa mental me parece una herramienta muy útil porque refleja todo lo que pasa por la mente del mediador: la capacidad de analizar lo negativo sin dejarse influir, reconocer lo positivo para generar oportunidades, comprender las emociones y, sobre todo, activar la creatividad para imaginar diferentes caminos hacia el acuerdo. Representa muy bien la complejidad interna del mediador y la importancia de mantener la mente abierta y equilibrada durante todo el proceso.
Leilany Trejo Cabrera
Universidad Loyola Córdoba
¿Si fueras mediador que dificultad veríais que podrías tener tu mismo a la hora de ver un caso?
Considero que como mediadores es muy difícil llevar a cabo tantos conflictos a la vez, en un primer momento porque debemos de entender a cada una de las partes, que se sientan escuchadas y en la mayoría de los casos no sabemos cómo o qué hacer para lograrlo, en un segundo momento, el entender sus emociones no es una tarea sencilla, ya que en mi caso, al estudiar derecho, no tenemos clases sobre la inteligencia emocional que necesitamos para llevar los casos de las personas y hacemos todo de manera muy técnica y por consiguiente siempre buscamos una respuesta muy lógica y dejamos de lado la creatividad para llegar a una solución, y pese a que consideramos que es la mejor solución en ese momento después de analizarlo mediante la rosa de los vientos del conflicto que nos proporciona el profesor nos daríamos cuenta que hay más soluciones por hacer si dejamos fluir esa creatividad.
Finalmente, me gustaría hablar sobre lo que nos dice el libro sobre la cultura del encuentro, en la cual nos explica que el método es salir de nuestra zona de confort y a partir de ello poder entender al otro logrando crear de esta manera estrategias para que las partes en el conflicto en un primer momento tengan un verdadero encuentro y así lleguen posterior a un acuerdo con nuestra ayuda (siempre colocando a cada una de las partes como un ser humano con dignidad y respeto por el bien común). Reitero, la tarea de un mediador no es sencilla pero somos ese "puente" que ayuda a las personas para crear un acuerdo gracias al ver más allá y a saber adatarnos a cada situación.
Si yo fuera mediador, una dificultad que podría tener sería mantener la objetividad cuando las personas están muy afectadas por lo que están viviendo. Pienso que al escuchar a las partes y ver que alguien lo está pasando mal o el no estar de acuerdo con los argumentos y razones del problema con una de las partes, puede hacer que, sin darme cuenta, me ponga más de parte de uno que del otro.
Sería para mí muy difícil mantener la calma, analizar los datos de forma imparcial y ayudar a ver tanto lo negativo como lo positivo del caso sin que mis propias interpretaciones o puntos de vista influyan en el proceso.
Si yo fuera medidora, la principal dificultad que podría tener al ver un caso sería eliminar mis propias emociones y opiniones, debido a que en algunas situaciones es muy difícil no crear una opinión propia del problema dado que hay contextos con mucha carga emocional, donde se dificulta no mostrar tu opinión. Es complicado mantener tu imparcialidad y objetividad durante todo el proceso de mediación, aunque el mediador debe estudiar los hechos de forma imparcial y enfocarse en las partes, se puede complicar desprenderse de tus propias valoraciones o vivencias personales.
Es verdad que podemos encontrar numerosas dificultades a la hora de ver un caso. Para empezar, como mediador me podría encontrar la dificultad de dejarme influir por mis propios juicios y creencias, aunque la función no sea juzgar, sino ser imparcial y neutral. Otro problema podría ser el control del lenguaje verbal y no verbal, ya que tienes que controlar la comunicación. Y por último, otra dificultad sería guiar las futuras y posibles soluciones sin parecer que impones tú la decisión, debido a que el mediador es solo el conductor del proceso.
Si yo fuera mediadora, creo que mi mayor dificultad sería mantener la objetividad sin perder la empatía. Desde la Psicología tendemos a comprender mucho las emociones y las historias personales, y eso puede hacer que inconscientemente nos inclinemos hacia una de las partes.
También me costaría gestionar mis propias emociones y saber cuándo intervenir o dejar espacio al diálogo. La mediación exige paciencia, escucha y confianza en el proceso. En mi “mapa mental”, añadiría una idea clave: recordar siempre el papel del mediador como guía, no como juez ni salvadora.
Si yo fuera mediadora, creo que una de las mayores dificultades que podría tener sería mantener la distancia emocional en ciertos casos. Al ser una persona empática, tiendo a conectar mucho con las emociones de los demás, y eso, aunque puede ser una fortaleza, también podría dificultar que mantenga la objetividad necesaria durante el proceso. Me costaría no involucrarme demasiado con una de las partes, especialmente si percibo sufrimiento o injusticia.
Si yo fuera mediadora, creo que una de las principales dificultades sería equilibrar la empatía con la objetividad, manteniendo el foco en facilitar siempre el proceso sin imponer mi propio punto de vista.
También, pienso que otro problema podría ser manejar los silencios y los momentos de tensión, sin precipitarme en ofrecer soluciones ya que es el usuario quien tiene que encontrar sus propias soluciones, así como mantener la mente activa y creativa ante cada caso, ya que esto requiere de gran agilidad mental.
Una de las principales dificultades que podría tener sería mantener empatía con las partes, ya que es muy importante comprender no solo los argumentos que describen, sino también las emociones y necesidades que hay detrás del conflicto. No puedes dejarte llevar e inclinarte hacia una de las partes ya que perderías la confianza en tus clientes y te volverías imparcial.
También podría encontrar difícil crear una buena comunicación entre las partes, saber mediar entre ellos debidamente sin un mal lenguaje y faltas de respeto, como mediador tendría que calmar el ambiente en caso de conflicto e imponer normas.
Si yo fuera mediadora, la dificultad que podría tener sería mantener la paciencia. A veces, las partes pueden tardar en expresar lo que sienten o en llegar a un acuerdo, y eso puede generar frustración. Sin embargo, sé que la paciencia es fundamental para escuchar, comprender y permitir que cada persona avance a su propio ritmo en el proceso de mediación.
Considero que, en el papel de ser mediador, sin duda lo que más dificil se me haría es mantener en todo momento el temple y esa figura de "neutralidad" es cierto que ambas personas que vengan por cualquier problematica necesitan alguien que ponga orden y trate de que se llegue a un acuerdo lo más rentable posible, pero dependiendo del caso, podría dificultarse.
Hay temas que se me harían más complicados de tratar tratando de mantener una postura más neutral, ya sea porque me chocan emocionalmente o me siento más reflejado con alguna de ambas partes, pese a ser mi trabajo, somos humanos, y por mucho que se tenga la imagen de que los psicologos pueden ser bloques de acero, lo cierto es que no es así. Nos dejamos llevar muchas veces por esas emociones, y conociendo eso, se que habría muchas problematicas que se me haría dificil tratar por miedo a no ser lo suficientemente "imparcial" y justo con ambas partes.
Si me tocara ser mediadora de un conflicto, para mí no sería tan fácil. Algo que sé que me costaría sería ser completamente neutra ante el problema, ya que llega un momento en el caso, en el que te empiezas a identificar con una de las partes, más que con la otra, y eso puede influir en la forma en el que ves el problema, además que no es sólo mantenerse neutral, sino que también tienes que manejar las emociones que te provoque el caso, y no solo las tuyas, también las de las distintas parte, ya que hay que tener mucha paciencia y saber como amar el ambiente
“Creo que la principal dificultad que podría tener como mediador sería mantener la total imparcialidad, especialmente si una de las partes me resulta más razonable o empática. También me costaría no intervenir para proponer soluciones, ya que mi tendencia natural es querer resolver los problemas directamente.”
Tener el mapa mental claro es como tener una brújula , te orienta y te guía hacia donde tu quieres llegar. Una de las dificultades que experimentaría como mediadora seria la paciencia y la sinceridad, es decir, muchas veces es complicado mantener la compostura en una discusión o conflicto entre dos personas porque considero que siempre empatizas mas con una parte que con la otra, con lo cual me costaría mucho tener que ser neutral con ambas partes. En otras palabras, me costaría expresar verbalmente mi neutralidad en el asunto.
Como mediadora creo que me enfrentaría a algunas dificultades a las que también me enfrento como psicóloga. La primera es la gestión de mis propias emociones, me resulta muy complicado no dejarme llevar por las mismas, sobretodo si el caso es especialmente difícil o hay niños involucrados. La segunda sería buscar el equilibrio entre la empatía y la distancia profesional, creo que sería demasiado cercana en algunos casos lo que puede llevar a mal interpretaciones. La última sería el manejo del tiempo, cómo saber cuando cortar o alargar un poco más un proceso con la esperanza de que pueda llegar a resolverse.
Como mediador, una dificultad que podría tener sería mantener el equilibrio entre la objetividad y la empatía. Podría resultarme complicado analizar el conflicto sin dejarme influir por mis emociones o por el deseo de resolverlo rápido. También sería un reto no imponer soluciones, sino facilitar que las partes encuentren las suyas propias.
Como mediador, una de las dificultades más importantes que podría tener al enfrentarme a un caso sería mantener la neutralidad emocional cuando una de las partes me resulta más razonable o cercana.
A veces, sin querer, podemos sentir empatía desigual o querer "ayudar" más a quien parece más vulnerable.
Por eso, sería importante recordarme constantemente que mi papel no es juzgar ni proteger, sino equilibrar el proceso y asegurar que ambas partes se sientan escuchadas y respetadas.
Comentario realizado por: Antonio Jesús Maraver Moreno.
Si yo fuera mediadora, creo que una de las principales dificultades sería mantener la neutralidad emocional. En ocasiones, las historias que se presentan pueden despertar empatía o juicios personales, y es fundamental conservar la imparcialidad para garantizar un proceso justo.
También considero un reto respetar los tiempos y los silencios, comprendiendo que cada parte necesita su propio espacio para reflexionar y expresarse.
Por último, mantener una actitud creativa y flexible ante posturas muy opuestas puede resultar complejo, pero es clave para encontrar oportunidades de acuerdo donde al principio solo parece haber conflicto.
Creo que una dificultad que podría tener al enfrentarme a un caso sería manejar mis propias emociones mientras escucho a las partes.
Por ejemplo aveces, cuando una persona cuenta algo con mucha carga emocional, como puede ser, una situación de injusticia, me resulta difícil no empatizar demasiado y eso puede influir en la forma en la que escuchamos o interpretamos, dando lugar a que surjan pensamientos sobre quien tiene más razón o se formen diferentes prejuicios hacia otras partes afectadas.
Entiendo que el mediador debe mantener la calma y no dejar que sus sentimientos influyan en cómo conduce el proceso, pero creo que eso requiere mucha práctica y autoconocimiento.
Me parece que el reto está en reconocer esos pensamientos y ponerlos a un lado para poder mirar la situación "desde fuera".
Esta publicación es muy relevante puesto que invita a reflexionar acerca de las dificultades que podríamos tener nosotros como futuros mediadores, cosa que iniciamos durante la práctica en clase con la práctica “gafas de ver”.
Hablando desde mi perspectiva, considero que una de las mayores dificultades que podría tener durante el caso sería crear un equilibrio en caso de que existiera una desigualdad de poder, durante este tipo de casos, me resultaría complicado crear una igualdad que no fuera darle más poder a la parte que se encuentra menos favorecida y con más profundidad cuando hay leyes que respaldan la decisión de la persona con más poder.
Por otro lado, otras de las dificultades que podría encontrar como futura mediadora sería la complejidad de las emociones que presentan las partes en el caso, puesto que muchas veces no actuarán en aras de llegar a un acuerdo ideal, sino que mostrarán una actitud hostil en el que primará el debate con tal de llevar la razón absoluta.
Me seria bastante difícil tener paciencia y tranquilidad cuando las personas vienen con actitud negativa, no dejan hablar al otro o incluso a mi. También en los casos en los que no te cuentan toda la verdad o mienten directamente, ya que para poder solucionarlo y que se mantenga en el tiempo, hace falta tener disponible la mayor información posible.
Pienso que una de las mayores dificultades que podría tener sería mantener siempre la neutralidad emocional, especialmente cuando una de las partes me generara más empatía que la otra. Además me costaría mucho no dejarme influir por mis propias percepciones o sentimientos y analizar el caso de forma totalmente objetiva. Además, pienso que también sería difícil gestionar las emociones intensas de las partes sin que afecten al desarrollo del proceso. Aun así, entiendo que el papel del mediador es justamente ese: ser capaz de mantener la calma, escuchar con atención, buscar puntos en común y ver oportunidades donde los demás solo ven conflicto.
Si yo fuera mediador, creo que una de las mayores dificultades que podría tener al ver un caso sería mantener la objetividad emocional. A veces, cuando escuchas historias muy cargadas de sentimientos o injusticias, es fácil dejarse influir por la empatía hacia una de las partes. También me costaría no querer “arreglar” el conflicto por mi cuenta, en lugar de dejar que sean ellos quienes encuentren su propia solución.
Creo que aprender a escuchar sin juzgar y confiar en el proceso sería un verdadero reto, pero también una gran oportunidad de crecimiento personal y profesional.
Creo que si yo fuera mediadora una de las dificultades más grandes a las que me enfrentaría sería mantenerme neutral , escuchar a las dos partes sin posicionarme más a favor de una que otra puede resultar complicado, sobre todo cuando una de ellas parece más razonable que la otra o está sufriendo más. Ligado a esto también considero difícil la gestión de mis emociones, y que las partes no me noten más a favor de una que de otra, porque siento que a veces la tensión o el enfado pueden hacer que tome decisiones que no sean para favorecer a ambas partes. Creo que ser mediador requiere de mucha paciencia, empatía y mantener un equilibrio sin dejarse llevar más por una parte que otra.
A la hora de ser mediadora en un caso se pueden presentar bastantes dificultades, pero sin lugar a dudas la que más me afectaría personalmente sería la imparcialidad. En los casos de mediación hay que escuchar ambas partes y tratar de llegar a una solución conjunta, sin juzgar y sin favoritismos. Sin embargo esta imparcialidad me resultaría bastante difícil en casos en los que una de las partes tenga mayor poder sobre la otra, instintivamente mi mente me lleva a querer empatizar con la parte más sumisa. No solo eso, también cuando una de las partes se comporta de forma desagradable o incluso violenta puedo tender a quitarle credibilidad a lo que dice. Y como último ejemplo sin ir más lejos, cuando en mi opinión, una de las partes tiene la razón y la otra esta siendo injusta me cuesta mantener la imparcialidad.
La mediación es una disciplina profundamente humana en la que hay muchos sentimientos en juego, y por ello la primera dificultad que me encontraría se debe al hecho de que soy una persona muy sensible. En este sentido, la sola idea de que un niño esté en medio de un conflicto me removería profundamente. No solo por la vulnerabilidad que representan, sino porque muchas veces no tienen voz, y eso me dolería. Me costaría mantener la neutralidad si percibo que sus necesidades no están siendo atendidas.
Por otro lado, aunque soy muy paciente también creo que el respeto es un pilar fundamental durante el proceso. Si alguien me interrumpe constantemente, me niega la palabra o se burla del proceso, sentiría que se está vulnerando no solo mi rol, sino el espacio seguro que intento construir y probablemente me frustraría. Tendría que aprender a poner límites sin perder la calma, y a decidir cuándo es momento de suspender la mediación.
Además, si alguna de las partes se muestra cruel, manipuladora o insensible ante el sufrimiento de la otra parte, me costaría no posicionarme.
Y la última dificultad la encontraría en mi carrera, pues estudio derecho. Derecho es una carrera bellísima que te da una estructura mental muy lógica, y muy normativa, pero la mediación funciona de manera distinta, es emocional y flexible. Debido a esto me costaría no querer resolver como si fuera un caso judicial, pero en el proceso de mediación no hay ganadores ni perdedores, sino personas que buscan entenderse.
Si yo fuese mediadora, la principal dificultad que creo que me podría surgir a la hora de ver un caso sería el ser capaz de separar mis propias emociones o prejuicios que pueda tener hacia cada parte para poder analizar la situación de forma objetiva.
Por ejemplo, teniendo en cuenta el punto 1 del “mapa mental” donde se menciona el consejo de “pensar en lo negativo” para ver la realidad y restarle importancia, considero que podría suponer cierta dificultad si aquello “negativo” del caso tocase algún tema sensible hacia mí, o fuese en contra de mis valores o forma de pensar.
Por otro lado, si por algún motivo sintiese mas afinidad o me sintiera mas identificada con alguna de las partes, también supondría un reto para mi ver el caso de forma objetiva completamente.
Por lo tanto, esto podría llevar a sin darme cuenta, enfatizar en algunos de los problemas o aspectos del caso mas que en otros, o no ser tan capaz de encontrar soluciones eficaces y justas de la misma forma para ambas partes.
En este caso, tendría que hacer un esfuerzo para separar mi forma de pensar y de ser de dicha circunstancia o de mi potencial similitud o a alguna de las partes, intentando analizarlo desde un punto de vista de un experto y por supuesto objetivo.
De este modo, intentaría aplicar conscientemente algún tipo de técnica de autoconciencia emocional, hacer mas pausas para pensar antes de intervenir o expresar posibles soluciones para no permitir que mis propias emociones pudiesen contaminar el proceso.
Una de las cosas que más me costaría como mediador sería entender bien las emociones de las personas. Aunque puedo analizar los hechos y proponer soluciones justas, no siento ni puedo experimentar lo que la otra persona siente. Por ejemplo, si alguien está muy enfadado o triste por algo, podría no captar del todo la intensidad de sus emociones y, por eso, mis sugerencias podrían parecer frías o poco empáticas. En los conflictos, entender cómo se sienten los demás es súper importante, así que eso sería un punto débil mío como mediador.
Si yo fuera mediadora, creo que lo que más me costaría sería no posicionarme en una de las opiniones de las personas. Al escuchar a ambas personas creo que me sentiría más identificada o tendría más empatía con una de ellas.
También creo que me costaría controlar mis emociones en la hora de consulta si me siento más inclinada hacia uno de ellos.
Si yo fuera mediadora, creo que una de las mayores dificultades que podría encontrar sería mantener a raya mis propias emociones y opiniones personales. Por mucho que una se esfuerce en ser neutral, siempre hay una parte de nosotros que es humana, empática, con experiencias y vivencias que pueden llevarnos a identificarnos más con una de las partes implicadas. A veces puede ser por una experiencia similar, por la forma en que se comunica alguien o incluso por una sensación de injusticia. Además, soy una persona muy sensible y empática, por lo que me costaría dejar esa parte de mí completamente al margen y actuar con total objetividad. En ese sentido, creo que el reto estaría en mantenerme objetiva y equidistante, sin que mis emociones me lleven, aunque sea de manera inconsciente, a inclinarme hacia un lado u otro.
Otra dificultad que imagino es saber cuándo intervenir y cuándo callar. A veces el silencio puede ser más poderoso que cualquier palabra, pero no siempre me resulta fácil sostenerlo, especialmente cuando veo que las partes se enredan o que la conversación parece no avanzar. En esos momentos dudo si lo mejor sería mantenerme en silencio para permitir que el diálogo fluya por sí mismo o intervenir para reconducirlo y ayudar a que ambas partes se entiendan mejor.
Si fuera mediadora creo que una de las mayores dificultades que encontraría sería la de tratar de ser imparcial. Esto se debe a que por mucho que tratemos de controlarlo todos tenemos una serie de sesgos inconscientes formados por nuestra cultura, educación u otros tipos de experiencias, estos pueden afectar a la manera en la que vemos el conflicto o incluso hacernos posicionarnos inconscientemente con una de las partes. Por ello es esencial que los mediadores sean capaces de identificar estos prejuicios y hacerlos conscientes, para tratar que influyan lo mínimo posible en la mediación y mantener la neutralidad entre ambos bandos.
Si yo fuese mediadora, la primera dificultad a la que tendría que hacer frente es a la capacidad de tener una visión completamente objetiva y equilibrada, no solo al principio, sino mantenerla el tiempo; así como la paciencia durante el proceso.
Me resultaría difícil dejar a un lado la empatía que puede surgir hacia una parte, ya sea por sentirme identificada y relacionarla con una propia experiencia personal o por dejarme guiar por mis emociones y sentimientos, en caso de que el conflicto fuese intenso emocionalmente. Es importante ser consciente del trabajo que estás realizando y permanecer neutro, sin posicionarse, analizando la situación de forma realista.
Por último, sería complicada para mi la parte en la que interviene la creatividad para imaginar las posibles salidas que pueden llevar a la resolución del conflicto, ya que no siempre es fácil ver oportunidades y soluciones donde las partes ven un problema.
Como mediadora, algo que me dificultaría la labor es mi alta sensibilidad, esta característica hace que sea como una esponja de emociones, es decir, absorbo lo que sienten otros y lo siento como propio, por lo tanto sería complicado mantener esa objetividad y templanza necesaria para mediar. Tampoco sería fácil dejar atrás todo lo tratado o sentido durante la sesión y establecer una línea entre mi vida laboral y personal.
Tras comprender el texto y el mapa mental del mediador, me ha hecho reflexionar sobre cómo funcionaría la mente de alguien ante un conflicto.
Si yo estuviera en el papel de mediador, creo que lo que más me costaría sería mostrarme imparcial y controlar mis propias emociones, no dejarme llevar por lo que siento hacia una u otra parte, cuando el caso es más complicado o profundo. A veces es difícil mantener la calma cuando ves que las personas sufren o no se entienden.
También pienso que me resultaría complicado mantener la paciencia cuando mi objetivo es solucionar el problema, normalmente lo quiero hacer de forma instantánea o lo más rápido posible, tengo la tendencia a buscar la salida antes de dejar que los demás lleguen a ellas por sí mismos.
Creo que lo más importante sería aprender a escuchar de forma activa, a confiar en el proceso fundamentalmente y, aunque parezca que no se avanza, con tiempo, paciencia y empatía, las cosas normalmente van mejorando.
Es muy interesante pensar como un mediador frente a un conflicto, lo más difícil de hacer creo que podría ser el no dejarse llevar por ninguna de las partes, debido a que con nuestros propios pensamientos siempre vamos a apoyar alguna postura. Y otra cosa super importante pienso que es el saber escuchar, escuchar a las dos partes y que estas se sientan escuchadas y acompañarlos a resolver sus problemas que al fin y al cabo es la función de la mediación.
El papel del mediador implica muchas aptitudes, ya que no se trata solo de aplicar técnicas, sino de gestionar emociones, tiempos, silencios e incluso expectativas. Por eso, si yo fuera mediadora, creo que una de las mayores dificultades que podría enfrentar sería aprender a gestionar mis propias emociones.
Es cierto que el papel del mediador exige imparcialidad, pero en ocasiones ciertos caso pueden despertar en nosotros una empatía excesiva hacia una de las partes, o incluso rechazo ante determinadas actitudes. Ser consciente de eso y saber gestionarlo me parece uno de los mayores retos.
Otra dificultad que cabe destacar, es la importancia de mantener la confianza de que el proceso dará buenos resultados, puesto que en ciertas ocasiones podría ser frustrante sentir que no hay avances, pero como mediadores debemos entender que cada persona necesita su propio tiempo para abrirse, escuchar y adquirir una actitud predispuesta a la búsqueda de un acuerdo.
Para mi punto de vista, y tras reflexionar sobre la cuestión, mi principal problema seria mantener la neutralidad entre ambas partes.
A veces, al escuchar a las partes, puede que me sienta más identificado con una de ellas, ya sea por su forma de expresarse, su situación o por mis propias experiencias personales, y la dificultad llega cuando tenga que evitar que esas emociones, pensamientos o sentimientos influyan en mi percepción del conflicto. Creo que seria todo un reto y que me haría pensar y subestimar mis habilidades como mediador.
Yo creo que si fuera mediadora, lo que mas dificultad tendría para mí sería mantenerme totalmente neutral. A veces cuando escuchas una historia o ves cómo alguien sufre, es fácil ponerse de parte de una persona sin querer, creo que, inconscientemente, siempre se va a empatizar más con alguna de las dos partes. Esto también podría llevarme a que me costaría separar mis emociones del caso, porque entender lo que sienten los demás puede hacer que me involucre demasiado. Sin embargo, creo que con práctica y conociendo bien las técnicas de mediación, podría aprender a escuchar con empatía pero sin perder la objetividad, para ayudar realmente a que las partes encuentren su propio camino hacia el acuerdo.
Si yo fuera mediadora, creo que mi mi mayor dificultad sería mantener la paciencia y la neutralidad. A veces las partes tardan en expresarse o llegar a un acuerdo, lo que puede generar frustración. Además, es fácil empatizar más con una de ellas, lo que haría difícil mantenerme completamente imparcial. Tendría que trabajar en controlar mis emociones y escuchar activamente para no influir en el proceso.
A la hora de mediar, teniendo en cuenta que tenemos que ser conscientes, tal como comentábamos en clase, no solo de las técnicas y habilidades o estrategias que debemos seguir sino también de todas aquellas dificultades personales que tendríamos a la hora de ver un caso. Personalmente, se me dificultaría la parte de apoyar la mediación con recursos de derecho u otra área distinta a la mía, también creo que me costaría enfocarlo como mediación y no como terapia.
Tras reflexionar un poco, considero que lo más complicado para mí sería entenderme durante el proceso, es decir, tendría que controlarme para no buscar una solución antes de tiempo ni intentar decidir yo en lugar de las partes, tendría que domar ese impulso, y aprender a parafrasear y llevar a cabo una buena mediación con diferentes técnicas. Además, también puede que me cueste dejar de lado un conflicto cuando acabe la sesión y no llevármelo a casa si se tratase de un tema difícil para mí, lo cual podría afectarme para llevar a cabo la sesión de forma profesional. En definitiva, la medicación es un proceso complejo que conlleva una serie de habilidades y fortalezas necesarias para ayudar.
Desde mi punto de vista, considero que tal vez una de las posibles dificultades que tendría como mediadora sería mantener la paciencia en momentos complicados, es decir, por ejemplo con alguien que mantenga una mentalidad demasiado negativa e incluso un tono más ofensivo. Una de las dificultades que también podría surgir a raíz de eso sería la confianza en el proceso, ya que en ocasiones esto puede tener ciertos obstáculos y hacer tener al mediador una visión más pesimista en cuanto a los resultados de dicho proceso.
Otra dificultad podría ser gestionar la tensión emocional del proceso, ya que como mencioné antes si las partes se encuentran muy enfrentadas, puede ser complicado mantener la calma.
Si yo fuera mediadora, mi mayor dificultad sería mantener una posición imparcial a la hora de analizar el caso. Aunque intentaría comprender las dos partes por igual, inconscientemente es posible que tanto mi propia experiencia como mi forma de ver las cosas influyeran, haciendo que me inclinase más hacia alguna de las partes.
Creo que una de las mayores dificultades sería mantener la imparcialidad durante el proceso. Es difícil al escuchar las emociones o la historia de las personas, volver a ser imparcial con ellos. Podría sentir más empatía por una de ellas, y eso podría influir en mi manera de ver el problema. Por eso, sería importante controlar mis emociones y recordar que mi papel es ayudar a que ambas partes lleguen a un acuerdo justo.
Creo que una de las dificultades que podría tener como mediador sería mantenerme totalmente neutral. A veces, al escuchar las emociones o la forma en que una de las partes vive el conflicto, puede ser fácil empatizar demasiado y perder un poco la objetividad. Como se menciona en el “Mapa Mental del Mediador”, es importante analizar tanto lo negativo como lo positivo del caso, pero hacerlo sin dejar que mis propias percepciones o sentimientos influyan en el proceso. Creo que ese equilibrio entre empatía y neutralidad sería un reto para mí.
Pensándolo bien, si yo tuviera que mediar en un conflicto, creo que mi mayor dificultad sería apagar el “modo solucionador”. Soy de esas personas que, cuando alguien me cuenta un problema, enseguida empiezo a pensar en cómo arreglarlo. Pero claro, en la mediación no se trata de dar soluciones, sino de acompañar a las partes para que sean ellas mismas las que las encuentren. Creo que me costaría morderme la lengua y no intervenir demasiado pronto.
También me imagino que sería difícil no dejarme contagiar por las emociones que se viven en una sesión. Si una parte está muy enfadada o dolida, mantener la serenidad y no absorber esa energía negativa debe ser complicado. En ese sentido, pienso que el mediador tiene que tener una gran capacidad de autocontrol y de escucha empática.
Por otro lado, creo que me gustaría ,pero agobiaría a la vez, el reto de buscar lo positivo dentro del conflicto. Me parece bonito pensar que detrás de cada desacuerdo hay una oportunidad para reconstruir la relación o al menos para cerrar un ciclo de forma más sana, aunque en algunas ocasiones sea complicado verlo.
Así que, más que una dificultad, lo vería como un aprendizaje constante. Conocerse a uno mismo, controlar los impulsos y aprender a confiar en el proceso, aunque no siempre veamos resultados inmediatos.
Creo que la mayor dificultad que tendría como mediadora sería mantenerme totalmente neutral. A veces me costaría no ponerme en el lugar de una de las partes o no dejar que mis opiniones influyan en cómo interpreto la situación. Además, creo que también me sería complicado encontrar las palabras adecuadas para ayudarles a comunicarse sin que se sientan juzgados.
Si yo fuera mediadora, pienso que una de las dificultades que encontraría a la hora de resolver un caso sería identificar el momento adecuado para intervenir o para quedarme en silencio y dejar que las partes implicadas interactúen.
Como mediador/a, saber gestionar los tiempos requiere de mucho esfuerzo, paciencia y en parte experiencia. Además, cada persona tiene sus tiempos por lo que es un reto el saber cuándo actuar.
Como estudiante de psicología, en mi futura profesión es imprescindible llegar a empatizar con el paciente simplemente como medio de alcanzar una buena relación terapéutica y un clima donde este se sienta cómodo y pueda abrirse y expresarse libremente. No obstante, esa misma empatía que me favorece el desempeño laboral como psicólogo, me la podría llegar a dificultar como mediador; considero que lo que más me costaría sería mantenerme neutral, creo que hay muchísima probabilidad de que, en el caso de que yo comenzara a ejercer esta profesión, llegara a empatizar más con una de las partes, saliendo de mi rol de personaje secundario que actúa como guía y dificultando que se pudiese llegar a alcanzar un acuerdo entre las partes. Si un mediador no se muestra absolutamente imparcial y simétrico es muy complicado que pueda llegar a cumplir su función con éxito.
Considero que un problema que puede tener un mediador cuando le llega un caso es que este sea parecido a alguna experiencia cercana que haya tenido el mediador que le haya afectado. Si por ejemplo, el mediador ha tenido problemas con su familia por que sus hermanos no han ayudado en el cuidado de los padres cuando estos han estado enfermos y esto ha provocado problemas permanentes los casos de mediación relacionados con este tema pueden ser dificiles para él/ella o provocarle sesgos hacia alguna de las partes.
Como mediadora creo que la mayor dificultad que podría tener a la hora de ver un caso sería mantenerme completamente neutral cuando las emociones de las partes están muy a flor de piel. A veces, al escuchar historias personales o situaciones injustas, podría resultarme complicado no empatizar demasiado con una de las partes y que eso afecte, aunque sea un poco, a mi forma de analizar el conflicto. También pienso que me costaría gestionar los momentos de tensión, sobre todo cuando las personas están tan enfadadas o dolidas que no quieren escuchar al otro. En esos casos tendría que recordar que mi papel no es resolver el problema por ellos, sino ayudarles a encontrar su propio camino hacia el acuerdo. Además, otro reto que veo es mantener la calma interior y tener siempre una mente clara, porque el mediador tiene que pensar con serenidad, analizar tanto lo negativo como lo positivo y, sobre todo, transmitir confianza y equilibrio. Aun así, me parece un trabajo muy bonito, porque implica aprender a mirar los conflictos desde otra perspectiva, buscando siempre oportunidades donde al principio solo se ven obstáculos.
Al leer este texto, me ha hecho pensar en todo lo que hay detrás del trabajo de un mediador, más allá de las técnicas o los pasos que se aprenden en clase. Me gusta cómo se plantea que la mediación también tiene mucho que ver con la forma en que uno piensa y se enfrenta al conflicto. La idea del “mapa mental” me parece muy acertada, porque muestra que mediar no es solo aplicar un método, sino tener una manera de ver las cosas, una mentalidad que combine análisis, empatía y creatividad.
Me ha llamado la atención cómo se insiste en mirar tanto lo negativo como lo positivo del caso. A veces, nos centramos solo en el problema y en lo que ha salido mal, pero este texto recuerda que también hay que ver las oportunidades, las pequeñas cosas que pueden servir para construir un punto de encuentro. También me parece importante el punto sobre las emociones, porque muchas veces el conflicto no se resuelve porque las personas todavía están muy afectadas, y el mediador tiene que saber cuándo intervenir y cuándo dar espacio.
El mapa mental del mediador me hace pensar en la importancia de mantener la calma y la objetividad, incluso cuando las emociones son intensas. Mediar no solo es buscar acuerdos, sino escuchar y comprender sin juzgar. Creo que la clave está en equilibrar empatía y neutralidad para ayudar a las partes a reencontrarse.
Analizando todos los factores que debe tener en cuenta un buen mediador se llega fácilmente a la conclusión de que es un perfil profesional que requiere del desarrollo de habilidades muy específicas y útiles en el trato con las personas. En mi opinión, quizás uno de los aspectos más importantes que debe desarrollar el mediador es la capacidad para discernir. Ser capaz de ver el problema desde una posición completamente imparcial, especialmente en aquellos casos que puedan evocar sentimientos o aspectos personales en el mediador debido a su historia de vida. El desarrollo de esta habilidad por parte del mediador, o cualquier profesional que se dedique a la interacción entre personas marcará la diferencia.
Creo que es importante tener en cuenta el posicionamiento ideal ante un conflicto durante el proceso de mediación. Para ello, considero que es fundamental la autoconciencia, empatía y creatividad como elementos internos del mediador. En lugar de limitarse a aplicar un método en concreto, el mediador cuenta con la capacidad de analizar objetivamente lo negativo, comprender las emociones que conlleva y encontrar la mejor forma de resolución del problema en medio de la dificultad. Por eso creo que la mediación representa un gran equilibrio entre la racionalidad y la sensibilidad humana.
Es cierto que al afrontar un caso pueden aparecer varias dificultades. En mi caso, creo que una de las más complicadas sería mantener la objetividad y no dejarme llevar por mis emociones o por las historias de las partes. También podría resultarme difícil controlar mi empatía para no involucrarme demasiado con una de ellas. Por último, otra dificultad sería saber acompañar el proceso sin imponer mi punto de vista, dejando que sean las propias personas quienes encuentren sus soluciones.
El papel del mediador es crucial y con ello vienen ciertas dificultades. Como mediador me resultaría muy complicado no involucrarme emocionalmente en el conflicto a resolver, al tener que escuchar a ambas partes y tratar de solucionar el problema es muy difícil no identificarse con una de ellas y sentir su frustración. A consecuencia de esto viene también el no poder actuar de forma imparcial. El mediador no solo debe ser un gran profesional si no que debe tener desarrollados elementos como la empatía para poder enfrentarse a estos casos de la mejor manera posible.
Si yo fuera mediadora, creo que una de las principales dificultades que podría tener sería mantenerme totalmente neutral. A veces, cuando escuchas las historias o los sentimientos de las personas, es fácil empatizar más con una parte que con otra sin darte cuenta. Me costaría no dejarme influir por lo que cada una transmite.
También pienso que me resultaría complicado controlar mis propias emociones durante el proceso.
Por último, me parece que sería un reto no intentar buscar yo misma la solución. Entiendo que el papel del mediador no es resolver el conflicto, sino ayudar a que las partes lo hagan por sí mismas, y eso requiere paciencia y confianza en el proceso.
El mediador puede encontrarse con diversas dificultades durante una mediación. Puede suceder que se involucre demasiado en el problema al tener algún tipo de relación con las partes, ya sea por experiencias personales o por situaciones similares que haya vivido. Otro punto importante, relacionado con el anterior, es que mantener una postura totalmente imparcial puede resultar muy complicado, ya que tendemos a favorecer a una de las partes. Además, puede ocurrir que el mediador crea que una situación no tiene solución y se bloquee, lo que le impide ayudar en una mediación.
Yo creo que mediador puede enfrentarse a diversos problemas al abordar un caso, como la falta de cooperación de las partes, la existencia de conflictos personales que dificultan la comunicación, y la desconfianza hacia el proceso de mediación. También puede encontrarse con dificultades para mantener la imparcialidad o para manejar desequilibrios de poder entre las partes, especialmente cuando una de ellas intenta dominar la conversación o imponer sus condiciones. Además, la falta de información clara, las expectativas poco realistas o la presión por alcanzar un acuerdo rápido pueden obstaculizar la eficacia del proceso y comprometer la neutralidad y el éxito de la mediación. Aún así un buen mediador debe saber sobreponerse a los obstáculos que se produzcan no rendirse ante el primero que vea y buscar una solución justa para ambas partes involucradas.
Para mi, creo que una de las mayores dificultades que tendría si fuera mediadora sería intentar no implicarme emocionalmente en el conflicto. A veces, cuando escuchas las historias de las personas y entiendes por lo que están pasando, es difícil mantener esa distancia necesaria para ser neutral. También me costaría no querer “arreglar” las cosas yo misma, ya que hemos visto que nosotros como mediadores aportamos las herramientas para buscar soluciones pero no somos los que solucionamos, por tanto mi parte más empática tendería a buscar soluciones rápidas. Supongo que el reto estaría en buscar la equidad desde la distancia, confiar en el proceso y en las propias capacidades de las partes para encontrar el camino de la solución.
Si yo fuera mediadora, creo que una de las mayores dificultades que tendría sería aprender a no dejarme llevar por lo que siento al escuchar a las partes. Me cuesta bastante no empatizar cuando veo que alguien lo está pasando mal, y sé que en un proceso de mediación eso puede jugar en contra, porque el mediador tiene que mantenerse neutral y pensar con claridad.
Aun así, me gusta mucho la idea de poder ayudar a que dos personas se entiendan mejor, y pienso que con práctica, poco a poco podría encontrar ese equilibrio entre la razón y la emoción.
Si yo fuese mediadora creo que lo que más difícil se me haría y quizá algo que tengo que trabajar es el tema de la salidas creativas es decir, ver más allá cuando la persona se encuentra estancada en el problema. Para mí es algo complicado porque muchas veces te pueden venir situaciones tan enroscadas que es complicado darles la vuelta e intentar encontrar una solución justa, equitativa y duradera.
Lo importante y más complicado es quizá mantener un equilibrio entre la razón y la los sentimientos.
Si yo fuera mediadora, creo que uno de los principales problemas que podría tener sería mantener esa neutralidad emocional ante el conflicto. Al final, como estudiantes de psicología, estamos acostumbrados a analizar las emociones y empatizar con las personas, pero en un proceso de mediación, ese "exceso" de empatía podría llevarme, sin querer, a volcarme más hacia una de las partes o a implicarme demasiado en su vivencia.
También considero que podría resultarme complicado gestionar mis propios pensamientos sobre la situación y, aunque el papel del mediador exige ser objetivo, somos humanos y siempre hay un componente interno que interpreta la realidad desde nuestras vivencias. Por eso creo que sería importante desarrollar y practicar la autoconciencia y el autocontrol emocional, para hacer el trabajo de la forma más ética y correcta posible.
Además, estoy de acuerdo con la idea del "mapa mental del mediador" porque antes de intervenir hay que analizar todas las variables, tanto positivas, negativas, emociones implicadas y posibles salidas. Pero sobre todo, creo que el mediador debe aprender a ver el conflicto no como un problema, sino como una oportunidad de crecimiento. Y considero que esa mentalidad es difícil, sobre todo al principio, aunque realmente es la que marca la diferencia en los procesos de mediación.
Si yo fuera mediadora, creo que una de las principales dificultades que tendría, sería gestionar mis propias emociones ante tensiones, personas no dispuestas a colaborar, desacuerdos intensos... de manera que tendría que mantener la actitud facilitadora , neutral y empática que requiere el rol de mediadora. Lo veo complicado, ya que pienso que es algo que pasa de manera inevitable; atenderemos a gente muy variada, con sus peculiaridades y opiniones, las cuales pueden comulgar con la nuestra o no, de manera que se tiende a sentir más empatía hacia una de ellas o incluso verme reflejada en alguna situación similar, pudiendo influir (inconscientemente) en mi percepción del conflicto y la actitud que tomo hacia cada una de las partes, la cual podría ser perfectamente distinta, sin querer. En ese sentido, creo que es algo importante a trabajar personalmente, ya que en el futuro podría pasarme factura, ya sea como mediadora o en mi futura profesión.
Por otro lado, a pesar de que personalmente me considero una persona creativa, creo que encontraría cierta dificultad en sentir que no domino todos los asuntos que puedan traer los clientes, como por ejemplo asuntos más legales. Eso me da cierta inseguridad al imaginarme a mí como mediadora.
Si yo fuera mediador, tendría problemas para centrarme en la profundidad del problema, ya que soy demasiado optimista y trataría de ver los aspectos constructivos que permitan que mejore todo. Tendría que recordarme a mí mismo la necesidad de "ver lo negativo" para comprender mejor a ambas partes.
Para mi, lo más complicado si fuese mediadora sería ser empática con una de las partes cuando hay una circunstancia o problema en la que mis valores, ideas o principios no coinciden. Aunque un mediador tiene que ser neutral, es muy fácil que en situaciones muy graves o donde hay una clara injusticia, te decantes por la persona más vulnerable.
Como mediador, una dificultad que podría tener es mantenerme completamente neutral si el caso toca temas con los que tengo experiencias personales o valores fuertes. Tendría que cuidar no dejar que mis percepciones influyan en la imparcialidad del proceso.
En mi opinión, creo que es muy importante ver cómo se combina el análisis objetivo con la empatía y la creatividad en el proceso de mediación. Mediar no es solo aplicar técnicas, sino también comprender las emociones y buscar soluciones duraderas. Además, considero que incorporar algún ejemplo práctico podría facilitar la comprensión y mostrar de forma más clara cómo llevar estas ideas a la práctica.
Si yo fuera mediador, una de las dificultades que podría tener sería manejar la incertidumbre del proceso. En mediación nunca hay un camino fijo ni un resultado garantizado, y eso puede generar cierta tensión. A veces, las partes cambian de postura, surgen nuevos conflictos o el diálogo se estanca, y como mediador hay que saber adaptarse sin perder el rumbo. Mantener la calma, la flexibilidad y la confianza en el proceso, incluso cuando parece no avanzar, sería para mí uno de los mayores retos
Si yo fuera mediador, creo que mi mayor dificultad sería mantener el equilibrio entre la empatía y la neutralidad.
Al pensar en lo negativo del caso, podría dejarme influir por una de las partes; al analizar las emociones, sentir la necesidad de proteger a quien sufre más, al buscar lo positivo, impacientarme por ver avances, y al imaginar posibles salidas, correr el riesgo de imponer mis ideas.
En definitiva, mi reto sería no perder la neutralidad emocional sin renunciar a la empatía, acompañando desde la escucha, la confianza y el respeto.
Si yo fuera mediador me costaría tener paciencia. Cuando veo un problema, mi primera reacción suele ser querer resolverlo rápido, pero en mediación las cosas necesitan su tiempo. Aprendería que las personas tienen su propio ritmo para entenderse y que lo importante no es correr, sino acompañar.
Si yo fuera mediador, sé de buena mano que lo que mas dificultad me supondría sería ser imparcial, si hay algo de lo que no carezco en absoluto es de empatía, me sería muy fácil ponerme en el lugar de cada parte incluso de la que pueda parecer mas agresora. Sin embargo, tener que mantener la paciencia, incluso luego de ciertos comentarios de falta de respeto y que intentan desacreditar tus función como mediador, me sería increíblemente difícil continuar con la mediación y mas aún imparcial.
Si yo fuera mediadora, creo que mi mayor dificultad sería mantener la neutralidad. A veces, sin querer, puedes sentir más empatía por una de las partes o dejarte influir por la primera impresión, y eso es algo que tendría que controlar.
Cuando me encargan un caso, en mi cabeza se desarrollarían una mezcla de emociones: curiosidad, responsabilidad y algo de nervios. Pensaría en cómo entender bien lo que ha pasado, cómo manejar las emociones de las partes y, sobre todo, en cómo crear un ambiente tranquilo donde puedan hablar sin miedo.
En el fondo, lo que más me movería sería el deseo de ayudar a que se entiendan, aunque sepa que la decisión final depende de ellos.
Si yo fuera mediadora, una de las principales dificultades personales que podría encontrar al afrontar un caso sería mantener el equilibrio emocional y la neutralidad ante situaciones cargadas de tensión o injusticia percibida. Considero que ha de ser complejo no tomar partido cuando las partes muestran agresividad o sufrimiento.
También sería un reto gestionar mis propias emociones ante la frustración o la falta de colaboración, manteniendo la calma y la empatía necesarias para guiar el proceso.
Por último, me costaría equilibrar cuando intervenir y cuando dejar espacio al diálogo, recordando que el protagonismo pertenece a las partes. En resumen, la mediación exige tanto técnica como autocontrol y reflexión personal para transformar el conflicto en oportunidad.
Si yo fuera mediador, creo que una de las mayores dificultades que tendría sería mantenerme completamente neutral. A veces, cuando escuchas las historias de cada parte, es fácil empatizar más con una que con otra sin darte cuenta. También me costaría gestionar las emociones intensas que pueden surgir en el proceso, tanto las de los demás como las mías. Creo que necesitaría trabajar mucho la paciencia y la escucha activa para poder acompañar a las personas sin dejarme llevar por mis propias percepciones. Además, pienso que podría ser un reto ayudar a las partes a encontrar soluciones por sí mismas, sin intervenir demasiado ni querer resolver el conflicto por ellas.
Si tuviera que actuar como mediadora, dos dificultad que me podría encontrar podría ser mantener una postura neutral, procurando mantener la imparcialidad a través de una actitud consistente que permita dejar a un lado los prejuicios, estereotipos o etiquetas que puedan influir en mi percepción de alguna de las dos partes. Otra dificultad presente, sería saber cómo mantener el orden cuando las partes estén emocionalmente agotadas y esto provoque que el conflicto se magnifique.
Personalmente, considero que uno de los desafíos y dificultades que enfrenta un mediador a parte de mantener la neutralidad en todo momento y la compostura emocional, es el hecho de encontrar una solución verdaderamente eficaz y justa. Pues así como un médico puede equivocarse en el diagnóstico de su paciente, el mediador puede no considerar una solución que sea completamente equitativa y beneficiosa por ambas partes, y debido al cargo de poder que este representa en el conflicto, puede que no ser cuestionado por su decisión, y por ende, no ser consciente de su error.
(Creo que no se ha publicado mi comentario, por ello intentaré reescribirlo de nuevo):
En mi opinión, uno de los principales desafíos que enfrenta un mediador , además de mantener la imparcialidad y la compostura emocional en todo momento, es encontrar una solución verdaderamente eficaz y justa. Al igual que un médico puede equivocarse al diagnosticar a un paciente, un mediador puede no llegar a una solución que sea completamente equitativa y beneficiosa para ambas partes. El problema de esto es que debido al poder que representa su rol en el conflicto, puede que no se le cuestione por su decisión, lo que podría llevarle a no ser completamente consciente de su error. Por ello, es fundamental hacer un feedback e intentar ver el conflicto desde todos los prismas posibles y considerarlos, al igual que ocurre con el ojo mágico.
Personalmente, lo que más me costaría a la hora de mediar sería separarme emocionalmente del conflicto, ya que soy una persona muy empática y me costaría mucho mantener la imparcialidad si observo que una de las partes está sufriendo más de lo necesario. Además, ligado a eso, me costaría mantener un lenguaje no verbal neutro que haga que no se note lo que opino respecto al tema.
Yo creo que si fuera mediadora una de las cosas que se me haría más complicada a la hora de mediar sería saber llevar los casos que después de intentarlo (la mediación) no he logrado que se solucione el conflicto, ya sea porque es un conflicto mayor que no se puede solucionar con la mediación y hay que involucrar a otros campos o porque una de las partes, o las dos, no colabora con el proceso (no escucha a la otra parte, se faltan al respeto, interrumpen, no hacen caso…) o con las pautas a seguir. Y eso, si no se gestiona adecuadamente, podría afectar en como ves los otros casos, debido a que a lo mejor ya no me esforzaría tanto, o desistiría directamente.
Si yo fuera mediador, una de las mayores dificultades al enfrentar un caso sería gestionar mi propia mente mientras analizo la situación. Debemos equilibrar varios aspectos: ver lo negativo sin quedarnos atrapados, reconocer y manejar las emociones de las partes, descubrir lo positivo y generar opciones de salida duraderas.
El desafío principal está en mantener la claridad, la empatía y la creatividad a la vez, para guiar el proceso sin imponer soluciones y ayudar a las partes a tomar decisiones conscientes y sostenibles. En mediación, nuestro cerebro siempre trabaja para convertir conflictos en oportunidades.
Si yo fuera mediadora considero que lo que más trabajo me costaría controlar sería el hecho de no implicarme demasiado en querer resolver el problema, ya que el mediador únicamente debe ser un medio de ayuda para que las partes implicadas lleguen a una solución decidida por ellas mismas. Pienso que ante situaciones de sufrimiento o incluso injustas, podría serme difícil controlar el impulso de expresar cuál pienso que es la mejor solución y tratar de convencerles de mi idea.
También creo que me costaría mantener cierta distancia emocional, sobre todo si veo que alguien lo está pasando mal o si me siento identificada con lo que cuenta. En esos momentos me podría salir de forma natural querer posicionarme o intentar ayudar más de la cuenta.
Tras leer “el mapa mental del mediador” nos recuerda de que ser mediador va mucho más allá de conocer técnicas o seguir pasos. Mediar es pensar, sentir y acompañar desde un punto de vista más humano. Requiere acompañar a las personas en el proceso para que encuentren ellos mismos soluciones, entender lo que pasa sin juzgar, y tener la mente abierta para encontrar caminos en los que las personas puedan encontrar su lugar. Este mapa mental del mediador pone en el foco justo eso, cómo dentro de sí mismo se mezclan la razón, empatía y creatividad. Primero, reconoce lo que ha ocurrido, aunque sea una situación demasiado compleja, porque mirar de frente lo negativo es la única manera de entender y aliviar; En segundo lugar, se fija en las emociones, en cómo las viven las personas, porque sin atender lo que sienten no hay posibilidad de diálogo real; En tercer lugar, busca lo positivo de la situación, que aunque muchas ocasiones parezca mínimo, puede servir para volver a conectar; y por último, deja que su parte más creativa piense en soluciones, que sean realistas y justos para ambas partes.
En realidad, mediar requiere de ver las oportunidades donde otros solo ven un problema, creer en las personas incluso cuando ellas mismas han dejado de hacerlo, y confiar en que siempre hay una forma de entenderse, si se sabe escuchar de verdad.
En el momento en que los mediadores reciben el caso, imagino su mente trabajando, reflexionando, preparándose, etc. Primero analizan el conflicto, quienes son las partes y ven si pueden actuar con neutralidad. Además, es un momento en el que el mediador debe separarse de sus problemas y su vida diaria para centrarse y practicar la escucha activa del cliente lo cual no es tarea fácil.
Todo este proceso mental, puede englobar la distribución de las sesiones y las estrategias que va a seguir para facilitar el diálogo. Es importante recordar la ética, el respeto y el secreto profesional.
En resumen, en la mente del mediador se mezcla la razón, la empatía y el compromiso para ayudar a las personas a acercar sus posturas y encontrar soluciones justas.
Qué importante que es tener un mapa mental para básicamente todo, pero especialmente cuando tienes que verte envuelto en resolver un problema, como no tengas las cosas medio claras, está claro que no va a salir bien. Y ese es uno de los problemas que yo creo que más tendría, será que quizás aún estoy muy verde, o me siento así, que siento que es muy difícil meterse en un problema ajeno y no querer resolverlo, sino dejar que lo hagan ellos. Creo que soy una persona que se implica mucho en los problemas de los demás porque soy muy empática y siempre que puedo ayudar, intento hacerlo, pero sé que esto es una ayuda mucho más indirecta y eso puede serme difícil, especialmente cuando alguna de las partes estén en desigualdad o quieran llegar a un acuerdo que yo no vea lo suficientemente bien, me va a costar mucho mantenerme al margen, pero supongo que de todo se aprende.
Si yo fuese mediador, creo que lo primero que tendría que aprender es a no dejarme llevar por las emociones de los demás. Cuando dos personas están enfadadas o dolidas, es fácil contagiarse de esa tensión, y me costaría mantenerme tranquilo y neutral. También pienso que sería complicado no querer intervenir demasiado; a veces me saldría la necesidad de dar mi opinión o intentar arreglar el conflicto rápido, cuando en realidad el papel del mediador es acompañar, no decidir. Me ha parecido muy interesante lo que dice el texto sobre “bucear en la mente creativa”, porque creo que en una mediación hace falta imaginación para ayudar a las personas a ver soluciones que al principio ni se plantean. Además, me ha gustado la idea de buscar lo positivo, incluso cuando todo parece un problema, porque eso demuestra que el mediador tiene que ser alguien que inspire calma y esperanza. En definitiva, si yo fuese mediador, intentaría trabajar mucho mi paciencia, mi empatía y mi capacidad de escuchar, porque al final mediar no es solo entender el conflicto, sino ayudar a que las personas se entiendan entre ellas.
Si yo fuera mediadora, creo que una de las mayores dificultades que podría tener sería mantener siempre la imparcialidad. A veces, cuando escuchas las dos versiones de un conflicto, puedes sentir más empatía por una de las partes, ya sea porque te identificas con su situación o porque su forma de expresarse te resulta más cercana.
Si yo fuera mediadora, creo que mi mayor dificultad sería controlar mis emociones y mantener la neutralidad ante el conflicto, no siempre es fácil escuchar historias duras sin que te afecten o sin sentir empatía por una de las partes.
También me costaría no adelantarme a buscar soluciones y dejar que sean ellos mismas quienes las encuentren, ya que el papel del mediador es acompañar y ayudar, no decidir. Además, manejar los silencios y momentos de tensión requeriría mucha paciencia y autocontrol.
En resumen, lo más complicado para mí sería gestionar mis emociones y mantener una actitud imparcial durante todo el proceso.
si yo fuese mediador, lo que mas difícil se me haría seria mantener la neutralidad sobre todo en casos extremos y controlar las emociones. Cuando una persona esta muy dolida o alterada es muy facil dejarse llevar por esos sentimiento.
También creo que al principio me resultaría complicado saber cuando intervenir ya que me da miedo cortar a alguna parte que este hablando o que sea un silencio que esa persona necesita porque esta pensando o hablando de algo profundo y yo la interrumpa en eso.
en conclusión, lo mas complicado para mi seria mantener el equilibrio para no dejarme arrastrar por los sentimientos de los demás y saber actuar en el momento adecuado.
Como mediador en formación, creo que mis mayores dificultades serían controlar mis sesgos y no mezclar hechos con opiniones, manejar bien las emociones propias y de las partes, mantenerme neutral cuando hay desequilibrios entre ellos, no precipitarme a dar soluciones y elegir bien el momento para avanzar o parar y derivar. En resumen, mi mapa mental mezcla datos y emociones, está atento a los sesgos y busca acuerdos realistas y duraderos.
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