Podríamos aprender de los
traductores para nuestra profesión de mediador
Ante
todo empecemos aclarando, antes del análisis comparativo con nosotros los
mediadores, que un traductor es un intérprete, algo que en nuestra profesión
venimos haciendo desde la primera sesión de mediación. Con el parafraseo, no se
me ocurre mejor comparativa que decir, “también soy traductor”, de mensajes, de
sentimientos, de posiciones o de intereses.
Pues
para ello en este post os animo a que leáis 5 consejos para ser un buen “traductor-mediador”
1. El conflicto no es tuyo
A ver,
cuidado. No confundamos “trabajar un tema” con “vivirlo”. En este caso, hablo
de mediar en un conflicto que traen las partes como resultado de una serie de
relaciones previas, en pasado, que les llevó a esa situación. Ten en cuenta
que, ya seas “traductor de sentimientos” o un mero “traductor en su
comunicación”, ni los mensajes que se lanzan que traduces es tuyo ni el
resultado de dicha interpretación será tuyo como tal. Aunque desempeñes un
papel esencial para que las partes se entiendan en la mesa de negociación, el
traductor vive en la sombra y, en la mayoría de los casos, no hace más que
dulcificarlo, aclararlo, hacerlo entendible a cada parte. De hecho, en el mundo
de la mediación se suele decir que el mejor mediador es el que poco a poco se
va haciendo invisible, para que realmente terminen hablando entre ellos mismos.
2. No todo el mundo puede ser
traductor ni mediador
Con
independencia de tu formación y de los requisitos académicos necesarios para
ser mediador, esta profesión requiere de ciertas características personales que
no todas las personas tienen. Requiere altos niveles de concentración, grandes
dotes de comunicador y el dominio de técnicas y habilidades que según el caso,
puedan deshacer nudos. Es necesario que los futuros mediadores sean conscientes
que los asuntos que llegan a nuestra manos son difíciles, enrevesados,
complicados, porque generalmente ya intentaron resolverlo, ya fueron asesorados
y no saben que hacer. Además, tienes que ser detallista y minucioso hasta la
saciedad. Ten en cuenta que un error en tu forma de preguntar o en tu
traducción de mensajes, puede cerrar totalmente una negociación. Te lo digo por
experiencia.
3. Un buen traductor es
siempre un hombre o mujer de paz
Cuando
comencé a mediar asiduamente, en muy distintos temas, me empecé a dar cuenta de
la necesidad de aquello que dices y cuentas a las partes, lo es también porque
tu lo vives; creo que no tiene sentido que les hables con mensajes de que deben
escucharse, empatizar y colaborar para encontrar una solución, pero en cambio
si el tema te afecta a ti, interpones una demanda, una reclamación, para que
sea un tercero el que lo solucione. En definitiva, practica con el ejemplo.
4. Hablar los “dos idiomas”
que traen las partes del conflicto no te hace un buen traductor o mediador.
De
algún modo, muchos mediadores creen que conocer perfectamente los temas que se
manejan en el conflicto, es sinónimo de saber traducirlo todo y dominar la
negociación. Nada más lejos de la realidad, tienes que ser un auténtico experto
en técnicas y habilidades, porque en muchos casos, evidentemente no en todos,
saber del tema, te llevará a en algún momento cambiar tu rol al de asesor,
orientador o figura parecida. No olvidéis que debemos ser objetivos, neutrales
e imparciales. Difícil ser “traductor” ¿verdad?
5. Trabajar de manera
organizada bajo presión
Eres
el director de orquesta. Los “instrumentos” suenan, hablan, cuando tu marques
el tiempo. El diagnóstico, lo debes realizar para poder avanzar antes de
comenzar una reconstrucción, pero la presión de las partes, que vienen hablando
de esto desde hace años, porque es su problema, para que se trate ya la
búsqueda de la solución, te puede impedir marcar el tiempo exacto de reuniones
y búsquedas. Debemos indicarles, que para ellos es algo que conocen a la
perfección y desde hace tiempo, pero que nosotros debemos, para ser los mejores
traductores, tomarnos nuestro tiempo para analizar todo lo ocurrido. Solo así
seremos capaces de empoderarles y conseguir que aunque no compartan sus
posturas, al menos las escuchen y comprendan. En conclusión, ser mediador
implica trabajar siempre bajo presión, pero de manera organizada y sin pasar
nada por alto.
Entorno,
cultura, mensajes…todo sirve para ser un buen “traductor-mediador”