martes, 19 de diciembre de 2023

En Navidad...tengamos la fiesta en paz (reedición)

 


Cuantas veces hemos oído la frase…“vamos a ver si tenemos la fiesta en paz”
¿también tu querido lector o lectora?

Podemos hablar sin lugar a dudas de la existencia de conflictos propios de estas fechas, dado que los festejos navideños enfrentan a todas las familias a una serie de tareas y decisiones que también pueden resultar complejas y que siempre necesitará de una negociación. Así podemos hacer una relación de conflictos propios de la época, como el turrón, el árbol de navidad o el belén que montamos en casa:

-        ¿Quién se encarga de los regalos, de la comida?, es que siempre soy yo

-        ¿Quién hace de comer este año? Porque tu hermano no hace nada ningún año

-        ¿Quién adorna la casa? ¿Quién pone el belén, el árbol de Navidad? y… ¿Dónde? Cada vez tenemos menos sitio y los niños ya no están

-        ¿En qué fechas vamos a casa de los suegros? Ten en cuenta que el año pasado fue en Nochebuena y este año toca en fin de año

-        ¿En qué fechas a casa de mis padres? Ten en cuenta que están solos y los tuyos todavía viven en casa tus hermanos

-        ¿A quién invitamos a nuestra casa? Hace tiempo que no vemos a…

-        ¿Quién se ocupa de los niños? Están de vacaciones y es una locura

-        ¿Por qué has comprado turrón duro si sabes que no me gusta? ¿todavía no sabes que me gusta de chocolate?

-        ¿en que canal vemos las campanadas? Porque este año creo que las dan…

-        ¿Cuál es tu rey favorito? ¿Santa Claus o los Reyes?...que hacemos, les regalamos algo en las dos fiestas o no

Como mediador os propongo un alto al fuego y eso solo se consigue si entre todos reconstruimos esa paz

El alto al fuego se conoce muchas veces, como “ la Tregua de Navidad”, y se refiere a un breve alto al fuego, que sin que fuera oficial, ocurrió de forma totalmente imprevista, entre las tropas alemanas e inglesas en la primera guerra mundial durante la Navidad de 1914. Así, el 24 de diciembre de ese año, cuando las tropas alemanas comenzaron a decorar sus trincheras, para al menos mostrar que era la época de adviento, una vez lo hicieron, continuaron con su celebración cantando villancicos, entre ellos uno de los más famosos: “Noche de Paz”. En ese momento fue cuando las tropas británicas en las trincheras, al otro lado del ejercito alemán, respondieron con los mismos villancicos pero cantados en Inglés.

Ambos ejércitos, sus soldados, en aquella noche, continuaron el intercambio gritando saludos de Navidad los unos a los otros. Incluso, dicen los historiadores, se produjeron visitas a lo que se llamada, “la tierra de nadie”, donde pequeños regalos fueron intercambiados: whisky, cigarrillos, chocolates, etc. Gestos valen más que mil palabras, pero es una maravillosa historia para visualizar, que hasta en momentos de guerra, se puede alcanzar un “alto al fuego” y respetar.

Política, fútbol, tendencias, las redes sociales…y este año, el problema sanitario, todo es conflictivo si no sabemos llevar la conversación inteligentemente, por eso debemos ser conscientes de que temas como estos pueden generar muchos conflictos inesperados.

Pero no solo eso, sino que aunque, como es mi caso, seamos cristianos, en esta época tenemos que ser respetuosos, con todo aquello que surge en Navidad.

¿Sabías que durante la Navidad hay un pueblo en Perú donde jóvenes y mayores resuelven su rencor a puño limpio?, para empezar el año sin “impurezas” y de esta forma librarse de las cargas que conllevan los conflictos entre ellos. 

¿Sabías que la palabra Noel (Papá Noel) deriva de la expresión francesa "les bonnes nouvelles" o "the good news" (buenas noticias)? ¿Y que Jesús probablemente nació en una cueva y no en un establo de madera, según los estudiosos bíblicos?

¿Sabías que la mayoría de los historiadores creen que Jesucristo nació en primavera?. ¿Por qué escoger este día entonces? Probablemente se eligió el 25 de diciembre porque coincidía con el antiguo festival pagano Saturnalia, que honraba al dios agrícola Saturno con fiestas, juegos de azar y regalos. Las saturnales eran consideradas una gran festividad romana y quizás de forma “enmascarada” a los años posteriores a la muerte de Jesús, en época romana era una forma de celebrar, entre cristianos.

¿Sabías que el icono de Santa Claus o Papá Noel en los anuncios de Coca-Cola no conforma el origen de la imagen de Santa?. La realidad es que la imagen de Santa Claus es más una figura que ha evolucionado con el paso del tiempo pues en su origen el traje era verde, de un hombre bueno nórdico, sin hijos, que se dedicaba en esa época a hacer regalo a los niños.

¿Sabías que la tradición dice, que los Reyes Magos de Oriente, acudieron desde recónditos países a rendir homenaje a Jesús de Nazaret? Trajeron tres regalos: oro, incienso y mirra. Melchor, trajo oro por su gran valor y su belleza; Gaspar trajo incienso, una resina balsámica que al arder desprende un humo aromático muy agradable y Baltasar trajo mirra, una sustancia resinosa aromática con propiedades antisépticas, digestivas y antidepresivas.
¿y que quizás hubo un 4º Rey llamado Artabán? Quien nunca llegó a unirse a los tres Reyes Magos, pero que gracias a él muchas de las injusticias de la época, quedaron sin efecto, ante el Nacimiento de Jesús.

¿Sabías que El origen de la estrella de Navidad que suele coronar nuestros árboles navideños es originaria de Filipinas? En esta zona del planeta, se preparan antorchas en forma de estrellas de cinco puntas, que iluminan la entrada de los hogares.

¿Sabías que desde Nazaret bajaron José y María a Belén, para empadronarse y que Jesús nació unos años antes al año 1, ya que hubo un error de cálculo pues Herodes murió sobre el año 4 antes de Cristo? ¿y que más que un censo, era un juramento de fidelidad al emperador? Algo que se hacía en terrenos ocupados por el Imperio Romano.

¿Sabías que el Aguinaldo es una señal de liderazgo y que esa costumbre que tenemos en algunos países, era una compensación económica para los trabajadores al final del año, y también cuando carteros, barrenderos, serenos y otros oficios semejantes, pasaban casa por casa en la zona donde prestaban sus servicios para felicitar a dichas familias por la Navidad, mismas de las que recibían una pequeña compensación económica como respuesta?

¿Sabías que La Estrella que condujo a Belén, era la conjunción de júpiter y Saturno y que se se produjo en el año 7 antes de cristo?

¿Sabías que el árbol de Navidad surgió en las tierras del norte de Europa, seguramente fuera Alemania? Pero, no existen datos fehacientes hasta 1605, fecha en la que se tiene constancia que se implantó y por lo tanto, se considera como el primera vez que se utilizó, para representar el frío de la Navidad, difundiéndose por el resto del mundo, el tipo pino o abeto.

¿Sabías que muchas personas asociamos comidas y sabores específicos con la Navidad? En Alemania, por ejemplo, las galletas lebkuchen son mundialmente conocidas durante la temporada navideña. Lebkuchen es una galleta de jengibre que combina perfectamente con el delicioso espíritu navideño. También se encuentran otros: el pudin de Navidad de Reino Unido, el Panettone italiano, el roscón de Reyes en España, el Bienmesabe de Venezuela, el Pan Dulce de Argentina y la Colación en México.

¿Sabías que los colores de la Navidad son el verde, el rojo y el dorado? Pero, ¿por qué esos en concreto? La respuesta es que cada uno tiene un significado. El verde simbolizaría la vida, pues es el color de las hojas nuevas; el rojo vendría a ser la sangre de Cristo y el dorado hace referencia a la riqueza, la realeza y la luz.

Y en este repaso a curiosidades, me gustaría llevarte a mi tierra, Sevilla, Andalucía, porque somos “tierra de mediadores” y si no, presta atención: la celebración de la Navidad en Al-Andalus suponía, la convivencia entre cristianos y musulmanes durante los siglos VII al XII.

y tal como empezó mi relato con el alto al fuego entre alemanes e ingleses, en plena guerra mundial, en Al-Andalus, eramos los mozárabes, los que celebrábamos la Navidad de forma conjunta uninedo en almuerzos y cenas y cánticos a cristianos y musulmanes y eran los alfaquíes, quienes siendo juristas y protectores del Corán, condenaban a base de normas, la participación de los musulmanes en las tradiciones navideñas cristianas. Tanto, que para luchas contra ello, incluso quisieron establecer la fiesta del nacimiento de mahoma.

Por todo lo que te cuento, me gustaría terminar este artículo con pequeñas recomendaciones para tener de verdad una fiesta en paz y que se cumpla el dicho de una Feliz Navidad. Mejora el estado de animo:

Recomendaciones mediadoras en estas fiestas

1.- La prevención: busca temas neutros

Sencillamente, no es el momento ni el entorno adecuado, pues esos temas pueden predisponer fácilmente los conflictos familiares en navidad

2.- Ten mucho cuidado con el consumo de alcohol

No se trata de beber por beber, de brindar por brindar. Se trata de hacerlo bien, siendo consciente que muchos estados de exceso producirán enfados y malas palabras que luego sobrios, nos arrepentiremos de aquello. 

3.- Mirad a los ojos de los niños que estén a vuestro lado

Su inocencia, su ilusión, sus ganas de vivir estas fiestas, harán que los adultos por este periodo, nos volvamos niños y veamos las cosas con su mirada. Una mirada limpia y deseosa de que sea una gran Navidad y que mantendrán esas ilusión durante todas las fiestas, desde la mezcla del nacimiento de Jesús, pero que esa noche puede venir también Papa Noel, hasta que los Reyes Magos cabalguen hasta sus salones para dejarles regalos. 

4.- Aceptar, en las conversaciones, de que cada uno tiene su tiempo

Haz una escucha activa…deja que cuenten su historia, que la terminen, para luego contar la tuya y como te fue a ti. No vamos a cambiar a nadie el día de navidad, ¿verdad? Las personas somos como somos.

Dejemos que cada uno tenga su propio espacio de protagonismo

no queramos colonizar las conversaciones. Si alguien nos cuenta (que hace tiempo que no vemos) que hace poco viajó a París…dejemos que lo cuente, preguntémosle donde estuvo y como lo pasó y solo cuando termine, intervenid explicando que vosotros también fuisteis, y que bien lo pasásteis. Hay tiempo suficiente en estos días para que todos nos sintamos comprendidos y escuchados.

5.- Planifica el tiempo

Intentar llegar a un acuerdo si el problema es dónde pasar las fiestas: más vale un mal acuerdo que unas malas Navidades

6.- Valora lo positivo en cada momento.

Ten cuidado con el “vampiro emocional” y consigue que no eclosione las reuniones. Existen, pero no debemos tenerlo miedo. Se consciente que cualquier situación puedes ver lo positivo del tema.

7.- No te anticipes, valora la sorpresa y disfruta de cada momento

Cuando se acerque un evento familiar déjate sorprender, en cada momento, según como te sientas, no tienes que ser la alegría de la fiesta, ni te tienes que mentalizar para serlo en la comida familiar. Ni ser gracioso, ni ser pesado. Ni ser extrovertido ni tan introvertido… disfruta de cada momento que requerirá una situación distinta. Como cuando viajamos, es bueno ir “ligero de equipaje” y con destinos sorprendentes.

8.- Busca un equilibrio con tus familiares: Negocia lo que necesites, no tengas miedo

Escucha tus emociones y atiende a tus necesidades: Si te sientes triste, enfadado, melancólico o apático, déjate sentir

9.- No sobrevalores a tu familia o amigos, ni infravalorares la de los demás.

Reconocer sus aspectos positivos y sus limitaciones, de cualquiera y sobre todo una gran frase mediadora: “respeta aunque no compartas”.  

10.- Ojo, si entramos en temas espinosos, en las conversaciones utiliza la misma frase mediadora de respetar aunque no compartas

Respetar aun cuando no compartáis, este es nuestro principal trabajo como mediadores cuando estamos en nuestro trabajo día a día. Hacerlo vuestro, usad esta receta. “Morderse la lengua” durante unos segundos…nos coloca en una situación de “contar hasta diez” antes de rebatir nada

Y si no, mi querido amigo o amiga, siempre nos quedará… cantar Jingle Bells.

Todo se sobrevalora y exagera y si no… recordar, siempre nos quedará iniciar un villancico clásico, al que yo recomiendo que se use. El famoso “Jingle bells”, absolutamente genial, cuando empezamos a cantar y llegamos al momento “…all de ways” y ya pasamos a la libre interpretación cada uno en su “ingles de academia” sin sabernos la letra, terminando en …”hey”. Potenciar el buen humor es fundamental, una sonrisa hace que pierdas la noción del tiempo.

Por eso cuando hablamos los mediadores, siempre utilizamos la palabra “empatía”. La empatía consiste en ponernos en el lugar de los demás, en respetar su forma de pensar, sentir y actuar, es la base de la inteligencia emocional. No es cuestión de tener la razón, en los conflictos todos queremos tener la razón, tenemos que entender que cada uno tiene una percepción de la realidad, por lo que nadie está en posesión de la verdad absoluta.

Usa el agradecimiento, ya que dar las gracias siempre, no cuesta nada y desarma cualquier reacción negativa. Asi que… gracias.

Mediar, negociar y mediar y, después del acuerdo, a pasarlo bien: no hay nada peor que, después de haber estado negociando, darle vueltas al resultado intentado buscar ganadores y perdedores.

Gracias por estar ahí, gracias por leerme y gracias por hacer de la Navidad un momento especial.

105 comentarios:

Inés López-Cirera dijo...

En mi casa, el día de Navidad solemos ir a casa de mis abuelos a cenar y siempre a lo largo de la noche suele haber alguna pelea, algo de tensión ya sea por opiniones distintas o simplemente por los regalos. Mi abuelo todas las navidades desde que yo me acuerdo cuando llega ese momento de la noche agarra el mando del reproductor de cds y lo pone a funcionar. Siempre saca su repertorio de villancicos antiguos y sube el volumen al máximo. Esa es su forma de mediar entre mi abuela y mis tías, no las deja seguir hablando. En cuanto escuchamos "pero mira como beben los peces en el rio" se calman las tensiones y nos unimos en el salón a cantar y bailar. En estos últimos años, pidió por reyes un altavoz grande con ruedas para que se escuchara aun más alto. Mi abuelo se convierte en mediador y no le deja el mando de la musica a nadie hasta que estemos todos disfrutando y sin discutir. No hay navidad que no pase.

Ángeles María García Flores dijo...

Después de leer el texto, he pensado en una costumbre de mi familia que, sin darnos cuenta, funciona como una pequeña “tregua navideña”. Ocurre cada Nochevieja, cuando preparamos la cena entre todos. La dinámica es muy simple: cada miembro de la familia, desde los más pequeños hasta los mayores, se encarga de elaborar un plato. No importa si alguien cocina muy bien o si a otro se le quema lo básico, que podría ser yo perfectamente.
La parte que tiene relación con la mediación es que existe una norma que todos respetamos: no se puede juzgar el resultado. No se comentan fallos ni comparaciones, solo se agradece el esfuerzo y se prueba lo que cada uno ha hecho. Esta regla, que parece pequeña, ayuda a que no entren críticas innecesarias, evita tensiones y crea un ambiente más tranquilo y colaborativo.
Creo que esa costumbre se ha convertido en nuestra forma familiar de lograr una tregua: cocinar juntos algo imperfecto, pero compartido, donde lo importante no es el plato en sí, sino que todos participan sin presiones.

Samuel Mate dijo...

En mi familia tenemos una costumbre navideña que nació casi sin querer y que ahora seguimos todos los años. La llamamos “la Tarjeta del Turno”. No es nada oficial ni legal, es literalmente una tarjeta que hicimos una nochevieja con un cartón de una caja de turrón. Le pusimos “TURNO” con rotulador permanente y ahí quedó.

La regla es simple: quien tiene la tarjeta puede hablar y nadie lo interrumpe. Cuando acaba, la pasa a quien quiera.

Esto surgió porque en mi familia somos muchos, hablamos todos a la vez, mi tío Juan siempre levanta la voz, mi prima Carmen es la que más se emociona contando historias y mi padre interrumpe sin darse cuenta… así que un año dijimos: “mira, o nos organizamos o aquí no se entiende ni Dios”.

Lo mejor es que mis primos son los primeros en recordarnos la norma. De hecho, si alguien comienza a hablar sin tarjeta, siempre salta alguno de ellos: “¡Eh, eh, te toca cuando te toque!”. Y todos nos reímos.

Al final la tarjeta se ha convertido en nuestro modo casero de “mediación navideña”. Nos obliga a escucharnos, a dejar que cada uno tenga su momento y a evitar esas discusiones tontas que salen por comparación de viajes, por quién cocina mejor o por qué canal ver las campanadas.

Es una tontería, pero funciona. Y al final, como dice el artículo, es nuestra pequeña versión de la “tregua de Navidad”: un par de horas en las que nos relajamos, nos escuchamos y hasta nos sorprendemos de lo que cuenta cada uno.

María García Paredes dijo...

En mi casa, en las cenas familiares de cada Navidad, existe la fea costumbre de que siempre hay alguien que saca el tema de las notas del curso. Y claro, lo cierto es que ninguno de mis primos ni yo hemos sido nunca "estudiantes de sobresaliente", así que ese tema acaba generando bastante tensión. En cuanto sale la pregunta, empiezan las comparaciones, los comentarios de siempre y, al final, terminamos todos discutiendo.
Mi abuela, que ya conoce el percal, siempre intenta cambiar de tema en cuanto oye el famoso "¿y cómo han ido las notas?". A veces comenta algo sobre la comida, o intenta cambiar a otro tema de conversación, pero nunca funciona.
Con el tiempo, me he dado cuenta de que, aunque sea una costumbre casi automática en mi familia, acabamos aplicando sin darnos cuenta algunas técnicas que se usan en mediación. Por ejemplo, en esos momentos tensos, y siempre y cuando no me toque a mi la pregunta, intento relajar el ambiente haciendo alguna broma. Unas veces funciona mejor que otras, pero al menos ayuda a quitarle hierro al asunto.
Al final, sin darnos cuenta, terminamos usando habilidades propias de un mediador, como escuchar sin atacar, no alimentar el conflicto, intentar suavizar el tono o redirigir la conversación hacia otro tema menos sensible.

Marta García Romero dijo...

A mi familia y a mí nos encanta la navidad, es la época del año en la que te reúnes con la familia y compartís momentos. Al ser tanta gente junta en casa de mi abuela siempre puede haber algún momento que podamos relacionar con la mediación, en mi caso, podría relacionarlo cuando era adolescente y quería salir a las fiestas de fin de año después de las uvas, en ese momento se producía una especie de negociación/ mediación entre mis padres y yo en el que yo les decía la hora a la que quería volver y mi madre decía otra, por lo que actuaba mi padre y daba una hora razonable entre medio de las ideas de mi madre y mía.
Por otro lado, también puede usarse cuando estás cenando el 24 y tu tío y tu prima (que tienen ideas muy contrarias) empiezan a debatir sobre un tema, aquí es cuando algunas veces tienes que entrar y mediar entre ambos para que no siga la cosa a más.

Por último, en mi caso, tengo familia en Sevilla y Chipiona, por lo que hay un momento en el que nos tenemos que reunir mis padres, mi hermano y yo y hablamos sobre qué día se pasará en Sevilla y cuál en Chipiona, aquí se produce también una especie de mediación en la que tenemos que llegar entre todos a un acuerdo que nos beneficie a los 4.

Ley1710 dijo...

Leilany Trejo Cabrera
Universidad Loyola Córdoba
En mi familia, para las fiestas siempre las celebro con la familia de mi mamá, he de decir que somos todas mujeres, no hay ni un solo hombre, solo mi abuelo entonces la verdad la situación es muy divertida.
Unos días antes de navidad siempre nos reunimos para ponernos de acuerdo sobre qué haremos para esa fecha, y entre todos llegamos a un acuerdo, aunque con los años nos hemos quedado con ciertos roles (en los cuales cada uno es lo mejor), un ejemplo es que tanto mi mamá como yo nos dedicamos a la decoración, limpieza y el primer plato, mientras que mis tías y primas se encargan de los juegos, los otros platos e incluido el postre.
No obstante, cuando llega el día y aún faltan cosas por hacer llega a haber un poco de discusión sobre quien hace que, y es cuando entra una técnica de mediación que utilizamos, el silencio y el uso del rotafolio, esto debido a que dejamos que hablen y expresen sus problemas cada una y ante cualquier situación sacamos una libreta donde apuntamos cada una de las cosas y acuerdos que habíamos llegado con anterioridad.
Ahora bien, en la cena, al platicar de diferentes tema y antes de la media noche somos muy empatados y hacemos una escucha activa, esto debido a que cada uno expresa sus mejores momentos en el año y lo escuchamos para posterior dar una opinión positiva sobre eso y para que realmente se sientan escuchados.
Ahora bien, también teníamos un código secreto para hablar de algunos temas, ya que cuando mis primas las menores aún tenían la inocencia de santa Claus y los reyes magos, los mayores hacíamos un acuerdo de comprar regalos y si a alguno se le olvidaba ponerlo en el árbol, el otro lo debía hacer o distraer a la niñas para que no lo descubran, enfatizando que mientras estuviéramos unidos y de acuerdo el plan saldría bien.
Es muy interesante ver que a pesar de que lo vemos muy cotidiano en nuestras fiestas navideñas, y ahora en mis fiestas el papel de la mediación es muy importante y lo utilizamos con mayor frecuencia de la que creemos.

Giada Scola dijo...

Giada Scola - Universidad Loyola Córdoba

Empezaré diciendo que es una reflexión muy profunda y que nunca hubiera pensado que una fiesta como la Navidad tuviera que ver con la mediación. Soy italiana y en Italia la tradición dicta que se celebre la cena de Nochebuena el 24 de diciembre, esperando juntos la medianoche para felicitarnos, y luego se celebre la comida de Navidad el 25 de diciembre, que es una comida tan larga que casi se convierte en una cena para comer las sobras. Los alimentos principales que no pueden faltar en la mesa italiana en Navidad son el pandoro, el panettone y el turrón. Si pienso en las cenas y comidas de Navidad, veo que tienen relación con la mediación. A menudo, en Navidad se reúne toda mi familia, y puede ocurrir que haya parientes a los que no veo desde hace tiempo y que empiecen con preguntas incómodas, o que estés en la mesa y los abuelos, con sus ideas conservadoras, hagan un comentario que te dan ganas de levantarte e irte. A menudo, en la familia surgen temas de política italiana o extranjera y los jóvenes empiezan a chocar un poco con las ideas de los adultos. Además, durante las fiestas navideñas, a veces se bebe un poco más de alcohol y se dicen cosas con más libertad, lo que puede provocar pequeños conflictos en la mesa. De hecho, nunca lo había visto de esta manera, pero se pueden aplicar algunas técnicas de mediación, como la escucha activa, sin intervenir bruscamente para evitar arruinar la Navidad e intentar vivir con un poco más de ligereza (fingiendo no escuchar ciertas cosas) para apreciar el simple hecho de pasar un día especial con la familia.

Olivia Sanguinetti dijo...

En mi casa nunca hemos sido mucho de Navidad, pero una tradición que nunca falla es comer juntos el día de Navidad y cenar en Nochevieja. Esta tradición comparte mucho con la mediación, y es que en ambas siempre se da un conflicto o problema al que hay que dar solución.

ALEJANDRA GARRIDO PERIS dijo...

Después de leer tu post, me he puesto a pensar en alguna costumbre navideña de mi familia que, sin llamarla así, tenga algo que ver con la mediación. Y sí, hay una que repetimos cada año pero casi sin darnos cuenta.
En mi casa, antes de empezar la cena de Navidad, hacemos como una especie de ronda rápida en la que cada uno comparte algo bueno que le ha pasado durante el año. No es nada preparado, la verdad que son cosas sencillas normalmente pequeñas cosas por las que estamos agradecidos este año como nose un logro personal, algo que nos hizo ilusión, o simplemente un momento que queremos recordar.
Puede parecer una tontería, pero esta costumbre pienso que tiene un efecto bastante poderoso en como se desarrolla el resto de la noche. Yo creo que al recordar algo positivo o sentirnos agradecidos por pequeñas cosas parece que cambia el ambiente por completo. Yo siento que la gente se escucha de otra manera y el ritmo es como más lento, nadie interrumpe, nadie compite y, sin darnos cuenta, se rebajan tensiones. Siempre que vivo ese momento pienso en lo que cuenta y verdaderamente importa. Creo que a los demás miembros de la mesa les pasa exactamente igual que a mí por lo que en el fondo, funciona como una pequeña forma de mediación al poner el foco en lo positivo, damos espacio a todos por igual y empezamos la noche de una forma como más calmada, lo que lo hace mucho más fácil y eso se traslada en las conversaciones típicas de Navidad.
Nunca lo había visto de esa manera, pero tu post me ha hecho darme cuenta de que eso es nuestra forma familiar de crear una pequeña “tregua navideña”.

Candela Torres Arias dijo...

En mi familia, en Navidad siempre aparece la misma discusión, el temido amigo invisible. Hay dos bandos, por un lado, los que disfrutan comprando el regalo, adivinando quién les habrá tocado y viviendo toda la emoción y, por otro lado, estamos los que preferimos evitarlo porque nos da muchísima pereza buscar algo en tiempo récord, ya que en mi casa los nombres se reparten en la cena de Nochebuena y los regalos se entregan en la comida del 1 de enero, así que apenas hay tiempo.

Finalmente, un día de sobremesa, volvió a salir el tema y utilizamos una pequeña mediación familiar para llegar a un acuerdo y para no perder una tradición que en el fondo nos une mucho como familia. Transformamos el amigo invisible en el ENEMIGO invisible. La idea es hacer regalos baratos, feos y graciosos que represente a la persona que te ha tocado. Así todo resulta más divertido y hay menos presión, porque todos sabemos que el regalo probablemente sea un desastre.

Mercedes Romero dijo...

En mi casa tenemos una costumbre que conecta mucho con la mediación: cuando se acerca la Navidad, antes de decidir cenas, regalos o visitas familiares, hacemos una pequeña “reunión de expectativas”. Cada uno dice lo que le gustaría hacer y lo que le agobia o no quiere. Solo se escucha, sin discutir ni responder, y al final buscamos un plan que combine un poco de todos. Es una manera sencilla de evitar conflictos, practicar la escucha activa y llegar a acuerdos, y nos ayuda a empezar las fiestas con un clima más tranquilo.

Mario Toro Peinado dijo...

Me resulta curioso lo fácil que es que la Navidad, con todo lo que implica, se convierta en una fuente de pequeños conflictos: dónde vamos, quién cocina, qué se compra, a quién vemos… Al final, detrás de cada detalle hay emociones, expectativas y rutinas que chocan. Por eso me ha gustado mucho la idea del “alto al fuego”, porque recuerda que incluso en momentos tensos es posible parar, respirar y enfocarse en lo importante. Las recomendaciones que se dan me parecen muy útiles y realistas: evitar temas que ya sabemos que generan discusiones, controlar el alcohol, escuchar sin interrumpir, dejar que cada uno tenga su espacio, planificar para no improvisar sobre la marcha y, sobre todo, mantener el respeto incluso cuando no pensamos igual. Y es verdad que mirar a los niños ayuda a recordar el sentido de estas fechas: viven la Navidad con una ilusión que a veces deberíamos recuperar.
Yo me quedo con la idea de que la fiesta no tiene por qué ser perfecta; solo tiene que ser vivida con calma, empatía y humor. Si somos un poco flexibles, negociamos sin miedo y agradecemos más, seguramente tendremos unas fiestas mucho más en paz. Y si la cosa se complica siempre queda cantar villancicos y reírnos un rato.

Jesús González Becerra Loyola Sevilla En mi casa todos los años son iguales, como bien se refiere la definición de costumbre, en mi casa siempre es lo mismo; las "Cenas de Navidad" las cuales suelen e dijo...

En mi casa todos los años son iguales, como bien se refiere la definición de costumbre, en mi casa siempre es lo mismo; las "Cenas de Navidad" las cuales suelen estar conformadas por un gran número de personas, en mi casa somos pocos; pero no hace falta que seamos muchos para meter la pata y acabar enfadados.

Esto será porque tengo dos hermanos pequeños; o por lo menos a eso me gusta echarle la culpa, pero en el fondo sé que cuando crezcan los dos enanos de la casa seguirá siendo así. Mi más sincera reflexión es, que en el fondo, creo que lo recuerdo hasta con mucho cariño, por lo que, si de repente cambiara y hubiera un "Alto el fuego" o una "Noche de Paz"; terminarían esas Navidades y lo primero que pensaría es, valiente mierda de navidades este año.

Marta Maqueda dijo...

En navidad en mi familia siempre está el mismo problema, yo soy la que decora la casa y pongo el árbol y el día 31, que se cena siempre en mi casa, mi madre hace la cena y yo le ayudo, pero mis hermanos nunca hacen nada. Por lo que pienso que nos vendría bien hacer una “pequeña mediación” entre nosotros para que por un año hagamos todos algo y no sea tan desigual la realización de las tareas. Podríamos hacer una lista de todas las tareas que tenemos que hacer, después cada uno decir que puede hacer de la lista y así, negociar un reparto de tareas equitativo para que todos participen.

Abril Garcia dijo...

Al leer el post sobre la Navidad y la paz, la verdad es que me ha hecho pensar bastante en cómo son estas fechas en mi familia. En mi caso, las Navidades suelen ser tensas, sobre todo por la parte de la familia de mi madre. Siempre hay alguna bronca, aunque yo no esté directamente metida, y muchas veces el alcohol no ayuda precisamente a calmar las cosas. El tema estrella que enciende todo es la política: basta con que alguien mencione a Pedro Sánchez para que ya empiece la discusión entre los de izquierdas y los de derechas.

Por eso, algo que me ha gustado del texto es esa idea de hacer un “alto al fuego”, porque yo soy de las que evita entrar al conflicto cuando ve que no tiene sentido. Si creo que se puede solucionar algo, entonces sí que intento poner calma o buscar un punto medio, pero cuando sé que no va a servir para nada, prefiero no alimentar más el mal ambiente.

La parte bonita que saco de la Navidad no es tanto el tiempo familiar (que para mí no es precisamente lo más idílico), sino la desconexión: las vacaciones, el ambiente más tranquilo en casa, los dulces, la comida diferente… eso sí me hace sentir que es una época especial.

Creo que este post me recuerda justamente eso: que aunque no podamos elegir cómo se comportan los demás, sí podemos elegir nuestra actitud. Y que, a veces, el simple hecho de no entrar al juego y mantener la calma ya es una forma de crear un poquito de paz en medio del caos.

Maria Lopetegui dijo...

En navidades toda mi familia se reúne en el país vasco, ya que allí es donde vive la mayoría de mi familia. El ambiente es siempre de pura felicidad porque lo que más nos gusta es estar todos juntos en familia. El único conflicto que suele surgir es cuando algunos de mis primos quiere salir durante las fiestas, es por ello que hace muchos años se generó una costumbre y es la siguiente; el 24 de diciembre es un día para estar todos juntos en familia, nos reunimos todos, cenamos juntos y montamos nuestra propia fiesta, por otro lado el día 31 también cenamos todos juntos y nos tomamos las uvas en familia, pero después cada uno tiene libertad para poder salir si quiere. Bien es cierto que, a pesar de esta costumbre mis tías siempre insisten para que sus hijos no salgan el 31 y se queden con la familia. Normalmente mis primos negocian para salir y aquí es donde intervienen siempre mis padres, los cuales actúan como mediadores ya que son los que se encargan de hablar con mis tías para convencerlas de que dejen a sus hijos salir, es decir, dan la cara por mis primos . Siempre suelen llegar a un acuerdo, pero nunca desde la discusión sino desde una negociación con respeto.

María Carral dijo...


En mi casa siempre pasaba algo curioso, cuando alguien hacía una pregunta incómoda, la persona a la que iba dirigida de repente empezaba a comer cualquier cosa que tuviera a mano, como si de pronto estuviera ocupadísima masticando para no tener que responder. Y lo gracioso es que ese gesto, sin decir una sola palabra, hacía que quien había hecho la pregunta se diera cuenta al instante de que quizá no era el momento, o que la pregunta no tocaba. Al final, más que evitar la respuesta, servía para que el otro reflexionara un segundo y pensara: “Vale, igual me he pasado”. Y así, sin discusiones ni sermones, todos entendíamos mejor los límites.

Natalia García dijo...

En mi caso, la práctica más similar a la mediación que realiza mi familia se trata de la previa a las fiestas. En Navidad siempre realizamos una cena juntos, y con ello, suelen surgir conflictos a la hora de organizarla, ya sea por la hora, comida o dónde será realizada. Por ello, a principios de diciembre hacemos siempre una especie de "asamblea familiar" en la cual cada uno expresa sus necesidades e ideas con el fin de llegar a un acuerdo común que nos ayude a evitar discusiones y repartir las tareas de manera justa.

En cuanto a la cena navideña, en esta surgen también muchos conflictos, principalmente tras hablar de política u otros temas de mayor sensibilidad. En mi familia tenemos una costumbre que ayuda a rebajar tensiones cuando esto ocurre, los más jóvenes nos organizamos para improvisar villancicos. Realmente, lo hacemos por entretenimiento, sin embargo, esta tradición tiene una utilidad más allá, relajar el ambiente para que así los conflictos pierdan su importancia y puedan solucionarse con mayor facilidad.

Victoria Lara Sánchez dijo...

En mi casa tenemos la costumbre de ir a casa de mis abuelos 24 y 25 y nos quedamos hasta tarde jugando a un bingo que funciona ya regular pero nos gusta mucho. Todas las navidades nos lo pasamos super bien discutiendo por a quien le toca cantar los números y vender los cartones. Al final acabamos mediando entre nosotros rotandolo entre los primos de forma que el que menos dinero tenga pueda cantar. Siempre nos lo pasamos super bien y nos reimos mucho con mis abuelos y mis tios riendonos y comiendo turrón y mantecados.

Cristina Fuerte Jurado dijo...

Mi familia y yo tenemos diversas costumbres por navidad. La principal es que en nochebuena nos reunimos todos en el campo de mi tío y allí celebramos juntos esa noche. Una costumbre que relaciono con la mediación es el día en el que quedamos para comer por el santo de mi abuela (un finde a principios de diciembre), en la cual se conversa y se debate respecto a las comidas que se van a realizar durante el 24-25 de diciembre allí en el campo. Algunas veces hay desacuerdos pero finalmente siempre se logra llegar a un consenso y se distribuye correctamente lo que cada persona va a traer y realizar.

Estrella Llamas Márquez dijo...

Como suele pasar, en las cenas navideñas con mi familia el ambiente se anima rápido y las copitas a veces son más de la cuenta. A veces eso hace que surjan pequeñas tensiones, conflictos o comentarios fuera de lugar.

Para evitar que el ambiente se estropee, tenemos a mi abuela con el papel de mediadora, ya que ella es la única que no consume alcohol. Ella es la encargada de decidir cuándo se acaba el alcohol para todos. No lo hace regañando ni imponiendo, si no recoge las botellas, sonríe y dice "hasta aquí por hoy". Gracias a ella evitamos discusiones que no llevan a nada, por lo que en la mayoría de casos todos estamos de acuerdo, pero en caso de que alguien proteste ella utiliza la escucha activa para conocer su postura y trata de mediar para llegar a un acuerdo entre todos.

Rocío Sanz Barandiaran dijo...

En mi caso, adoro la Navidad. Yo soy hija única pero tengo una familia muy grande tanto por parte de padre como de madre, por lo que la primera mediación que se hace cuando se empieza la Navidad es repartirnos con quien vamos a ir en Fin de Año, en Nochebuena, en Navidad... hay que organizarse para poder vernos todos en intentar no dejar a nadie solo.
Otro tema muy típico de la Navidad so las conversaciones en familia, en las a medida que va pasando la noche salen temas controversiales como la política. Es algo tan típico que ya se toma con humor, pero si es cierto que si llegase a ocurrir una discusión la mediación es lo más útil en ese momento.
Sin duda la Navidad es mi época favorita del año, y aunque cuando se reúne toda la familia siempre hace falta algo de mediación, tengo la suerte de que las risas y anécdotas nunca faltan.

Isabel Andreu dijo...

En mi casa tenemos una costumbre navideña que, sin darnos cuenta, funciona como una especie de mediación familiar. Cada año intentamos organizar las fiestas alternando: solemos pasar Nochebuena con la familia paterna y Nochevieja con la familia materna.
Sin embargo, algunos años surgen cambios inesperados. A veces algún familiar no puede asistir en la fecha prevista y prefiere reunirse en la otra (por ejemplo, el hermano de mi padre puede decir que no puede en Nochebuena y que prefiere Nochevieja). Esto genera un pequeño conflicto, porque mis padres quieren coincidir con sus familias en el día en que estarán todos los hermanos y podamos reunirnos al completo

Belen Moya Mayor dijo...

En mi familia tenemos la costumbre de que el dia 24 de Noviembre cenamos en familia mis abuelos, tios y primos. Durante la comida siempre sale la típica conversación en la que mis tíos nos preguntan a mis primos y a mí si tenemos pareja. Cuando alguien de nosotros dice que no (ya que algunos de mis primos tienen alrededor de 30 años), nos dicen que ya va siendo hora, que se pasa el arroz y que como no encontremos pareja vamos a estar solos y eso es muy triste. Llega un momento en el que se ponen muy pesados y es mi abuela la que tiene que mediar entre mis tíos y mis primos para que se tranquilice la situación y podamos seguir la cena tranquila y pasándolo bien. A lo largo de la noche solemos cantar y bailar todos juntos y lo pasamos realmente bien.

Amalline 🎭 dijo...

Vengo de Cuba, un país comunista y por consiguiente ateo. Sin embargo, mi familia es profundamente católica. No teníamos árboles ni adornos navideños pero cada 24 y 25 de diciembre quemábamos un muñeco de trapo hecho con ropa vieja, desgastada, e inútil … ropa que ya no servía para nada.
Según mi abuelo decía “así alejábamos las malas vibraciones y todo lo malo del año”. El 31 repetíamos el ritual, pero esta vez escribíamos en tarjetas las peores situaciones que habíamos vivido y las lanzábamos al fuego. Era nuestra manera de empezar de nuevo, aunque no lo llamáramos así.
Mientras el muñeco ardía, también ardían las conversaciones. Mis abuelos, hijos de la Revolución del 59, defendían sus ideas con fuerza; sin embargo, esas ideas no eran suyas, sino que fueron impuestas a base de adoctrinamiento. La generación de mi madre o mi tía preferían callar pues “no se podía cambiar nada”, y los más jóvenes, que ya veíamos más allá gracias a la digitalización, discutíamos porque sabíamos que había algo mejor que cenar arroz y agua en Navidad. Aquellas noches eran una mezcla de esperanza, tensión, y cansancio.
Hoy entiendo que, sin saberlo, ese ritual era nuestra forma de mediar. No resolvía las discusiones, pero nos daba un espacio para soltar lo malo y seguir juntos. Mediar no siempre es sentarse con un tercero y negociar, a veces es crear un momento que permita escuchar y respirar, un gesto que nos recuerde que, pese a todo, somos familia. Quemar el muñeco era decir: “dejemos atrás lo que nos duele y sigamos adelante”. Quizás no cambiábamos las ideas, pero sí la manera de convivir y eso, en medio de tantas diferencias, era nuestra tregua.

Paula González Ortega dijo...

En mi casa se vive la navidad con mucha intensidad, especialmente el día de reyes principalmente por mi madre. Por desgracia no pudo vivir unas navidades bonitas cuando era pequeña y eso la llevó a querer regalarnos las mejores navidades que podamos vivir a mis hermano y a mi desde que tengo uso de razón.
La costumbre que tenemos en casa desde siempre el día de reyes está más que organizada, porque lleva dándose desde que nacimos. Mi madre nos echa a las habitaciones la noche del 5 de enero para quedarse en el salón organizando una especie de gymkana. Ella organiza dónde debe situarse cada uno, que pasos debe seguir y lo adorna todo sin que se le escape ningún detalle.
La mañana de reyes nos sienta a todos alrededor de la mesa y va dando directrices uno por uno de lo que tenemos que hacer, qué orden seguir y demás.
Suele dejar para el final la pista más importante de la gymkana para que en consenso, lleguemos a la solución del enigma y poder encontrar así nuestro regalo "más especial".
Es muy curioso, porque diría que es uno de los pocos momentos en los que nos sentamos todos juntos a ponernos de acuerdo y trabajar de manera que podamos encontrar la solución, además de una forma muy divertida.
Me parece una tradición muy bonita con la que pretendo seguir cuando tenga mi propia familia.

Ana dijo...

En mi casa tenemos la costumbre de si hay algo q nos molesta o nos incomoda durante las fiestas, lo hablamos después de cenar, con calma y no en medio del momento.

Así evitamos discusiones y cada uno puede expresarse sin tensión.

Ana dijo...

En mi casa tenemos la costumbre de si hay algo que nos molesta o nos incomoda durante las fiestas, lo hablamos después de cenar, con calma, y no en medio del momento.

Así evitamos discusiones y cada uno puede expresarse sin tensión.

Lifestyle dijo...

En mi familia existe reglas durante la cena de navidad por lo que todos intentamos no hablar de temas que generen debate y tal charla se pueda extender a tener un conflicto. Por lo que, cada año intentamos hablar sobre temas que generen risas y crear de esa forma un ambiente de diversión.

María Gámez dijo...

En muchas ocasiones cuando hablo con mis amigos llegados a este punto del año, solemos coincidir en el tipo de conversación que se da en las comidas y cenas familiares por navidad y parece que no, pero los temas que más se repiten sin duda giran en torno a la política especialmente. En realidad, me genera incluso impotencia pensar que este tipo de temas sean “Tabú” porque terminan por generar un conflicto o tensión entre los miembros de la familia. Al final es importante entender que cada persona construye su ideología (y que esta se forma a partir de las experiencias personales de cada ser humano) y que en ocasiones por no compartir la misma opinión acaban en conflicto.
Lo cierto es que, siendo una época que es entendida como pasar un buen rato, compartir y disfrutar con familiares y amigos, a veces resulta ser lo contrario: tensiones, gestos incomodos y silencios. Creo que es fundamental que las personas aprendan a respetar la opinión de los demás a pesar de no compartirla en muchas ocasiones.
También quisiera decir que, a veces no solo importa lo que decimos, sino en qué manera lo decimos. El lenguaje verbal y no verbal pueden expresar lo contrario a lo que queremos decir realmente.
Al final de lo que se trata, y no solo lo digo base a las fechas navideñas, sino a cualquier momento de la vida, que es importante crear un ambiente de respeto. No es cuestión de convencer a nadie de nuestras ideas, sino de saber convivir, escuchar y dejar que cada uno sea libre en su forma de ser y pensar. Si las personas en general aprendiéramos a algo tan básico como respetar y saber empatizar con los demás, la vida sería más fácil.

Claudia Correa Cifuentes dijo...

En mi caso, una situación que siempre implica negociación en Navidad es decidir con quién paso el 24 y con quién el 31, porque mis padres están separados. Cada año intentamos hablarlo con calma, explicar lo que a cada uno le gustaría y llegar a un acuerdo que sea lo más justo posible para todos. No lo vemos como mediación, pero al final es una forma de escuchar, ceder y buscar un punto medio para que nadie se sienta desplazado.

Sol Hernández Robles dijo...

En mi familia tenemos la costumbre de hacer un "amigo invisible" todos los 24 de diciembre. El organizar la dinámica no siempre es sencilla, hay que acordar presupuestos, repetir un par de veces el reparto de nombres (porque siempre le toca a alguien su propio nombre ) y crear un orden para que salga todo acorde. Este juego puede estar directamente relacionado con la mediación, primero de todo hay que escuchar a las partes para ver que nuevas ideas tienen para realizar el reparto que si una nueva app, en papel, nuevas reglas, este paso es esencial para poder llegar a un acuerdo común y que todo el mundo esté satisfecho con lo pactado. El uso de la empatía y conocimiento a la otra persona está promovido también por el juego, para poder regalar a ese miembro de la familia debes detenerte a pensar cuales son sus gustos, personalidad, hobbies. Cuando finalmente se realiza la entrega de regalos hay que poner en práctica también la comunicación positiva entre las partes y así poder lograr una buena conexión entre los familiares. Al fin de al cabo, este juego logra crear un ambiente seguro, calmado para todos algo que considero esencial en las sesiones de mediación.

Maria Peña Alonso dijo...

En mi familia hay una costumbre que empezó casi sin intención y que ahora, pensándolo bien, funciona como una especie de “mediación navideña”. Nosotros la llamamos “el brindis sincero”, aunque no es ni serio ni formal, más bien es una tontería que nos ha salvado varias cenas.

Pasa siempre en Nochebuena. Cuando ya hemos pasado por el típico momento de tensión en el que ya hemos preparado la mesa, algunos llegan tarde, se han roto varios platos y nos sentamos a cenar, mi prima se levanta con su bebida y dice: “venga, toca decir algo bonito o no hay postre”. Y claro, nadie quiere quedarse sin postre.

La “norma” es que cada uno diga algo bueno de otra persona de la mesa. Nada exagerado, solo algo que salga del corazón: “gracias por ayudarme este año”, “me alegro de que estés aquí”, “aunque discutamos, te quiero mucho”… cosas así. A veces nos cuesta, porque venimos tensos, pero cuando empiezan los primeros comentarios, el ambiente cambia.

Lo curioso es que nadie puede hacer bromas ni restarle importancia. Es como un pequeño parón emocional donde, sin darnos cuenta, bajamos las defensas. Incluso mi padre, que es el más serio, siempre termina soltando algo que hace que todos nos riamos.

Y, al final, después de ese brindis, ya no importa el canal de las campanadas, ni quién puso el belén, ni si alguien dejó la cocina hecha un desastre. Todo se vuelve más suave, más humano. Supongo que esa es nuestra forma de “tregua de Navidad”, obligarnos a decir algo bonito cuando lo fácil sería discutir. Y aunque parece una tontería, todos los años nos salva la noche.

Lorena González dijo...

En mi caso, mi familia por parte de padre es la que suele organizar las cenas de Navidad en una finca familiar, aún así somos muchos, por lo que la diversión y el buen ambiente está a la orden del día. Debido a que hay familiares que llevamos sin ver muchísimo tiempo, surgen numerosos temas de conversación, por lo que lógicamente entre la emoción y el nerviosismo, alguno que otro puede no terminar de gustar, ya sea porque se dice sin filtros consecuencia de alguna que otra copa que algún familiar ya lleve encima, o porque simplemente no tenemos por qué tener tabúes entre nosotros como unidad familiar, ya que nos sentimos libres entre nosotros de expresarnos como nos apetezca naturalmente. Sin embargo, estas razones no son un impedimento para revertir el cálido ambiente que en la mesa sobresale, por lo que como motivo de la quedada familiar, simplemente nos limitamos a escuchar sin juzgar, a entendernos los unos a los otros y a compartir las experiencias que sean, porque ninguna opinión y comentario es más importante que el motivo de la reunión familiar de la que todos formamos parte. Pues pese a las discrepancias que puedan surgir, el trasfondo de todo es el mismo: amor y apoyo mutuo. Lo que importa es estar juntos, no separarnos. Las Navidades, al igual que la mediación, no tienen por qué ser perfectas, ni seguir un guion pre-establecido, porque son lo que son: experiencias. Experiencias que se suman a tu vida, pero que no necesariamente tienen por qué definirla. Por eso es mejor dejar atrás lo personal y empezar a vivir y valorar más el momento.

Daniela López dijo...

En mi casa tenemos una costumbre muy nuestra que, sin darme cuenta, siempre ha tenido mucho que ver con la mediación. Cada Navidad, antes de sentarnos a cenar, hacemos una especie de “mini reunión familiar”, pero sin llamarlo así porque si no nadie vendría. Básicamente, nos juntamos un momento en la cocina y cada uno dice qué es lo que no quiere que pase ese año: que si no hablemos todos a la vez, que si evitemos el tema político tal, que si no recordemos el drama del año pasado, que si alguien necesita espacio que lo diga sin enfados… cosas así. Al principio era un caos, pero ahora lo hacemos hasta con humor. La gracia es que en ese ratito todos nos escuchamos y pactamos pequeñas tonterías que luego, de verdad, hacen que la noche vaya mucho más tranquila.
Para mí esa es mi tradición mediadora, antes de que empiece el jaleo, nos damos dos minutos para tranquilizarnos, y oye, funciona. Luego ya vienen los regalos, los villancicos mal cantados y cada uno con su carácter, pero ese momento previo siempre nos ayuda a empezar la noche de buen rollo y sin tensiones.

Cándida Beigveder Fuentes dijo...

De manera general, tengo que decir que la Navidad es un acontecimiento que, desde pequeña siempre me ha gustado; en su gran parte por todo lo que conlleva: reuniones familiares, regalos, celebraciones, anécdotas y sobre todo la nostalgia.
Antes, el punto de reunión de todas las navidades se situaba en casa de mis abuelos, siendo ellos los grandes anfitriones de esta celebración. Cuando era una niña me acuerdo de esos momentos de felicidad, risas y cómo no, de esas pequeñas disputas que surgían entre sus hijos, aunque fueran una tontería, mi abuela tenía los dones de una mediadora y sabía perfectamente cómo lidiar y lograr que todos tuvieran el famoso “espíritu de Navidad”. A través de la calma que siempre la caracterizaba, junto con su calidez, mi abuela siempre sentaba a mis tíos y le pedía a cada uno su versión de la historia. Sigo a día de hoy sin entender cuál era el truco de magia que realizaba con sus palabras, puesto que siempre lograba que sus hijos encontraran un punto de unión común en su tema de discusión y al final; lo que hoy en día esa irrisoria disputa común podría ocasionar un grave enfrentamiento y separación de los hermanos, al final se quedaba como una mala elección de palabras en un momento inoportuno. Supongo, que esa capacidad de escucha activa de mi abuela, junto con el amor maternal, hacía que todas esas emociones negativas acumuladas, se escondieran durante un momento para dar paso a lo que era más importante. Disfrutar rodeados de las personas más queridas.
Ahora, estas reuniones ya no son iguales, con sus ausencias, ya nada es igual y, aunque todos nos reunamos para celebrar la navidad, se sigue una nueva tradición, la de honrar en silencio las figuras claves que siempre estaban ahí como un apoyo emocional. A pesar de las risas, las nuevas anécdotas, los chistes y la felicidad de saber que estamos todos para celebrar un día especial, siempre tendremos en el recuerdo las personas que pudieron crear los cimientos de una familia a través del amor incondicional.
Por ello me gusta la Navidad, porque me recuerda que, aunque se celebre una vez al año, todos podemos buscar una oportunidad para reunirnos y pasar un día agradable, y también me recuerda que a pesar de que la vida es un reloj que nunca se detiene, siempre tendremos la certeza de que, donde quieran que estén nuestros seres queridos, su compañía perdurará siempre.

Santiago Páez Parladé dijo...

Una costumbre que utilizamos en casa, y que es muy sencilla, es la "Votación Secreta de Agendas".

Se implementa a principios de diciembre, justo para resolver los conflictos clásicos sobre dónde y cuándo celebrar las fechas clave. En lugar de una discusión abierta que polariza, cada persona escribe su preferencia principal para la Nochebuena y la Nochevieja en un papel anónimo.

Los votos se recogen y se cuenta la opción que tenga la mayoría simple. Si hay empate, mis padres (los mediadores) votan para desempatar, pero siempre explicando la razón basada en una necesidad logística o de equidad.

Esta técnica fomenta la participación igualitaria, reduce la presión social de defender una posición en voz alta, y externaliza la decisión a un mecanismo neutral. De esta forma, se acepta el resultado como un proceso justo, cumpliendo el objetivo mediador de gestionar el conflicto de manera pacífica.

Lucía Encinas Rivero dijo...

Después de leer el texto, me he acordado de algo muy nuestro que siempre pasa en estas fechas. En mi familia, sobre todo en Nochevieja (que nos juntamos como 60 personas por parte de la familia de mi madre y aquello parece una boda gitana), y pasamos todo el día desde el mediodía hasta lo que dure la noche. Hay una tradición que funciona sin que nadie lo diga en voz alta, el silencio.

Básicamente, cuando empieza a llegar la gente, todo el mundo empieza a preguntar que hace falta y en qué se puede ayudar y se reparte tareas sin discutir: uno pone la mesa, otro hace los aperitivos, otro se encarga de los niños, otros de hacer el arroz para comer al mediodía… y así hasta que el chalet deja de parecer un caos. Pero, siempre está el que solo bebe y no hace nada jajajajjaaj. Y lo curioso es que, por una vez, nadie se queja, nadie corrige a nadie y nadie suelta el típico “eso no se hace así” o "eres el único que no estas ayudando". Es como si todos supiéramos que si empezamos con críticas, no cenamos.

Esa especie de acuerdo silencioso hace que la noche vaya suave, sin dramas, sin comentarios incómodos y sin discusiones por tonterías. Y creo que, sin proponérnoslo, es nuestra propia tregua navideña: cada uno hace lo que puede, lo hace a su manera y los demás lo aceptamos sin líos.

Considero que esto lo podría relacionar con la mediación, ya que a veces ese silencio es necesario en mitad del conflicto.

Al final, es eso lo que nos salva la noche: mucha gente, mucho ruido, pero cero ganas de pelear, sólo ganas de celebrar.

Cristina dijo...

En mi casa siempre ocurre lo mismo, la noche buena en mi casa y el día de Navidad en casa de mía abuela paterna. Aunque todos los años ocurre lo mismo con la cena de Noche buena, en la que mi padre se enfada porque le toca hacer toda la cena, aunque después le decimos si necesita ayuda y dice que no, pero es todos los años la misma historia. En teoría se pone de acuerdo con mi tío sobre que se va a poner de entrante, ya que es él quien lo compra, y hasta donde yo sé nunca ha habido conflicto.
Un conflicto que ocurre siempre es como se va a decorar el árbol de Navidad, ya que mi hermana y yo siempre discutimos sobre eso, y es cuando entra mi madre como mediadora para poner orden. Pero al final siempre soy yo la que cede y dejo que mi hermana lo decore a su gusto.

Norberto Trejo Robles dijo...

Todos los años en mi familia pasa lo mismo para navidad y nochevieja, ponernos de acuerdo para ver donde se hace cada celebración, o en mi casa o en la de mis tios.Mi abuela dejó hace muchos años claro que en su casa nunca se haría, y así ha sido. En estas fechas siempre sale la misma cuestión, y normalmente llegamos a un acuerdo y últimamente hemos estado celebrando el fin de año en una casa distinta cada año. Pero siempre están las conversaciones de a ver quien lleva qué comida, los juegos de mesa, la hora para llegar... Problemas que realmente no son tan importante pero muchas veces lleva a discutir y terminar haciendo una "mediación" cuando cada uno da su brazo a torcer y se llega a un punto medio que deja a todos contentos, o por lo menos conformes.

Isabel Artigas dijo...

En mi casa, como en muchas familias, la Navidad trae sus pequeños conflictos… especialmente con la cocina. Siempre acaba siendo mi madre la que más carga lleva, y eso genera discusiones típicas de “¿por qué siempre lo hace ella?”. Pero, a pesar de esos roces, también tenemos costumbres que nos unen muchísimo.

Una de las más divertidas es que seguimos separando la mesa de los niños y la mesa de los mayores, como cuando éramos pequeños. Y en la mesa de los niños siempre terminamos jugando a El Lobo, ese juego del bosque donde también aparecen Cupido, la bruja y un montón de personajes. Es un momento casi ritual para nosotros: nos reímos, debatimos, nos acusamos de broma… y, sin darnos cuenta, ponemos en práctica muchas habilidades mediadoras como negociar, escuchar, pactar y hasta gestionar pequeños conflictos de juego.

Aunque cada año haya peleas por quién cocina o quién organiza qué, la verdad es que siempre acabamos disfrutando muchísimo. Para mí, esa mezcla de caos, risas y tradición refleja muy bien lo que es la mediación en familia: aprender a convivir con las diferencias y seguir creando momentos bonitos juntos.

Alejandra Valero Cedeño dijo...

En mi familia, cada Nochebuena repetimos casi el mismo “conflicto tradicional”: decidir en qué casa hacemos la cena. Cada año se repiten las mismas frases, que si el año pasado fue en casa de unos, que si este año toca en la de otros, que si uno vive más lejos, que si otro tiene menos espacio… Siempre lo acabamos resolviendo sin problemas (será el espíritu navideño) pero leyendo este post me he dado cuenta de que sin saberlo en mi familia aplicamos una pequeña práctica de mediación: cuando vemos que la conversación empieza a entrar en bucle, hacemos una pausa y cada uno explica qué necesita o qué le viene mejor ese año. Escuchamos sin interrumpir y luego buscamos una solución que, sin ser perfecta para todos, sea justa y equilibrada. Estos últimos años hemos pactamos una “rotación oficial” para evitar discusiones futuras, y eso nos ayuda muchísimo.
Creo que, al final, lo importante no es la casa donde nos reunimos, sino que podamos empezar el año juntos y en paz. Aplicar estas pequeñas estrategias de escucha, respeto y negociación hace que esa noche sea más ligera, más bonita y, sobre todo, más nuestra.

Paula Rodas dijo...

En mi casa tenemos una costumbre muy sencilla, pero que con los años se ha convertido en nuestro pequeño mecanismo de mediación familiar para evitar discusiones navideñas. La llamamos “la lista de los sí y los no”.
Unos días antes de que empiece el ajetreo de las fiestas, nos sentamos todos en la cocina y cada uno comparte dos cosas muy concretas: algo que le gustaría que sí ocurriera estas Navidades y algo que preferiría evitar. Nada más. Sin debates, sin justificar nada. Solo lo decimos y el resto escucha. Por ejemplo uno pide que por favor no entremos en política durante la cena.
Otro pide que sí haya roscón el día 6, aunque ya estemos empachados.
Alguien pide no discutir por dónde colocar el árbol, que al final siempre termina moviéndose tres veces.
Con esas pequeñas preferencias sobre la mesa, planificar las fiestas se vuelve mucho más fácil. Cada uno siente que sus necesidades han sido escuchadas antes de que empiecen los momentos tensos, y cuando surge algún desacuerdo, alguien suele recordar: “Esto estaba en los ‘no’.

Ignacio dijo...

En mi casa tenemos una tradición navideña que nació casi sin querer y que con los años se ha convertido en nuestro pequeño ritual de mediación: la “Caja de la Distensión Navideña”. Cada 24 de diciembre, antes de la cena, colocamos una caja decorada en el centro de la mesa con tarjetas en blanco, y la norma es simple: si alguien se siente incómodo, molesto o nota que una conversación puede escalar, deja una tarjeta dentro. Nadie pregunta quién la puso ni por qué; en cuanto aparece una tarjeta, todos hacemos una pausa de dos minutos. En esa pausa podemos hacer una respiración conjunta, brindar por algo positivo, poner un villancico absurdo, contar una anécdota graciosa o simplemente guardar silencio para resetear. Después continuamos la conversación ya más calmados. Este pequeño gesto evita escaladas, permite expresar malestar sin confrontación, ayuda a frenar impulsos y introduce humor y ternura, recordándonos que todos tenemos derecho a pedir un alto al fuego, igual que en aquella tregua navideña de 1914. Con el tiempo incluso hemos creado una frase clave para avisar sin señalar a nadie: “Creo que la caja tiene hambre…”, y todos entendemos que es el momento de recuperar la paz.

Julio Monserrat Campos dijo...

Dado que mis padres se separaron cuando yo era chico, la navidad la paso de forma partida y cada familia tiene sus propias tradiciones. En el caso de mi familia por parte de madre, celebramos la navidad en nuestra casa del campo todos juntos, sacamos los instrumentos y cantamos villancicos hasta cansarnos, ponemos una vela por las personas que ya no están, encendemos la chimenea y hacemos "llorar" a los chorizos en ella. En la familia de mi padre la tradición son los juegos de mesa, cada año sacamos todos esos juegos que acumulan polvo en los cajones y pasamos la noche jugando a ellos todos juntos. En ambas familias nos gustan mucho los belenes y cada año es el mayor evento para los chicos y los mayores.

Lola Romero Navarro dijo...

En mi casa, en Navidad, tenemos una costumbre diría que común pero imprescindible. Después de la comida, cuando ya estamos un poco más relajadas, mi madre y yo nos juntamos a tomar un café o una infusión.
Es un ratito solo para nosotras, porque con el resto de la familia es súper complicado montar un momento así sin que salte algún conflicto o rollo.
En ese tiempo aprovechamos para contarnos cómo ha ido el día, cómo nos hemos sentido, sin que nadie nos interrumpa ni juzgue. Es un espacio para escucharnos de verdad, con calma e intentando que no haya dramas. Y si ha habido alguna pequeña bronca o algo que nos haya molestado, lo hablamos entre nosotras con tranquilidad, sin que se convierta en un problema mayor, repito, o eso intentamos.
Aunque sea un ratito pequeño, esa costumbre nos ayuda a estar un poco más en paz, a sentirnos escuchadas y a hacer que la Navidad, al menos para nosotras, sea más llevadera y bonita.

Alejandro Reposo González dijo...

La navidad para nosotros es un momento muy especial, de unión donde reflejamos lo que somos, una familia. Nosotros no tenemos tradiciones originales más allá de festejar y comer juntos pero supone un momento de calma en nosotros. Nos gusta cantar, comer, recordar el año y, en definitiva, pasarlo bien en familia.

Es cierto que pueden surgir temas como la política ya sea del pueblo o estatal, ahí siempre está de por medio mi abuela, quien hace de mediadora, empieza a bailar y pone las normas. En su casa no se habla de política. Sin embargo, para nosotros y pese a la angustia de mi abuela no es un tema tabú que nos divida, sino todo lo contrario sabemos respetar el lugar del otro. Vamos todos a una.

El conflicto más grande de España en navidad pienso que lo conforma la elección del canal donde ver la retransmisión de las uvas. Ahí hacen falta buenos mediadores. No quiero imaginar como estará aquel que decidió ver las conocidas uvas fallidas de Canal Sur en 2015

José María dijo...

En mi casa tenemos una costumbre que surgió porque siempre nos peleábamos con qué poner en la tele durante la tarde de Navidad. Así que hicimos un acuerdo para evitar discusiones.
El primer momento es para mi abuelo, mi padre y yo. En ese rato se pone lo que a nosotros nos gusta: alguna película de acción, comedia o algo de futbol.
Después llega el segundo momento, que es para mi hermana, mi madre y mi abuela. Ahí la tele cambia totalmente: ponen películas navideñas, realities que les gustan (Telecinco) o conciertos de Navidad.
Lo bueno es que así nadie discute, cada grupo tiene su tiempo y, aunque parezca algo muy simple, en realidad es una forma de mediación porque repartimos los tiempos, respetamos los gustos de todos y evitamos roces innecesarios.
Al final, cada turno hasta se acaba disfrutando, porque te ríes viendo las reacciones de los demás y compartes cosas que normalmente no verías.

Ana Lozano Domínguez dijo...

En mi casa tenemos una costumbre bastante normalita pero que, pensándolo bien, tiene mucho que ver con la mediación. Cuando se acercan las fiestas y empieza el típico “¿Qué hacemos?”, “¿A dónde vamos?”, o “¿quién va a cocinar?”, solemos quedar todos un día para comer o para cenar y hablamos de cómo queremos organizarnos.

No es nada serio ni planificado, simplemente vamos comentando lo que a cada uno le apetece o lo que ese año le resulta más pesado. Y, sin darnos cuenta, vamos negociando ya que uno cede un poco, otro propone otra opción, y al final acabamos encontrando algo que más o menos nos funciona a todos.

La verdad es que esa quedada nos ahorra muchos enfados y hace que lleguemos a la Navidad con mejor ánimo. Esa es nuestra costumbre “mediadora”, aunque nunca la hayamos llamado así.

Alvaro Ruiz dijo...

Nosotros en navidad tenemos la costumbre de ir a casa de mi abuela paterna, nos reunimos toda la familia y por supuesto durante la comida y despues de ella siempre afloran diferentes opiniones sobre politica o simplemente temas familiares, en estos casos, siempre trato de posicionarme en un punto intermedio haciendo bromas para que la siutacion no se vuelva incomoda.

Laura Misas Tamajón dijo...

En mi familia existe la tradición de que en Nochebuena siempre se cena lo mismo. Desde que tengo uso de razón cada miembro de mi familia prepara siempre los mismos platos. Mi madre me contó que cuando empezamos a nacer los primos, éramos pequeños y muy delicados con la comida. Tras varios años llegaron al acuerdo de preparar un menú que nos gustase a todos y que así no hubiese peleas ni enfados. Mis abuelos fueron los que decidieron que esto fuese así y los que sentaron a sus tres hijos para que se pusieran de acuerdo en los platos que íbamos a preparar, por lo que ellos fueron los mediadores de mi familia.

Antonio Vazquez dijo...

En mi familia, cada 25 de diciembre, antes de abrir los regalos, hacemos un “turno de palabras” donde cada miembro puede expresar algo que agradece del año, algo que le gustaría mejorar o algún desacuerdo que haya sentido, siempre escuchando sin interrupciones y sin juzgar. La regla es que nadie puede responder inmediatamente; primero se escucha y luego, si es necesario, se busca una solución o un acuerdo amistoso sobre aquello que se comentó.

Mario Lopez Rodriguez dijo...

En mi casa el día de Nochebuena cenamos todos juntos en mi casa de campo , nos reunimos toda la familia y como siempre salen temas habituales y humorísticos entre nosotros , mi abuelo y mi padre suelen actuar un poco de mediadores sobretodo con los comentarios que hacemos entre mis primos y yo. El día de Navidad vamos a misa y después comemos toda la familia junta y pasamos toda la tarde recordando momentos de años atrás y creando recuerdos que seguro que en los próximos años serán inolvidables.

José Torrecilla dijo...

En mi familia siempre decimos que “la paz navideña dura hasta que llega la hora de los cuñados”, ese momento en el que las conversaciones empiezan a tensarse. Para evitar que escale, cada 25 de diciembre mi prima Laura saca la “Caja de la Tranquilidad”, llena de preguntas y retos divertidos que hemos escrito todos. En cuanto aparece la caja, se corta cualquier discusión y el ambiente cambia: participamos, nos reímos y recordamos que estamos juntos para disfrutar. Esa caja se ha convertido en nuestra propia forma de mediación navideña, una pequeña “tregua de Navidad” que siempre funciona.

Inmaculada Vaquero dijo...

En mi casa, cuando nos reunimos para celebrar la navidad existe una norma consensuada por todos, se habla de todo hasta que se eleve el tono de voz. Mi familia se parece mucho en cuanto a opiniones e ideas pero siempre hay alguien que saca algún tema para debatir, así que cuando empezamos a hablar sobre el tema se puede ir caldeando el ambiente de manera que pueda acabar en una discusión. Sin embargo, en cuanto alguien eleva demasiado el tono de voz o está faltándole el respeto a otro sin darse cuenta, se termina la discusión de la manera más obvia posible, por ejemplo, si estamos hablando de política y empieza una discusión, cualquiera de nosotros dice algo como ¿habéis visto el último programa de masterchef? de esta manera nos damos cuenta rápidamente de que la cosa esta escalando a niveles peligrosos y paramos la conversación. Resulta bastante gracioso ya que nunca sabes con que que tema puede saltar la persona para cortar la conversación y ese cambio de conversación tan drástico hace que el ambiente se vuelva menos tenso y todos nos relajemos.

carmen calvache dijo...

En mi casa, una costumbre navideña que está relacionada con la mediación y que hacemos todos los años es una costumbre que empezó mi abuela con todos mis primos.

Esta tradición se denomina "la cesta de los propósitos" y la hacemos todas las mañanas del 24 de diciembre, antes de que empiece todo el caos navideño.

Esta tradición consiste en que cada uno de los primos tiene que escribir en un papel sus propósitos para esta navidad de cómo quiere comportarse para ser mejor persona durante las fiestas. Además tiene que incluir un propósito voluntario que quiera realizar durante este periodo, ya sea ir a ayudar a un comedor social, visitar una residencia de ancianos o ayudar a la recolecta de comida en el supermercado.

De esta forma, busca que intentemos estar todas las navidades siendo nuestra mejor versión durante esta época tan espiritual y que nos podamos acercar a Dios siendo mejores personas e intentando poner a los demás por encima de nosotros mismos, no solo hacia la gente desconocida que necesita ayuda, si no también hacia nuestros propios familiares y conocidos.

Al final de la navidad, contrastamos todos los actos solidarios y los ponemos en común. También reflexionamos sobre como nos hemos comportado y de que forma queremos mejorar para empezar el nuevo año de la mejor forma posible.

Lucia Rose Loughlin dijo...

En mi casa tenemos una tradición navideña que, sin darnos cuenta, funciona casi como una mediación familiar. Tengo una tía súper controladora pero en el buen sentido que disfruta organizándolo absolutamente todo: la comida, la decoración, los horarios. Es feliz siendo la que coordina. El problema era que luego siempre acababa diciendo que nadie la ayudaba.
Así que hace unos años inventamos algo que llamamos “el reparto de tareas navideñas”. La diferencia es que no es ella quien asigna las tareas: cada uno elige lo que quiere hacer. Y ahí está la magia. Mi tía sigue manejando lo importante el menú, la planificación, pero cada uno de nosotros tiene pequeñas responsabilidades que escogemos libremente.
Por ejemplo, yo me ocupo de los crackers y las bebidas, mi primo pone la mesa como le gusta, otro trae el postre.Y así todos participamos sin invadir el terreno donde mi tía disfruta mandando. La gracia es que todos nos sentimos parte del plan sin quitarle a ella su papel de “jefa de Navidad”. Ella ya no se siente sola cargando con todo, y nosotros dejamos de sentirnos invitados pasivos. Al final es un win-win: ella coordina feliz, nosotros aportamos sin estrés y las fiestas son muchísimo más relajadas. Se acabó eso de “nadie me ayuda” versus “es que no nos dejas hacer nada”.

Paula Rojo Gallardo dijo...

Después de leer tu post, me he dado cuenta de que en mi casa también tenemos una tradición que, sin saberlo, es un mini ejercicio de mediación. Antes de cenar en Nochebuena hacemos un juego que es que quien tiene el boli habla y los demás escuchan sin interrumpir. Cada uno dice qué necesita para que la noche vaya bien.
Cuando todos han hablado, elegimos una idea y la convertimos en la norma de la noche.
Parece una tontería, pero evita muchas discusiones y nos recuerda que escuchar también es un regalo navideño.

María Roca Ramos dijo...

Nosotros las navidades siempre las celebramos con la familia de mi madre. Son 5 hermanas y hermanos (con sus respectivas familias) y las tías de mi madre los que nos juntamos a celebrar estas fechas. En ocasiones se han unido a la celebración también los suegros de mi prima o algunos amigos de mis tíos por lo que raro es el año que no somos 30 al rededor de una mesa. Al ser siempre tantos tenemos más que aprendido de que temas se habla y de qué temas no se habla durante la cena. La mayor discusión que suele haber es sobre en qué cadena se ven las campanadas (suele acabar decidiendo el dueño/a de la casa en la que estemos ese año) o el tema de la comida. En mi familia el cocinar y sentarnos a comer son tradiciones y fiestas en sí mismas. La comida siempre a sido el nexo de unión entre todos y la sobremesa la parte de la reunión que más se disfruta. Por ello, aunque todos los años se dice que nadie tiene que traer comida siempre todo el mundo lleva algo por lo que cuando terminamos de comer hay casi más comida que cuando empezamos. Todos los años es igual, el anfitrión/a de la casa va poniendo peor cara conforme van llegando los comensales y se escuchan comentarios del tipo "os dije que no trajerais nada", "pues eso no me cabe en la nevera no se dónde lo vamos a guardar", "espérate que un planto tan grande no cabe en la mesa, a ver si puedo dividirlo en platos más chicos"... Y cuando vamos a media comida (donde tu ves un trozo más de queso y puedes vomitar) no falla el "dejad hueco que viene el guiso". Obviamente se hace hueco en la mesa y se coloca una olla que te hace pensar "va a romper la mesa". Algún que otro año nos ha pillado el toro y hemos tenido que pausar la comida, tomarnos las uvas y volver a la cena. Desde ese año quedamos a las 20:30 o así. Después de comer tanto y tan rico las ganas de pelear son nulas por lo que todo el mundo está tranquilo. Al final de la noche las "discusiones" vuelven a empezar "este táper es para ustedes, aquí no se queda nada, todo el mundo se lleva algo" "yo no me llevo nada, guárdalo para mañana" "para mañana ya he hecho comida, por favor llevárselo todo". Al final algunos ceden y acaban volviendo a casa con más comida de la que trajeron. Al día siguiente, en Año Nuevo o Navidad, el ciclo empieza otra vez.

Ángela Barrera dijo...

En mi casa, tanto en Nochebuena como en Fin de Año, siempre nos termina ocurriendo lo mismo ya que celebramos las fiestas aquí, lo pasamos bien, todos disfrutan… pero a la hora de recoger y limpiar, al final somos siempre los mismos quienes nos quedamos hasta tarde dejando la casa presentable mientras los demás se marchan simplemente con la comida que trajeron (vaya que terminamos mis padres y yo recogiendo la casa a las tantas). Esa sensación de cargar siempre con lo mismo hace que, con el paso de los años, las fiestas se vivan con un poco más de cansancio y menos ilusión. Y como he podido aprender durante todo este curso, la mediación puede ser por un lado una forma equilibrada, divertida (si se llega a un acuerdo que podamos disfrutar todos) y sobre todo resolutiva, pues pensé en una manera de equilibrar esta situación sin generar conflictos y, al contrario, con un toque de humor, empatía y juego.

Pues en base a esta problemática nació la idea de crear una tradición familiar nueva, una mezcla entre una rifa navideña y una pequeña liga amistosa que nos ayude a que todos participen de forma justa en las tareas posteriores a la celebración. Como a mi familia y a mi nos encanta los juegos (normalmente pasamos todas las navidades jugando a juegos ) y apartes somos muy fanáticos de la navidad, pensé con mi padre hace un par de años más o menos, en que antes de la cena, colocamos una cesta o un sombrero navideño lleno de tarjetas con diferentes tareas de la casa: recoger la mesa, guardar las sobras, barrer o aspirar, fregar los platos, ordenar el salón, sacar la basura o dejar el baño en condiciones. Incluso añadimos una tarjeta especial, la “papeleta dorada”, ( que me acorde de la película de Charlie en la fabrica de chocolate) que otorga el papel del Supervisor Navideño, alguien que no limpia, pero que anima, pone música, reparte agua y procura que todo el mundo cumpla su parte con buen humor.

El proceso es el siguiente: cada adulto saca su tarjeta y, una vez sepas tu tarea, comienza la parte más divertida: la negociación. Aquí entra en juego la mediación real, pero en versión festiva. Se puede intercambiar tareas, hacer pactos, llegar a acuerdos, pedir ayuda o incluso ofrecer favores a cambio. Todo lo intentamos desarrollar siempre desde el sentido del humor y la escucha activa, porque la única regla es que nadie puede quedarse sin tarea, para que todo sea equitativo. La idea no es “castigar”, sino repartir de manera justa todo lo que hay que hacer en la casa después de la festividad.

Cuando termina la cena y llega el momento de cumplir con las tareas asignadas, se crea un ambiente agradable, con musica ya que a todos los de mi familia nos encanta la musica. La carga se reparte, nadie se siente explotado y todos colaboran para que la casa vuelva a la normalidad en poco tiempo. Para que sea aun más divertido, al finalizar registramos pequeños “puntos simbólicos” y entregamos premios como chuches, agirnaldos o algún cubata que otro…

Toda esta mezcla de rija, negociación y juego, transforma un problema que se había estado repetiendo muchísimo en mi casa desde hacia años a una oportunidad de reforzar aun mas nuestra familia y terminar el día sin enfados o peleas por la limpieza. Con esta tradición, las fiestas dejan de ser un trabajo agotador para algunos y pasan a ser un momento más equilibrado, ligero y compartido.

José Antonio Punzano dijo...

Después de leer el post, me he dado cuenta que en mi casa no ocurre nada parecido a esto. Agraciadamente nunca ocurren conflictos ni nada parecido en las cenas, por lo que en estos días de fiesta no ocurre nada que tenga que ver con la mediación. Tampoco tenemos ninguna tradición así fuera de lo normal por lo que tampoco podría comentar nada acerca de algo parecido a esto.

Macarena Stevenson dijo...

En mi casa, en Navidad siempre vamos a cenar a casa de mis abuelos. Lo normal es que en algún momento mi hermana pequeña y mis primos se peleen por los juguetes o porque todos quieren lo mismo a la vez. Al final, la costumbre que tenemos es que yo hago un poco de “mediador”: escucho a cada uno, intento calmarlos y busco una solución para que compartan o se turnen. Gracias a eso evitamos que la discusión vaya a más y así podemos tener, por lo menos, una pequeña “tregua navideña” en familia.

Lidia Quintano dijo...

En mi familia, en las navidades siempre nos hemos organizado bastante bien respecto a quién lleva qué comida, quién lleva qué adornos, quién recoge a mis abuelos para traerlos a la fiesta, etc. Por parte de mi familia paterna nunca hemos celebrado las navidades, o no que yo recuerde desde muy pequeña, entonces las fiestas siempre han sido por parte de mi familia materna. Tengo 4 tías, y junto con mis primos que somos varios siempre intentamos aportar siempre cada uno de nosotros para que nadie se coma la cabeza. Normalmente siempre con 1 mes de antelación decidimos en qué casa lo vamos a celebrar y poco tiempo después, qué vamos a llevar cada uno. Tengo la suerte que en mis comidas y cenas familiares no tenemos este tipo de conflictos donde tengamos que decir alto el fuego, antes sí, hace muchos años, pero desde un día que tuvimos una discusión gorda (mi hermana y el novio de mi tía), decidimos poner ciertas normas; no hablar de política, ni religión, y no dar "opiniones" respecto a algo parecido para evitar conflictos. Eran momentos que se debían y deben disfrutar, y hay que tomarlos como una oportunidad para estar todos juntos, comer algo rico y disfrutad en familia, por lo que ahora mismo no necesito ninguna solución ante esta, porque ya nos vimos obligados en su momento a crear una. Puedo entender que son fechas que pueden dar lugar a muchos tipos de conversaciones o desajustes en organización, pero al final lo importante es recordar que son experiencias que se viven pocas veces al año, y que, no por ser pesimista, pero yo lo pienso mucho con mis abuelos, nunca sabes cuando va a ser el último.

Grupo 1-3D dijo...

En mi casa esto de la convivencia es casi un curso intensivo de mediación todos los días y sobre todo en las fiestas navideñas, porque nos reunimos todos los que podemos. Como somos un montón, siempre hay algo que decidir: quién usa el baño primero, qué se va a comer, quién pone la música, quién baja la basura… Y claro, si cada uno hiciera lo que quiere, viviríamos en un caos total.
Al final, terminamos aplicando sin darnos cuenta cosas súper básicas de la mediación: escuchar al otro (aunque a veces cueste), intentar entender por qué alguien quiere algo, buscar un punto medio y, sobre todo, evitar que la cosa se convierta en una guerra mundial. A veces toca ceder, otras veces negociar como si fuera una junta, pero siempre intentamos llegar a acuerdos que nos funcionen a todos.
Así que sí, en mi casa la mediación no es teoría, es pura práctica diaria. Y por suerte, gracias a eso, seguimos viviendo juntos sin incendiar la casa… todavía.
Jaime Sanjuan Sanabria.

Aitor Castro Reyes dijo...

Mi familia se enfrenta al conflicto de las fechas navideñas con padres divorciados, donde la discusión sobre dónde pasar Nochebuena y dónde pasar Navidad era agotadora.

Para aplicar la planificación y el equilibrio sin complicarnos, mis padres establecieron una costumbre simple e innegociable: La Norma del Año Par/Impar. Desde que se divorciaron, la regla es que los Años Pares (2024, 2026...) mi madre tiene automáticamente la Nochebuena (24), y mi padre la Navidad (25). En los Años Impares (2025, 2027...), las fechas se invierten. El único punto de negociación es la Nochevieja o el Día de Reyes, que se elige por turnos anuales.

Esta norma funciona porque elimina la presión y la discusión emocional, ya que la decisión crucial ya está tomada por el calendario. Nos obliga a respetar el acuerdo, entendiendo que más vale un mal acuerdo que unas malas Navidades, y se garantiza que ninguno de los padres se sienta infravalorado a largo plazo, manteniendo el equilibrio familiar.

Pablo Osborne Martínez dijo...

Desde hace tiempo, en mi familia tenemos una costumbre que representa muy bien que es un proceso de mediación. Cada año, desde hace por lo menos 5, realizamos unas elecciones para decidir en qué casa se celebrará cada una de las fiestas importantes , desde Nochebuena hasta Reyes. Todo el mundo hace como si fuera un discurso político, y argumenta porque debe de ser su casa la elegida para tal fecha, para evitar discusiones, es mi abuela quien dirige tal proceso, porque todos la reconocemos como la persona más neutral y conciliadora de la familia. Ella prepara un discurso iniciador, y va dando voz a cada persona de la familia, respetando los turnos de palabra, y se va debatiendo mientras pasa la tarde con una buena merienda, tras la comida. Cuando se va llegando a la elección, ella hace de mediadora entre los ganadores y perdedores y así, en mi familia se va eligiendo cada casa, como un proceso de mediación y para evitar peleas y discusiones, haciendo de forma diferente al resto y con la excusa de poder reunirnos y pasarlo bien un día mas de navidad que al fin al cabo es de lo que trata, estar juntos y en familia.

Fabiola Tejero dijo...

En mi casa por navidad las cosas ya no son como antes, cuando era pequeña recuerdo que en mi cochera nos reuniamos todos.

Fabiola Tejero dijo...

En mi familia en navidad, las cosas no son como antes. Cuando era pequeña recuerdo que nos reuníamos todos en mi cochera tanto por parte materna como paterna. Nadie faltaba en la mesa, las carracas sonaban todo el rato y en la play 2 jugábamos con los micrófonos. Por aquel entonces yo no sabía leer de seguido pero mi tita Juli que en aquel entonces era muy joven (la pequeña de 6 hermanos) cuidaba de mí y siempre me enseñaba canciones de moda en ese momento. Las navidades han cambiado tanto... las mesas ya no están llenas y cada uno ha tomado sus caminos. Ahora vamos a Sevilla a casa de la tita Juli y aunque la abuela ya no esté intentamos enseñarle el espíritu de la navidad al peque de la casa (3 añitos). Sueño con algún día reunir a todas las personas de la familia y hacer una navidad divertida. Llena de juegos tradicionales, villancicos... sin perder el espíritu tan especial de la navidad.

Paula Aparicio Moñino dijo...

En mi casa tenemos una tradición que hacemos desde hace ya unos años. Por la mañana, antes de que mi hermano y yo salgamos por la tarde y volvamos ya para la cena, hacemos en la cocina “la lista de temas prohibidos de la noche”.
Es un momento rápido, casi de broma, donde decidimos cosas como: “hoy nada de política”, “no preguntar por parejas”, “nada de comentar la comida o las dietas”, etc. Luego, por la noche, si alguien lo olvida, siempre salta alguien diciendo: “¡tema prohibido!” y cambiamos de conversación.
Es bastante simple, pero nos evita muchas discusiones tontas y hace que la cena sea más tranquila. Y ahora que estudio Psicología, me doy cuenta de que es una especie de mediación familiar sin quererlo.

Pablo dijo...

Dentro de mi casa no es que haya nignuna costumbre que sea muy vistosa o especial, simplemente nos juntamos los miembros de la familia nuclear para tener una gran cena antes de volver cada uno a su pequeña rutina. En algunas ocasiones si se viene la familia de mi tio y mi abuela, pero por lo general suelen ser unas cenas más pequeñas, desde la cuarentena se ha tenido ese hábito de hacerlo así, por las dificultades de juntarse en aquel entonces.

Sin embargo, esos momentos más íntimos con la familia, son bastante de agradecer, ya que es algo que nos cuesta bastante realizar, como cada uno está estudiando/trabajando lejos de nuestra casa, el simple hecho de llegar una noche para estar todos juntos, ya es más que suficiente. La mediación es algo que se suele usar bastante en las cenas de Navidad, sobre todo cuando se tocan algunos temas relacionados con política, se suele ver como se trata de llegar a una conclusión sin que uno de los integrantes pise demasiado al otro, que hablar de los gestos y actitudes que se demuestran solo con mirar como algún integrante se mira mientras habla, y sobre todo, la idea de tratar de poner orden ante todo, para que no haya alguien que imponga su visión ante la de los demás.

Lo cierto también es, que tocando temas de mediación, se suele intentar por lo menos, que se entierre el hacha de guerra, tratando de que se llegue a una conclusión justa, equitativa y duradera, que eso se cumpla ya es otra historia, pero el intento que no falte.

Nuria Cabrera Galiano dijo...

En mi casa, para evitar peleas en Navidad, tenemos la costumbre de sentarnos todos una semana antes de la cena a hablar y repartir tareas: quién cocina, quien se encarga de poner bonita la mesa, quién trae qué. Así cada uno dice lo que quiere o puede hacer y llegamos a un acuerdo sin discusiones. Es súper sencillo, pero funciona, porque al final todos nos sentimos escuchados y la fiesta termina siendo de verdad en paz.

Elena Fernández Martín dijo...

En cuanto a lo que se refiere a una tradición familiar, creo que en mi caso no existe una tradición fija. De normal solemos pasar las navidades en la casa de mi abuelo de parte paterna, alguna que otra vez con mi familia materna y otras veces simplemente mi familia nuclear y yo, es decir, mis padres, mi hermana y yo. No hay mediación alguna que se lleve a cabo, simplemente donde nos lleve el viento.
De lo que si puedo pensar como tradición es el pollo relleno que hacía mi abuela, y tras ella fallecer mi tío retomó la tradición. Nos reunimos todos desde Sevilla, desde otros pueblos de Cádiz, desde Mallorca y Málaga a pasar el tiempo juntos en familia, y es de los pocos momentos al año donde nos reunimos todos juntos. Una pena que este sea de los únicos momento al año en el que nos reunamos todos. Pero al menos se suele lograr. No hay discusiones como tal, pero si que algún que otro comentario sobre quien colabora más y quien menos. Es un momento de tener la fiesta en paz y aportar nuestro granito de arena, y cuando no se da, genera algún que otro desacuerdo.

Luego, en año nuevo siempre somos mi familia nuclear y yo, donde normalmente nos proponemos crear todos un plato especial e innovador o directamente la cena más fácil, sabrosa y sencilla que se nos ocurra, como dije antes, donde nos lleve el viento.

Alguna que otra vez sí habría querido un mediador para hablar del tema de la limpieza post cena, pero hay poco que yo pueda hacer aquí, por mucho que crea que la negociación sea clave. En fin, suele resumirse en algo agradable, pero los conflictos del día a día se repiten hasta en ocasiones especiales. A veces, hay que morderse la lengua.

Antonio Jesús Ruz Bujalance dijo...

Todo comenzó hace unos años, básicamente cuando mi hermano y yo nos dimos cuenta de que los Reyes Magos no vienen de Oriente, sino que más bien duermen en el cuarto de al lado los 365 días del año. Desde ese momento, nosotros decidimos que también queríamos participar en los regalos de Navidad, sin embargo, mis padres no estaban muy de acuerdo, preferían que guardásemos el dinero para nuestros gastos y no para regalarles. A pesar de lo que decían mis padres, nunca llegamos a hacerles caso y les hacíamos regalos año tras año.
El hecho de que mi hermano y yo hiciésemos regalos generaba siempre el mismo tipo de comentarios de mis padres: “no hace falta”, “os habéis gastado demasiado”, “es que no tendríais que haber regalado nada”, etc. Entonces, hace unos 4 años tuve una idea, hacer un amigo invisible. En mi casa somos muy afortunados y nos portamos muy bien durante el año, entonces nos visita Papá Noel y los Reyes Magos. Así, para evitar más disputas sobre el tema de los regalos, decidimos que los regalos más costosos viniesen el día de Nochebuena y, la noche de reyes, para que no nos recriminaran cuánto nos habíamos gastado, hacemos un amigo invisible entre los 4 con un precio limitado, así todos recibimos regalo, todos regalamos, todos nos gastamos lo mismo y no hay quejas.

Lucia Sotillo Peso dijo...

En mi familia también tenemos estamos acostumbrados a hacer algo que actúa como mediación sin que nos demos cuenta. Cada vez que surge alguna de las discusiones típicas como dónde pasar las fiestas, qué canal elegir para las campanadas u otros temas como la política, usamos diferentes técnicas empleadas en la mediación sin darnos cuenta aunque a veces esto se complique. Entre ellas, la escucha activa de cada parte, el respeto al otro, el silencio y respeto del turno de palabra, etc. Muchas veces utilizamos el silencio para calmar alguna disputa más tensa, empleándolo a modo de descanso para las partes para que la tensión se calme.
Gracias a esto evitamos conflictos innecesarios y conseguimos que las decisiones no arruinen el ambiente. Al final, esta costumbre nos recuerda que en Navidad lo importante no es tener razón, sino mantener la armonía y disfrutar en familia.

Pablo Catalán dijo...

Mi familia siempre pasa la Nochebuena junta, comiendo, cenando, jugando a juegos de mesa y disfrutando de la noche. A pesar de que todo es muy divertido, siempre surgen discusiones, generalmente acerca de la política o del fútbol. Cuando esto ocurre siempre se prolonga la discusión unos 10-15 minutos, pero llega un momento en que puede que suba algo el tono. En ese momento entra en escena la mediadora de mi familia, mi abuela. Siempre que hay alguna discusión o cualquier cosa que altera algo la mesa ella simplemente se levanta y dice a los que están discutiendo: "¿Hace falta que ponga más comida?, tal vez así dejáis de dar morcilla". Tras esto, toda persona que estuviese discutiendo automáticamente se ríe y entiende que toca callarse y disfrutar. Siempre dice la misma frase y siempre funciona desde hace años. Esta es la forma de mediación que tenemos en mi familia.

JULIA FERIA FLORES dijo...

Para empezar, tengo que decir que el conflicto que se presenta en navidad en mi familia, surge en muchas casas más y es "¿dónde y quién organiza la cena?". Para ello nosotros adoptamos un sistema de rotación estricta y acordada. De esta forma, eliminamos el resentimiento de que "siempre es mi abuela" quien se encarga de todo. La rotación fomenta el principio de equidad, asegurando que cada miembro familiar asume la responsabilidad de ser anfitrión en el año acordado, permitiendo que los demás disfruten siendo invitados. Además, para elegir el menú, lo hacemos en familia la semana anterior, mediante una lista de todas las comidas que nos gustan. Esta técnica se basa en ir hablando y eligiendo con qué plato nos quedamos para que lo haga la anfitriona. Siempre hacemos hincapié en realizar esa mediación mediante el respeto y la igualdad de responsabilidades.

Lucía Hermosín Aumente dijo...

Admito que he tenido que leerme casi todos los comentarios de mis compañeros para poder comentar este post, y aun así estoy escribiendo un poco a la aventura. La verdad que las Navidades en general, da igual de que familia se trate, siempre surgen conflictos... en mi familia, de unos años para acá surge el dilema de los regalos del día de Reyes. Hasta hace poco era mi madre la que se encargaba, pero decidió que estaba harta, y ahora cada año nos toca decidir cómo lo hacemos. Cada uno tiene sus preferencias, ya que somos varios hermanos, y cada uno tiene ya su familia formada y muchas mas cosas que averiguar... y por suerte o desgracia, aun no me ha tocado a mi esa fortuna, y me sigue haciendo mucha ilusión mantener la tradición, ya que si por ellos fuera, en casa de mis padres no se haría nada, y punto. Parándome a pensarlo, la que actúa como mediadora, intentando buscar el punto medio para poder seguir con la tradición y darle un poco de alegría al asunto, soy yo. Ando preguntando a cada uno de mis hermanos su postura, que le apetece hacer, con cuanta disponibilidad cuentan en todos los sentidos... pongo en marcha más estrategias de mediación de las que esperaba al empezar a escribir este post. Y este es solo uno de tantos ejemplos que seguro que ocurren durante tooodas las fiestas. A ver qué tal se me da este año.

Paloma Mir Cabello dijo...

En mi familia no tenemos una tradición como tal que se pueda considerar una mediación. Sin embargo, sí que todos preparamos distintos platos y aperitivos. Esto podría considerarse como un método para evitar conflictos y permitir que todos participemos dentro de la comida familiar. Ya que cada miembro de la familia suele traer el mismo plato todos los años, ya sea porque es su especialidad o por seguir la tradición. Esto permite que todos tengamos la sensación de que aportamos y colaboramos. Además, después de cenar solemos hacer un pequeño espectáculo, como cantar un villancico, bailar o simplemente hacer algo divertido. Esto crea un ambiente de convivencia y buen humor. De alguna forma, esta costumbre nos recuerda que la Navidad es para compartir, escucharnos y disfrutar juntos sin competir ni discutir.

Irene Gómez Almenara dijo...

No sé si considerarlo como mediación… pero en mi familia cuando llega el día de fin de año siempre hay “pelea” en la decisión de en qué canal se ven las campanadas. Entonces para que no haya conflicto cada uno da sus motivos para poner alguna en concreto, y aunque normalmente nos ponemos de acuerdo, siempre hay alguien que un minuto antes de empezar cambia de canal.

AndreaVillalba dijo...

En mi familia tenemos una tradición de Navidad que viéndola desde el lado de la medición, funciona como una forma de mediación. Cada año hacemos el típico regalo de amigo invisible durante la cena. De esta forma, aunque a veces te toque regalarle a un familiar con el que has tenido rencillas o con quien no te llevas del todo bien, el hecho de tener que buscarle un detalle hace que te esfuerces en pensar en él o ella de manera positiva y le dediques tiempo a ir a por algo que le vaya a hacer feliz.
Días antes de la cena, le dedicas un momento a elegir algo que realmente le pueda gustar a la persona que te ha tocado, aunque sea algo sencillo. Esto puede ayudar a reduce cualquier tensión que hubiera, porque te obliga a ponerte en su lugar y a pensar en lo que le haría ilusión.
Cuando llega el momento de entregar los regalos, se crea un ambiente bonito y sin discusiones. Aunque sea algo pequeño, ese gesto nos permite tener un rato en el que todos nos llevamos bien y dejamos a un lado los conflictos.

Claudia Maestre García dijo...

En mi familia somos poquitos y no suele haber conflictos durante la cena de navidad, por lo que no tenemos ninguna costumbre que pueda relacionarse con la mediación. Si es verdad que si en algún momento surge el tema de la política o algún tema que pueda generar tensión, mi abuela es la que se encarga de calmar el ambiente. Siempre cambia de tema con alguna broma o nos recuerda que estamos juntos para pasar un buen rato y celebrar la navidad, no para discutir. Gracias a ella todo vuelve a la normalidad y seguimos la cena sin malos rollos.

iyfuyfkulfliy dijo...

En mi familia, tenemos una pequeña costumbre que, sin llamarla así, siempre ha funcionado como una forma de mediación. Cada Nochebuena, antes de sentarnos a la mesa, colocamos en una cajita unas tarjetas en blanco. Cada persona escribe algo que agradece de alguien de la familia durante el año: un gesto, una ayuda, un detalle, algo que quizá en su momento no dijo. Luego mezclamos las tarjetas y las leemos sin decir de quién son.

Parece algo sencillo, pero ese momento hace que todos bajemos el ritmo, que nos miremos distinto y que empecemos la cena desde un lugar mucho más amable. Es como recordarnos, sin regañinas ni discursos, que al final todos estamos ahí para sumar y no para discutir.
No es una gran tradición, pero nos ha evitado más de un conflicto familiar y nos recuerda que empezar desde lo positivo siempre allana el camino.
-Comentario realizado por: ANTONIO JESÚS MARAVER MORENO.

Lwmrldn dijo...

En mi casa no ha ninguna tradición concreta pero creo que mi madre es quien acuta de mediadora en las fiestas, sobre todo con el tema de la comida porque en mi casa somos muy comilones y a veces nos peleamos por quien se toma el ultimo trozo y ese día de navidad mi madre hace mucha más cantidad para que ''la fiesta este en paz'' y en general sobre para que no podamos decir que falta nada o que nos hemos quedado con hambre.

Lwmrldn dijo...

En mi casa no ha ninguna tradición concreta pero creo que mi madre es quien acuta de mediadora en las fiestas, sobre todo con el tema de la comida porque en mi casa somos muy comilones y a veces nos peleamos por quien se toma el ultimo trozo y ese día de navidad mi madre hace mucha más cantidad para que ''la fiesta este en paz'' y en general sobre para que no podamos decir que falta nada o que nos hemos quedado con hambre.

Fátima Balmón dijo...

En mi casa la Navidad siempre se celebra en casa de mis abuelos, donde nos reunimos todos: tíos, primos y familia cercana. Somos muchos, así que para evitar tensiones y organizarnos mejor desarrollamos una pequeña costumbre que, sin saberlo, siempre ha tenido mucho de mediación, nosotros lo llamamos "el acuerdo de bienvenida".
Cuando vamos llegando, lo primero que hacemos es repartir pequeñas tareas según lo que cada uno prefiera o pueda hacer ese año: quién ayuda en la cocina, quién se encarga de atender a los niños, quién pone la mesa, quién prepara los postres... Lo hacemos de manera muy sencilla: cada persona propone lo que puede aportar y los demás aceptamos sin juzgar, buscando un reparto equilibrado y sin caer en el clásico "siempre lo hago yo".
Este sistema evita malentendidos, reduce comparaciones y, sobre todo, crea un clima de cooperación desde el primer minuto. Es como una mini mediación familiar que nos recuerda que la Navidad funciona mejor cuando cada uno aporta algo y cuando escuchamos lo que el otro puede o no asumir.
Para nosotros este "acuerdo de bienvenida" se ha convertido en una forma bonita de empezar las fiestas: con organización, empatía y mucho sentido común.

Maribel Capet Velasco dijo...

En mi casa tenemos una costumbre que nos ayuda a organizarnos bien en Navidad, porque cada año hacemos turnos entre las dos familias. Este año, por ejemplo, Nochebuena la paso con la familia de mi madre y Nochevieja con la de mi padre, y las dos cenas son en mi casa. El año que viene será al revés: Nochebuena con la familia de mi padre y Nochevieja con la de mi madre.
Como juntar a tanta gente puede traer comentarios o temas complicados, ya sabemos que en algún momento aparecerá algún “tema tabú” y empezará la típica discusión. Cuando eso pasa, tenemos una forma muy simple de poner fin al conflicto: un brindis. Da igual quién tenga razón o quién esté más enfadado, en cuanto alguien levanta la copa, se acaba la conversación y seguimos con la cena.
No es una mediación formal, pero funciona como una especie de “pausa obligatoria” que nos ayuda a cortar la tensión de manera rápida y evitar que la noche se estropee.

Sofia Amada Acuña Riela dijo...

Personalmente esta actividad me ha dado mucho que pensar ya que nunca habia analizado las dinamicas familiares presentes durante la navidad en mi casa. Aunque creo que no hay alguna tradicion en si en mi familia, recordando las multiples navidades a lo largo de los años he sido capaz de darme cuenta que antes en mi familia habia todos los años un problema muy recurrente: los regalos. En mi familia somos de regalar en papa noel en vez de en los reyes, por lo que hay menos tiempo para pensarlo. Mi hermana es una persona muy especial en sus gustos por lo que es extremadamente complicado acertar con los regalos. Mi hermano por otra parte es una persona que todo lo que quiere/necesita siempre se lo compra asi que tampoco hay nunca nada claro sobre que se le puede comprar, y asi podria continuar con una lista inmensa se las dificultades que presentan los integrantes de mi familia a la hora de dar o recibir los regalos.
Esto que se está comentando ha sido un secreto a voces durante mucho tiempo, hasta que un dia mi madre nos sentó a todos para tener una conversación clara sobre la necesidad de hablar y decir abiertamente que regalos queremos recibir cada año. A pesar que al principio surgieron diversidad de opiniones, mi madre fue capaz de mediar hasta llegar a una solución en común con el que todos nos sentiamos comodos. Desde entonces no ha vuelto a haber ningún conflicto en relación a esto en todas las navidades siguientes.

Rosa Ramírez dijo...

En mi familia, la costumbre que tenemos desde hace unos años es que "nos anticipamos" a que sobre comida por ejemplo. Sabiendo la experiencia de años anteriores, mis tíos se sientan y hacen una lista de la compra realista, se apunta lo que verdaderamente se gasta y no nada de los "por si acaso". Si el año pasado sobraron por ejemplo 4 bandejas de canapés pues este año se compra la mitad. De esta manera así evitamos desperdicios y que, el que haya estado cocinando y dedicando tiempo a ello no se termine frustrando por haber preparado comida y que después se eche a perder.

Naia Malumbres Zuzaeta dijo...

Recuerdo una Navidad que viví hace unos años que fue bastante tensa. Mi primo pequeño rompió sin querer un adorno muy importante de la familia, uno que habían cuidado durante muchos años. Al principio todos nos enfadamos y el ambiente se puso muy tenso e incómodo. Pero mi abuela manteniendo la calma, hizo de mediadora, es decir, nos recordó que lo más importante era estar juntos y disfrutar de la Navidad y no un objeto. Al final todos nos tranquilizamos, ayudamos a limpiar y hasta nos reímos de la situación. Ese momento me enseñó de manera muy real lo que el texto muestra sobre que la paz no significa que no haya problemas, sino que se trata de cómo los manejamos.

María Gragera Descalzo dijo...

Leyendo todo lo que has escrito (que, por cierto, es una realidad y muchas veces hacemos la vista gorda por las fechas en las que se da), no he podido evitar pensar en lo que pasa cada año en mi casa. Siendo mi hermana y yo malagueñas, con la familia paterna en Badajoz y la materna en Valladolid, lo de decidir dónde vamos en Nochebuena y dónde en Nochevieja es casi un máster en mediación familiar. Cada uno tiene su idea, sus ganas y sus “este año toca aquí”, y al final nos toca negociar como si estuviéramos organizando una cumbre internacional. Sin embargo, todos coincidimos en que tenemos la suerte de poder viajar porque aún podemos sentarnos juntos alrededor de una mesa, y eso es un regalo.

Y eso sin contar que en Málaga tenemos a todos nuestros amigos, así que además hay que cuadrar cenas aparte, fiestas, quedadas… Vamos, que la agenda de diciembre parece un sudoku emocional. Incluso lo de llegar “cuerdo” a la hora de la cena (bueno, vamos a limitarnos simplemente a llegar) es otro tema que en mi casa se media más de lo que debería. Ya que los cuatro somos bastante disfrutones y mirar el reloj mientras te reencuentras con los tuyos no es algo muy compatible.

Supongo que por eso me ha gustado tanto lo de la “tregua navideña”: al final, entre viajes, horarios, amigos y familias, lo único que te salva es respirar, hablarlo con calma, poner un poco de humor y amor, mucho amor. Porque si no, no llegamos ni a los entrantes. Y sobre todo, dejarlo en manos de Dios y volver al sentido real de estas fechas.

Carmen moreno dijo...

En mi casa, desde hace unos años, vamos a comer a casa de mi tío y siempre se repite la misma escena cuando llega el momento de los mantecados. Mi tío y mi padre son de buen comer, y mi prima o mi hermano siempre sueltan algún comentario en plan broma sobre que “no van a dejar ni uno”. Normalmente es un comentario ligero sin intención de ofender, y otras es porque consideran que llevan muchos, pero a veces se nota que el ambiente empieza a tensarse un poco, como pasa en estas fechas con cualquier tontería.
Ahí es cuando entra en juego la madre de mi tía, que tiene una técnica muy particular para evitar que la cosa vaya a más: empieza a cantar un villancico de repente, el primero que se le viene a la cabeza. Da igual que sea “Campana sobre campana”, “Los peces en el río” o cualquier otro; en cuanto la escuchamos, todos acabamos riéndonos, cantando y la tensión desaparece.
Sin darnos cuenta, ese gesto funciona como una especie de mediación familiar: desvía la conversación, cambia el clima emocional y nos hace centrarnos en algo que compartimos todos, que es el buen humor y las ganas de pasar un rato en paz. Es nuestra pequeña “tregua navideña” casera, y la verdad es que siempre funciona.

Rosa Bakeer dijo...

En mi casa no celebramos la Navidad como tal, no tenemos tradiciones específicas ni una rutina marcada para estas fechas. Sin embargo, siempre ha sido un momento en el que intento estar más unida a mis padres. No tenemos familia cerca de Córdoba, así que lo que hacemos es mantenernos en contacto, felicitarnos y asegurarnos de que, aunque estemos cada uno con nuestras ocupaciones, seguimos presentes en la vida del otro. Esa simple intención de acercarnos ya convierte estas fechas en algo especial para nosotros.

Si tuviera que relacionarlo con la mediación, diría que nuestra “costumbre” tiene que ver con la empatía. La Navidad suele despertar sentimientos más sensibles, y eso hace que estemos más dispuestos a escucharnos, a comprender cómo se siente cada uno y a evitar conflictos que en otros momentos podrían surgir con más facilidad. Es un tiempo en el que, sin pensarlo demasiado, todos nos relacionamos desde un lugar más humano, más atento y más cuidadoso. Quizá esa sea nuestra manera personal de vivir la mediación: intentar comprendernos mejor, valorar la presencia del otro y crear un clima de paz y unión, aunque nuestra celebración sea sencilla y diferente.

Manuel Maresca Bustos dijo...

En mi casa la mediación navideña se vive cada año con un dilema clásico y ya casi tradicional: decidir si vemos las campanadas en Antena 3 para ver cómo va vestida Cristina Pedroche o en La 1, como siempre han defendido los más clásicos de la familia. Lo que empieza como una simple elección de canal acaba convirtiéndose en un pequeño conflicto lleno de opiniones, bromas y defensas de cada postura.

Pero lejos de dejar que esto genere mal ambiente, lo hemos convertido en una especie de ritual mediador. Cada uno expone sus argumentos: unos hablan de tradición, otros de espectáculo, y entre risas intentamos llegar a un acuerdo. A veces optamos por una solución negociada, como cambiar de canal justo después de las campanadas, y otras incluso ponemos un móvil o una tablet con la otra retransmisión para que nadie sienta que “ha perdido”.

Lo curioso es que, más que el canal en sí, lo importante es el proceso: escucharnos, respetar opiniones distintas y buscar un punto intermedio. Esa pequeña decisión se convierte en un ejemplo perfecto de cómo la mediación nos ayuda a convivir mejor, a relativizar los conflictos y a recordar que lo esencial no es ganar la discusión, sino compartir el momento con buen humor y sin tensiones.

Qmecuentas dijo...

SARA MOLINA AGREDANO.

En navidad, antes en mi familia éramos muchos, por lo que muchas personas chocaban con otras muchas. Se puso en marcha una solución que podría haber salido de una sesión de mediación, y es que mi abuela se encargaba de ponerle nombre a todos los asientos. Nunca se llegó a hablar sobre por qué lo hacía, pero todos lo sabíamos. Sentaba al lado a la gente afín, para evitar tensiones en una noche tan especial. Así, gente con los mismos ideales compartía opiniones y risas, a la vez que se lograba que estuviese toda la familia junta.

Nerea Ceprián González dijo...

Con el paso de los años, la ilusión por la Navidad se ha ido diluyendo hasta casi esfumarse. Para tratar de avivar esa llama, todos los años trato de mantener la tradición de ir a cenar con mi familia cada 24 de diciembre y pasar juntos esos días navideños. Al ser de otra ciudad, estoy dividida por mi familia y mis amigos. Como ya he mencionado, los días más "importantes" trato de pasarlos con mi madre y mis abuelos, pero la fecha del 31 la tengo reservada para mis amigos y mi pareja. Trato de crear mi propia tradición en la que combino mis dos mundos más queridos y así poder tener un trocito de ambos en estas fechas tan especiales.

Teresa Soria dijo...

En mi casa, la Navidad siempre ha sido un pequeño ejercicio de equilibrio y mediación. Al estar mis padres separados, el 24 de diciembre lo paso con mi madre, mis abuelos maternos y la familia de su marido. Mis abuelos tienen Alzheimer, y eso convierte cualquier celebración en un reto: hay que elegir con cuidado si almorzamos o cenamos con ellos, porque se desorientan con facilidad y se ponen nerviosos. Esa decisión, qué para otros es simple, en mi familia genera pequeños conflictos con mis tíos, ya que todos intentan conciliar sus propias celebraciones. A veces no conseguimos estar todos juntos, pero entiendo que lo más importante es el bienestar de mis abuelos.

El día 25 suele traerme un conflicto interno parecido. En ocasiones comemos con mis tíos y abuelos maternos, porque la noche del 24 resulta difícil de organizar, pero mi padre también prepara una comida para ese día, y dividir el tiempo no siempre es fácil. Aunque a veces me siento entre dos partes, intento no verlo cómo una obligación, sino como una realidad que toca gestionar con calma y comprensión.

La Nochevieja, en cambio, es diferente. La paso con la familia de mi padre: mis primas, mis tíos y mis hermanos pequeños. Compartimos todo el día entre juegos, risas y momentos que me llenan de paz. Tomamos las uvas juntos, celebramos el año nuevo y luego, más tarde, mis primas y yo salimos con nuestros amigos para seguir disfrutando de la noche.

En Reyes no tengo ninguna duda, lo paso con mis hermanos pequeños. Su ilusión y su manera tan pura de vivir la Navidad me recuerdan lo que de verdad importa en estas fechas.

En general, puedo decir qué tengo unas Navidades tranquilas y bonitas, con algunos pequeños conflictos en la parte materna, sí, pero también con muchos momentos de unión. Y, sobre todo, me siento profundamente agradecida y afortunada por poder vivirlas rodeada de tantas personas a las qué quiero.

Álvaro Méndez Miranda dijo...

En mi familia tenemos la costumbre de ir cada año a la casa del familiar que “toque”, y cada uno lleva un plato típico de su hogar. En la mía somos especialistas en los postres, mientras que en casa de mi tía siempre triunfan los platos al horno. Esta forma de organizarnos nos hace sentir que todos aportamos algo y, de alguna manera, nos obliga a negociar y coordinarnos, casi como si fuera un pequeño ejercicio de mediación navideña.

Eso sí, no todo es perfecto. Cada año acabamos hablando de política, y ahí es cuando aparecen los puntos de vista diferentes y las tensiones típicas. Pero ya tenemos nuestro método para volver a la calma: cuando notamos que el ambiente empieza a calentarse, simplemente abrimos una botella y brindamos. Ese gesto, sencillo pero eficaz, funciona como nuestro “alto al fuego”, nos relaja, nos hace reír y nos recuerda que estamos juntos para disfrutar, no para discutir.

Al final, esa mezcla de organización, cooperación y pequeños momentos de paz es lo que convierte esta costumbre en una tradición muy nuestra… y muy mediadora.

Lucía González dijo...

La Navidad, con todo lo que implica, puede transformarse en un terreno lleno de tensiones, expectativas y pequeños conflictos. Considero muy valiosa la manera en que conectas esas situaciones familiares tan habituales con la idea de que, incluso en momentos difíciles, siempre existe la oportunidad de hacer una pausa, escuchar y volver a encontrarnos.

Las recomendaciones finales aportan una mirada práctica que nos recuerda que la armonía no aparece de manera automática sino que se requiere trabajar con empatía, sentido del humor y con actitud positiva que evite que cada conversación se convierta en una lucha.

lengua ana dijo...

En mi casa, como la familia de mi madre es de Sevilla y la de mi padre es de Murcia, por lo que siempre hacíamos una especie de mediación para decidir cuándo íbamos a Murcia y cuándo nos quedábamos en Sevilla. Para evitar discusiones mis padres se sentaban y expresaban sus razones. Luego se ponían todas las propuestas sobre la mesa y se buscaba una acuerdo equilibrado. Por ejemplo la Noche de Navidad era en Murcia y Fin de año en Sevilla. Como vivimos en Sevilla y a la familia de Murcia la veíamos menos, cuándo íbamos a Murcia por Navidad nos quedábamos más días, aprovechando para visitar a más familia y pasar más tiempo juntos

Manuel Coca León dijo...

En mi familia tenemos la costumbre de que, cuando surge un desacuerdo sobre algo de las fiestas (por ejemplo, el menú, el horario o a qué casa ir primero) consultamos el plan del año anterior antes de decidir.
No es nada elaborado, simplemente miramos qué se hizo el año pasado y usamos eso como referencia. Si el año pasado fuimos a casa de una parte de la familia, este año toca la otra. Si una persona preparó la cena, este año la prepara otra distinta. Si un día ya estuvo cargado de compromisos, buscamos equilibrar.
Es una forma muy básica de mediación, porque evita discusiones largas y permite que todos sientan que las decisiones se reparten de manera justa.

Carlos Maestre dijo...

Tras leer el texto, me he dado cuenta de que cada navidad nos centramos siempre en las mismas cosas superficiales. Que si regalos, comidas, con quién y dónde, etc. Y en realidad estamos dejando completamente a un lado una gran oportunidad para simplemente aprovechar para hacer cosas más básicas y esenciales, como pasar tiempo con la familia, dar la entrada al nuevo año o desconectar del trabajo o los estudios. Esta reflexión me anima a intentar hacer eso, aprovechar más el tiempo de calidad con mi familia realmente, y no preocuparme porque salga todo perfecto, qué se va a poner de comida, qué tengo que regalar. Disfrutar más de conversaciones, risas, simplemente ser consciente del momento y aprovecharlo con mis familiares y seres queridos.

Ana Lucía Reyes dijo...

Montar y decorar el árbol en familia
Cómo se asemeja a la mediación:
Montar el árbol de Navidad suele reunir a personas con gustos, ideas y maneras de hacer distintas. Uno quiere las luces blancas, otro prefiere de colores; uno pondría el ángel arriba, otro la estrella. Aun así, todos comparten un objetivo común: crear juntos un espacio cálido y bonito para disfrutar la Navidad.
En la mediación ocurre algo parecido. Cada persona llega con su visión, sus necesidades y su “forma” de entender el conflicto. Puede que no coincidan, incluso que haya tensiones, igual que cuando se decide cómo decorar el árbol. Pero a través del diálogo, la escucha y la cooperación, se busca construir algo compartido: un acuerdo, un punto de encuentro, un espacio donde ambas partes sientan que han participado y que lo final pertenece a todos.

Irene Luque Fdez dijo...

Soy hija de padres divorciados, con lo cual en estas fechas ya se empieza a notar la tensión ya que mi hermana y yo debemos decidir con cual de las dos familias pasamos ese año cada festividad. La festividad favorita en ambas familias siempre ha sido nochevieja, no hay un motivo concreto pero siempre ha sido la que se ha celebrado con más entusiasmo, por lo cuál, cuando mis padres se divorciaron, lo cual ocurrió cuando mi hermana y yo ya teníamos potestad para decidir con que parte queríamos pasar según que fechas, tuvimos mucha presión para decidir, y para no generar conflicto con ninguna parte nos dividimos. Mi hermana pasaba nochebuena con mi padre y yo con mi madre y en nochevieja a la inversa. Pronto nos dimos cuenta de que eso contentaba a ambas partes pero nos dividía a nosotras, con lo cual en la actualidad pasamos juntas todas las fechas y nos vamos turnando. Por ejemplo, el año pasado pasamos nochevieja con mi madre y nochebuena con mi madre, este año tocará a la inversa. De esta manera mi hermana y yo nos mantenemos unidas y ambas familias tienen una sensación de justicia respecto a ellas.
La experiencia de tener padres divorciados, a una edad en la cual ya recae cierta responsabilidad sobre ti debido a que tienes potestad para decidir genera mucha presión y estrés al principio, sin embargo en la actualidad me he dado cuenta de que todas las experiencias vividas relacionado con ello me han dotado de buenas habilidades a la hora de gestionar conflictos y momentos de tensión, con lo cual, cuando surgen problemas en la familia, o las típicas riñas familiares características de estas épocas tiendo a gestionarlo mejor y a intervenir con un rol de moderadora, ya que lo que aprendí es que lo más importante es que ambas partes enfrentadas se sientas escuchadas y tratadas de manera equitativa.

Adriana Laumond Espejo dijo...

Considero que esto que se dice aquí es muy importante, tener una navidad en paz, yo considero que a cualquier persona cuando le hablamos de navidad, ya empieza el agobio. Vivimos agobiados con la expectativa de cómo tiene que ser la noche de fin de año.
Los regalos, la cena que compro o que hago, "¿Les gustará o no a los invitados?", cuando en el fondo sabemos que hagamos lo que hagamos la gente va a sonreír y va a decir que esta "buenísimo todo", es decir, por qué tanto estrés por todo, por qué esa perspectiva de perfección cuando en realidad es una noche más objetivamente, disfrutemos y ya. Al igual que tenemos unas expectativas de lo que tiene que pasar positivamente, también tenemos otras negativas; seguro que esta noche me preguntan... " ¿El novio para cuando?" y después de un silencio intentaran mejorar con …"o la novia, que nunca se sabe", el tener esa expectativa considero que nos sensibiliza, estamos esperando a que lo pregunten y cuando lo hacen contestamos mal o con una sonrisa falsa porque... "ya sabia yo", considero que la mejor manera para contestar a ese tipo de pregunta es hacer una especie de mediación interna entre lo que quieres decir y vas a decir, contestar con sinceridad y a la vez marcando un límite para que el año que viene no te lo vuelvan a preguntar, desde la escucha y el respeto. Algún ejemplo podría ser “Sé que lo preguntas con cariño. Cuando llegue, llegará y te avisaré. Mientras tanto, estoy bien así.” o “Gracias por preocuparte, de verdad. Pero ahora mismo estoy tranquila como estoy.”

Elena Muñoz Malfeito dijo...

Despues de leer el texto tan enriquecedor entre la Navidad y su relación con la mediación, se me vino a la mente la cantidad de cosas que hacemos que tienen que ver con la mediación. Por ejemplo, en el caso de las comidas de navidad, cuando van a casa de alguien de tu familia o tu familia viene a tu casa siempre se suele hacer ligeros acuerdo sobre lo que contribuira cada parte, es decir, se hace como un reparto de tareas sobre quien cocina, quien trae X, quien recoge, etc.

Para esto, creo que es necesario y que lo hacemos insconscientemente, identificar lo que le gusta a cada uno para la propuesta del menú, además de una escucha activa que nos permitirá conocer más los unos de los otros. Creo que ademas de en comidas familiares, también pasan en las comidas con amigas, cuando siempre buscamos compartir y acordamos cosas que a todas nos gusten. Cuando algo no le gusta a alguna se toman alternativas que contenten a todas.

Creo que es una forma de respetuo mutuo entre amigos y familia, saber y conocer cuando a alguien le molesta o no le agrada tanto algo y ajustarnos a aquello que genero un mejor clima entre todos.

Por último queria mencionar, el famosos amigo invisible, el cual suelo hacer siempre con mi grupo de amigas para cada comida de navidad que organizamos cada año. Cada año que pasa me voy "apuntado" diferentes situaciones que se pueden dar para tenerlas en cuenta para la proxima. Por ejemplo, normalmente se acuerda un precio medio que no este ni muy por por lo alto ni muy por debajo, solemos establecer un punto intermedio, teniendo encuenta las diferencias económicas de cada una. Otra cosa importante a tener en cuenta es evitar juicios y reproches y agreceder incluso si no es el regalo ideal. esto lo aprendí cuando me di cuenta que no todas tenemos la misma forma de expresar cariño, ni tienen las mismas expectativas en cuanto al tipo de regalo, o simplemente son más "despreocupadas" y no le dan tanta importancia pero simplemente quieren participar. esto al principio generaba tensiones, creaba comparaciones entre el regalo que le hixo fulanita a sultanita y el que me ha hecho pepita ami, y cosas asi.

Como he dicho, despues de repetir está dinámica varios años consecutivos hemos aprendido a disfrutarlo, a reirnos, a no compararnos y a entender que cada detalle viene desde una intención.