Hoy,
queridos amigos y amigas, me toca hablar un poco de nosotros y hacer una
verdadera introspección en lo que sentimos, lo que hacemos, lo que pensamos.
Mediar
es muy difícil y requiere de un enorme esfuerzo por nuestra parte de ver más
allá de lo que el problema nos muestra. Siempre crecí pensando que buscaban
superhéroes y superheroínas, cuando al hablar de nuestras habilidades, leía en
los distintos manuales, que deberíamos ser, observadores, tolerantes, empáticos,
asertivos, imparciales, objetivos, neutrales, observadores, pacientes y un
largo etcétera que alcanzaba hasta un total de más de 15 virtudes, hasta el
punto de llegar a pensar que yo nunca sería mediador.
El
tiempo me demostró que sí. Que sí lo conseguiría porque empecé a conocerme ante
diversas situaciones y a valorar que en lo que tuvieras como virtud, lo
potenciaras y en lo que te fuera más difícil, lo revirtieras en algo también
necesario, porque debemos ser nosotros mismos, con nuestros defectos y
virtudes, debilidades y fortalezas que le llaman ahora. Solo de esta forma
podremos conseguir que crean en nuestro trabajo y para mi lo más importante:
que nos legitimen para ayudarles.
Por
eso en este breve post quiero hablaros de diversas claves que si tenemos que
trabajar y que a buen seguro te servirá para ser mejor mediador o mediadora.
Siempre
dije que cada vez que medio, necesito para ayudarles, dejarme sorprender por
mis mediados, con sus miedos, aseveraciones y visiones de lo ocurrido, solo así
podré ver en cada caso algo distinto y que podamos hacer “un traje a medida”
sin que esté “prefabricado”.
Por
eso les tengo que preguntar si están preparados para dejarse explorar muchas
veces incluso el alma, con expresiones claras y teniendo un importante dominio
de la inteligencia emocional.
Es
importantísimo también ser un buen administrador del tiempo, hasta el punto de
ver cuando se encuentran temas enquistados o nos es útil mantener una sesión o
tema en la mesa de negociación. Siempre se dijo que el tiempo es oro y tenemos
que saber valorarlo.
Ni que
decir tiene que no me olvido de una de las principales cualidades que debemos
tener y trabajar: la capacidad de ser creativos y ver más allá de lo que ellos
ven. Eso nos va a permitir encontrar una “puerta de salida” y promover opciones
equitativas, estables y duraderas.
Y creo
que es el momento de que te pueda sorprender a ti, con un decálogo de
cualidades que determinen ¿cuáles son los secretos para el éxito del
mediador/a?
1.- La
modestia, la sencillez y la naturalidad. Como te decía: ser tu mismo.
Recuerda que el éxito le corresponde a ellos.
2.-
Tener importantes dotes de comunicador y dentro de ellas incluso el
dominio del silencio.
3.-
Tener pasión y convicción en lo que se hace, seguro que ellos lo
notarán y te seguirán en la búsqueda de un acuerdo.
4.- La
discreción y la prudencia, son dos virtudes que te deben acompañar,
si eres conscientes de lo que supone mediar.
5.- La
capacidad de ver más allá lo evidente. ¿Qué tenemos nosotros que
somos capaces de ver más allá? Pues, apóyate en la creatividad.
6.-
Una poderosa arma es el sentido del humor, bien entendido y
aplicado, porque siempre te ayudará a dar una “bocanada de aire fresco” a una
reunión.
7.-
Una especial sensibilidad y humanidad, que nos permita ser muy
comprensivos, pacientes y mantener siempre esa demandada escucha activa.
8.- La
disposición a cambiar el rumbo (hay que viajar ligero de
equipaje). Enrocarnos en temas, puede hacer que no veamos las distintas
salidas.
9.-
Conseguir que nuestra ética e integridad, nos permita siempre ante un
dilema ético saber que hacer y que no hacer, ante posicionamientos,
recomendaciones, etc.
10.-
Estudiar, estudiar mucho. Solo se consigue perfilar las dotes de
un mediador con una investigación constante de lo que supone esta apasionante
profesión. Gracias al estudio creo que conseguiremos una importante competencia
del mediador:
- Intelectual:
gran visión estratégica, de planificar, y saber evaluar.
- Interpersonal:
de dirigir y comunicar los mensajes necesarios.
- Personales:
de credibilidad y creatividad.
Gracias
siempre por vuestra lectura y comentarios en este blog, me ayudan a seguir
creciendo.
Si tuviera que elegir uno entre los 10 puntos, de los expuestos de este excelente post me quedaría con el número 10: estudiar, estudiar mucho. La formación es la piedra angular para cualquier mediador que aspire a ser excelente en su labor. Estudiar no solo refuerza el conocimiento teórico, sino que también nos permite desarrollar las habilidades prácticas necesarias para abordar la complejidad de los conflictos que enfrentamos cada día.
ResponderEliminarA nivel conceptual, un mediador debe entender a fondo los principios de la negociación, la resolución de conflictos y la psicología de las relaciones humanas. Esto implica conocer cómo se desarrollan los intereses, las necesidades y las emociones en cada caso, y cómo cada una de estas variables influye en el proceso de mediación.
Sin embargo, no se trata únicamente de la teoría. El desarrollo de herramientas y técnicas es igual de importante. Un mediador necesita contar con un repertorio de métodos y estrategias para adaptarse a las particularidades de cada situación. Desde la comunicación efectiva y la gestión emocional hasta la identificación de intereses subyacentes, cada herramienta nos permite acompañar mejor a las partes en conflicto y facilitar su diálogo.
Estudiar también significa entender los aspectos sociológicos que rodean a los conflictos. Comprender el contexto social, cultural y económico en el que se desarrollan nos ayuda a tener una visión más amplia y ajustada de la situación, permitiendo una mediación más contextualizada y efectiva.
Por eso, la biblioteca del mediador debe ser vasta y diversa, desde textos clásicos hasta investigaciones actuales. Es una fuente de referencia y aprendizaje constante, que nos mantiene actualizados y nos ayuda a perfeccionar nuestro enfoque. La curiosidad por aprender y la disposición para desarrollarnos continuamente son la clave para hacer un trabajo de calidad y seguir creciendo como profesionales.
En definitiva, la dedicación al estudio no solo nos convierte en mejores mediadores, sino que nos permite construir una carrera sólida y con un impacto positivo en las vidas de quienes confían en nosotros para ayudarles a resolver sus conflictos. Y es precisamente en ese compromiso con la mejora continua donde reside el verdadero valor de nuestra labor.
Muchas gracias por compartir; el saber que no soy el único que percibe dificultades durante una Mediación, me hace sentir que no estoy solo; además los secretos que nos brinda son una guía que permite reflexionar sobre el actuar de uno mismo como Mediador y; un estímulo para seguir con esta noble profesión.
ResponderEliminarGracias Maestro siempre!! Si tuviera que definir nuestras habilidades y aptitudes serían éstas que has escrito con tanta sabiduría y experiencia. Gracias y abrazo fraterno.
ResponderEliminarAplicarlos es la destreza querido Javier; eres un maestro incansable, con una esquicitez en el verbo de tus emocionalidades al cual se expresan de manera integra en éste "saber" que es meramente el enriquecimiento permanente de los que amamos éste sacerdocio incluso en la vida misma hacerlo interpersonal e incansable de aprendizajes en cada fragmento donde si bien, lo aplicamos. Como mediador y en la vida "abogadil como puentes y lazos de reconsideración y cocostrucción.
ResponderEliminarAgradezco éste espacio de permitirnos expresarnos siempre agradecidos .
Me ha gustado leer tu decálogo de virtudes del buen mediador, se pueden aplicar tanto a esta com a otras profesiones. Lo más importante es que no sea necesariamente algo imperativo, sino que se permita, a cada cuál según sus posibilidades desarrollarse entre esas características personales y profesionales. No deben sor todas las cualidades idénticas en cada persona, cada uno destacará más en una y con ello compensará la carencia de la otra. Lo fundamental es el punto décimo, el estudio; es esencial para la profesión de mediador, de abogado, de psicólogo o la que sea. El saber no es algo estático, se actualiza constantemente y, lo mejor de todo: «el saber no ocupa lugar». Ja, ja, ja.
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