lunes, 23 de octubre de 2023

El enorme coste del conflicto de la franja de Gaza

 

El enorme coste del conflicto de la franja de Gaza.

Es muy común cuando tenemos un problema, evaluar los costes que ello supone y cómo podemos minimizar los mismos. No nos gusta estar en conflicto, si bien tenemos que saber convivir con él, porque la mayoría de veces es inevitable.

Por eso estos días pensaba, cada vez que vemos las noticias que nos llegan por los medios de comunicación, en el enorme coste que supone una guerra como la que desgraciadamente estamos viviendo en la franja de Gaza. Son muchísimos y de muy variado tipo, cuyas secuelas están y estarán durante mucho tiempo

¿Cuáles serian los COSTES DIFICILMENTE CUANTIFICABLES? 

No me gustaría centrarme en los costes económicos, muchas veces son precisamente los que justifican las intervenciones. Ni que decir tiene que reconstruir lo destruido, “pagar” por lo ocurrido o valorar los daños materiales se antoja en estos momentos casi imposible de cuantificar, pero en algún momento habrá que hacerlo. Al igual ocurre con los costes de la inflación, el gas, o costes de servicio.

Por eso quiero valorar en este post otros costes no visibles, pero perceptibles por mucho que algunos justifiquen la guerra o la intervención.

Hablamos de “costes emocionales” tales como la soledad de los seres perdidos; niños y niñas que han perdido ya su infancia y que cada noche despertarán con el horror en sus mentes; incluso aquellos que por sus desplazamientos deben rehacer su vida con personas que no han formado parte de su infancia o adolescencia. Por eso es sumamente importante atender la salud emocional de las personas, cuyo coste será enorme.

Los “costes sociales”. Por que como sociedad se siente miedo y rechazo al otro diferente, donde la percepción de la realidad está distorsionada por viejas y nuevas percepciones. La empatía y la sinergia se devalúan cuando el otro no es consciente de lo de los demás. El coste social necesita que para una persona necesite contar con un entorno confiable, la actuación y percepción es indispensable para el desarrollo del ser humano en sociedad, así una persona que lo perdió todo, no tendrá la confianza de acudir a una institución pública, por que percibe que ahí es el lugar donde surgió el problema. El deterioro de este coste social aleja a las personas de las instituciones, de sus dirigentes incluso de la familia, se percibe que no serán escuchados y que no es posible confiar en procesos justos.

Los “costes morales” o de responsabilidad por decisiones tomadas. Toda situación que debe atenderse te enfrenta entre tus propios sentimientos y valores: ¿fue la mejor decisión que tomamos huir del lugar o emigrar, o mejor haber continuado para afrontar los peligros?

Los “costes éticos” y de valores humanos que decaen por el simple hecho de no respetarse y la absoluta falta de tolerancia. Ya no se que es ético o no, que es bueno o malo, si defenderme o atacar. No se si intervenir o desistir. Al fin y al cabo como toda guerra hay veces que te enfrentas contigo mismo. La toma de decisiones  se hace eterna

Los “costes de relaciones de convivencia” o coste relacional, ya que el deterioro de los colectivos y su entorno social, debe proceder a una importante restauración de las relaciones. La guerra afectará al modo de relacionarnos con los demás y cubrir esas necesidades básicas con el otro. Todo ello nos lleva a un importante coste dado que se pierde “el mutuo entendimiento” y eso les llevará a la indiferencia ante lo que le ocurra al otro

“Costes de calidad de vida”, donde la enfermedad física y mental se agudizará con el simple hecho de no tener las más mínimas condiciones de higiene, agua potable o servicios públicos universales, para reconstruir mi vida.

“Coste por tiempo invertido” (o tiempo perdido) por afrontar el conflicto y no atender “de puertas para dentro”. Son los derivados del tiempo empleado por las instituciones públicas en hacer frente al conflicto. Aquí se plantea la necesidad de que cualquier solución al mismo sea estable y duradera lo que se antoja casi imposible y más cuando el 100 por 100 del tiempo se dedica a pensar en estrategias de guerra.

“Coste de la reducción de la motivación”: Un conflicto, sea cual fuere, y más si es una guerra produce una falta de motivación de la mayor parte de los ciudadanos, no solo de los afectados por el problema que están al frente con  las armas, hasta el punto de pensar en desarrollar su labor “bajo mínimos” porque, para que se va a esforzar más para realizar un buen trabajo, si todo lo que se haga puede estar destruido de la noche a la mañana. 

Y que decir del coste indirecto de la mala reputación del país…o el propio coste humano, de vidas… que horror

Todo ello, sin ser pesimista, solo realista, nos llevará a la baja calidad de los acuerdos, ya que después de enfocar las energías en resolver el conflicto, no quita que va a suponer una pérdida de confianza en el futuro incrementando las inseguridades y los miedos. Tanto a nivel económico como vivencial. Un... ¿Para qué luchar?

Kahn explicaba “que las personas desempeñan diferentes roles que se corresponden con determinadas expectativas. El problema surge cuando esas personas tienen que desarrollar varios roles a la vez y les resulta casi imposible cumplir con todas las expectativas; entonces aparece el conflicto”. Así alguien que esta viviendo un momento en su vida duro, no le es posible continuar con su vida cotidiana y dejar apartado ese problema, para poner todo su empeño en terminar con el conflicto. Y Henry Ford decía: “La mayoría de personas gastan más tiempo en hablar de los problemas que en afrontarlos”. Por eso es muy difícil afrontar un estudio del coste del conflicto, ya que la diversidad de los conflictos es proporcional a la diversidad de las personas, a la interacción entre ellas y a los ámbitos en los que todo ello sucede, pero al menos espero haber puesto de manifiesto en este post esos costes “olvidados” que al no ser cuantificables, como el dinero, muchas veces se minimizan sin tener en cuenta la enorme importancia de los mismos.


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