Soy abogado y mediador, y no,
no me gusta como muchas personas hablan de las ventajas de la mediación en
detrimento de los tribunales de justicia, de la justicia tradicional, de la
que convive con nosotros, ante la aparición de los métodos alternativos de
solución de conflictos.
Siempre dije que, para demostrar
las bondades de algo, no debemos apoyarnos en las debilidades del otro.
Son caminos diferentes, aunque se trate de llegar al mismo lugar. La mejor
forma de entenderlo es pensando en un viaje, ¿es mejor ir en tren, en avión,
en coche o andando? Pues pregúnteselo a quienes hacen el camino de
Santiago, o quien va en viaje por negocios, o quien inicia un viaje por
vacaciones para conocer diferentes lugares con su familia...
Todos son útiles, todos son
necesarios. El respeto hacia todos los medios es necesario para una convivencia
eficaz.
Crecimos los mediadores,
sorprendidos por las ventajas de la mediación:
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Favorece la comunicación entre las partes
enfrentadas
-
Disminuye las tensiones de las partes en
conflicto y sus emociones
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Ellos mismos asumen las responsabilidades de la
solución empoderándoles
-
Las soluciones se ajustan a lo que de verdad
necesitan
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No existe la sensación de ganador o perdedor,
sino del empate
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No se centra en el pasado sino en el futuro
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Favorece la flexibilidad, adaptando el “traje” de
forma artesanal para que le quede bien a los mismos
-
En definitiva, el nivel de cumplimiento de lo
acordado, al ser lo que quieren es muy muy alto
-
Y todo ello porque permite soluciones más creativas
que previenen problemas de futuro
Esta relación de virtudes,
querido lector, no habla más que de las bondades de la mediación, pero nunca en
descrédito de otras vías, porque también sería sencillo hablar de las “desventajas”
de mediar, sobre todo en aquellas personas que no tienen actitud, la clave de
toda mediación.
Por eso hoy me atrevo a decir las
bondades de la justicia tradicional, de los tribunales, porque el respeto entre
ambas vías debe ser la bandera de la convivencia entre ellas.
Los Tribunales, la justicia
tradicional, tiene grandes ventajas:
-
La profesionalidad del Juez y de los abogados de
las partes, permite entrar a desenredar el conflicto legal (la interpretación de
las leyes)
-
El juez, si las partes no ceden, determina el
resultado una vez que delegaron el protagonismo a los abogados
-
La comunicación se produce entre abogados para
la búsqueda de la solución, cuando muchas veces no es posible la comunicación
entre ellos
-
Con independencia de que necesiten otra ayuda,
abarca el cumplimiento o incumplimiento de la ley
-
Ante incumplimientos de las partes, se exige,
para no dejarlo al libre albedrío de las mismas
-
Jueces, abogados y fiscales, siempre antes de
una decisión judicial, permiten que por representantes (no existe desgaste
emocional) se acuerde una salida al problema
Ahora es usted, si si, usted,
quien decide donde acudir. Si está dispuesto a dialogar y “reconocer,
aunque no comparta lo que piense la otra parte”, venga a mediación.
Si usted, querido amigo o
amiga, necesita que alguien le ayude y le cede el poder de decisión, acuda a su
abogado y déjele que negocie en su nombre, y si no es posible, que reclame
ayuda en la decisión de los jueces. Es más, son vías complementarias,
porque muchas veces si no es posible una mediación o esta es falida, acudiréis a
los tribunales y, otras veces, son los propios tribunales, quienes,
suspendiendo sus decisiones, derivan a mediación para la búsqueda de la
solución. ¿Alternativas?, no hombre no: Complementarias
Sin apelar a florituras debo afirmar debo decir que, en Argentina, el asunto debería verse con los dos ojos, esto es, bidireccional. En la práctica es casi guarango y trufado de intereses non santos el desprecio del poder judicial y de algún sector de la abogacía hacia la mediación y sus intérpretes
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