jueves, 7 de noviembre de 2024

Una MEDIADORA PROTAGONISTA de Una novela de intriga ambientada en la Expo 92 de Sevilla

 



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Serían las doce, quizás algunos minutos más, cuando el Comisario Gaviño, descubre la presencia, por otro lado nada inusual, dado los múltiples olvidos de todo aquel que acude a la comisaría, de un sobre, algo amarillento, que deja ver parte de su interior, como si se hubiera abandonado allí con prisas por su dueño.

Lo han dejado en la entrada, en una de las muchas sillas  de color naranja que hay, no se sabe si olvidado o expresamente depositado y en el que se puede leer de forma manuscrita sobre él… “En este mundo no hay sitio para todos”.

El inspector Gaviño, con más de treinta años de experiencia en el Cuerpo, abre detenidamente el sobre misterioso, sin tener claro si lo debe abrir o simplemente dejarlo ahí para que lo inspeccionen los perros adiestrados para ello, que posee el cuerpo nacional de policía.

Siguiendo su intuición, decide abrirlo y dentro del sobre se encuentra con sorpresa y no sin cierto miedo al inspeccionarlo, un pasaporte de la Expo 92 de Sevilla, de color azul, con el logo tanto en la portada como en una especie de “marca de agua” en cada página de su interior. Tras la portada de este, un texto que dice: “el poseedor de este pasaporte queda autorizado para visitar libremente todos y cada uno de los pabellones de la Expo`92 de Sevilla”.

Sigue inspeccionando el sobre y este extraño pasaporte, que le iluminó la cara, como si ya supiera su contenido, (es su cometido de cada día, investigar, conocer y aclarar hechos) y en su interior, cada página, amontona distintas estampas, llena de sellos de diferentes colores a modo de certificados de correos, de los pabellones que supuestamente fueron visitados por su poseedor en aquella exposición universal: Australia, Philippine, Malaysia, Pakistán, Estados Unidos… y así casi hasta el centenar de sellos impresos.

Entre sus páginas también tiene anagramas, así como una fotografía de Curro, la mascota de la Expo, de una forma original: subido a un globo terráqueo.

Sigue inspeccionando el contenido, de forma meticulosa y en el mismo, junto al pasaporte, se encuentra una lista muy manoseada, una lista casi amarillenta, doblada varias veces y donde al desplegarla descubre que están los nombres de los pabellones o stand que supuestamente había en la Expo de Sevilla, anotados, a bolígrafo, algunos casi ilegibles, muchos de ellos tachados con varios trazos en rojo y otros sin tacha, pero eso sí, numerados del 1 al 102.

Gaviño, se para a contarlos. Mira y mira, salteados, son un total de 29 los que no están tachados y junto a todos estos documentos, una hoja del periódico ABC que parece ser de la época, casi desbaratada, mal recortada, con un plano de la Cartuja y donde se entremezclan unas señales o círculos, no se ve bien.

Su curiosidad va en aumento, es como si su mente se fuera años atrás. Se detiene a mirar el plano, no se ve bien, pero se puede apreciar (conoce perfectamente la Isla de la Cartuja, ya que estuvo destinado en el pabellón de España como jefe de seguridad durante la Expo), que los símbolos están marcados junto al pabellón de Marruecos (en sus jardines), otro junto al de Astrofísica y los que parecen ser de Canadá, el abandonado de Rumanía y quizás el de Oceanía. No se ve bien

Y por último en el fondo del sobre, se percata que hay un papel manuscrito a modo de post-it que pone “no dejéis de investigarlo aunque ellos ya no estén con nosotros”

 

30 años antes…


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