La actualidad de
la Mediación: ¿Crisis o avance?
Javier Alés.
Abogado/Mediador
Desde que nació el marco legislativo con el Real
Decreto Ley (RDL) 5/2012 -de fecha 5 de marzo de 2012- sobre la mediación para
asuntos civiles y mercantiles, no podríamos decir si estamos actualmente en un
momento de crisis o no. La normativa nació con un claro objetivo: de una vez
por todas implantar en España una “justicia de calidad” (asi reza en su
exposición de motivos y por ende, encontrar soluciones a los conflictos de
forma rápida y económica Sin embargo, la realidad que nos muestran muchos
mediadores es que la mediación presenta problemas prácticos muy importantes, lo
que hace que muchas personas se encuentren excépticas hacia su futuro.
Acudir los mediados a este proceso no es
obligatorio, sino que debe ser una decisión tomada por ambas partes de forma
voluntaria. De igual forma y siempre voluntaria, los jueces pueden proponer a las
partes una vez han iniciado el proceso judicial del que se trate, la
posibilidad de acudir a una sesión informativa sobre lo que supone mediación, paralizando
en su caso el proceso en cuestión.
La función del mediador, los principios de la
misma, el coste y demás datos son ofrecidos desde el primer momento y quizás en
este aspecto no radique ni el desconocimiento de la mediación ni la posibilidad
de éxito de la misma.
Partimos en principio, de que no se obliga a que la figura del mediador sea
un Licenciado o graduado según materia, siendo suficiente con que haya
realizado uno o varios cursos específicos de la materia impartido por
instituciones que a la vez solo requieren inscribirse en el Registro de
Entidades Formadoras del Ministerio de Justicia. Baste una mirada a dicho
registro para entender que academias, asociaciones, colectivos privados,
fundaciones y por ende también las Universidades han creado un elenco formativo
que dista mucho de la unidad y sobriedad que requiere este perfil profesional
Partiendo de esta idea que incumbe a la esencia de la mediación, el
profesional de la mediación, ésta presenta variados problemas prácticos.
Para intentar la búsqueda de una solución pactada
por las partes en primer lugar, no siempre
será suficiente con la intervención del mediador, dado que en determinadas
materias nos podemos encontrar conflictos muy complejos desde el ámbito
jurídico que requieren una especialización importante. ¿basta entonces con la
participación de un experto en el proceso?... el sobre coste y la duda del
interés por la mediación seguramente haría mella en el mediado.
En segundo lugar, el método llamado mediación es muy desconocido
extrajudicialmente y si nos basamos en la mediación intrajudicial, el nivel de
éxito y compromiso disminuye si estamos hablando de personas que ya se
encuentran tras una demanda o contestación a la demanda, viciados en sus
posiciones. Podria pensarse en una posible dilación si acuden a mediación.
En tercer lugar, los acuerdos
alcanzados no tienen fuerza ejecutiva, de modo que a pesar
de que las partes alcancen un acuerdo ante el mediador, no existe un
cumplimiento obligatorio, aunque hemos de entender que es lo que han querido.
En este caso hay que acudir ante Notario para elevarlo a Escritura Pública de
las denominadas sin cuantía ( su coste es menor a cualquier otra escritura) y
en caso de la intrajudicial, se produciría su devolución al Juzgado para que
este avale y homologue el acuerdo
La verdad es que 6 años
después la mediación no termina de implantarse en nuestra sociedad, a pesar de
sus numerosas ventajas. Está en la Ley, pero no está en la calle, con lo que,
en buena medida, se ha comenzado la casa por el tejado. Necesitamos un
auténtico cambio de mentalidad en la sociedad y abandonar definitivamente la
“cultura del conflicto” para abrazar la “cultura del acuerdo”. No es difícil,
porque incluso culturas actuales en determinadas zonas del mundo tienen estas
culturas arraigadas ante la imposibilidad de tener tribunales (“véase
costumbres de mediación”
http://javieralessioli.blogspot.com/2008/02/costumbres-de-mediacion.html)
Tambien
se dice que “Hay muchísimos mediadores y
poca mediación, por lo que queda que la demande el ciudadano”. Pero no es menos
cierto que esta profesión necesita no tanto de un aprendizaje como de que sus
actores “aprehendan” la profesión, la hagan suya.
Ya decía también en 1999 Martínez de
Murguia que un problema que atañe en particular a los Estados Unidos
es que debido a que no se dictan sentencias en los casos de mediación, no se
sientan precedentes jurídicos y no se desarrolla jurisprudencia. El resultado
es que ello impide que se legisle con la rapidez necesaria para lograr un
ordenamiento jurídico flexible”
Me
atrevería a seguir enumerando los problemas para después querido lector, buscar
las soluciones. Ni que decir tiene como ya he dejado entrever que la falta de conocimiento del ciudadano, y el
desconocimiento por parte de muchos profesionales cercanos al conflicto de que
se trate, de cuál es la verdadera función de los mediadores y la mediación, se
antoja difícil de solucionar a corto. A ello no contribuyo que las distintas
Comunidades Autónomas se lanzaran en una “carrera por legislar” sobre mediación
familiar ,con grandes despropósitos entre unas y otras hasta el hecho de no
saber el profesional a que o en donde acogerse en su formación.
Y
sobre todo insisto con la formación, quizas como dicen algunos mediadores “con
el tiempo, cuando la mediación esté implantada, se marcará la diferencia quien
cuide los aspectos de su formación y que posiblemente se reflejen en la calidad
de los procesos que realicen sus mediadores”,
Pero…¿
y las soluciones a estos problemas?. Pasa porque nos creamos la filosofía de la
mediación.
Pasa
porque seamos conscientes que esta profesión no es propiedad de nadie pero si
es responsabilidad de todos.
Pasa
porque nunca dejemos de aprender, pero sobre todo de aprehender sus
herramientas y hacerlas nuestras, solo asi podremos convencer a la sociedad de
que somos necesarios y de las enormes ventajas de la mediación.
Pasa
porque los abogados conozcan el “valor añadido” de esta herramienta a la hora
de proponer vías de solución a sus clientes y nosotros los mediadores hacerles
partícipe del proceso en el asesoramiento continuado de sus clientes, lo que no
deprecia ni su minuta ni su trabajo.
Pasa
porque seamos optimistas y veamos una oportunidad donde hay problemas, igual
que hacemos con nuestros clientes. La oportunidad no es otra que aprender de
los errores para “aprehender” en el futuro.
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