Esta siempre es una cuestión
que los mediadores analizamos en nuestros cursos de formación, quizás por la
dificultad de tener sesiones con menores implicados en los procesos tras un
conflicto.
¿Estamos preparados para
ello?, para el encuentro con el menor.
La participación de menores de
edad, sobre todo en la mediación familiar, es una cuestión delicada y
controvertida. En general, los expertos siempre recomiendan su
inclusión, si las circunstancias nos permite pensar como profesionales, que sea
apropiado para la edad y madurez del niño, y con el consentimiento por supuesto
de los padres o tutores y el propio niño. Sin embargo, es crucial que el
proceso sea diseñado para proteger el bienestar del niño y asegurar que su voz
sea escuchada de forma adecuada.
Para determinar en este breve
ensayo si es necesario o imprescindible escuchar e incluir a los menores en las
sesiones de mediación, podemos reflexionar sobre lo que nos permite pensar que
si lo es:
- En primer lugar, por el conocido “Interés
superior del niño”: Este interés superior del niño, como
principio, debe ser la prioridad en todo momento. El mediador debe
asegurarse de que el proceso sea beneficioso para el niño y que sus
derechos sean protegidos. Ya que estamos tomando decisiones que les afecta
en su futuro personal.
- La legitimación y empoderamiento del
menor: Ya que dar voz a los menores en la
mediación puede ayudarles a sentir que tienen una influencia en las
decisiones que les afectan, lo cual puede tener un impacto positivo en su
bienestar. A modo de ejemplo puedo decir que cuando me he entrevistado con
adolescentes, ante el divorcio de sus padres, ellos se hacen responsables
de cumplir su parte a la hora de la estancia con el progenitor con el que
no vivirán a partir de ahora.
- Mayor comprensión de la situación: La
participación de los menores en el proceso de mediación, puede ofrecer una
perspectiva más completa de la situación, ayudando a los padres a entender
las necesidades y preocupaciones de sus hijos y sobre todo que los
mediadores seamos conscientes de los intereses del menor.
- Fortalecimiento de las relaciones:
Si bien siempre tendremos que prepararnos para el encuentro con ellos, la
mediación puede crear un espacio para que los padres y los niños a través
nuestra, se comuniquen de forma efectiva, lo que puede fortalecer la
relación familiar, que seguramente en otro entorno como el doméstico, no
se daría.
- Educación ante futuros problemas que
tengan: Siempre hemos dicho que cuando estamos
mediando también estamos “educando” a las partes en “que hacer cuando no
sepan que hacer en otros escenarios del futuro”, por ello al involucrar a
los menores en la mediación, se les enseña a resolver conflictos de forma
constructiva y a construir relaciones saludables, que a buen seguro
comprenderán poco a poco en su futuro.
Estas serían para mí, las
principales premisas, por las que contar con ellos en los procesos de mediación,
pero no debemos olvidar algo primordial: se deben encontrar en un ambiente
seguro y libre de presiones que debemos garantizar sobremanera los mediadores y
conseguir que nunca tomen partido por uno u otro, según las circunstancias. Eso
solo se consigue con su propia libertad de expresión, según la edad y grado de
madurez que tengan
Y también hay que garantizar
una especial preparación del niño, explicándole el proceso de
forma sencilla y asegurando que comprenda qué se espera de él.
No obstante siempre nos
quedará la posibilidad de ver al menor por separado (quizás lo ideal según la
conflictividad de que se trate) y así conocer su verdadera perspectiva del
conflicto y dejarnos sorprender, porque muchas veces los adultos tienen una
visión que en nada se corresponde a la del menor y por supuesto consultar a
un psicólogo o terapeuta y así obtener información sobre el niño y sus
necesidades.
En definitiva, el interés
superior del menor debe ser la prioridad que tendremos en cuenta, y el proceso
debe ser diseñado para proteger su bienestar y asegurar que su voz sea
escuchada de forma adecuada.
¿Crees que estamos preparado
para ello?
¿Estamos preparados para ello?
ResponderEliminarEs una pregunta que cala hondo. Porque no se trata solo de tener herramientas o conocimientos, sino de tener la sensibilidad, la disposición y el compromiso para escuchar a quienes muchas veces son los más afectados y menos escuchados: los niños.
En teoría, sí. Nosotros conocemos la importancia del “interés superior del niño” y valoramos el impacto positivo de darles voz.
Estar preparados no es solo saber cómo abordar la sesión, sino también ser capaces de crear un espacio donde el menor se sienta seguro, comprendido, libre de tomar partido y con permiso para expresarse como es, con su edad, su madurez y su visión.
Hablar con un menor no es cualquier cosa: es mirar el conflicto desde una mirada limpia, muchas veces más honesta y clara que la de los propios adultos.
¿Estamos preparados? Algunos sí, otros aún no del todo. Pero lo importante es que estamos en camino. Que lo hablamos, que lo ponemos sobre la mesa, que queremos hacerlo mejor. Y eso ya dice mucho.
¿Crees que estamos preparados para ello?
ResponderEliminarSinceramente, creo que no al 100%. O por lo menos pienso que no. Pero hasta que no me enfrente a la situación, no podre saberlo con certeza.
Es una situación que por más que te prepares, nunca se va a estar preparado al 100%. Cada familia es un mundo y cada menor igual.
Escuchar a los menores es necesario, pero siempre hay que garantizar su seguridad emocional etc. A pesar de la complejidad de la situación, su participación puede ser crucial, porque lo que, aunque no se esté preparado del todo, hay que intentarlo.
Bajo mi punto de vista, si creo que en parte estemos preparados. Por lo menos, desde la teoria. Es un reto que debemos afrontar en nuestra profesión y aprender día a día. Siempre poniendo el máximo rigor técnico, humano y ético.
En conclusión, nunca vamos a poder decir que estemos totalmente preparados, pero iremos avanzando en el camino. Cada menor es un mundo, y hasta que no escuche al menor en cuestión, asi como a su familia, no sabremos si estamos preparados.
Considero que la mediación con intervención de menores de edad queda circunscrita a pocos ámbitos, mediación familiar y penal, espacios estos en los que bien son sujetos de la relación familiar o bien agentes de conductas reprochables penalmente con los que practicar justicia restaurativa.
ResponderEliminarHablamos de menores de edad como dice la ley con suficiente juicio, cuando considerar que existe este suficiencia es un arduo problema, no dependerá de una edad concreta al menos en mediación familiar, determinar cuando existe madurez suficiente para que más allá de la mera información sobre la situación familiar, siempre bienvenida, la opinión del menor deba ser tenida en cuenta a la hora de determinar los puntos concretos del acuerdo dependerá de que observemos con precaución sus sugerencias o deseos ya que pueden existir situaciones de excesiva influencia o dependencia de uno de los progenitores que coarten o mediaticen su parecer. En relación con algunos aspectos concretos si pueden y deben aportar su visión sobre salidas, estancias, vacaciones, horarios etc. pero no veo positivo para el menor ir más allá, no debemos cargarle con más responsabilidad que aquella que le afecte en su vida diaria, nos podrá aportar su visión de las relaciones familiares y como congraciar sus deseos con las necesidades legales y las propias de los progenitores, pero no pedir pareceres sobre un conflicto en el que los sujetos primordiales son sus padres. Para ello debemos conocer su grado de madurez lo que sólo es posible mediante su intervención en el proceso de mediación a solas con nosotros. Los abogados tenemos la experiencia en el trato con los menores que deriva de nuestro quehacer, sabemos detectar manipulaciones o perversas influencias en ellos del mismo modo que sabemos detectar la franqueza de sus manifestaciones, pero insisto deben opinar sobre lo que en la solución del conflicto les afecta, nada más.
Una reflexión muy oportuna y necesaria. La inclusión de los menores en los procesos de mediación, especialmente en el ámbito familiar, sigue siendo un reto tanto técnico como ético. Es cierto que escuchar su voz puede marcar una gran diferencia en la comprensión real del conflicto, pero también implica una gran responsabilidad por parte del mediador. No se trata solo de permitir que el menor hable, sino de crear las condiciones adecuadas para que lo haga con libertad, seguridad y sin verse influido por las dinámicas de poder o presión de su entorno. Como bien señalas, esto requiere preparación, sensibilidad y, sobre todo, un profundo respeto por el principio del interés superior del menor. Su participación no debe ser simbólica, sino realmente significativa y adaptada a su edad y madurez. En ese sentido, la mediación también se convierte en una herramienta educativa que puede dejar una huella positiva en su desarrollo emocional. Creo que aún tenemos camino por recorrer, pero este tipo de reflexiones son clave para seguir avanzando hacia una mediación verdaderamente inclusiva y consciente
ResponderEliminarEstamos ante una cuestión controvertida ya que considero que nunca se está lo suficientemente preparado para tratar con menores y menos aún en un campo como la mediación donde los mismos pueden tener incluso un papel preponderante (véase la mediación familiar).
ResponderEliminarLa formación constante en este ámbito es esencial, sin perder de vista nuestro objetivo y, a su vez, garantizar el bienestar del menor. Su opinión y/o perspectiva de la cuestión que estemos tratando puede resultar esencial para conocer aspectos del conflicto que los progenitores no quieran mostrar o que incluso lleguen a desconocer.
Además si avanzamos en este campo con nuestra intervención podemos ayudar a que una situación conflictiva les resulte menos traumática y llevadera incluso mejorar las relaciones paternofiliales. Considero que resulta harto complicado alcanzar una formación total para tratar con menores en un proceso de mediación pero si nos enfocamos en aspectos tan elementales como intentar entenderlos estaremos en el camino de garantizar su intervención fructífera en el proceso de mediación.
EVA M. RIVEROL RODRIGUEZ
La participación de los menores en los procesos de mediación familiar es un tema delicado, pero fundamental para garantizar que sus voces sean escuchadas. Sin embargo, es cierto que este tipo de intervenciones requieren una preparación especial, no solo desde el punto de vista técnico, sino también emocional.
ResponderEliminarCuando les damos voz en el proceso, no solo les estamos brindando una oportunidad para ser escuchados, sino que también les estamos ayudando a sentirse más responsables de las decisiones que les afectan. Además, la participación de los menores permite a los adultos comprender mejor sus necesidades y preocupaciones.
Sin embargo, también soy muy consciente de que hay aspectos delicados que debemos manejar con sumo cuidado. El bienestar del menor siempre debe ser nuestra prioridad, y en ningún caso debe sentirse presionado a tomar partido o expresar lo que no desea. Para ello, es fundamental crear un ambiente seguro donde el niño pueda expresarse libremente, y debemos estar preparados para reconocer señales de incomodidad o malestar.
En definitiva, creo que estamos en un camino hacia la preparación, pero siempre hay áreas donde podemos seguir aprendiendo y mejorando. La mediación con menores es un desafío, pero si seguimos priorizando su bienestar y nos aseguramos de que su voz se escuche de manera respetuosa y adecuada, podemos hacer una diferencia significativa en su vida y en la de sus familias.
¿Crees que estamos preparados para ello?
ResponderEliminarSi como abogados, hemos desarrollado las cualidades humanas y profesionales necesarias para ser un buen profesional y, a lo largo de nuestro quehacer, hemos sido capaces de avanzar en el camino de equilibrar la valoración de la dimensión emocional que para los clientes tienen todos los asuntos que nos son encomendados, con la capacidad de tomar distancia para que lo emotivo no ponga en entredicho nuestras capacidades técnico profesionales, seremos capaces de afrontar con éxito cualquier proceso de mediación y muy especialmente aquellos en que estén involucrados menores o incapaces.
¿Crees que estamos preparados para ello?
ResponderEliminarCreo que nuestra mente de abogados no nos ha permitido estar preparado para ello, pues nunca ha sido una práctica habitual el tratar el asunto con menores, aunque sin duda creo, sobretodo aquellos profesionales que se han dedicado al ámbito de familia que con el tiempo iremos adquiriendo los conocimientos y técnicas suficientes para poder afrontar dicho reto.
¿ estamos preparados a corto plazo? no, ¿ a medio plazo? sí.
Por supuesto dependerá de la involucración del profesional en querer actuar como mediador y no como abogado.
¿Crees que estamos preparados para ello?
ResponderEliminarEn mi opinión, aún no estamos preparados, aunque el camino hacia esa preparación ya ha comenzado. El texto plantea con claridad que la inclusión de menores en los procesos de mediación familiar es necesaria y beneficiosa, siempre que se respeten su madurez, su voluntad y se garantice un entorno seguro. Sin embargo, esto requiere una formación específica por parte de los mediadores, especialmente en aspectos psicológicos y emocionales que muchas veces escapan a la formación jurídica tradicional.
Como profesionales del derecho, debemos avanzar hacia una preparación más integral, que incluya habilidades emocionales, comunicación efectiva y sensibilidad ante las necesidades de los menores. Solo así estaremos realmente capacitados sin poner en riesgo su bienestar.
Por tanto, aunque hay avances y conciencia sobre la importancia de su participación, todavía queda camino por recorrer en formación, sensibilidad y metodología para afirmar que estamos preparados.
Hay que tener una enorme confianza y formación humanística, a mi entender, para incluir a un menor en una mediación. Cada uno sabe si está preparado. Ya escribió Unamuno que la más importante ciencia es la “ciencia del querer, y sabe más quien mejor sabe querer”. Casi nada, proveniente probablemente de las personas más sabias de nuestra historia reciente. Yo por lo menos creo que ya me atrevería a trabajar con mediaciones, pero no aún con un menor; no sé si “sé querer”. De entrada, ya es complicado explicarle al menor si entiende el proceso, si puede sentirse de alguna forma coaccionado a participar, si se le va a dar demasiada formalidad al proceso en un entorno ajeno a él, y solo estamos hablando, de momento, de prepararlo. Una vez dentro, y atendiendo a la personalidad y circunstancias concreta de cada menor, habría que manejar la palabra y la situación para que un encuentro de tales características no dejase una cicatriz indeleble en el menor que le acompañe para siempre. Solo he hablado de personalidad y circunstancias, pero ajeno a esta ciencia, en psicología, existirán un amplio ramo de variables a tener en cuenta, en las que tenemos que estar formados. No podemos improvisar. Piscología del desarrollo, o tantas otras ramas de la ciencia que pueden ayudarnos…antropología, pedagogía, comunicación… “saber querer mejor” como decía Unamuno. Como apunte a vuela pluma, decir que hay psicólogos que directamente no tratan con menores por la complejidad del tema. Por tanto, ¿no deberíamos planteárnoslo nosotros? Decir que estamos preparados porque entendemos un concepto jurídico, como el del interés superior del menor, se nos queda corto. Además, aquí estamos para encontrar soluciones creativas más allá de la ciencia del derecho. ¿Sabemos proyectar autoridad hacia un niño? Otra cuestión. Yo creo que preparados no vamos a estar nunca al ciento por ciento, pero cuando nos aventuremos, tenemos que asumir un mínimo de responsabilidad. Manejaremos cargas frágiles, en un símil logístico. Yo por el momento no estoy preparado, debo dar pasos en esa… “ciencia del querer”.
ResponderEliminarSiguiendo a Machado: " ...se hace camino al andar" y a mi lema: " más puede el que quiere que el que sabe...", poco a poco iremos aprendiendo de nuestros errores y haciendonos mejores mediadores.
ResponderEliminarCreo que es beneficioso para el menor poder participar en la mediación de acuerdo con su grado de madurez y su voluntariedad para hacerlo.
La clave y el norte que no debe perder el mediador es EL INTERES SUPERIOR DEL MENOR y para ello corre de la cuenta del mediador crearle un ambiente de confianza, seguridad y con todas las aclaraciones que sean precisas donde pueda expresarse sin presiones de ningún tipo. Coadyuvaria a esta labor adentrarse en el mundo de la psicología infantil y adquirir conocimientos.
La ventajas para el menor podrían ser:
- pasaria de ser un objeto a ser sujeto con derecho a ser escuchado y ponderadas sus opiniones
- la mediación le dejaria menores heridas psicológicas que todo proceso judicial conlleva
- les haria sentirse bien y por tanto mejoraría su autoestima y el desarrollo de su personalidad al empoderarles dandoles, voz.
- mejoraría la comunicación intrafamiliar presente (aspecto curativo) y futura (aspecto preventivo);
- la posibilidad de escuchar a los menores permitiria una mayor durabilidad de la soluciones adoptadas y menores daños colaterales
Quiero aprovechar estas últimas lineas para agradecer el entusiamo, la buena disposición y el humor ( tengase en cuenta el Miura del horario con el hubo que lidiar), amén de los sobrados conocimientos teoricos que nos ha transmitido a nuestro profesor Javier Alés.
Javier: ole tú, que cual optalidon cubres el principio activo ( conocimientos) con una pelicula de azucar ( tu saber estar). QUIEN DIJO QUE APRENDER NO PUEDE SER DIVERTIDO
MANUEL GARCIA CHICA
Estamos preparado para ello?
ResponderEliminarNO al 100%
Creo que para afrontar una mediación en la que hay implicados menores, donde a veces son el principal motivo de controversias y son los grandes perjudicados, supone hacer un esfuerzo preparatorio y empático para entender su mundo y su visión del conflicto, y cambiar el modo de actuar.
Normalmente, los menores han pasado por una experiencia traumática ya que han sido testigos y victimas directos de un conflicto. Nos vamos a encontrar que les cuesta expresarse.
Pienso que es importante hacer un esfuerzo por parte de los mediadores para conseguir entender su mundo y que colaboren en la mediación, y hacerles comprender que es por su bien. En el momento que no se sientan en un entorno seguro, puede que sea difícil que colaboren.
La mayoría de nuestro trabajo lo realizamos con personas mayores, donde el trato y la forma de actuar es diferente. Puede que, en ocasiones, haya que acudir a una co-mediacion o al asesoramiento de profesionales que sepan cómo tratar conflictos con menores.
Creo que una formación especializada para mediar en conflictos donde haya menores sería muy importante.
En Jerez de la Frontera, a 20 de junio de 2025
Fdo. Félix Campos-Guereta Gómez
Colegiado nº 819 ICAB Jerez
ResponderEliminarLa repercusión del menor en la mediación es un aspecto fundamental y delicado, especialmente en casos de separación o divorcio de los padres, así como en situaciones de conflicto familiares.
Cualquier decisión tomada en el marco de la mediación debe priorizar el interés superior del menor. Esto implica considerar como afectación las decisiones a u bienestar emocional, físico y psicológico.
Es crucial permitir que los menores tengan una voz en el proceso, en la medida en que su edad y madurez lo permitan. Escuchar sus deseos y preocupaciones puede conducir a acuerdos más satisfactorios para todas las partes.
Los menores pueden experimentar estrés, ansiedad y confusión durante procesos mediáticos.
Algunos menores pueden tener necesidades específicas, ya sea por su edad, capacidad emocional o circunstancias particulares. Estas necesidades deben ser consideradas cuidadosamente durante la mediación.
Los mediadores deben recibir formación especializada sobre como trabajar con menores, incluyendo técnicas de comunicación adecuadas y estrategias para ayudar a los niños a expresar sus sentimientos y necesidades.
Es útil con psicólogos, trabajadores sociales u otros especialistas que puedan ofrecer apoyo durante el proceso y ayudar a evaluar el estado emocional del menor.
Crear un ambiente seguro y acogedor para que los menores se sientan cómodos al expresar sus pensamientos y sentimientos es fundamental.
Los mediadores deben educar a los padres sobre la importancia de incluir al menor en el proceso y discutir cómo hacerlo de manera apropiada.
Después de la mediación, es importante realizar un seguimiento para verificar cómo se siente el menor respecto a los acuerdos alcanzados y su bienestar general.
Buena pregunta, porque se puede responder desde la teoría o desde la pura realidad. Desde la teoría claro que debemos estar preparados y lo estamos, pero pienso que en la práctica y realidad no lo estamos completamente. Es una cuestión también de adquirir experiencias e ir limando las posibles carencia prácticas. Fundamental empatizar con los menores. También entiendo que cada supuesto es un mundo y podemos estar más acertados o no, dependiendo del menor y sus circunstancias.
ResponderEliminarLos menores pueden experimentar estrés, ansiedad y confusión durante procesos mediáticos y por eso es necesario estar muy atentos a ellos.
Algunos menores pueden tener necesidades específicas y concretas , hay que tener en cuenta su edad, capacidad emocional y circunstancias particulares dado que cada familia es un mundo. Estas necesidades deben ser consideradas durante todo el proceso de la mediación. Crear un ambiente seguro y empatizar es fundamental en estos casos.
¿Crees que estamos preparados para ello?
ResponderEliminarDesde la perspectiva del abogado podríamos pensar que si, debido a que tenemos un amplio conocimiento sobre lo que implica el interés superior del menor, y sobre los derechos que estos tienen, pero, personalmente, considero que este conocimiento legal no es suficiente para abordar una mediación con un menor, y que de ningún modo sustituye la formación en habilidades de comunicación con los menores.
De igual modo, considero que un mediador también ha de tener formación en habilidades de comunicación con menores, pues el conocimiento de las competencias emocionales y pedagógicas que la mediación con menores requiere debería constituirse como formación específica y necesaria para este tipo de mediación.
En conclusión, aunque el conocimiento jurídico juega un papel muy importante no es suficiente, y ha de complementarse con la formación que sea más adecuada para realizar una intervención eficiente para con el menor.
Sinceramente creo que no estamos preparados para interactuar con un menor en un conflicto, en estos casos creo fundamental la comediación con un psicólogo/a porque es un profesional más idóneo
ResponderEliminarUn mediador puede tratar con menores si esta debidamente formado y actúa con una ética clara y centrada en la protección del menor. De lo contrario, debe limitar su intervención a colaborar con especialistas, tales como psicólogos infantiles, trabajadores sociales, etc. La mediación con menores no es solo una cuestión técnica, sino también de responsabilidad profesional.
ResponderEliminarEs necesaria una preparación y unos conocimientos profundos de los menores para tratar con ellos, que nada tienen que ver con los adultos. Por este motivo, la mayoría de mediadores no pueden intervenir en este tipo de asuntos por si solos, ya que existen múltiples problemas como los éticos, emocionales y técnicos. Es fundamental adaptar el proceso de mediación al nivel de madurez y de comprensión de cada menor, estando capacitado para detectar posibles situaciones de manipulación, presión o maltrato de los progenitores o tutores. No debemos olvidar, que los menores disponen de menos herramientas para tratar emociones como el miedo, la tristeza, ansiedad o culpabilidad que se puedan atribuir. Todos estos componentes emocionales y técnicos, deben ser priorizados en interés del menor, incluso si se llega a situaciones conflictivas con los propios padres. Debemos aprender a generar confianza en el menor para que se abra y se exprese sin ningún tipo de ligadura emocional y con plena libertad con objeto de poder obtener con la mediación unos resultados positivos.
En resumen, considero que la mayoría de mediadores no estamos preparados para afrontar el reto de los menores a menos que se haya adquirido una experiencia previa en otros ámbitos de la vida y que nos sirva para afrontar los retos que plantean los menores.
Fdo. Francisco Sánchez-Pece Salmerón Col 800
Si estamos o no preparados para mediar en un procedimiento entre las partes interviniendo tambien el menor, es algo que dependerá de la propia experiencia con menores del profesional, de los intereses que afecten al menor que estén en juego, a la conflictividad de las partes.
ResponderEliminarCierto es que la labor, siempre que hay menores implicados, es compleja, teniendo en cuenta la actual sociedad en la que nos encontramos.
Teniendo en cuenta que el profesional siempre tiene que tener en cuenta el interés del menor, como bien se establece en el articulo que estamos comentando ese interés superior del niño, como principio, debe ser la prioridad en todo momento. El mediador debe asegurarse de que el proceso sea beneficioso para el niño y que sus derechos sean protegidos. Ya que estamos tomando decisiones que les afecta en su futuro personal. Ese debe ser nuestro objetivo cuando tratemos con menores.
Por otra parte, debemos tener en cuenta a la hora de escuchar al menor, derecho que tienen los mismos en nuestra legislación, las circunstancias que rodean a dicho testimonio y valorar cada una de las manifestaciones de todos los padres o partes implicadas.
Entiendo que hablando de procesos de familia, la mediación con los menores es muy importante.
ResponderEliminarTodo va a depender del grado de conflictividad que exista entre los padres y sobre todo de la seguridad, tranquilidad, y conocimiento que sepamos transmitirle al menor.
Entiendo que el menor debe participar en la mediación inicialmente sin la presencia de sus padres Para que pueda hacernos llegar como mediadores todo aquello que pasa por su cabeza en plena libertad y sin miedos a las posibles represalias, comentarios o situaciones no deseadas que le puedan transmitir los padres tras una hipotética primera reunión conjunta.
Nuestra labor como mediador es hacer llegar de manera sencilla al menor Qué tipo de procedimiento vamos a llevar a cabo, con qué técnicas y que la única finalidad es su bienestar y fortalecer su posición de cara a que sus padres conozcan los pormenores de sus necesidades y puedan a través de la mediación. Alcanzar acuerdos satisfactorios para el mismo.
Entiendo igualmente que hay que tener cuidado de no forzar a los menores a una mediación, cuando no se den la circunstancia pertinentes por conflictividad.
Incluir a los menores en la mediación es clave para escuchar sus opiniones y entender sus necesidades, pero requiere preparación y cuidado. Debemos garantizar un ambiente seguro donde puedan expresarse sin presiones. Aunque hay avances, siempre se puede mejorar para proteger su bienestar y lograr un impacto positivo.
ResponderEliminarNo creo que estemos totalmente preparados, porque no hemos sido formado para ello. Pero sí que tenemos algo fundamental, y es que tenemos muy interiorizado que el menor tiene una especial protección que le priorizan en la toma de decisiones. Sabemos de su vulnerabilidad y cómo los conflictos le afectarían en su desarrollo.
ResponderEliminarAl actuar como mediador, está claro que lo mantendríamos al margen de disputas. Pero su voz, en muchos casos debe escucharse y debe ser motivo de encuentro entre las partes.
Sinceramente como mediador-abogado creo que no estamos preparados al 100% para sentarnos con los menores como lo haría un psicólogo infantil. Si estamos preparados para escucharles e interpretar de manera supina lo que nos comenten, pero creo que no podemos suplir la figura del psicólogo infantil, que por otro lado es la persona que se ha preparado académicamente para ello.
ResponderEliminarNosotros somos mediadores- abogados pero no podemos abarcar areas en las que no nos hemos preparado a lo largo de nuestra carrera.
Sinceramente, creo que aún nos queda camino. Si bien, teoría la tenemos clara, que es el interés superior del menor, su bienestar emocional, adaptar la comunicación a su madurez... pero otra cosa es enfrentarse a la realidad de un menor en plena sesión, con sus emociones, sus silencios o su forma tan propia de ver las cosas.
ResponderEliminarDesde mi punto de vista, más que “estar preparados”, lo importante es tener conciencia de lo que implica su participación, no tomárselo a la ligera y saber pedir ayuda profesional cuando sea necesario (como psicólogos o terapeutas). No se trata solo de incluirles, sino de hacerlo bien.
Por eso creo que vamos camino de estar preparados. Porque ya nos hacemos la pregunta, ya lo ponemos sobre la mesa, y porque, como mediadores, sabemos que cada paso cuenta. Escuchar a un menor no es una técnica, es una responsabilidad.
Sara Barba
Considero que estamos preparados para hacer frente a mediaciones con menores, aunque no deja de ser un tema complicado y por tanto es importante tener la ayuda de un profesional de la psicología, aunque no siempre es necesario, tal vez sea la experiencia en estos casos, lo más importante.
ResponderEliminar