LA FUERZA DEL RECONOCIMIENTO
El ser humano no hace las cosas para ser reconocidas, si acaso, para ser
conocidas. Toda nuestra vida gira los primeros años en adquirir conocimiento,
asi desde pequeñitos intentamos poner nuestra atención en todo lo que nos
rodea, aprender de todo y de todos y dicen que “somos esponjas”. Con el paso de
los años este conocimiento se convierte en nuestro futuro profesional; en él,
volcamos nuestro entendimiento para conseguir ser los mejores en algo y si ese
algo es ayudar o sirve a los demás
puedes incluso conseguir que tu profesión se convierta en tu pasión como a mi
me gusta decir… y es en ese momento cuando quienes te conocen te dice… ¿Cómo
puedes tener tiempo para todo?.
Y por último llega el “Reconocimiento” esa acción que
supone distinguir a una persona entre las demás como consecuencia de lo
conseguido con los años. Sirve para expresar agradecimiento, para validar
aptitudes y porque no, actitudes.
Todos necesitamos del reconocimiento, quizás para sentirnos valorados, apreciados…pero que vergüenza da
¿verdad?. Pero también es cierto que muchas veces se busca con tal ahínco que
nos olvidamos que solo se consigue si devuelves con el paso del tiempo a los
demás lo que ellos a su vez te enseñaron a ti.
La clave de todo ello está en el
equilibrio. Asi nos enseñaron gracias a la tan conocida Pirámide de Maslow,
donde el reconocimiento se encuentra cercano a la cúspide de la madurez
emocional.
El reconocimiento nos dignifica como personas e inmediatamente surge tras
él, el agradecimiento, ya que nos coloca en un lugar privilegiado ante los
demás. Reconocer es apreciar a alguien tanto por lo que es como por lo que
ofrece a los demás y si bien genera un alto crecimiento en
nuestra autoestima por estar en el buen camino, no dejemos nunca de olvidar la
humildad de quien está alcanzando sus metas pero siempre, junto a los demás, a
quienes te reconocen, a quienes nos rodean. Aprendamos a recibir nuestros
reconocimientos, seamos conscientes de las necesidades y trabajemos a partir de
este, la humildad y la disponibilidad a todos y a todo.
La actitud nos hace libres, la madurez nos da visibilidad, y el
reconocimiento un compromiso ineludible con la sociedad.